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Ressac – Núm. 2 – 1 ro semestre de 2009 1 Correspondancia Exposición de Mariella G. Sola y Romain Osi. Concepción gráfica y escenográfica de Jeanne-Marie Monpeurt. Artículo de Nathalie Greff-Santamaria Traducción y corrección : Nathalie Greff-Santamaria, Horacio Maez y Alejandro Toro Vallejo http://www.expo-correspondance.com/ « cuando más se perdía en barrios desconocidos de ciudades lejanas, más entendía las otras ciudades que había atravesado para llegar hasta allí » Italo Calvino, Las ciudades invisibles. orrespondencia... entre una ficción y una realidad, entre un texto y una imagen, entre una ciudad y otra, entre la ciudad de arriba y la ciudad de abajo, entre la ciudad y una ciudad, entre una ciudad y su imagen, entre un espacio pleno y un espacio vacío, entre un espacio en construcción y otro en de-construcción, entre un espacio fijo y un espacio móvil, entre el pequeño y el grande, entre la sincronía y la diacronía, entre dos artistas... Las declinaciones de este proyecto son tan múltiples e inagotables como el libro de Italo Calvino en el que se inspira, Las Ciudades invisibles. Nacida del encuentro e intercambio entre dos fotógrafos, el francés Romano Osi y la chilena Mariella G. Sola, Correspondencia nos muestra lo que las ciudades tienen de universal (son Barcelona, Berlín, Bonifacio, Buenos Aires, Madrid, D.F., París, Salvador de Bahia, Estocolmo, Venecia, Zagreb) al punto que nos importa poco saber qué fotografía se tomó, y en qué ciudad, sino las profundas e infinitas semejanzas entre las mismas. Correspondencia es también una expresión plástica y estética de fenómeno común que afecta a las sociedades humanas: « ¿ por qué la ciudad ?¿ qué línea separa el adentro del afuera, el estruendo de las ruedas del aullido de los lobos ? » 1 , ¿qué es lo que lleva a los hombres a preferir cada día un poco más estas ciudades inmensas y sobrecargadas, cuya extensión es incontrolable ?” La exposición, recientemente retirada después de un año de presencia, se instaló en un lugar altamente significativo de las grandes ciudades: el metro. Las paredes del andén de la estación parisina Luxembourg fueron cubiertas por seis inmensos paneles con varias escalas de lectura en uno de los lugares más impersonales de las ciudades, que sólo se caracteriza por el vaivén, un lugar de no-relación humana, también definido como "no- lugar" 2 por el etnólogo francés Marc Augé. Sin embargo no hay que entender el término no- lugar como un lugar inhabitado, o sea un lugar desértico, libre de presencia humana, sino como un lugar de sobre presencia humana en el que no se desarrolla ninguna relación social, un lugar de tránsito que carece de intercambio creativo. 1 Italo Calvino, Las Ciudades invisibles, « Las ciudades y los signos. 3 », Ediciones Sireula, Biblioteca Calviono, de la traducción Aurora Bernárdez, p.48. 2 “La infinidad complejitad de la ciudad contemporánea” in Mutaciones urbanas, n°17, por Marc Augé, 17/11/2006. Vease también No-lugares, introdución a una antropología de la sobremodernidad. C

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Correspondancia

Exposición de Mariella G. Sola y Romain Osi. Concepción gráfica y escenográfica de Jeanne-Marie Monpeurt.

Artículo de Nathalie Greff-Santamaria Traducción y corrección :

Nathalie Greff-Santamaria, Horacio Maez y Alejandro Toro Vallejo http://www.expo-correspondance.com/

« cuando más se perdía en barrios

desconocidos de ciudades lejanas, más

entendía las otras ciudades que había

atravesado para llegar hasta allí »

Italo Calvino, Las ciudades invisibles.

orrespondencia... entre una ficción y una realidad, entre un texto y una imagen, entre una ciudad y otra, entre la ciudad de arriba y la ciudad de abajo, entre la ciudad y una

ciudad, entre una ciudad y su imagen, entre un espacio pleno y un espacio vacío, entre un espacio en construcción y otro en de-construcción, entre un espacio fijo y un espacio móvil, entre el pequeño y el grande, entre la sincronía y la diacronía, entre dos artistas... Las declinaciones de este proyecto son tan múltiples e inagotables como el libro de Italo Calvino en el que se inspira, Las Ciudades invisibles.

Nacida del encuentro e intercambio entre dos fotógrafos, el francés Romano Osi y la chilena Mariella G. Sola, Correspondencia nos muestra lo que las ciudades tienen de universal (son Barcelona, Berlín, Bonifacio, Buenos Aires, Madrid, D.F., París, Salvador de Bahia, Estocolmo, Venecia, Zagreb) al punto que nos importa poco saber qué fotografía se tomó, y en qué ciudad, sino las profundas e infinitas semejanzas entre las mismas. Correspondencia es también una expresión plástica y estética de fenómeno común que afecta a las sociedades humanas: « ¿ por qué la ciudad ?¿ qué línea separa el adentro del afuera, el estruendo de las ruedas del aullido de los lobos ? »1, ¿qué es lo que lleva a los hombres a preferir cada día un poco más estas ciudades inmensas y sobrecargadas, cuya extensión es incontrolable ?”

La exposición, recientemente retirada después de un año de presencia, se instaló en

un lugar altamente significativo de las grandes ciudades: el metro. Las paredes del andén de la estación parisina Luxembourg fueron cubiertas por seis inmensos paneles con varias escalas de lectura en uno de los lugares más impersonales de las ciudades, que sólo se caracteriza por el vaivén, un lugar de no-relación humana, también definido como "no-lugar"2 por el etnólogo francés Marc Augé. Sin embargo no hay que entender el término no-lugar como un lugar inhabitado, o sea un lugar desértico, libre de presencia humana, sino como un lugar de sobre presencia humana en el que no se desarrolla ninguna relación social, un lugar de tránsito que carece de intercambio creativo.

1 Italo Calvino, Las Ciudades invisibles, « Las ciudades y los signos. 3 », Ediciones Sireula, Biblioteca Calviono,

de la traducción Aurora Bernárdez, p.48. 2 “La infinidad complejitad de la ciudad contemporánea” in Mutaciones urbanas, n°17, por Marc Augé,

17/11/2006. Vease también No-lugares, introdución a una antropología de la sobremodernidad.

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Estación Luxembourg: sin escapatoria ni correspondencia posible con otra línea de metro o RER 3 , los pasajeros entran, salen o siguen su camino desde el vagón momentáneamente detenido, y ninguno lo hace por mucho tiempo. Sin embargo, todos tienen acceso, a distancias diferentes, a la exposición que llegó a crear un espacio en el no-lugar: de las ciudades condensadas, universales y singulares a la vez, en los subterráneos de París, a la manera del libro de Italo Calvino, donde los relatos del explorador Marco Polo hacen surgir nuevas ciudades en el palacio mongol del emperador Gengis Khan. Así, Mariella Sola y Romano Osi, fieles a la obra, desarrollan con talento las encrucijadas y puestas en abismo múltiples4, en los paneles, y la interacción entre los mismos.

Gracias a esta exposición, los artistas dan a este extraño lugar de tránsito impersonal otro significado, extraído de la polisemia de la palabra correspondencia, el de comunicación e intercambio. Modifican con su obra plástica, por la libre exposición de su arte, el espacio mismo y nos permiten, a nosotros los transeúntes, detenernos y recorrer quizás por primera vez un lugar que hasta ahora sólo habíamos atravesado sin prestarle atención. El gran éxito de la exposición reside en su capacidad de atraer la mirada del viajero y permitirle penetrar en la obra a distintas escalas: del simple vistazo desde el interior del coche a la observación desatenta en espera del próximo vagón, y hasta la contemplación precisa y acertada, Correspondencia se lee y se recorre como varios espacios.

La mirada en primer lugar está atraída por los dípticos o trípticos que forman las

fotografías de gran formato en cada panel, acompañados de citas inmediatamente legibles, extraídas de Las Ciudades invisibles. Estas mismas citas se pierden repentinamente en la imagen, sufriendo una reducción de fuentes que incitan al espectador (ya que el usuario se convirtió completamente en visitante de esta extraña exposición) a acercarse para terminar su lectura. Penetra entonces en nuevos espacios, cada vez más íntimos, donde las imágenes, todavía en correspondencia con extractos de Italo Calvino, más largos esta vez, se ofrecen en un formato más reducido y según una banda horizontal a media altura. Las fotografías no están para ilustrar los extractos literarios, y lo contrario es igualmente falso. Estas dos entidades artísticas funcionan en perfecta sincronía y se convierten en la fuente de nuevas representaciones donde realidad y ficción, abstracto y concreto, conocido y desconocido, mirada y reflejo, se completan, resignificando el espacio, extendiento su utilidad, olvidando por un instante nuestro destino.

3 Red Exprés Regional, medio de transporte entre el tren y el metro que atraviesa París para comunicar las

provincias cercanas. 4 La construcción en abismo también se conoce como procedimiento "de cajas chinas”.

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Pero la ciudad no cuenta su pasado, lo contiene como las líneas de una mano,

inscrito en las esquinas de las calles (..)

Entrar en una ciudad desconocida siempre se acompaña de una comparación casi

involuntaria entre lo que se descubre, lo que se esperaba y las ciudades ya conocidas. Basta con mencionar algunos nombres como Río de Janeiro, París, Nueva York o Sidney para que una persona que nunca las pisó se las imagine: del Cristo redentor en la cumbre del monte Corcovado a la Torre Eiffel, de paso por la estatua de la libertad o la ópera, ¿acaso estas imágenes tienen una conexión con la ciudad vivida? Y quién es el más capaz de mostrarnos una ciudad: ¿un viajero o un residente, un estudiante recién llegado o un anciano que vió su ciudad crecer y extenderse? ¿La ciudad se revela de la misma manera al conjunto de sus habitantes? Son las cuestiones que pregunta este primer panel a partir del espacio vivido de manera individual y de la historia colectiva que dejó, o no, su huella. Tres fotografías de grandes formatos cuyas focalizaciones son muy diferentes, de la nitidez a la borrosidad, del picado al contrapicado, invitan a preguntarse sobre la diversidad de los puntos de vista e interpretaciones de las ciudades, mientras que las fotografías más pequeñas son un concentrado de interiores y exteriores que cuestionan los límites de la ciudad. Todas fueron tomadas de noche, cuando la ciudad parece reanudar la palabra, cuando muestra otra cara, desposeída en gran parte de la omnipresencia y el hormiguero humano: se adivinan una carretera que conduce a la ciudad, una habitación (¿de hotel?), edificios, un puerto, una gasolinera, un aparcamiento, una sala de embarque... Los no-lugares no lo son nunca de manera definitiva o continua pero sin embargo, algunos parecen serlo más fácilmente que otros.

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Viene al hombre que cabalga mucho tiempo en el medio de terrenos salvajes, el deseo de una

ciudad.

Dos inmensas fotografías: a la derecha, el paisaje campestre, preciso y perfectamente nítido, avanza sobre la ciudad borrosa y turbia que se extiende a la izquierda. Entre los dos una separación clara. En medio de la primera, un hombre sólo en la naturaleza, de perfil, de cara cubierta por una capucha, mira hacia la ciudad. A la izquierda dominan el amarillo y los azules teñidos de verde, a la derecha los rojos contrastados de negro y el azúl diluido, casi blancuzco del cielo. El hombre está dirigido hacia la ciudad densa, pero ella no se vuelve hacia él, y ella no contiene hombres visibles. Parece que el movimiento es único, del campo hacia la ciudad, nunca, o muy poco, al revés. No se puede escapar de la ciudad, contiene todos los deseos, todos los posibles, todos los sueños del hombre. Hay ciudades como Brasilia o Chandigarh que nacieron del sueño de un hombre y en las cuales sus habitantes deben aprender a desplazarse ("aquellas [ciudades] en las que los deseos logran borrar la ciudad"), hay las ciudades como México D.F. o Tokio que conocieron una evolución gigantesca y caótica ("aquellas en las que los deseos son borrados por la ciudad"), o las que, como Atenas o París, la historia mantuvo en estructuras rígidas a menudo engañosas ("las que a través de los años y las mutaciones siguen dando su forma a los deseos5")." ¿Pero es realmente así? El hombre desea la ciudad y la construye para él mismo, se la inventa, lo que la vuelve extremadamente móvil.

5 Italo Calvino, op.cit., « Las ciudades sutiles.2 », p.49.

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Una de las mitades de la ciudad es fija, la otra es provisional, y cuando el término de su alto ha llegado, la desclavan, lo desmontan y se la llevan para replantarla en

terrenos baldíos de otra mitad de ciudad.

Tres inmensas fotografías constituyen este panel: una se hunde en los antros de la

ciudad, otra la observa de frente, la tercera levanta los ojos hacia las alturas. Algunas ciudades como Montevideo no tienen espacios subterráneo, ni metro, ni catacumbas, mientras que otras como Montreal se extienden tanto en superficie como bajo tierra, la "ciudad interior", adaptándose al clima extremadamente riguroso que permite ir de un lugar a otro sin pasar por la superficie. Algunas son tan llanas como Buenos Aires y otras de un relieve accidentado como Santiago de Chile. Hay ciudades para todos los gustos, de todas las formas.

Pero la ciudad, cualquiera que sea, es ante todo el movimiento, el constante cambio, la

actividad de construcción, de-construcción o reconstrucción, nuevos planes, nuevas arquitecturas, un edificio revocado, una estatua restaurada, y mientras que se extiende por una parte se reduce por otra... y viceversa. Las ciudades hechas para verse de noche, de día, de arriba, de abajo, de frente, por encima, ... y las que se reflejan en otras, se copian, se apropian o bien rechazan su pasado y lo rehacen. En todas las ciudades del mundo hubo en principio un centro dónde nació la idea precisa de ellas y que a menudo se tiende a preservar como recuerdo de un alejado pasado, sin llegar, sin embargo, a acordarse de qué necesidad había podido nacer: ¿de qué deseo?, ¿de qué punto de partida? Hoy existen solamente estas ventanas que se encienden, y estas otras que se apagan, las que se encenderán otra vez y las que desaparecerán.

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El ojo no ve cosas sino figuras de cosas que significan otras cosas (...)

Si bien hay tantas ciudades como ciudadanos o visitantes, tantos mundos como seres

humanos, cada uno con sus propios deseos y proyecciones, con su historia y su pasado, con sus movimientos y sus traslados, y su mirada nacida de esperas; ¿Qué significa el primer tercio azul del panel o los dos tercios amarillos de la otra fotografía, para el espectador que reconoce el lugar de donde se tomó la fotografía, para él que no hace más que mirarla, para él que intenta imaginarla? ¿ De qué ciudad, de qué barrio, de qué calle? ¿Adónde llevan aquellas líneas verticales y adónde aquellas flechas horizontales?

Se dice a menudo que para conocer su ciudad de origen es necesario dejarla, ausentarse, así uno aprende a observarla cuando está lejos; de cerca, no la ve, le pasa por arriba con una mirada vacía de preguntas, desatento. La ciudad nace de la comparación, o más precisamente, de la correspondencia y la confrontación. Solamente entonces se puede empezar a verla, a imaginarla, a reconocer los lugares como este paso peatonal o estos tres jóvenes de pie, y estos no-lugares como esta avenida o estas construcciones azules en segundo plano.

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La ciudad existe y sólo tiene un secreto: sólo conoce salidas, no conoce vueltas.

La ciudad tiene su propia realidad, su propia vida entre los mundos que la componen.

No descansa nunca y se desliza según un ritmo independiente en cada uno de los espacios que la construye. No mira ni vuelve nunca para atrás, que sea cortada en dos por una pared o en tres por el mar, que sea dédalo o cuadriculado, ella sigue latiéndo según un eco secreto que el hombre no volverá a escuchar nunca idéntico. Mientras que Heráclito escribía: " No podemos bañarnos dos veces en el mismo río ", el hombre constata a su vez que no se penetra nunca dos veces en la misma ciudad, y que ella no se inmoviliza cuando se la abandona. Y entonces hay que elegir, saber lo que se abandona cuando uno se va, y que jamás se encontrará totalmente como se le dejó. Es por eso que se cree tan exclusiva y que los hombres no llegan a dejarla para su anverso, Dama Natura, que se despuebla cada día un poco más. Algunas ciudades sin embargo proponen grandes posibilidades de escapatoria, de correspondencia hacia el “afuera”, ellas son portuarias, insulares, vueltas hacia el exterior, pero es para conducirnos mejor hacia otros espacios urbanos. Hoy se convierten en aglomeraciones, metrópolis y megalópolis y sin quizá mañana poder salir de ella.

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los encuentros que podrían producirse entre ellos.

Y Correspondencia se cierra (o, ¿comienza?) sobre estas ventanas innumerables, esta muchedumbre aglomerada a la espera y esta silueta que observa su sombra, las tres hojas de un mismo panel bañadas en declinaciones del rosa. Sobre el hombre entonces, el hombre en la ciudad, en la ausencia de intercambio, cada uno en su mundo detrás de una colmena de ventanas abiertas o cerradas (¿quién nunca se preguntó cuál era la vida de esta gente en su coche con la que se cruza un momento, o de quién apaga la luz de su departamento o se inclina a su balcón mientras anda?), todos reunidos en un posible espectáculo, o dando la espalda a la multitud, gozando de la soledad que concede la multitud. Se encuentran ahí los lugares y los no-lugares, las encrucijadas, los encuentros, las coincidencias, lo que habría podido, lo que no fue, lo que puede llegar a ser. Ya que la ciudad es el hombre sobre todo en su más insignificante semejanza y en su mayor diferencia, en los millares de mundo que contiene y embala, los espacios que inventa, que construye, que desea, en los cuales no piensa, aquéllos que destruye, y aquéllos que rechaza.

¿Por qué la ciudad entonces? ¿ Qué nos lleva a vivir en ella y alejarnos del mito, fuerte también, de la armonía entre el hombre y la naturaleza? Si las ciudades son todas distintas las unas de las otras, también tienen un secreto en común. Hay tantas ciudades como sueños de ciudades, pero lo que hay detrás de cada una de ellas, es lo posible, el deseo, y la esperanza del individuo, tomado separada y juntamente. Las ciudades son para los hombres una suerte de metalenguage que le permite una comunicación más grande sobre aspectos tan variados como la memoria, el deseo, la economía, la creación...