Régis Debray Carta a los comunistas

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    Ttulo original:LETTRE AUX COMMUNISTES ri'~NC;:AlS

    ET A QUELQUES AUTRES

    Traducciu: Jos a

    vu.: Villa

    t. edicin: diciembre, 1978La pr e sente edicin es propiedad de

    Ed itorial Bru g uera, S . A .Mora la Nueva, 2. B a rcelona (Espaa)

    Edi cin en lengua ori ginal Rgis Debray . 1978Traduc c in Jos M . Vidal Villa - 1978Cubierta Nesl Soul . 1978

    Printed in Sp ainISBN 84[1;OI28-1

    D e p s ito le g al : B . 39.36 0 . 1978Impr es o en los T all e res Gr f icos de

    Edit o ri a l Bru g u era , S . A .C ar re te ra N ac ional 152, Km 2 .6 50

    P are ts del V all e s (Bar ce lo na) - 1978

    PREAMBULO

    En Francia tenamos ya bastantes cosas queestaban mal. Despus de tanto tiempo habamosacabado por vivir con ese permanente dolor en uncostado. La izquierda, pensbamos, nos iba a pro-porcionar algn alivio. Y an nos hace ms dao. Hallegado la hora de que todos juntos reventemos elabceso. De que nos adelantemos a la gangrena, elrencor y sus malos olores. Tanto peor si lo que voya decir hiere a algunos. La sala se vaciar y el escu-pitajo florecer. Qu importa: ms vale ser odiadopor aquellos que uno ama que verse obligado aodiar les interiormente.

    Quiz dentro de cincuenta aos se considerea 1978 como el punto de inflexin a partir del cualtodo un siglo de esperas cay en el absurdo. Lo

    peor no es siempre lo seguro, y el Ave Fnix seha visto en situaciones parecidas: puede renacerde sus cenizas a intervalos fijos, igual que la izquier-da renace de sus rupturas. Por otra parte, la vidade los hombres no es tan larga como para Que sepuedan despreciar esos diez aos de trabajos y decompromisos Que este ltimo otoo se han desva-necido como un montn de hojas muertas en elhumo amargo de una querella sin final. Se subsa-

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    narn los errores, en la superficie y por un tiempo,y hasta la prxima; y volveremos an a tener her-mosos das de primavera. Nuestros amos son libe-rales: un voto en las urnas cada cinco aos, y unavez cada diez la fiestasur le pav (1). Tras lasprximas elecciones, en las que se ver el irresis-tible crecimiento de las fuerzas del progreso (enconstante progreso por definicin, sobre todo des-pus de que se ha fracasado), bajaremos a la calleen masa a tomar la palabra, ya que no podemostomar la Bastilla y a soltar un monlogo como re-vancha. Justo lo necesario para que la mquinadescompensada vuelva a funcionar a la perfeccin.Cuntos recuerdos en perspectiva para los debatestelevisados de los aos ochenta Creen verdadera-mente calmar nuestra exigencia con esa oscila-cin? S, naturalmente: el juego poltico continua-r. Pero es con nosotros con quienes se juega, ymuchos ya estn hartos.

    Quines somos nosotros? Esos inocentes de' 'Wi:Intriste que se aprestaban a votar por aque-llo que se ha llamado durante diez aos la Unin dela izquierda. Esos respetuosos que, en la ltimaprimavera, haban colocado su propia suerte y lossacrosantos dos siers de la Negociacin entre lasmanos de quince grandes pontfices. Aquellos a quie-nes se toma {amo testigos obligndoles a cerrar elpico al mismo tiempo. Los dciles espectadores deesta nueva democracia que, segn nuestras lti-mas informaciones, se define como la facultad otor-gada a una decena de jefes de hacerse contemplar

    (1) Sur le pa v . L lteralment .e, sobre los adoquin es . S ee mp le a p a ra d es ig r iar las luch a s y manif es taciones c a ll e je rasque c a ract e ri za ro n el M ayo f ra nc s. (N . del T.)

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    y escuchar, a travs de la pequea pantalla, portreinta millones de mudos. Las vctimas de ese es-pectculo, a quienes se querra hacer creer que sonellos mismos los que decidirn por el hecno de teneruna papeleta de voto, de modo que olviden que lascosas serias se deciden en la cspide y que slobajan a la base para su ratificacin. Aquellos que

    creen cada vez menos y que un da venidero harnirrupcin en los estudios en los que se decide sudestino para pedir cuentas a los actores que ha-blan en su nombre y a los directores de ese teatrode sombras. Aquellos a los que la televisin no mos-trar nunca ni las armas ni las lgrimas, aquellosque formaron en otro tiempo un pueblo unido, acti-vo, al que el aparato televisivo de Estado ha domes-ticado hacindoles volver a cada uno a su casaa lahora prevista. Luego de haber restado a los seiscien-tos mil militantes del partido comunista, a los dos-cientos mil miembros del partido socialista y a al-gunos millares de notables radicales de izquierda,quiero hablar de esos doce millones de sin-partido,individuos turbios y ambiguos, indecisos y confusos,que a pesar de todo querfan conceder su confianzaa los representantes de los partidos competentes,designados oficialmente por sus ms altas instan-cias. Quiero hablar de todos aquellos -militantes

    . o no-e- que hoy se sienten estafados.Cada hombre es una isla y yo no vaya tener

    Ia ridcula pretensin de representar a aquellosque, por definicin, no se representan ms quea s mismos. Yo soy tan slo uno de ellos: unhombre solo, sin grupo, sin carnet en el bolsillo,sin retaguardias. Lo contrario de una potencia:ninguna institucin como cobertura -peridico,

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    ~~~;;~-,.. 'partido, revista, escuela, facultad, editorial-o Direc-

    tor de nada, consejero de nadie, miembro de nin-gn secretariado, comisin, alto o bajo comit: endefinitiva, de ningn modo representativo. Meguardar muy bien de considerar como un honoreste desarme individualY completo, como desearanuestra sociedad cultural en la que todos los pues-tos de poder se conquistan Y se mantienen ennombre del anti-poder: el establishment es hoy unanti-establishm~nt. y para no ser contradicho unavez ms con otro -como es regla en un mundo enel cual entre hombreY hombre los medios de comu-nicacin interponen lo prejuiciableY lo prefabri-cado-, en el momento de declarar nombre y cuali-dades, debo tambin declinar un honor quenomerezca: no soy ni he sido nunca miembro delpartido socialista. Siento simpata por muchos desus militantes, pero no soy amigo ms que dealgunos de sus responsables. El nico partido fran-cs al cual he estado afiliado alguna vez es elcomunista, Y lo abandon al mismo tiempo quea Francia, buscando realizar en otras tierrastosideales que me haban hecho ingresar en l. Pero

    he vuelto al pas diez aos ms tarde, visceral-mente, irremediablemente francs, con la esperan-za de empujar la rueda y de volver a ponerenmarcha, junt6 con otros millones, una historiaaveriada. Un hombre en el camino, pues, que secree en el deber de hablar en voz alta sobre lo Queha credo, sobre lo que no ha hecho, sobre lo que leparece que debe hacerse en lo sucesivo. por deS-contado, se acusar al querido profesor de preten-

    der adquirir tono aleccionador, tal como se lesreprocha a aquellos que tienen la enojosa costum-

    bre de extra er lecciones de su propia experiencia,rehaciendo paso a paso el camino, desde el princi-pio hasta el final.

    He pensado durante mucho tiempo que la po-Itica corresponda en primer lugar a los polticos,

    por lo que no me he mezclado nunca en la pol-tica francesa. He asistido a sudesarrollo como todoel mundo y a veces me he visto mezclado en ella,

    - como muchos, por haber atravesado sus bastido-res. Yo no tena, pues, el espritu preparado parahablar de poltica francamente, sin desviaciones.Mi nica profesin es la filosofa, y mi pasatiempo,en estos ltimos aos, el estudio de los filsofosoficiales del rgimen, ms conocidos bajo el ep-teto de nuevos, y que dan testimonio. en efecto,de un Ordre nouveau (Nuevo orden) cuyo anlisisme pareca muy urgente hasta la aparicin de undesorden an peor: la crisis de la Unin de laizquierda, que para cientos de miles de mujeres yhombres ha constituido una crisis personal. Obs-taculizando el futuro, esta ruptura confrontaba acada uno con su propio pasado. Divertida ruptura.divertida unin, divertida guerra. Este tiempomuerto descubri a una mitad de Francia lo queconstituye el verdadero mal del pas. Cada 'uno,

    ' entonces, se puso a hacer sus cuentas. He aqu lasmas.

    Esta botella que lanzo al mar va dirigida a los1. comunistas. No lo he hecho intencionadamente.

    Slo se recitan bien los monlogos si se est fren-, te a alguien: los comunistas han surgido espont-

    neamente en mi camino. Por qu no los socialis-tas. que van viento en popa y que hoy conozcomejor? Porque ninguna memoria comn me opone

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    na de la infancia, cuando se hundi bajo el agua;y marxano cuando la crisis y la patronal le hanreducido, un ao antes, al paro. Tantas prcticas,tantos saberes ... , laverdadera cuestin es: cmopuede un soio hombre ser todo eso a la vez y qutipo de unidad vincula a estas leyes entre s? Elpartido socialista dice y repite que no es marxista.Esta conmovedora intencin enternecer a ms deuno, pero no ciertamente a la burguesa, que segui-r practicando su lucha de clases siendo marxistapor dos, ella que no duda, en caso de urgencia, encomportarse incluso como leninista. Como se havisto recientemente en Chile. Aquellos que nieganla ley de la gravedad se caen al agua igual quetodo el mundo.

    Por el contrario, tenemos derecho a esperar de

    aquellos que han recibido en patrimonio una teoracientfica de la historia, que tengan, si no eldomi-nio de los acontecimientos, al menos el conocimien-to de las coyunturas. Me dirijo a vosotros, camara-das comunistas, porque he estado a punto de cree-ros bajo palabra cuando afirmabais ser la nicafuerza revolucionaria de la alianza. Me perdonarismi vehemencia. Con los enemigos, el anlisis basta.Uno puede mantenerse fro con aquellos que tie-

    nen el oficio .ms antiguo del mundo: el de nue-vos filsofos. Por su parte, los compaeros mere-cen la invectiva.

    Me dirijo a vosotros porque si la Unin de laizquierda, versin 1977, se ha roto, ha sido porquevosotros as lo habis querido. Hablando franca-mente: porque vosotros lo habisdecidido as. Locual no dejar de tener consecuencias sobre voso-

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    tras mismos, sobre Francia, sobre Europa y sobreel mundo.

    Otro ms, diris. Estamos en plena temporadaConcededme al menos un plazo. Yo no he seguidoprecisamcllte el mismo camino que mis pequecscompaeros de eScuela. En materia ue moday deanticomunismo, mis Ctiidade~ PluiesionE ies dejanque desear. Todo l.quello que Pdsa por ser de Iz-

    - qUierdas (de la izquierda del Sena) me consideracomo un rancio estalinista. Una venerable revistamensual espiritualista rechazaba an. hace poco,un artculo sobre ur.:::: de mis libros porque nohaba tenido el valor de denunCiAr p Gulag. Enefecto, en estos tiempos de persecucin hay que serbien cobarde para abstenerse de formar coro conla Santa Sede, la Casa Blanca, la Eu, upa de losnueve, Roger Gicquel y Bernard Pivot +-en resu-men con todas las Potencias del mundo occidentalsin excepcin, incluyendo entreellas, si se da elcaso, a I Hurnanit _ en la condena de los crmenesdel estalinismo. No me extraara enabsoluto

    ' que mi censor de 1977 hayaaullado como un lobo Contra David ROUsset Cuando ste public en 1951

    su Libro Blanco, en el que se encuentra expuesta . integralmente la estructura y el funcionamiento de

    10 que se llamaba an GUla?. Cierto es que poraquel entonces el estalinismo tena, incluso en

    i' Francia, los atributos del Poder +-Ia Potencia mate-i ria1\, la hegemona inte1ectua1_,y que la alta inteli.

    o gentzia es, por 10 menos, tan sensible a las relacio_.nes de poder como ala injusticia . Quin alcanzar'alguna vez a una vanguardia Siempre tan adelanta.lela respecto::: 3U tiempo y Cuya aficin al riesgo la'Condena al Suicidio? As pues, sospechas enla rive

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    gauche y cuarentena en lari'. 'e droite (1). Vilipe ndiado en L'Ey['ress, en P oint: y en Par s-Match.Prohibida la estancia en los Estados Unidos (nega-tiva de concederme el visado). Poco apreciado porlos productores de televisin que, en la bolsa devalores de estos tiempos, deciden los cracs y losboorns. La ideologa dominante; estas dos pa-

    labras gastadas, fciles y naturalmente proscritaspor aquellos cuyas ideas dominan; conozco el pesoy el carcter compacto que pueden tener en la vidacotidiana de un intelectual. Un verdadero muro deladrillo. Vosotros topasteis con l hace tiempo (yan hoy, pero mucho menos). Esto tambin creauna fraternidad. Que esta puesta a punto demasiadotarda, no me sirva como rescate ni introduccinen otra parte. Hay odios que producen honor. Yo

    deseo conservar el de Philippe Sollers, el de susamigos y el de los massmedicratas que nos go-biernan.

    Digo todo esto para evitaros el tener que expli-carme que el sistema imperialista mundial es elenemigo principal (estoy al corriente), y que laprofesin de feantiestalinista se ha convertido hoy

    en el medio ms elegante y ms rentable (costeideolgico: mnitno: ventajas polticas: mximas)de oponerse a cualquier forma de socialismo paramaana (ya lo habla comprendido, gracias). No te-nemos ms tiempo que perder en desmontar esos

    < .1 ) Se. h a bla de ri ve gauch e (or ill a Izq u ie rd a ) y. r ived rotte (orill a d ere ch a ) a l r e feri r se a los b a rrios qu e di V idee l Sena e n P a rs y se so br ee nti e nd e q u e los pri meros so nd e izq ui e rd as y p op ul ar es y lo s s eg und os de derechasy b u rgueses. ( N . del T .)

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    viejos trucos ni en remontamos a falsos procesos.Estamos, vosotros y nosotros, en U D .:::' situacinde urgencia. En cuanto a los lugares y las fechas,todos de espaldas a la pared.

    Estarnr' frente a la ltima oportunidad del so-

    cialisrno, :) ya la hemos perdido? Sea como fuere,- si no pasa nada decisivo de aqu a final de siglo en

    la Europa latina, la palabra socialismo no tendrms contenido real que aquel que le habrn otor-gado las vicisitudes de un parto con frceps en un :r;)n pas atrasado y semiasitico (Lenin, hablan-elO de Ia Rusia de 1920). En este caso, el socialismollamado cientfico no habr sido ms que el caminohacia la industrializacin de los pases atrasados, el

    camino ms corto para la acumulacin de capitalenlos pases coloniales y semi coloniales: un recursotcnico de primera clase para la concentracin delpoder poltico y la homogeneizacin del terreno so-cial. Y nicamente por un malcn-r+too tragicmicoque el nombre de Marx continuar vinculado a unaempresa cuyos lmites l mismo haba pronostica-do: El derecho no puede jams elevarse por en-cima .del estado econmico y elgrado de civiliza-ci n social que le corresponden. Las luchas porla emancipacin en el Tercer Mundo habrn serv-

    ,do, a escala histrica, y a causa de sus derivacio-nes econmicas, para obligar a Europa a efectuaruna eleccin decisiva: Socialismo o barbarie.Pero ellas eran incapaces por s mismas de tomardicha decisin. Personalmente, como muchos otroseuropeos, ha sido gracias a esos combates que he

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    '~~ 'aprendido la historia sobre el texto, pero de unmodo que ningn texto ensea Hasta comprenderla importancia de una pequea frase sobre la cualhabamos pasado un poco rpidamente, por impa-ciencia: El desarrollo de las fuerzas productivases prcticamente la condicin primera, absoluta-mente necesaria, por la sencilla razn de que, en.

    caso contrario, se socializara landgenr+a j 3 .

    indigencia hara reccmenzar la lucha por lo nece-sario, y por consiguiente, resucitara todo elant-guo frrago ... (Karl Marx) . Precisamente en lospases nuevos es donde el viejo frrago encuentrasu mejor terreno. Si algo de nuevo puede sucederalgn da, ser en el Viejo Mundo o en ningunaparte.

    No estoy exagerando los riesgos de nuestra l-tima crisis hexagonal por un simple amor a loP i l -ttico. En historia. resulta un mal clculo medirlos efectos con la escala de las causas, y dependede las circunstancias que hombres de talla normalse encuentren o no en el origen de acontecimien-tos inauditos. Dichas circunstancias se estn dan-do en Francia hoy da. Lo que este otoo de 1977hemos visto abortar por la decisin de algunoshombres ordinarios. es un movimiento de masascon proyecciones extraordinarias, mundiales e his-tricas. Quiz-era una ltima oportunidad. Puessi el tringulo de oro del socialismo modernoes elque dibujan Italia, Francia y Espaa, este tringulotiene su base en nosotros. Se quiera o no, inclusosi el galocentrismo hace sonrer.

    La ruptura no ha tenido lugar en cualqui e r par-te: entre la Europa protestante y profundamentecapitalista del Norte y la Europa latina o medite-rrnea, virtualmente socialista, del Sur, Franciaocupa una posicin intermedia, de mediadora o de

    intercesora. Se trata claramente deleslabn dec -.sivo en el que se puede decidir, incluso maana, lahegemona poltica e ideolgica de una u otra Eu-ropa, teniendo en cuenta que est muy claro quelas dos Europas constituyen el punto estratgico

    . y ltimo de las luchas mundiales de lapoca, laclave de la correlacin de fuerzas planetarias. Sise nos dice que el ideal socialista est condenado,como mnimo tenemos que presentar una exigencia

    a sus enterradores: que venga a exhalar el ltimosuspiro all donde tuvo su cuna y que el acta dedefuncin se escriba en el lugar de su nacimiento.As finalizar un ciclo de la historia humana.

    NIl enemos la culpa de que la historia haya.1 hecho de Francia la patria por excelencia del so-

    cialismo; de que Cabet inventara lapalabra comu-nismo, que se encuentra ya en Restif de la Bre-tonne; de que elconcepto llegara a Marx en 1844mientras se paseaba por Pars; de que la Comunade 1871 proporcionara a la cosa su primera e in-cluso ejemplar encarnacin (permitiendo a Marxforjar los instrumentos de la. tr2 .isicin, como ladictadura del proletariado, e-ntre otros); de que laInternacional fuera lacanci6n de los mrtires deBellevlle: de que la bonsier ~ j antes de dar la

    vuelta al mundo, tuviera que darla al Champ-de-Mars un da de verano de 1791; de que la plebe

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    como tales, ni valorarlos segn sus posibilidades?Se nos escurrirn entre los dedos por las mismasrazones que el momento actual. El socialismo noduda nunca durante demasiado tiempo. Y aquellosque creen escapar a la fatalidad leninista del oahora o nunca imaginando que cada mes, cadaao, cada decenio que pasa son otros tantos votosy fuerzas que sumar, se precipitan en una trampasin salida ni vuelta atrs, al igual que el movimien-to obrero alemn de antes de la guerra, tras mediosiglo de progresos electorales y orgnicos conti -nu os . Si vosotros, comunistas, pensis que la his-toria es una caja fuerte en la que se guardan, a lolargo de los aos, las conquistas y las esperanzasdel presente, con la certeza de que maana se re-cuperarn intactas cuando se haya encontrado labuena combinacin, entonces vosotros no pensiscomo comunistas. Hace ya mucho tiempo que laconcepcin dialctica de la historia ha dejado paralos burgueses el mito del Progreso acumulativo ylineal.

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    FRA NCESES, UN ESF UE RZO MAS

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    Pars, otoo de 1977. En las calles, en las fbri-cas, en los pasillos, en los cafs, una mezcla deabatimiento y de alivio.

    Abatimi ento ante el inicio de una polmica quesegn el presentimiento de todoel mundo no de-tendr nada y de la que nadiesabe qu la ha pro-vocado verdaderamente. Unica certeza: los perrosestn sueltos. Destrozarn incluso a sus propiosamos. Es algo intil, demente, inevitable.

    Alivio ante este retorno a unestado normal deabsurdo, visto y odo cien veces y, en este caso,sordamente esperado por una yotra parte. A losprimeros acordes de un estribillo clebre, el can-tante popular levanta una ola de aplausos de susfans . Por fin nos reencontramos: es l, somos nos-otros.

    S s ifo cada diez aos

    Henos aqu, pues, en marcha una vez ms haciael social-fascismo del tercer turno. Despus de1927-1934, 1947-1954, 1977-...? En 1932, los so-cialistas constituan un destacamento de vanguar-dia de la burguesa contra la Unin Sovitica, yaunque Aragon haya abierto fuego contra Lon

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    Blum y los sabios osos de la socialdemocracia,ah estn una vez ms como una fuerza amplia-mente mayoritaria. En 1951, los o l igentes socia-listas de derechas juegan un papel primordial en lafascistizacin de Francia (Fajan, 27 de febrero).En 1977, los socialistas quieren ampliar el domi-nio del gran capital (Herzog). Cincuenta aos pa-

    ra bajar un tono en la meloda y pasar de ser pe-rros del capital en 1927 a convertirse en lasolucin de recambio de 1977. En el momento dealcanzar el objetivo anunciado, definido, persegui-do desde hace aos, el objetivo se desvanece y he-nos aqu comoantes. Ssifo, cuando la cimaestabaa la vista, baj en tres meses la pendiente que lehaba costado diez aos escalar. Nada nuevo bajoel sol. El ritmo tiene su contrapunto cada diez

    aos. Las crisis del socialismo francs se parecenpor su periodicidad a las del capitalismo clsico.En 1936. izquierda mayoritaria: ruptura en

    1937. En 1945-1946, mayora absoluta de votos yde escaos en las dos Asambleas constituyentes:ruptura en 1947. En 1956, izquierda mayoritaria:ruptura en 1958. En 1967, izquierda casi mayori-taria: derrota en 1968. En 1977, por fin casi se ha-ba logrado: precipitada cada. Incansable Ssifo.Desde el final de la pendiente, nos vuelve a enviardirectamente '-hacia un porvenir maravilloso. Unesfuerzo ms, franceses, para un buen acuerdo, unaverdadera Unin de la izquierda Ssifo es bueno, S-sifo se va a recuperar. Tiene alma deboy- scout : depocos alcances, pero decidida. Un cuerpo siemprejoven: el relevo de las generaciones. Por suerte,nunca ha extrado lecciones de la historia: los hom-bres tienen necesidad de repetir para prolongar el

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    surco. Guardmonos, sin embargo, de creer en eleterno regrese. :..final no se juega impunementecon la esperanza.

    La representacin se ha vuelto montona. Pri-mer acto: se llama a la unidad, porque sin ellanada es posible; segundo acto: la unidad realizada,slo falta deshacerla, porque la clase obrera no

    servira de base para que seapoye en ella y medrela socialdemocracia. Alternancia regular (la nicapracticada hasta el presente) que excluye toda al-ternativa seria al gobierno de la burguesa. Estacuriosa incoherencia a primera vista conviertevuestra poltica en algo irracional y previsible a untiempo. Unitarios por doble partida en vuestroghetto, os converts en sectarios por triple partidadesde el momento en que sals de l. La alianza

    os es vital? Empieza a funcionar y ya os parecefatal. No hablis ms que de reforzarla: apenascomienza a robustecer sus msculos os parece con-veniente debilitarla.

    No volvamos a los primeros periplos, pues yapertenecen a la historia. Los historiadores tienentiempo. Nosotros tenemos prisa, y por eso habla-remos de poltica, de este mundo que hay quetransformar durante el tiempo de vida que nos que-da. El ciclo que se acaba hoy comenz en diciem-bre de 1962, cuando Maurice Thorez, en el ComitCentral de Malakoff, juzg que haba llegado elmomento de reemplazar la Ilnea nmero uno deFr ente Uni co (acciones unitarias en la base, sobrey a espaldas de los estados mayores) por la lneanmero dos de Fr ente Unido (acuerdos en la basey en la cspide). Iniciada en las legislativas de 1962(cuando vuestro ~ a rtido desisti a favor de Jules

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    Moch) (l), consolidada bajo la gida favorablede Waldeck-Rochet en la campaa de las presiden-ciales de 1965, la Unin fue de nuevo relanzadapor vosotros en 1966, teniendo comoobjetivo unprograma comn para toda la izquierda. En fe-brero de 1968, primera victoria: vuestro partido yla FGDS (2) firman una plataforma comn. Ms

    que una declaracin de intenciones, menos que unprograma de gobierno. Un cierto mes de mayo seinterpuso inesperadamente, y algunas semanas derefriegas hundieron algunos aos de construccin.Por qu no se pudo asegurar una salida polticaa la huelga general? Porque los dirigen L e S de laFederacin de la izquierda no haban asumido laidea de una verdadera alianza sobre la base de unprograma comn con los comunistas, y los de la

    CFDT (3) an menos. (Waldeck-Rochet.) Por tan-to, se parte nuevamente de cero y en la misma di-reccin. Despus de otros cinco aos de esfuerzostenaces, el programa comn fue firmado, no conla FGDS sino con el PS (4). y he aqu que de nue-vo es enterrado. No dudo ni un solo instante queveremos otro dentro de cinco aos-el mismo, re-visado, con otro partido socialista-, el mismo, mso menos alterado, para desembocar cinco aos mstarde en otra ruptura igualmente desalentadora.Las mismas causas produciendo los mismos efec-

    (1 ) E n l as e lecc io n e s fra nc esa s, a l a seg unda vu e lt a, e lc a n di d a to d e iz qui e rd a p eor s itu ado de s is te de pr ese nt a rsep a ra a po ya r a l m ejo r s itu ad o; es to , claro e st, en p er o d osd e u rri d ad d e la izq ui e rd a . < N . de l T .)

    (2) FGDS : F d ra tio n d e la G a uche D e m o cr a te e t So -cia ls te . . Or g ani za ci n polt ica so c ia li s ta d irigida por Fr a n -~OlR M ltt er ra r.d .

    .(3) CFDT : Sindi ca to ob re ro n o comun is ta, d e in fl u enciacri s tia n a e n su ori ge r. .

    (4) PS: P art S o ci a li s te, res ul tado d e l pro ce so d e f u sinde la FGDS.

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    tos. Pero si el mundo es absurdo, tambines rac io-nal y ha llegado el momento debuscar la raznde esta sinrazn.

    La que est por encima de vuestras razonessempiternas. Cul es la razn por la que las ma-sas, en 1958, no estuvieron a la altura de lascir-cunstancias l la hora de cerrar el paso al fascista

    De Gaulle? La ausencia deunin de las fuerzasdemocrticas, o ms concretamente, elobstcu-lo puesto por el partido socialista a la accin ccmn de todos los trabajadores (declaracin delbur poltico [BP], el 15 de mayo de 1958). Ycul es la razn por la que las masas, en 1978, noestuvieron a la altura de las circunstancias a lahora de cerrar el paso al fascista Chirac, trasla fracasada tentativa de apertura de Giscard? La

    ausencia de unin de las fuerzas democrticas,o ms concretamente. los obstculos puestos porel partido socialista. etc.. Vosotros sois los nicosen ser consecuentes con las ideas. Por tanto, si gi-ramos en crculo, consolmonos: lo hacemos segnun plan preestablecido.

    Vosotros sois tambin los nicos a quienes losfracasos no abaten. Ssifo, cada vez, repone fuer-zas al fondo de la pendiente. Cada diez aos seanuncia el fin del PCF, que entierra alao siguien-te a sus impacientes enterradores (comopor ejem-plo, despus de 1968, el izquierdismo estudiantilque decretaba vuestro fin porque el suyo ya se es-taba aproximando). Cada diez aos, militantes va-lientes y lcidos intervienen para romper esta ron-da, cumpliendo el doble papel de intermediar iosentre los hermanos enemistados (socialistas y co-munistas) y de interce sores del deseo de unidad

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    de ia base ante las direcciones en disputa. Retienenpor un momento la atencin, pues la lgica les daabundantemente la razn. As como elpi e del so-cialsrnc :: :1 Francia pasa por la unidad de sus doscomponentes, del mismo modo el eje de la unidadpasa por en medio, entre los dos partidos, puestoque, al tener una fuerza aproximadamente igual,

    ninguno puede unirse al otro sin renunciar a lo quees. Los hechos, sin embargo, no tardan en demos-trar el error, como si le real tuviera sus propiasrazones, que no son las de la lgica. Estos esbozosde partido se hinchan y estallan como burbujas,una detrs de otra, y despus de su eclosin todoen el paisaje de la izquierda se encuentra igual queantes. Las siglas enmohecidas que no dicen nadaa nadie recubren muy hermosos y legtimos esfuer-zos. En los aos veinte el partido comunista uni-tario de Frossard. En los aos treinta elpartido deunidad prol e taria (por no mencionar el PPF de Do-riot, cuyos temas vuelven a brillar en el mundo,pues el aire de los tiempos da un bao de juventuda los aos treinta, con lo que el idelogo Bertrandde Jouvenel reaparece, todo color de rosa, en latelevisin de Estado). En los aos cuarenta la a gru-paci n d e mo crtica revolucionaria (creada en 1948por Sartre, Rousset y Rosenthal). Elpartido so cia-lis ta autn omo , en 1958, seguido delpartido so cia-lis ta unifi cado , que alcanz su apogeo despus de1968 (con un 4,66 % de los votos). No dudo quemuy pronto veremos surgir -las circunstancias lojustifican ampliamente- al partido que tendr mo-tivos para rechazar el estril cara a cara delesta-linismo y la socialdemocracia, pero todossabemosque correr la misma suerte que los otros. De be r2 8

    ser el lugar de reunin de todos aquellos que, enlos dos lados, estn decepcionados por el fracasoy que son la mayora, pero no loser porque laidentificacin de los militantes con su institucin-madre es ms fuerte que la solidaridad ideolgica,porque la biologa, en suma, dicta su ley a la pol-tica. La izquierda, desdee congreso de Tours, tienela dualidad inscrita ::;;. su programa gentico y launidad en su programa poltico. La obra la realizanentre dos, la institucin exige y consigue su propiaestabilidad. Vosotros sois gente de orden y tradi-cin. Se puede contar con vosotros para que elpaisaje permanezca inalterable, sean quienes seanlos trnsfugas y los mirones.

    Las venturas de la ortori(\~: :::.

    El partido comunista francs aguanta y no serinde. Vosotros sois la memoria de la izquierda, suhilo conductor, su reserva original. Es vuestra gran-deza y nuestro destino.-Cada reflujo hace en.ergerel polo estable de la Unin, el muelle de partiday de llegada del periplo, intacto, rutilante, impla-cable. Como si estos fracasos peridicos os reju-venecieran. La capacidad que tiene elaparato del

    partido para sobrevivir a la ruina de suestrategiaforma parte tambin del programa.Vosotros vivs para la Unin. Pero despus de

    cada ruptura, los das de luto son ms bien breves.E~ evidente que se sufre mucho ms en la base queen la cspide, entre los electores y simpatizantesque entre los cuadros dirigentes y los comits per-manentes. Y es que la situacin de autarqua, para

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    Estas cifras revelan una constante cuyos efectosse harn sentir maana corno se hicieron sentirayer: unin dbil/PC fuerte-unin fuerte/PC d-bil. El buen sentido popular nos persuadir de queuna izquierda histricamente (y porsu naturalezade izquierda) minoritaria slo puedeconvertirse enmayoritaria extrayendo votos a su derecha: a los

    uii1itares se los recluta entre los civiles.En este caso,y debido a que la naturaleza noda saltos, no se ve el porqu del hecho de que losvotos del centro-derecha, al apoyar a la izquierdaunida, deberan saltar por encima del centro-iz-quierda vecino para reunirse con el Partido comu-nista. De hecho, las gananciassocialistas son su-periores en las circunscripciones arrancadas a lamayora por la izquierda. El marxista, porsu parte,

    L. . los hombros: no se puede, a la vez, adherir-se al principio explicativo de la lucha de clases ypedir a la pequea-burguesa que otorgue sus votos? partido de la clase obrera. En cuanto al leni-nista, a su vez, estallar e ' carcajadas ante estanueva prueba de cretinismo parlamentario, segnla cual una relacin de fuerzasentre partidos setendra que medir por el nmero de votos y de es-cacs: El leninista sabe lo que todos los jefes depolica del mundo leen en sus informes: que, conbuen viento y sobre el terreno, un militante comu-nista vale diez electores socialistas y cien con-sejeros municipales radicales de izquierda.

    Conclusin prctica: si vuestro partido hace desu preponderancia formal (electoral, aritmtica) lacuestin principal, est claro que la Unin de laizquierda constituye una ilusin y que pierde sutiempo y sus fuerzas reclamndola y obtenindola.34

    -: ~

    Cuanto ms cerca est de su objetivo (la mayoraabsoluta), ms se acercar a su fin, pues vosotrosconsideris insoportable el crecimiento de la dife-rencia relativa que os separa de los socialistas. Esuna situ=cin bastante malsana aquella en la quela potencia de un partido, lo quiera o no, establece

    la impotencia de la izquierda en su conjunto. Puessuponed por un solo instante -un simple caso desentido figurado-- que se tratase de un partido queno tuviese por objetivo esencial construir el socia-lismo, sino reconstruirse sin cesar a s mismo; deun partido que no tuviera por finalidad hacer deFrancia el primer pas socialista del mundo sinode mantenerse a s mismo como elprimer partidode Francia; de un partido que subordinara todaalianza poltica al lugar que l ocupa en ella, ycomprenderis en seguida el peligro mortal en elque nos podramos encontrar todos. Desde el mo-mento en que, en lugar de la revolucin, los co-munistas se plantean como objetivo la preponde-rancia en un rgimen parlamentario, la sociedadcorre menos riesgos. La premonicin gaullista(M mo ires de gue rre, le Salu t) dar seguridad aotros.

    Las contradicciones de lo real os resultan in-soportables. Por ello prefers oponerles concilia-ciones ideales en lugar de tomar nota de una im-posibilidad prctica. Os es necesario, pues, organi-zar al mismo tie mpo la poltea de refuerzo delpartido y la ampliacin de la Unin. Este ideal fuerecordado con buen sentido y energa por GeorgesMarchas, en el XVIII Congreso de Levallois, hacediez afos. No es conveniente, dijo, oponer nues-tros esfuerzos para el entendimiento entretodos

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    I les partidos de izquierda y la necesidad de traba-jar con mayor vigor en el refuerzo del propio par-tido. Nunca habis ocultado que esas des tareaseran, son y sern siempre afrontadas al mismotie mpo.

    Desgraciadamente, las piadosas simetras delbuen sentido no tienen nada que hacer contra ladialctica que nos ensea que nada se desarrollade forma absolutamente igual y que, en una luchaen dos frentes, siempre hay un frente principal, so-bre todo cuando no se dice. Un ejemplo: los maos-tas han pretendido hacer creer durante muchotiempo que colocaban en el mismo plano el com-bate contra el imperialismo y el socialimperialis-rno. Lin Piao pag con su vida esta pequea con-fusin retrica que no poda engaar a nadie.Cualquiera que conozca mfnimamente la lgica delas contradicciones -y no es en absoluto necesarioser un gran sabio- sabe que, cuando se tienen dosenemigos, uno es necesariamente el enemigo prin-cipa l; y la misma lgica, tarde o temprano, conver-tir al enemigo s e cu ndari o en un al iado contra elenemigo principal. Efectivamente, Mao Tse-tung seali en 1934 con Chiang Kai-chek para combatir alJapn (enemigo principal porque era un enemigo

    nacional), cOI'l\Dla China de hoy se ha aliado conel imperialismo norteamericano y con todas lasburguesas europeas para combatir al socialimpe-rialismo y los movirr.ientos de liberacin del Ter-cer Mundo: la poltica exterior de China de losaos setenta estaba incluida in n uce en los postu-lacios planteados t 1I t ; : curso de los aos sesenta.Del mismo modo, cuando se tienen dos amigos-la Unin y el Partido-, uno de ellos es necesa-36

    riarnente el amigo principal. Cuando se fijan dostareas para un mismo perodo, siempre existe unade las dos a cuya ejecucin se subordina la otra;es decir, si se da el caso ser suc rijicada. Se quie-ra o no, se diga o no: la dialctica obliga (inspirael do s sie r de informacin previo a la eleccin, perono la reemplaza). Toda poltica consiste en elegir

    entre dos inconvenientes a aquel que para vuestropartido es el inconveniente mayor: la superiori-dad (aritmtica) sobre los aliados o la consolida-cin de la propia aiianza?

    La respuesta es bien conocida: el partido co-munista ha elegido conservar su supremaca comopartido. Est en su derecho. Pero los partidariosde la Unin tienen tambin derecho a plantearle quela supremaca del PCF representa, desde el puntode vista de la Unin, el inconveniente mayor. Noporque la Unin sea un fin en s, sino porque es lacondicin insuficiente pero necesaria y previa paratodo cambio.

    Com e dias

    El hecho de reprimir esta contradiccin os pa-raliza y os coloca ante contradicciones an mayo-res. Este no-dicho embrolla al conjunto del juegopoltico francs, y os obliga, a vosotros, a incohe-rencias cuya vis comica ciertamente no se os esca-pa. De hecho, las tragedias no existen nunca sin co-medias. La tragicomedia de la Unin ha alcanzado,en su ltima versin, cimas raramente alcanzadas ...a la altura de lo que se arriesga.

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    No quiero discutir de nuevo el asunto; quieroreconsiderar, si es posible, el juego en su conjunto.y la dulzura del detalle hablar bien claro de laamargura. Descubrir por ejemplo, de golpe y po-rrazo, que los socialistas son... socialistas: quderroche de inteligencia Qu querais que fueran,comunistas? Pero si su naturaleza os pone enfer-mos hasta ese punto, por qu hacer les la cortedesde hace diez aos? Y si la traicin est enlos genes del socialista, lo que se impone es unaautocrtica radical: os habis equivocado de cami-no desde 1962. Construir chapuceramente, por lasnecesidades de la causa, un viraje a la derechadel PS -todo delirio de interpretacin se puedesentir apoyado por hechos reales- es una excusaan ms improbable. Puesto que si hay una cosa

    cierta en la historia poltica reciente, es que el par-tido socialista ha dado, desde el congreso de Epi-nay, un muy serio viraje a la izquierda; y vosotros,al mismo tiempo, un bastante serio viraje a la de-recha (abandono de la dictadura del proletariado,aceptacin de los mecanismos europeos, de la fo r-ce de frapp e , etc.). Decs que se encuentran enel PS personas, palabras, reflejos y proyectos in-quietantes? Pero, por Dios , si el PS se hubiera

    adherido a la revolucin proletaria, la revolucinprobablemente -estarta ya hecha y dicho partidono tendra ya razn de ser: ni el vuestro tampo-co, por otra parte, puesto que Tours habra sidoborrado.

    Para qu sirve una alianza si no es para in-fluenciar, neutralizar, hacer cambiar de direccinlo que -a vosotros y a otros- os parece nocivoen los socialistas? Pero romper la alianza para sor-

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    prenderse a continuacin del aumento de los peo-res reflejos, personajes y palabras en el seno delantiguo aliado, es una vieja prctica estalinista:prcvccar con el comportamiento propio lo que sedenuncia en el adversario para condenarlo. Ponisa los socialistas y a los radicales de izquierda a panyagua, y algunos de ellos miran de soslayo a lamesa que tienen enfrente: daos cuenta de esoMecnica elemental: sin contrapeso, se acaba elequilibrio, se cae al otro lado. Y vosotros decs:veis COmotenamos razn al retirarnos Los peca-dos de los socialistas, si es que hay pecados, se-ran a.ite todo los vuestros. Y si ha habido un ele-mento reconfortante en el curso de estos ltimosmeses, ha sido la dignidad rayan a en el estoicis-mo con la que el PS, con Francos Mitterrand a su

    cabeza, ha soportado el insulto cotidiano sin cam-biar de direccin.Reprochis a los socialistas sus oscilaciones,

    sus dudas. Es tanto como reprocharles que existan,puesto que tal es su naturaleza de clase, como nocesis de recordamos (las clases medias, que seinclinan unas veces hacia un lado, otras hacia elotro, etc.). Por su parte, Etienne Fajan ha descu-bierto el pastel: el PS no tiene obreros en su di-

    reccin, es un partido pequeo-burgus, ah estla clave. Tardo descubrimiento: era muy diferen-te ayer? Y cmo podra ser de otra manera si nohay ms que un partido de la clase obrera: el vues-tro? No podis, al mismo tiempo, considerarascomo el nico partido obrero y reprochar a vues-tros aliados que no lo sean.

    Pobres socialistas Si dan un paso a la izquier-da, los enviis secamente a su huerto original. Si

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    se enmiendan y regresan al centro. ya os estntraicionando. En 1975. las Assises du socia lisme osasustaban por sus veleidades izquierdistas: dema-siados militantes sindicalistas. demasiada fraseolo-ga revolucionaria. Polmica: No permitiremos queos hagis ms fuertes en detrimento de la claseobrera. Se crea que el peligro haba pasado. Y he

    aqu inesperadamente otro. en 1977: Demasiadosenarcas (1). demasiados funcionarios' Ms polmi-ca: No os dejaremos arrastrar a la clase obrerahacia una poltica centrista. Ya sera hora de quedierais la definicin. de que fijarais cul debe serla imagen del socialista adecuado. Abandonados asf mismos jams encontrarn la medida exacta en-tre demasiado y demasiado poco. La CERES oshorripila: bloquea la partida al disputaros el mo-

    nopolio de. las empresas. del anlisis marxista yde la fe revolucionaria. La vieja derecha de la SFIOos encoge el corazn con su pasado. sus conexio-nes atlantistas. su anticomunismo visceral. Losconvencionales (2) del centro? Un montn de tre-padores de largos dientes. La nica solucin: laprxima vez lo hacis vosotros mismos El partidosocialista modelo. para la alianza modelo. Los hayexcelentes. en algunas democracias populares, cor-tados a medida y nada molestos. Pero entonces.renunciad a '(da va francesa al socialismo

    Por otra parte. decir que el PSos molesta esdecir an demasiado. Leyendo vuestros ltimos tex-

    (1) Enarca: li ce nc ia d o de l a E co le N a tion a le d'Ad m inl s -tra ti o n (ENA) , en genera l muy lig a d a a la gr a n b urgue s a .L os e n a rc as ti e n e n fama de cop a r l os pr in c ipa le s c a rg osp b lico s y per te n ecer a l a derec h a ci v ili z8 d a : la d e loste c n c ra ta s de la Ad m in is tr a ci n p b lic a. (N . d e l T .)

    (2) C o nv e n tion Repub li c a in e. G rup o poltic o diri g ido po rFr-ancois M itterran d an tes d e la c o n s tit u ci n de la FGDS.

    4

    It'.. .

    . jjtos (1). nos enteramos de que ellos no intervenanpara nada. y de que la Unin 5 hizo sin. a pesar yrnntra el PS. Objeto pasivo. con su papel usurpadoy jams actor. el partido socialista es un puro efec-to al que se le escapa n los motivos de lo que hacecuando lo que hace est bien. y que se escapa a suspropios motivos cuando lo que hace est mal. No

    hace mucho. fue obligado a firmar l j.Jlogramacomn bajo la influencia determinante rlp] Par-tido comunista. Despus. cedi a las f'orrmda-bles presiones de la derecha. Tan pronto recitael texto que le han puesto entre las manos losmillones de trabajadores que siguen a los comu-nistas. como repite torpemente lo que le 3Cp : ::los grandes monopolios. Los socialistas no tie-nen historia. ni debates internos (la Unin es un

    combate. tambin en el PS). ni proyecto originaly ninguna capacidad de iniciativa. Slo tiene unanaturaleza: la de la pgina en blanco. [El autorest siempre en otra part e De qu sirve. pues, f'c -licitar al PS por haber firmado hace un tiempo unprograma con orientaciones revolucionarias. sien el fondo sigue siendo completamente reformis-ta? El mrito slo os corresponda a vosotros. Pe-ro para qu sirve denigrarles si en la actualidad es

    el gran capital el que los domina? El partido so-cialista. en tanto que partido reformista, no cam-bia. y sin embargo su poltica ha cambiado variasveces. (Fra ncos Hincker.) Este pensamiento a lavez esencialista y mecanicista es muy cm odo: ensuma. el prximo avatar de la Unin, si es positivo.no se deber a la sustancia socialista. inerte por

    (1 ) Fr a n co is Hincker: L'Un ion: d 'o u v e non s-nou s ? O uall .ons- nou s? En La Nou velle Criti q u e , dici em br e de 1 97 7 .

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    naturaleza, sino a vuestro incansable trabajo depersuasin. Cuando vuestros intelectuales regresena las comodidades de la escolstica medieval, sa-bemos por c:';:'criencia que se preparan fastidiosasregresiones polticas.

    .-

    ' . 42,~;:;..,. .~ J~jl.~,

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    11

    SER R E vOLiJCIONARIOSIN HACER LA REVOLUCIO N?

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    s->

    .-

    Todos somos renegados

    Siendo los datos los que son, el mecanismo deljuego poltico en Occidente se presenta ms quedifcil. La ambigedad de vuestra posicin est enlas propias cosas, y muchas de las contradiccionesque se os imputan como error proceden de la si-tuacin concreta de un movimiento obrero inser-

    to en una democracia burguesa. Esta contradic-cin no data de ayer. Lenin la haba subestimado,pero Rosa Luxemburg y otros la captaron con granrealidad a principios de este siglo: cmo puedefijarse un objetivo -,:.; socialismo- que est fueradel sistema social en el que se acta, con unosmedios y unos instrumentos propios de ese siste-mal) Cmo un partido comunista puede con-vertirse en una fuerza de masas -y por tantoimplantarse y establecerse en los valores y las ins-tituciones establecidas- y seguir siendo una van-guardia, y por tanto rechazar dichos valores y di-chas instituciones?jEn otras palabras: [Cmo I im-plantarse en sin adaptarse a? ,

    Si aiguien ha encontrado la frmula milagrosa,que la haga patentar y se haga nombrar pn segui-da secretario universal de todos los socialistas,comunistas y revolucionarios del mundo occiden-

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    tal juntos. Se le busca desde hace ms de cien aos,Mientras tanto, i.enemos que arreglamos con laambigedad.

    El ecciones = traicin? S, todos somos renega-dos, y lU tenemos la culpa. Vosotros. comunis-tas, lo sois en principio tanto como los socialistas,y nadie puede reprochroslo. Como mximo se ospodra invitar a una utiiizacin ms r=sponsabledel vocabulario de la revoliv-n . Pero si el sen-

    i tido de las palabras se os escapa, no podris esca-/ par al veredicto de los hechos.;.....'- Es un hecho que en Europa ()r.rirlp.ntal la hege-

    mona burguesa se ejerce l travs del sistema elec-toral, mediante el que ha conseguido canalizar lalucha de clases. Los revolucionarios son materia-listas. Como materialistas, reconocen la realidad

    de los hechos. Como revolucionanos, no pu ed ii dejar de ver en esta realidad el sufragio universalal instrumento principal de la contrarrevolucin.

    La soberana del pueblo se ejerce a travs desus representantes elegidos por medio del votosecreto por todos los adultos (18 21aos), hom-bres y mujeres. Esta somera definicin de la demo-cracia no. podr ser cuestionada por ninguna formade socialismo occidental (inclusosi puede y debe

    aadirle rasgo~ suplementarios) sin condenarse a lapoesa de lo ridculo o a los castigos de lo into-. ler a bl e ..

    No obstante, ningn rgimen social habra sidoreemplazado por otro sI hubiera resultado nece-sario esperar al voto de una mayora en el senode un organismo elegido. Esta es una verdad detodos los tiempos. Para referimos al nuestro, y yasea en Pars, Berln, Mosc, Lisboa o en otras par-

    - : . : ,

    f~ ,

    ':; ;> \ ,.,,-~ .~ .

    tes, se debe constatar que revolucionario y mi-noritario son eptetos' estrictamente sinnimos,tanto en los cuerpos electorales como en las asam-bleas elegidas. Los bolcheviques eran minoritariosen la Asamblea Constituyente elegida en noviem-bre de 1917 (175 escaos sobre 707) y disuelta enenero de 1918 (en medio de la indiferencia gene-ral). Los espartaqustas de Berln fueron aplastadospor un gobierno socialdemcrata ampliamente ma-yoritario en el pas. El parlamento no tuvo tiempode instalarse en la China prerrevolucionaria (a fal-ta de una verdadera revolucin democrtico-bur-guesa), pero en Cuba, en 1958 -con la ayuda delfraude, ciertamente-, Batista venci claramente enlas elecciones generales. Hay que aadir a la lis-ta el Chile de anteayer y el Portugal de ayer?

    No hay revolucin en el mundo -burguesa ayer,socialista hoy- que nose haya hecho sin y contra_el sufragio universal. Al menos hasta el presente.. Mquina tautolgica destinada a medir la domina-

    cin de los dominantes, el sufragio universal tiene: por funcin confirmar, ratificar o legitimar el sta tu:_ quo ante. Del mismo modo que el barmetro indi-

    ca qu tiempo hace, las urnas consagran 1 0 queexiste: el retraso de la conciencia social sobre la

    realidad, inherente a toda sociedad, se acenta anms en los momentos de crisis poltica, en los quela fotografa electoral queda distanciada por lacinematografa del movimiento revolucionario (1):como revancha, una vez definitivamente invertida

    (1 ) La Fr a nel a d e 17 89 e lig i un os es tad os ge ne ra les treme ndam e n te m on ai q u cos, as como l a de 179 2 un a C on-v enci n en l a q ue e l ma ra s e s ma yorit ari o . L a rev o luci nde 1 84 8 se dot d e un a cmara lui s fili p in a , la Ru s ia bol -ch ev ique de una c m a ra socia lis ta -rev o lu ciona ria , e tc ...

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    la correlacin de fuerzas, tal como lo est liaosaos despus de un poder revolucionario de tact o,este ltimo no tiene ya nada que temer de los su-fragios. Podr hacerse fotografiar C0n toda solem-nidad, incluso sin tener que trucar la mquina.

    y en Francia ms que en cualquier otra partedel mundo, el sufragio ha cumplido desde hace doss ie ;10S s t; papel de instrumento principal de la reac-cin; y es en Francia tambin, donde conserva, msque en cualquier otra parte del mundo, su valor ysu resonancia de conquista revolucionaria. Estequi d pro qua sella el destino de Francia: es irre-versible. A pesar de un siglo y medio de sorpre-sas divinas, la santa causa del origen desciendeuna y otra vez de las nubes. Es la calamidad quehabr sido nuestra salvacin, exclama el conde

    Ruga, par :: c Francia, el da despus de las elec-ciones de 1848. La voz del pueblo es ms quenunca la voz de Dios, comenta el vizconde de Ar-~. _.# ' ,

    lincour+, los descendientes de los marselleses, losherederos de Valrny. A ellos SP. les hace tragar laIntern acio nal al son de la Mur :; elesa , y cuando sue-

    , na la llamada de las urnas, truena como un llama-miento a las armas contra los facciosos y los ene-migos de la patria. Para manejar el apagavelaselectoral, la burguesa francesa reencuentra losacentos der Ao Il. Pues el sufragio universalmasculino surgi de los escombros de la monarquaellO de agosto de 1792. El voto, entre nosotros,;;,) tiene nicamente la piadosa legitimidad de 1789;puede revestir el furor de un 93 al revs. Recor-demos que la Legislativa y la Convencin fueronelegidas par sufragio en segundo grado: los gran-des electores eran a su vez elegidos entre los nora-

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    bles de las parroquias (aquellos que tenfan el domi-nio de la palabra); pero fue la constitucin de laMontaa del 93, redactada por Herault de Sche-lles, la que inscribi en su texto el principio deeleccin dir ecta de los diputados por mayora sim-ple. Principio revolucionario, inscrito de nuevo enla constitucin del Ao VIII, que permiti a Bona-

    parte amordazar a la Revolucin y cuya primeraaplicacin real fue el plebiscito que sigui al 18Brumario. En Francia, todos los Bonaparte habla-ron como los Robespierre, comenzando por llamaral pueblo para liquidar en su nombre a sus propiasvanguardias. La propia expresin de sufragio uni-versal fue forjada por Mallet du Pan, publicistaginebrino y terico -con Joseph de Maistre- dela Santa Alianza.

    Un poco de historia en vuelo rasante. Si elrecurso de las urnas hubiera sido obligatorio en elreino de Francia como lo es en el reino de Ingla-terra, viviramos sin duda bajo una monarquaconstitucional. Si Luis XVI hubiera podido convo-car elecciones generales el 15 de julio de 1789,el 14 no sera fiesta nacional y nunca hubiera vistola luz la primera Repblica.fEfsufr~giO popular es una cosa, la soberana popular otra. El primero no'

    I .

    ha establecido a la segunda. Ha' confirmado elConsulado y el Imperio. Permiti a la Constitu-yente de 1848, elegida en abril a espaldas de losrevolucionarios de febrero, aplastar en dos ocasio-nes a los obreros parisienses durante las jornadasde junio. A continuacin llev a Luls Napolen a lapresidencia de la Repblica (cinco millones y me-dio de sufragios, contra 17.940 para Lamartne,que vala mucho ms) y despus al Imperio, y seis

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    -, j l , ,

    meses antes de Sedan, Napolen III ganaba unavez ms el plebiscito del Imperio por una aplas-tante mayora. En 1871, la Asamblea de Burdeos,elegida por sufragio universal y, por tanto, e mo-crt ica , ahogaba en sangre, en nombre de la leyy del pueblo francs, a la Comuna de Pars. Fueesa misma Asamblea la que, siempre en nombredel pueblo soberano, estuvo a punto de restaurarla monarqua en 1873, a beneficio del conde deChambord. Se produjo, en efecto, el voto republi-cano de 1877, bloqueando el golpe de Estado deMac-Mahon: pero fue ms un voto de conserva-cin que de ruptura, consolidando de hecho lasposiciones adquiridas previamente por los republi-canos en las administraciones y las municipalida-des. Eran los monrquicos los que asustaban, y

    Gambetta gan en 1877 por las mismas razones,mu tatis mutandis, que Blum en 1936: porque lla-maba a la de fe nsa de la Repblica y del orden esta-blecido. Es bien conocido 'el resultado que habradado una consulta electoral bajo el rgimen de'; ; ;Ci IY , de 1940 a 1943 y quiz 1944: hubiera arrui-nado la legitimidad de la Resistencia, ya ilegalpor s misma. Se sabe el que dio en 1968, habin-dose convertido el sufragio en realmente univer-

    sal despus de 1945, con el voto de las mujeres.En 1871, entre 38 millones de franceses, 24 millo-les vivan'-en el campo;, El campo se ha ido vacian-;'do poco a poco, hinchando a las clases urbanasi ms peligrosas: el electoado femenino tomara; durante un tiempo el relevo del electorado rural,~al servicio de la clase dominante. Pero la descris-

    .... '. \ tianizacin, la emancpccir; de las costumbres, el~~\' ..aumento de la mano de obra femenina hacan sur-

    .~~ \~~

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    mica de clases no se puede superponer a la socie-dad polticamente determinante. Ahora bien, es lasegunda la que decide la direccin de las luchasrealizadas en la primera. Este mundo al revs noshace vivir bajo su ley -la legalidad republicanaobliga- a despecho de los datos ms que eviden-tes de la lgica marxista y de las leyes que presi-

    den el desarrollo social.Han dica p estructural para la izquierda, sobre elque se injertan las injusticias propiamente pol-ticas) (variables y dependientes de la correlacinde fuerzas) ligadas a la divisin de las circunscrip-ciones y al modo de escrutinio, que aseguran hoya la derecha una ventaja previa de d08 o tres pun-tos. En cuanto al voto femenino.res, efectivamente,un acto de justicia ms que elemental. Sin l, Mitte-

    rrand hubiera sido elegido presidente de la Rep-blica frente a De Gaulle en 1965. En Chile, Allendehubiera acabado su mandato el ltimo ao. Voso-tros sabis algo de esto, vosotros que sois miem-bros del partido que cuenta con el electorado msmasculino (seis hombres frente a cuatro mujeres),a pesar de que seis el que presenta ms candida-turas femeninas. Sois tambin el partido de lajuventud? Ta nto mejor, piensa Giscard en este mis-

    mo momento, y ojal que lo sigis siendo. Puestoque l sabe que lo esencial est en la tercera edad.Dos millones de electoras y electores tienen msde ochenta aos, y siete millones ms de sesentay cinco. Es bien sabido que la esperanza no tieneedad. Este aforismo, desgraciadamente, no es unaverdad estadstica sin incidencia enel juego de losgrandes nmeros.

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    ,El irritado menosprecio de los tericos marxis-

    tas por la trivialidad p cs tivis ta de los datos de-mogrficos, en cuyo anlisis detallado nunca acep-tan entrar, dejando este trabajo a los politiclogosburgueses y a los candidatos-diputados, recuerdalas palabras del capitn del Titani c a su segundo:Sobre todo, no me fastidie con sus historias deicebergs Es bien cierto que el antagonismo pro-letariado-burguesa, contradiccin fundamental omotriz, no puede reducirse a la divisin derecha-izquierda. Una sociedad descubrir su esqueletoslo en los perodos de cris is naci onal ge ne ral, ylas luchas polticas tienden a alinearse sobre lascontradicciones de clase. Pero en un pe rodo nor-mal , en perodo de paz. las divisiones parlamenta-rias recobran su preponderancia y mandan en eljuego. En este sentido, el antagonismo proletaria-do-burguesa no es una re alidad polti ca, todo loms es el hilo conductor para el anlisis y no essuficientemente satisfactorio, a menos que nos ins-talemos para siempre en el concepto. Pero los ex-plotados se mueren de hambre si no tienen parameterse entre los dientes a partidos reales, frentespolticos, gobiernos responsables ante la Asamblea;lo cual nos lleva, en Occidente y en este perodohistrico, a los srdidos clculos de mayoras el e c-

    tor a les .La regla ; para la izquierda, es perder las elec-

    ciones nacionales. Lo que nuestra historia pasadaenuncia, lo confirma la lgica: pero esto deberatener, y quiz no tendrnunca, la fuerza de eviden-cia de lo que ya es. Dos exce pciones notables-para confirmar la regla-, si prescindimos de lainmediata posguerra, demasiado excepcional, y

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    del Frente Republicano de 1936, demasiado dbil:el acuerdo de las izquierdas de 1924 y el Frente Po-pular de 1936.

    Excepciones precarias y frgiles. tanto haciaarriba, en el orden de las causas, como hacia abajo.en sus efectos: elecciones ganadas por poco mar-gen. sin mar de fondo ni oleaje. y gobiernos

    fugaces, que no superan en ningn caso el lmite delos dos aos de vida. Aadamos lo que todo elmundo sabe: que la Cmara con mayora radical-socialista de 1936. que invisti al gobierno Blurn,entroniz cuatro aos ms tarde al mariscal Ptainen Vichy; y que la Cmara de 1956, en la cual laizquierda detentaba la mayora absoluta (pero enla cual los votos comunistas no contaban oficial-mente), votar treinta meses ms tarde la investi-dura del general De Gaulle. Es as como viven loshombres? Aparentemente, los parlamentarios sviven de este modo Es sta la Francia con la quela izquierda tiene que batallar. y de la cual ellamisma forma parte.

    En Mosc. en 1918. los campesinos-soldadosque vigilaban a la Asamblea Constituyente no re-sultaron chocantes para demasiada gente cuandoenviaron a los charlatanes a su casa, porque ellostenan ganas de dormir. En Pars. en 1978, el dipu-tado puede hacervrer, rabiar o encoger de hom-bros. est ah y la fuerza de las bayonetas no lehar salir. Nuestra Repblica vaa celebrar su bicen-tenario en un pas ya cuadriculado, cercado. eri-zado de instituciones, fijado en unos comportamien-tos ca?i hereditarios: En el sismgrafo electoral,una oscilacin de uno o dos puntos tiene el efectode un temblor de tierra. El maana no ser ms5 4

    que un ayer transformado y las mutaciones socio-lgicas que ha sufrido Francia desde 1920 (dismi-nucin de la poblacin rural a la mitad, entre otras)no ha alterado radicalmente las formas de expre-sin poltica ni los marcos institucionales de reso-lucin de las luchas. La prueba de ello es que voso-tros continuis ah y los socialistas tambin; y que

    cada da que pasa nos hace volver al congresc de Tours y al discurso de Blurn. Aunque este juegopueda ca n sa mo s , los tiovivos giran an. Alrededordel eje mayoritario. al ritmo oficial de los escruti-nios y de los contratos de legislatura. Y ello seras mientras dure la paz europea -que promete serlarga- y sean cuales sean los sobresaltos de lacrisis econmica mundial -que promete serdura-o Esta es la leccin, en una palabra; no

    hay revolucin posible a trav s de las urnas; no hayrevolucin posible contra las urnas (excepto encaso de guerra y de derrota militar de la clase na-cional: 1871 o, en parte, 1944).

    El me dio para permanecer pu ros

    Cmo es posible que un partido se llame res-ponsable si no acepta someterse al veredicto delas urnas? Pero cmo un partido puede llamarserevolucionario si se pliega por completo y sin se-

    o, gundas intenciones a la legitimacin por la elec-cin? No juzguis con esta contradiccin: es lavuestra y es fundamenta1.

    Seamos francos. Vosotros habis hecho de la modalidad electoral el centro de vuestra estrategia. )Participar en las elecciones es una vieja tctica que

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    -,ingn revolucionario digno de ese nombre deberechazar por principio. Pero precisamente en esecaso, se enuncia abiertamente como una tct ica.Lenin, despus de 1905, recomienda a los bolche-viques servirse de la Duma como tribuna de propa-ganda y agitacin; Rosa Luxemburg aconsej a losespartaquistas utilizar la Asamblea Nacional paramovilizar a las masas contra la Asamblea Nacional.Ahora bien, para vosotros, una campaa electoralno es una forma de lucha entre otras: la campaaresume, acaba y determina todas las otras formasde lucha. No utilizis la legalidad burguesa confines revolucionarios, sino que subordinis los finesrevolucionarios a la legalidad burguesa. Se le bau-tice o no como eurocornunismo, ese cambiomuestra una verdadera subversin de todas las tra-diciones revolucionarias existentes. Era precisoreconocerlo --{< aus spre chen wa s ist, decir lo quees-, como lo haca Lenin, que no dud nunca enviolar los tabes y sacudir el ciruelo tantas vecescomo fuese necesario, con una franqueza capaz dedespertar a los muertos vivientes del leninismo.Habis retrocedido ante la enormidad, ante la evi-dencia de esta ruptura de hecho con la letra y elespritu de las prcticas bolcheviques, con la teorade Marx, por supuesto, y probablemente con la deEngels (quien, alfinal de su vida y bajo la influen-cia de Lassalle, esperaba, no obstante, milagros dela extensin del derecho de voto en la Alemania deBismarck).

    De ah vuestro problema de f'ondo.] cmo adap-tarse al molde mismo de la democracia burguesa(parlamentaria o presidencial, poco importa, repre-sentativa en cualquier caso), salvaguardando al

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    [mismo tiempo vuestro carcter de partido-no~como-las-otros, de ((~nico-partido-revolucionarJ0>;;'Una sola solucin: la sustitucin. Una sola salIda:desenganchar la cualidad revolucionaria de loque se hace para engancharla a lo que es; hacerlapasar del terreno de la prctica poltica al de losprincipios y las definiciones; y puesto que ya nose es revolucionario en las acciones, Se convierte en

    - revolucionario en la naturaleza v por naturaleza,por su naturaleza de clase en primer lugar, de mar-xista a continuacin.

    El partido comunista es el nico partido revolu-cionario de Francia, porque es ~l partido de la ni-ca clase revolucionaria hasta 1 '1 fin : la clase obre-ra. Este genitivo de pertenencia, de genealoga,de representacin, queda convertido en escudo yblasn, en armadura y escudo de armas. 1 aramen-te lo habis exhibido tanto. Evidentemente, estadefinicin (o su equivalente electoral, en esa len-gua burguesa que habis hecho vuestra: el partidode los ms desfavorecidos), en medio del nau-fragio general de las referencias tericas y de losvalores histricos, constitua vuestra ltima tablade salvacin. Ante el aumento del oleaje, d eb a isdisputar a todo precio, no slo aquello que os dis-tingue de vuestros vecinos, sino ante todo aquellode lo que tenis necesidad para daros seguridad avosotros mismos sobre vuestra ese ncia revoluco-

    nara. Habis transigido sobre casi todo, pero enesto no, es sagrado. Y con razn, pues es la marcade vuestra identidad, es decir, de las vallas que oscercan. El recinto sacraliza, la circunscripcin con-sagra. Los muros del coronel Fabien pueden ser devidrio, que no por ello dejarn de delimitar menos

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    un espacio aparte en el mapa poltico del pas: eltemplo de uncoucepto. ~.1s.9p..c.eplq:c ~~~;ase.obrera.

    Es intil poneros dficultades, como lo hace laderecha, sobre la exactitud sociolgica de la cosa.Cierto es que el vuestro es el nico partido quecuenta con antiguos obreros en gran nmero, ensudireccin nacional y en su aparato. Y un tercio del

    electorado obrero vota por vosotros: probable-mente el ms consciente, el ms slido, el msavanzado. Sea. Sin vuestro partido, columna verte-bral de la conciencia de clase, los obreros nunca sehubieran considerado a s mismos como parte deuna clase social aparte, portadora deotro mundoms coherente, ms justo. Pero incluso si un99 %de los trabajadores y trabajadoras de Francia vota-ran comunista, eso no sera suficiente para con-

    vertir al partido en revolucionario. Tanto en elsentido marxista como en el leninista. Sabis quepara Marx la clase obrera no tena fundamental-mente necesidad de partido: La emancipacin delproletariado ser la obra del propio proletariado.y Lenin no ces nunca de distinguir el partido devanguardia marxista del movimiento espontneoy sindicalista de la clase; en el Qu hacer? llegincluso a medir la calidad de una vanguardia porla distancia que saba o no guardar con respectoa la masa obre-ra. Si fuera suficiente una base eincluso una direccin de composicin obrera paraser revolucionario, entonces los partidos socialde-mcratas de Europa del Norte lo seran mucho msque vosotros, puesto que son partidos masivamenteobreros que llegan incluso a tener a veces la exclu-sividad de la representacin obrera. El Partido la-borista britnico, el SPD alemn, el partido social-

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    demcrata sueco tienen una base proletaria muchoms pura que la vuestra. En Suecia, cuando unsocialdemcrata se refiere a los partidos de derechaslos llama los burgueses, muestra delo clara queresulta la separacin de clase (1) . Diris que norepresentan ms que a la aristocracia obrera? Enqu se distinguira la nuestra, a este respecto, de

    los obreros suecos? Francia es un viejo pas impe- rialsta. mientras que Suecia no lo es, y los obre-ros franceses han recibiJo an ms migajas de laexplotacin colonial que sus hermanos escandina-vos. El arellmpnto no se sostiene.

    ~ca, diris. Una base obrera novale nada sinuna cabeza terica que la dirija. Nosotros somosel partido de la clase obrera, puesto que nosotros. - . .. ..... .expresamos los intereses histricos. de ella y no

    \ , ...... ~ . , .... . .- , . . ... .- ... --~-

    nicamente los corporativos e inmediatos. Hemoshecho nacer e~ la.cl~se' obrera la teora de' la queera portadora sin saberlo, somos marxistas y lossocialdernc. atas no. Por ello nosotros llevamos lalucha.de .slases econmica al ter: ~-J poltico, elnico en el que puede encontrar una salida deci-siva. En una palabra, vuestro partido noes unpartido obrero como los otros puesto que poseeuna doctrina cientfica, el marxismo-leninismo.

    Deiemos aparte el sentido de las palabras, aun-que un historiador de las ideas polticas podra pre-~ntaros si el marxismo-leninismo, ese hbridounificador, no es un cmodo artefacto elaborado

    (1) P o r su des ac ra ll za c n del pod e r p o lf tico y e l igua J l-tar ismo de sus re lacio n es so ci a les, S ue ci a podra dar a muchag e nt e , soc ia lista i nclu so, lecc io nes n o s lo de de m ocr a ciasi n o de revo luci n . La m odestia su e ca , aadida a l a di s tor-s in y a la i n sip idez so c ialde m cr a ta de l p seud or nod e losu eco para consumo ext e rio r , ha emb otado el imp acto de lejemplo .

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    :~~betta. en' 188'1, daba muestras de tanta auda-. da, pero de t'nucha menos laxitud terica, que vues-

    tro heraldo Elleinstein en 1977 con su revolucingradual, pacflca.y democrtica.

    .P Tenis una importante escuela de historiadores.,r Por lo dems, les trabajos de ciencias sociales, la

    investigacin, la produccin de hiptesis nuevas,no pertenece ya a vuestra esfera de influencia. Elque la cutura moderna no pase ya por vosotros

    i en lo esencial 2 S una experiencia benfica para\\todoS, puesto qu~ os ha convencido felizmente ~e

    l}o pasar por ella. El discurso de Georges Marchisa los intelectuales (1 9 77) marcar en este sentidouna fecha c~ 1ital en la liquidacin de medio siglode aberraciones y el envo al museo de las religionesde Estado de un marxismo gendarme encargado decontrolar la p n tu r.i, la biologa y la sexualidad.Helo ah, por fin, devuelto a su propio objetivo: ela_~~Jisis de las formaciones sociales, de la prcticapoltica. Pero lo hacis funcionar verdaderamente?

    -'Os inspira 'mejores anlisis concretos de situaco-nes concretas que los que se pueden ieer surgidosde plumas profanas? Dnde est el equivalentefrancs del De s arr ollo de l ca pita lis mo e n Ru s ia, delAnli s is

    decla s e

    dele: s oci e dad china ,

    delDiscu rs o

    de Moncada , por medio de los cuales un Lenin, unMao o un Fide1 come nzar on su carrera poltica?y si este anlisis de clase de la sociedad francesaexiste en alguna parte, qu relacin mantiene conel dpti c o que opone por un lado a quinientos milgrandes burgueses, amos y servidores de los gran-des monopolios, al resto de la poblacin, trabajado-

    , res y asalariados ...? Esta imaginera movilizadora,quiz de buen rendimiento electoral, no cubre el

    '62 ,

    trabajo de una direccin poltica marxista. y nopuedo pensar ni un solo instante que se apoya, enesta materia, en la s categords e instrumentos de lINSEE (1) o de la contabilidad nacional, muy ti-

    les, pero ciertamente ni neutras lIi cientficas.En Cuanto a vuestros anlisis polticos en ea-

    liente}), no tienen filiacin posible re lac ionada conel i8 Brumari o o la Gue rra civil e n Fra ncia, queS O ] , sin embargo, obras redactadas de prisa y co-rriendo y en Un momento en e l que e l soc ia lis mono estaba a la 'Jrden del da en Francia. La cama-rilla leg itimis ta planteaba a Marx ms problemasde interpretacin, en 1848, de los que os planteaa vosotros e l mayor partido de Francia en 1978.Frente a Un fenmeno tan complejo, tan contradic_torio como el partido Socia lis ta de hoy, atravesadopor todos los matices, cargado de todas las com-plejidades de la historia y de la ideo loga francesasde este siglo, os basta una pa la bra para ponerlo ensu luga r: reformista, pareja obligatoria de revo-lucionario. En resumen, vosotros sois la cara y

    \ ellos la cruz, o e l anverso y e l reverso. Tenais nece-, sidad de un polo negativo; ah est, es e l PS. Exa-,gero, pues a veces tomis una lup a y, no sin ries-gos, distingus en ellos una lucha secreta entre dostendencias fun da me nta les:

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    independientes de su encarnacin poltica, corroenun alma ms que un cuerpo. De un modo tan defini-tivo -perdonadme el paralelismo, pero el tipode pensamiento es el mismo- como los crmenes deBujarin y de Liu Chao-chi habitaban el alma deestos criminales antes incluso de que pasaran a laaccin. Es por esta razn por la que en el fondono habis manifestado excesiva sorpresa ante losltimos acontecimientos? Mitterrand no habra he-cho ms que revelar una esencia que le preexista:traicionando, un socialista acta de acuerdo consu definicin. Todo es cuestin de postulauos, pueslos hechos se derivan de ellos: siempre se encon-trarn tantos como hagan falta.

    Verbaiismo por verbalismo, y puesto que recla-mis an el beneficio moral y los antiguos presti-gios, por qu no atenerse al lxico de la teora?Pero vosotros le habis quitado hasta su birrete aldiccionario del marxismo, no slo descolorido ytrivalizado por lascategoras de la sociologa do-minante sino reemplazado por esa lengua blanday co nfusa \.fue sirve de lengua vulgar atodos lospartidos existentes. El descenso de la capacidadde adquisicin ha suplantado a la pauperizacinrelativa, los trabajadores al proletariado, las ins-tituciones a los aparatos de Estado, las clases me-dias (trmino extrao a Marx, que no lo utilizams que una vez, en sigular y sin darle un valorsociolgico, en el 18 Brumario) a la pequea-bur-guesa, el buen acuerdo al compromiso, los po-bres a los explotados, las fuerzas del progresoa los aliados de la clase obrera. En una palabra, larevolucin ha desaparecido detras del cambio,como la mano tendida y apretada ha sustituido al64

    puo levantado. No hablamos, claro est, de la dic-tadura del proletariado (con respecto a la cual, Le-nin deca que nadie poda pretender ser marxistasin reconocer explcitamente su necesidad). ni .: .: :Jmismo trmino de comunismo, reemplazado por elde socialismo, transformado en un modo de pro-duccin autnomo y estable, en lugar de la ante-

    sala del modo de produccin comunista, que es lo- que era para Marx.Concesiones de forma para hacerse compren-

    der mejor por los ms desvalidos o quiz cambiode elemento? Indices sin causa o consecuenciasde una mutacin inconclusa? Entretanto, si losso-cialistas han rebajado los planteamientos del con-tenido econmico del programa comn, el conte-nido de vuestra propaganda poltica ha sufrido tam-bin, y desde hace mucho tiempo, una operacindel mismo estilo. Ahora bien, las palabras no son

    . ._;::ot~.~ms inocentes que las cifras. Tambin pueden ser-/vir para colocarse en la lgica dominante. l

    -, Sin que esto suponga una veneracin/ especialhacia los Textos Sagrados, yo s, como voso-tros, que Marx slo se gasta si no. se le utiliza,y que o se le puede utilizar sin empujarle unpoco. El marxismo libera su energa terica pordesintegracin, y lejosde m la idea de defendersu integridad textual.' La fidelidad a Marx es sinduda estril, pero la infidelidad ms desenfadada no

    '.lo hace necesariamente f'ecundo.Il,a prueba ...,\ En resumen, del hecho de qu e el partido socia-

    \ llista no sea revolucionario no se deduce necesaria-.~ ~mente que los comunistas lo sean por oposicin . / ,~ .~. ,. ~. . ~-rs un regalo del cielo ni un certificado notarial que

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    rs.un regalo del cielo ni un certificado notarial que'se 'transmita por herencia, junto con el vocabula-irio y el electorado. No califica una naturaleza sinoluna .prctca. Nadie-'-partido, institucin, indivi-

    _

    duo-- es revolucionario permanentemente y pordefinicin. Todo depende de las condciones. Un

    ..partido, como un individuo, puede a lo sumo, enalgunos momentos de su existencia,.dentficarse

    ; con el movimiento de la revolucin social.Es revolucionario lo que contribuye a la cada

    efectiva del poder de la burguesa y a la transfor-macin de los trabajadores en clase dirigente. Noes revolucionario lo que contribuye, por inerciao voluntad, a mantener indefinidamente la hegemo-na burguesa en la sociedady al mantenimiento ensu estado actual de los aparatos de Estado.

    Midiendo con este rasero -el nico materia-

    lista-, cada cual no vale ms que su acciny lamedida es la misma para todos .

    .

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    UN SOCIALISMO SIN REVOLUCION?

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    El proble ma: g ue rra o paz?

    Hasta ahora, ningn proceso reale transforma-cin socialista ha podido escapar a un cierto 1-mero' de ' imtaciones, que pueden resumirse endos palabras: re pres in (poltica) ypenuria (econ-mica) ...Esta pareja diablica no debe prociucku~'lamento horrorizado: no es una fatalidad trgica.

    Debe producir un anlisis y, ante todo, su reconoci-miento de hecho: es una realidad histrica. Negar-se a identificar las_c_~~s_~spara napenr-alas bue-nas gentes, impide adquirir ~_.uno mismo ya ellaslos medios para controlar sus efectos, y a[ortiori,.pre.v~nir su aparic-n. ~'pretendo-plantear en de-talle estas cuestiones cruciales. S muy bien lomalsonantes que resultan y lo desplazados que es-tn hoy el Octubre sovitico y el Setiembre chi-

    leno. Dejadme, sin embargo, sealar algunos he-chos histricos, muy duros, muy testarudos, refrac-tarios a nuestros estados de nimo y a todos losparasos electorales.

    Lenin no qui s o la violencia de Estado. Hastadiciembre de 1917 no constaba en el programa delpartido bolchevique. Incluso lleg a criticar, al dasiguiente de la revolucin de Octubre, a los revo-lucionarios franceses que gullotinaban a gentes sin

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    defensa, y espero que nosotros no lo haremos, por-que tenemos la fuerza con nosotros. Lenin no que-ra la checa, pero tampoco quera el atentado deDora Kaplan ni la insurreccin, en julio de 1918, delos socialistas-revolucionarios, con los cuales sepropona hacer una alianza. Lenin no quera el Te-rror rojo, pero tampoco haba previsto el Terrorblanco, ni el salvajismo de Wrangel, ni las ejecu-ciones en masa de Koltchak, ni el bloqueo del ex-tranjero. Lo que Lenin qu e ra -el proyecto delPartido- est en El Es tad o y la R e volucin (O Sacordis ), ese libro anarquista que convenci a Kro-potkin de aliarse a los bolcheviques. Quera la diso-lucin de la burocracia y del ejrcitoj-e-elas dos ns-

    .ttuciones ms caractersticas de Ia .mquina -deEstado burguesa-, pues el socialismo cientficotiene los mismos fines que el anarquismo, y en pri-mer lugar la desaparicin del trabajo asalariado y laextincin del Estado. Pero el programa de Leninfue redactado en Finlandia en julio de 1917, antesdel hambre, la parlisis administrativa, la inva-sin, los piojos, los atentados. Antes de la guerracivil, pues nunca se preven las guerras, como unhombre sano no prev su enfermedad (y cuantoms mortal sea la enfermedad, ms se esforzar en

    '-negarla una. vez presente). El programa preveala revocabilidad de los elegidos, la abolicin de lapena de muerte, el enrolamiento voluntario. Pero enabril de 1918, al revelarse como insuficiente el enro-lamiento voluntario, fue necesario decretar de nue-vo el servicio militar obligatorio, restablecer lapena capital y centralizar al mximo los rganosgubernamentales. O esto o poner en prctica laocurrencia de Trotsky: Lanzar algunas proclamas

    70

    revolucionarias al rostro del mundo y despus ce-rrar la tenda, 'Contra el caos administrativo, 19.:centralizacin: Cm'tra 'el acaparamiento, la requi-'.sa. Contra el sabotaje, la 'represin. Esta ley no per-'tenece a ningn pas, a ningn partido, a ningunateora en particular . .g~penG.e de una fsica de lahistoria. Robespierre en 1793, Clcmenceau en 1917,Lenin en 1920. Cuando e ene.ngo est en el terri-torio propio y la sociedad queda amenazada dedivisin desde el interior (:c cual no era el pro-blema de Churchill en 1940 ni de Roosevelt en 1941,fuertemente apoyados en un consenso social e ideo-lgico), no hay demasiadas maneras de ganar unaguerra, pero s hay muchas de perderla.

    El espectro de Lenin no obsesiona ya ms queen las pesadillas de los pensadores de Occidente, yuna nueva cultura poltica n vuelto a florecersobre las ruinas de Octubre. Si no ha llegado anla primavera de los pueblos, s ha llegado desdehace mucho tiempo la primavera de los sueos.Quin no ha dicho adis al leninismo? Y cmono declararse antitotalitario, antiestatista y des-centralizador? Objetivo: re socializar el socialismo

    J arrancndolo del rarificado aire del Estado parasumergirlo en los movimientos sociales en los que

    \mil flores se abrirn, ~Fina1idad: asegurarse paramaana la Indepridenca recproca del Estado y dela sociedad, ampliando al mximo la separacin en-tre los dos. Objetivo y finalidad ms que legtimosevidentes, pero que son abstracciones peligrosas ,cuando se las separa de sus condiciones concretasde realizacin.ll.a i~r~sp-o'nsabilidad pe la nteligen- ,\ :: acabar por hundrnos a todos.] Disertar sobrelo' deseable convirtiendo-en un callejn sin salida

    ~.'.

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    . . ~ -- ..... ~ -

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    los medios para lograrlo, sin luchas, sin conflictosni enfintamientos, en una sociedad dividida enclases hasta nueva orden,. es hacer pasar. unaton-.tera por una audaciay contribuir a provocar aque-llo mismo que se pretende evitar. Todo e mundoestar de acuerdo en que el conflicto civil y la lu-cha por la supervivencia nunca han sido propicios

    a la expansin de las libertades y de la democracialocal. [Una crisis poltica politiza toda la vida so-cial, y el estado de guerra, por naturaleza, milita,riza a la sociedad civil, reduciendo al mnimo vitalsu separacin con respecto al Estado. r. -La experimentacin social, corno su nombre

    indica, requiere unas condiciones de laboratorio.Si las frmulas de la autogestin democrtica quie-ren tener otro sentido adems del Iiterario,debe-rn dejar de ser qumicamente puras e'integrar lascondiciones reales de una historia impura (fuerzasarmadas, polica, alianzas militares, multinaciona-les, etc.). La nica cuestin, hacia arriba: se pue-de des arm a r o no a la burguesa francesa, y en casoafirmativo en qu condiciones? Y neutralizar a susconsortes del exterior?

    Todos somos Iibertarios en estado de paz. Elirreprimible crecimiento de las ideologas y actitu-des anarquizantes en el seno de la intellig e ntziafrancesa de hoyes un fenmeno mecnico y natu-ral, contrapartida de treinta y cinco aos de paz in-ternacional y c ivil. no es ms que la condensacindel aire de los tiempos. Nada podr cortar su domi-nio y su ubicuidad, a no ser un brusco cambio me-teorolgico.i.ingn argumento terico reemplaza

    a ~na experiencia prctica, y todas ::le: polmicas intelectuales a contra corriente (como esta misma\; 1 H l ~ - :' ,-

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    rca~t;,--~ider'.temente condenada a convertirse en'' 1, letra muerta) ._se rompern contra' este arrecife.,,----- --, . . -

    Para qu organizarme si vivo mucho mejor sin limi-taciones de este tipo? Para qu sirve un partido?Para qu sirve un Estado? Todas ellas observacio-nes pertinentes que pueden resumirse en una sola:F l Z i qu hacer la guerra si nadie quiere mi

    u.uerte?Vosotros no escapis a esta actitud general. Ladictadura del proletariado se disolvi por s mis-ma: no la habis abandonado, simplemente habisconstatado la evaporacin en el aire apacible y sinamenazas que respiramos de la misma nocin der=nresin. Lo nico malo del caso es que la realidad

    . ~ d a represin estatal burguesa no' ha sufrido eltmismo desvanecimiento.

    (.?ur qu ir a buscar en Lenin y en las revo-luciones de les otros, cuando la nuestra dice lasmismas cosas en otros trminos? Qu es la dicta-dura del proletariado, en sus principios, si no esaquella autoridad extr3.orrlinaria que Babeuf es-timaba indispensable en toda nacin para que en-trara en posesin de su libertad, a pesar de la co-rrupcin que es la continuacin de su antigua escJa-vitud y a travs de las trampas de sus enemigos in-teriores y exteriores unidos contra ella? (Buonarotti,la Con s piration d es Egaux .) Por qu invocar al Con-sejo de los comisarios del pueblo cuando nuestrocomit de salud pblica se vio obligado a adoptarlas mismas medidas? Por qu decir bolcheviquescuando podra decirse s an s-c ulottes ? Curiosa dan-za: sor. dos episodios de nuestra historia los quehan dado lugar al nacimiento de una dictadura conbase popular apoyada sobre las asambleas locales

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    cuestin mistificadora, puesto que no contiene ens misma los elementos de su respuesta. No depen-de ni siquiera del frente de clases, de su exten-sin ni de la alternancia. La nicacuestin de la quedepende es de saber si ese trnsito puede o no efec-tuarse sin U:1 rompimiento de hostilidades en elinterior y/o el exterior, civiles y/o extranjeras, puestoca movilizacin poltico-militar rechaza ala de-mocracia, y la lgica de laguen:1f .-:.:.ertodo o na-da- resulta ciernpre ms apremiante que.la de lasinstituciones o de lasideologas,~ ~r:a democracia procede por adiciones y sustrae-

    ciones. la guerra por disyuncin. La primera dice:stos; con o sin aqullos. La segunda: obien ellos,o bien nosotros. Y quien no est con nosotros

    est contra nosotros. La democracia reposa sobrelas mayoras, 12 . ;;:':0i i aeposa sobre las totalidades.La lucha por la vida, esta lgebra de la muerte, esincompatible con la aritmtica electoral o parla-mentaria. Slo admite un cdico binario: discipli-na o desbandada, enrolamiento o prisin, integra-cin o exclusin, porque no existen matices ni gra-dos intermedios entre la victoria o la muerte.No es por casualidad que las pocas de revolucin

    y de guerra son fatales para la produccin intelec-tual y artstica de un pas: llevan en s el simplis-mo y el conformismo, como el desierto conlleva

    la sed.~ ''' 'Ta''guerra, que trae consigo la desgracia de losartistas ~: los intelectuales antes de traer la de lospueblos, trae tambin consigo, en todo caso, lafelicidad de los dirigentes. A.~menos si la felicidades Io que acompaa al cumplimiento perfecto de . ia Jl 1 l 1 :;iR.p (ecomo la florvla juventud, deca un7 6

    filsofo). El gran economista que despilfarra lasfuerzas de abajo da un rendimiento ptimo a lasenergas de arriba. La deliberacin colectiva cedeel paso a la decisin, la laboriosa dialctica del con-senso a la mecnica disciplinaria, la direccin seconvierte en mando del mismo modo que la comple-jidad del campo social en la simple oposicin ami-gos / enemigos. Para los jefes, el retorno a la paz -in-

    - cluso si salen victoriosos, como Clemenceau, Chur-chill, De Gaulle- significa regularmente el retornode los problemas, es decir, preocupacionesy dis-gustos. El retorno a la guerra fra alivi a Stalin-el gran uniformador- legitimando y consolidan-do su sistema. Por las mismas razones que vues-tros permanentes tienen hoy la vida ms fcil.

    Puesto que no hay trnsito al socialismo sinfase crucial ni crisis extraordinaria, el problemaconcreto de la democracia socialista es el dease-gurar el retorno de las circunstancias crticas (aque-llas que provocaron en Roma la eleccin de unmagistrado llamado dictador, por seis meses o unao) a las circunstancias normales, 1(1 reversibili-dad de lo extraordinario, y el volver a poner envigor las normas jurdicas de curso regular. Cmo

    no hacer de necesidad virtud y no transformar losexpedientes de crisis en instituciones permanentes?Puede pensarse que Lenin, si hubiera vivido, habrfapodido remontar la corriente e imponer dicho re-

    . torno, volvindose atrs con respecto a las decisio-nes del X Congreso del Partido bolchevique. cuyacodificacin en normas y en reglas sirvi de sopor-te al estalinismo. En noviembre de 1921, una vezasegurada la supervivencia militar, Lenin firm nu-merosos decretos que apuntaban en este sentido,

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    entre ellos el que ordenaba poner en libertad a la me un solo pas en el cual la instauracin del so

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    entre ellos el que ordenaba poner en libertad a lamayora de los detenidos durante la gran crisis.Pero la hemipleja se produjo y Koba (1), el se-cretario del Orgbur6, se content con prolongar yacentuar la lgica de la guerra civil, llegando in-cluso a la psicosis.

    Han pasado sesenta aos y la correlacin de

    fuerzas internacional ha sufrido una modificacinradical. Gracias en parte a los enormes sacrificiosde los pueblos de l;lUnin Sovitica antes y du-rante la Segunda Guerra Mundial. E umbral delas violencias necesarias parece haber retrocedidoconsiderablemente. Pero nadie puede pretender, se-riamente y de antemano, que el coste social y pol-tico de una modificacin estructural del capitalismo,~.~ya r~ducido en lo sucesvo.a cr:~)sostener que una socializacin de los principales medios de, produccin y de cambio, acompaada de una ver-dadera redistribucin del poder poltico en el inte-

    , rior de la nacin, pueda tener lugar sin una crisisnacional general (Lenin) y sin sacrifici