Por última vez sobre la manipulación (acerca de Kicillof, el marxismo, La Nación y la lectura)

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1 Por última vez sobre la manipulación (acerca de Kicillof, el marxismo, La Nación y la lectura) Alejandro Blancovsky Les murs ont des oreilles. Vos orreilles ont des mursGrafitti del Mayo francés 1) Oídos necios Aceptamos preliminarmente una de las pintorescas explicaciones de 678. No viene a cuento el episodio particular, pero sí una lógica de circulación de discurso. Cuando salían algunas revelaciones del capítulo argentino de Wikileaks según las cuales dirigentes políticos y empresariales advertían sobre un enrarecido clima político local, “la tanqueta” ofrecía una explicación atendible: los cables diplomáticos reproducen artículos periodísticos que citan a dirigentes que a su vez reproducen (a falta de juicio distintivo) las caracterizaciones hechas por los propios medios de comunicación. Tampoco viene a cuento aquí cuán bruto es el servicio exterior estadounidense, sino, como dijimos, una lógica de circulación del discurso. No nos referimos a una difusa (y cínica) idea de “manipulación mediática”, sino a una circulación discursiva que cruza distintos actores. Así un juicio erróneo primigenio (no incorporemos aún las variables –también difusas– malicia ni interés) genera un encadenamiento de “errores” que podrían llegar (terminando con el ejemplo) en un pobre Barack Obama atragantado con su fried bacon al leer un sorprendente informe en un desayuno que se le presentaba apacible. Supongamos entonces un error en el origen. Algún estudiante lo escuchó a Kicillof en la facultad decir “Keynes se la come, Marx se la da”, lo cual no desentonaría con la riqueza semántica que lo caracteriza (en este caso, me encuentro yo en el origen del juicio “empírico”; al menos en Sociales; en Económicas tal vez usaba otro vocabulario…). El texto viaja sin su contexto y el hipotético estudiante (obviemos por ahora el detalle de que es sordo) le cuenta a su tío que, a su vez, es periodista deportivo del prestigioso diario La Nación, que a su vez se le escapa delante de un editorialista que luego hace pública tal fuerte convicción ideológica (convenientemente estilizada) para que luego lo diga algún diputado del PRO que a su vez es reproducido por algunos medios de comunicación (no sólo el diario mencionado) y todo termina en un dominó reaccionario según el cual el Departamento de Estado advierte que hay que seguir de cerca a la Argentina y, en consecuencia, Obama indica a la representación estadounidense en el FMI que sólo puede hacerse el distraído con el ascenso del “marxista” Kicillof siempre y cuando el gobierno argentino se desprenda de un indeseable miembro de Guardia de Hierro (el sector “setentista” que compartió con el mismísimo Francisco I –hoy, por cierto, admirado por Obama) para así acotar el movimiento revolucionario que se venía gestando en el sector de las estadísticas públicas, el cual tuvo el ambiguo balance de haber pulverizado la pobreza de formas pocas veces en la historia de la humanidad (“no nos quieren porque somos ejemplo…”), al tiempo que haber beneficiado a tenedores de unos especiales bonos (cupón PBI, mayormente en moneda estadounidense) entre los que se encuentra, justamente, aquel miembro de Guardia de Hierro al que no puede achacársele marxismo o anticapitalismo algunos (no Francisco, el otro). Si uno fuera un poco optimista repetiría aquello de que “la historia avanza por su lado malo” y se alegraría por la renuncia del mencionado tenedor de bonos al tiempo que esperaría que al menos por esta vez el FMI privilegiara la realidad estadística (de la que, nobleza obliga –es decir, no por mero “cipayo”–, invariablemente estará más cerca que el estado argentino en su actual etapa) por sobre una de sus funciones básicas que es la de ser justamente representante político de acreedores privados. Hay, no obstante, lugar para el pesimismo, dado que cabe la posibilidad de que el FMI (en un arrebato de un arcaico sabbatellismo) termine diciendo “apoyo lo bueno y critico lo malo” para así salvar aquella parte de la creatividad estadística que beneficia por vía del cupón PBI a los acreedores privados (incluyendo, dado que la discriminación es algo despreciable, a los acreedores privados que son funcionarios públicos argentinos). Pero resulta que una vez que comenzó el, digamos, rumor por escrito, un ex compañero de estudios de aquel estudiante originario le recuerda a su colega que el profesor había dicho “Keynes is coming, Marx is out”, lo cual, además de ser verosímil dada la asiduidad que tienen los dirigentes kirchneristas en insertar

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Por última vez sobre la manipulación (acerca de Kicillof, el marxismo, La Nación y la lectura)

Alejandro Blancovsky

“Les murs ont des oreilles. Vos orreilles ont des murs” Grafitti del Mayo francés

1) Oídos necios

Aceptamos preliminarmente una de las pintorescas explicaciones de 678. No viene a cuento el episodio particular, pero sí una lógica de circulación de discurso. Cuando salían algunas revelaciones del capítulo argentino de Wikileaks según las cuales dirigentes políticos y empresariales advertían sobre un enrarecido clima político local, “la tanqueta” ofrecía una explicación atendible: los cables diplomáticos reproducen artículos periodísticos que citan a dirigentes que a su vez reproducen (a falta de juicio distintivo) las caracterizaciones hechas por los propios medios de comunicación. Tampoco viene a cuento aquí cuán bruto es el servicio exterior estadounidense, sino, como dijimos, una lógica de circulación del discurso. No nos referimos a una difusa (y cínica) idea de “manipulación mediática”, sino a una circulación discursiva que cruza distintos actores. Así un juicio erróneo primigenio (no incorporemos aún las variables –también difusas– malicia ni interés) genera un encadenamiento de “errores” que podrían llegar (terminando con el ejemplo) en un pobre Barack Obama atragantado con su fried bacon al leer un sorprendente informe en un desayuno que se le presentaba apacible.

Supongamos entonces un error en el origen. Algún estudiante lo escuchó a Kicillof en la facultad decir “Keynes se la come, Marx se la da”, lo cual no desentonaría con la riqueza semántica que lo caracteriza (en este caso, me encuentro yo en el origen del juicio “empírico”; al menos en Sociales; en Económicas tal vez usaba otro vocabulario…). El texto viaja sin su contexto y el hipotético estudiante (obviemos por ahora el detalle de que es sordo) le cuenta a su tío que, a su vez, es periodista deportivo del prestigioso diario La Nación, que a su vez se le escapa delante de un editorialista que luego hace pública tal fuerte convicción ideológica (convenientemente estilizada) para que luego lo diga algún diputado del PRO que a su vez es reproducido por algunos medios de comunicación (no sólo el diario mencionado) y todo termina en un dominó reaccionario según el cual el Departamento de Estado advierte que hay que seguir de cerca a la Argentina y, en consecuencia, Obama indica a la representación estadounidense en el FMI que sólo puede hacerse el distraído con el ascenso del “marxista” Kicillof siempre y cuando el gobierno argentino se desprenda de un indeseable miembro de Guardia de Hierro (el sector “setentista” que compartió con el mismísimo Francisco I –hoy, por cierto, admirado por Obama) para así acotar el movimiento revolucionario que se venía gestando en el sector de las estadísticas públicas, el cual tuvo el ambiguo balance de haber pulverizado la pobreza de formas pocas veces en la historia de la humanidad (“no nos quieren porque somos ejemplo…”), al tiempo que haber beneficiado a tenedores de unos especiales bonos (cupón PBI, mayormente en moneda estadounidense) entre los que se encuentra, justamente, aquel miembro de Guardia de Hierro al que no puede achacársele marxismo o anticapitalismo algunos (no Francisco, el otro). Si uno fuera un poco optimista repetiría aquello de que “la historia avanza por su lado malo” y se alegraría por la renuncia del mencionado tenedor de bonos al tiempo que esperaría que al menos por esta vez el FMI privilegiara la realidad estadística (de la que, nobleza obliga –es decir, no por mero “cipayo”–, invariablemente estará más cerca que el estado argentino en su actual etapa) por sobre una de sus funciones básicas que es la de ser justamente representante político de acreedores privados. Hay, no obstante, lugar para el pesimismo, dado que cabe la posibilidad de que el FMI (en un arrebato de un arcaico sabbatellismo) termine diciendo “apoyo lo bueno y critico lo malo” para así salvar aquella parte de la creatividad estadística que beneficia por vía del cupón PBI a los acreedores privados (incluyendo, dado que la discriminación es algo despreciable, a los acreedores privados que son funcionarios públicos argentinos).

Pero resulta que una vez que comenzó el, digamos, rumor por escrito, un ex compañero de estudios de aquel estudiante originario le recuerda a su colega que el profesor había dicho “Keynes is coming, Marx is out”, lo cual, además de ser verosímil dada la asiduidad que tienen los dirigentes kirchneristas en insertar

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ridículamente (¿pedagógicamente?1) frases en la primera lengua de Smith, Keynes y Thatcher, se reafirma a posteriori gracias a la confesión pública por parte del estudiante originario de que escucha como la mona (…o como gorila) y que dada su pésima audición y el lugar del aula en que se encontraba aquella vez hay que dar por seguro que el hecho haya sido un malentendido. Llegados a este momento podríamos analizar la historia de Kicillof o su tesis de doctorado, pero sólo para caer en el ridículo. Cuando hay sordera o predisposición a no entender, es como si el aula de aquél día se hubiera llenado retrospectivamente de gente que es sorda o que no está dispuesta a escuchar. A fin de cuentas (y por eso hemos suspendido toda tesis de “manipulación mediática”) las confusiones no necesariamente son culpa del emisor o de todo el encadenamiento de emisores (con sus respectivas malicias y los oscuros intereses corporativos que conllevan), sino que también pueden ser responsabilidad del receptor. Yendo más allá de nuestro hipotético sordo originario, cabría incluso invertir el dicho para postular “a palabras sordas, oídos necios”.

Por otra parte habría que recordar que ir al aula no es un privilegio de los escolares o de los universitarios. Todo el tiempo estamos en alguna situación sometidos a la acción pedagógica, subordinados a una autoridad pedagógica que no necesariamente es un medio de comunicación, o, mejor dicho, no principalmente subordinados a ese tipo de medios sino, sobre todo, a aquel medio que es más fin que cualquier otro medio aún siendo medio, es decir, el estado; eso (que no es ni “sujeto”, ni “objeto”, ni “instrumento”, ni “oficina”) que tiene entre sus roles el de educar moral e intelectualmente en la dominación. Pero la autoridad pedagógica por excelencia o el estado no se impone como un mero emisor y, por ende, potencial “manipulador”. Trabaja por la construcción (el estado es siempre como un estado spinoziano dado vuelta) de receptores más o menos sordos o (y/o) más o menos necios.

2) Sobre La Nación, Carlos Pagni, el formalismo ruso y… ¿lo qué?

Por las dudas (y a la defensiva) hay que decirlo: los medios son malos, feos y manipulan; los emisores

esconden tras una cínica “objetividad” intereses corporativos oscuros. Pero centrémonos por ahora en el receptor. La manipulación en el origen (a diferencia de nuestro hipotético sordo del apartado interior) démosla aquí por axioma. Vayamos entonces a lo que entiende el receptor. A partir de ejemplos del diario más tradicional, trataremos de sacar conclusiones que sirvan para el análisis concreto de la situación concreta.

Para indagar sobre las recepciones sobre las que se ejerce la manipulación (como dijimos, axiomática), remitiré solamente a: un artículo de Carlos Pagni y un microdebate en twitter por su interpretación; a otro artículo de Pagni, una confusión generalizada y algunas de sus derivaciones y en tercer lugar a una “manipulación” de la que La Nación terminará siendo declarado inocente.

2.a) En un artículo de noviembre de 2013, Pagni culmina una larga nota sobre los cortocircuitos y concesiones a propósito del Código Civil con una ¿chicana? innecesaria: “Es casi inevitable que Conti, Filmus y Heller terminen aprobando un texto expurgado por la mano invisible de Francisco, mientras Victorio Codovilla se revuelve en su tumba moscovita.”2 Aunque parezca un ejercicio fútil, vayamos al mencionado microdebate por twitter, el cual será iniciado por Martín Caparrós.

1 “Bastaría recorrer la calle Santa Fe de esta ciudad Capital para encontrar negocios con nombres y anuncios en inglés, u observar atentamente los nombres de la mayoría de nuestros cines y teatros, para advertir sus nombres exóticos que, de tanto verlos, forman el escenario natural de nuestro paisaje. A pesar de haberse nacionalizado bastante en las últimas décadas, aún subsisten en el fútbol, por ejemplo, los relatores –e incluso los simples simpatizantes– que usan palabras como corner, hand o referee, como resabio de otros tiempos…” Norberto Galasso, «13 de noviembre, Día del Pensamiento Nacional», en Tiempo Argentino, 13/11/2013, ¡2013!. 2 «El nuevo Código Civil, a merced de las urgencias kirchneristas», La Nación, 14/11/2013.

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[<https://twitter.com/martin_caparros/statuses/400967145133072384>]

No hacemos tal reproducción por la importancia del debate o de su temática, sino porque muestra el problema de la recepción a través de dos participantes muy cercanos entre sí en lo ideológico y muy cercanos (entre sí) en cuanto a la presencia o ausencia (Sr. Lector, no lo vamos a manipular aquí) de eventuales “malicias” e “intereses”. Es casi lo que en ciencias sociales se considera una situación de laboratorio. No puedo más que (hasta aquí) darle la razón las réplicas de Ernesto Tenembaum. Es más, una “lectura pura” que se abstrayera de la trayectoria del autor debería atribuirle macartismo a Caparrós. Pensemos en cómo reaccionaríamos si leyéramos en La Nación (para seguir con el ejemplo) algo sobre la “inverosimilitud de la existencia del comunismo” reducido a un “viejo fantasma” (en rigor, dice “PC”, lo que llama a ambigüedad). Es decir, el macartismo no se reduce al “macartismo del House Committee on Un-American Activities” (“…yo soy macartista, pero de McCarthy y Jean”) organizado a partir de la exageración y la paranoia. Más bien, el “macartismo (pos)moderno” o, mejor dicho, el macartismo neoliberal, se funda en lo contrario, en la condena por vía de la denegación o un desdén por vía del “anacronismo”.3 Me parece aquí que para cualquier periodista (independientemente de su ideología) la obligación moral (¿pero quién la cumple?) está en denunciar al macartismo allí donde existe (pasa como con el “nazismo”, no es una acusación que convenga “gastarse” ante cualquier gesto autoritario de, por ejemplo, un liberal, un peronista

o un lefebvrista –por Marcel, no por Henri). Y hoy, por poner sólo un caso extremo, el periodista más macartista, aquel que hace del macartismo neoliberal su pan de cada día, no está en La Nación, Ámbito Financiero o en C5N, sino en el periódico exprogresista Página/12 y responde al nombre de Horacio Verbitsky

3 Dijo Duhalde: “La versión sobre su pasado marxista a mí ni me va ni me viene porque el marxismo no existe hoy.” «Duhalde elogió a Capitanich y le aconsejó irse “si no tiene margen”», Perfil, 22/11/2013. Previamente Federico Pinedo había dicho “Un marxista en el siglo XXI es como decir: «soy partidario de la economía de Juan Moreyra»” «La oposición cuestionó el nombramiento de Axel Kicillof al frente de Economía», La Nación, 19/11/2013.

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(y hacia adentro sólo aspiran –sin éxito– a empatarlo columnistas habituales como Mario Toer o José Pablo Feinmann).

¿Tiene sentido gastar tantos caracteres en aquella siquiera chicana de Pagni? De lo que se trata aquí no es de la intención expresiva del emisor, ni en la manipulación (lo dijimos: es un axioma) sino en poner en discusión nuestros protocolos de lectura y así poder acercarnos a la cuestión del receptor.

2.b) Un artículo que generó mayor revuelo tenía como tema principal a quien constituye nuestro personaje-excusa. En marzo de 2012, Pagni publica «Axel Kicillof, el marxista que desplazó a Boudou» con una frase que desencadenaría acusaciones que ratifican aquello de la oscuridad de los “medios dominantes”. El relato se organiza en torno del “vamos por todo” y por tanto requiere del personaje “marxista” que vendría a ser (necesariamente) demostración de aquella (falsa) idea (creo que poco después Pagni tendería a admitirlo). No obstante, no es tal manipulación la que generó acusaciones, sino la inclusión tangencial de la cuestión judía: “En los últimos tiempos Kicillof se concentró más en Marx. Está aprendiendo alemán para leerlo en su versión original. Hijo de un psicoanalista, bisnieto de un legendario rabino llegado de Odessa, la genealogía de Kicillof parece ser una sucesión de dogmáticas.”4 Esta última oración desencadenó otra de las ya aburridas controversias sobre el avance del nazismo (!) en Argentina, que tuvo en tal ocasión el rasgo distintivo de la intervención clarificadora de la jefa de estado señalando antisemitismo. En este caso, Cristina de Kirchner juntó la citada mención de Pagni con un artículo de Clarín en el que se atribuía “soberbia” “montonera” a La Cámpora gracias a una herencia genética (en el discurso presidencial apareció… ¡hasta Mengele…!). Sirve aquí el contraejemplo, porque en un caso no se dice nada (en realidad, nada conexo: “psicoanalista”, “rabino”, “genealogía”, “dogmática”), mientras que en el otro se dice una reverenda estupidez (“Muchos de ellos son hijos o familiares de militantes montoneros.” “Los identifica el mismo gen que a sus padres.” “No es el coraje que, aun en el error, mostraron aquellos cuadros armados que desafiaron al propio Perón, sino la soberbia.”5) Por supuesto que hay una diferencia de talento. Siguiendo a Bourdieu, podríamos decir que una forma del buen juego, es saber jugar hasta el límite de la regla, permaneciendo dentro de la regla.6 Del otro lado está el referí ciego (o la referí ciega) que podrá no obstante cobrar penal en ambos casos sin discriminar entre la jugada lícita (aunque no nos guste ni el equipo ni la jugada ni el medio) de Pagni y la previsible barbaridad de Blas Giunta puesto a jugar un juego que desconoce (y no obstante, siempre habrá un sector de la tribuna que gritará “huevo, huevo, huevo…”).

[Ver: <http://www.youtube.com/watch?v=GHx1FVjdoGA#t=8m45s>] Uno podría especular sobre la figura de un árbitro objetivo e imparcial, receptor fortuito del mensaje

del que no era destinatario mentado. De ahí que cabría pensar en una lectura formalista o estructuralista (en el sentido de la intención con que se llevó originalmente el estructuralismo al análisis literario) en abstracción del contexto y de la historia del emisor. Si bien sería ingenuo pedir una lectura así (independientemente de si el autor se lo mereciera) y hasta ridículo para el género periodístico, valdría tenerla en cuenta como una especie de filtro que sirva para reprimir un primer instinto de reacción (o puteada). Al menos que sirva para razonar las puteadas o dirigirlas hacia la ideología en cuestión, antes que hacia frases descontextualizadas respecto del texto e hipercontextualizadas respecto de las (falsas) posiciones pertenecientes a la (falsa) escenificación política en la que vivimos.

Para pasar a la cuestión del receptor en base a este nuevo ejemplo y ya que estamos (“como izquierda que le hace el…”) en aras de defender cualquier derechista que se nos cruce, vamos a recordar el último episodio (mucho más breve y un poquito menos aburrido) de las recurrentes acusaciones sobre el “nazismo” y/o la “banalización de la Shoa”. En este último episodio, la desencadenante fue Elisa Carrió que comparó a Guillermo Moreno con Adolf Eichmann no por lo autoritario sino por lo burocrático. Se generó una réplica de la DAIA de “banalización”, que fue contestada a su vez con las mismas palabras (de te fabula narratur, pero bajo la forma “…No, vos sos puto…”). Más allá del hecho de que sea tedioso el pésimo nivel del debate público argentino que, aún cuando incorpora (“se enriquece por…”) figuras y personajes de otros contextos no puede sino repetir el círculo de la mediocridad, hay que poner a prueba el aludido “filtro formalista” para

4 «Axel Kicillof, el marxista que desplazó a Boudou», La Nación, 12/3/2012. La segunda mitad del artículo es, no obstante, destacable. Allí donde la mayoría del periodismo ve mal porque no está mirando, Pagni ve, aun cuando malinterprete (en otro lugar decíamos que en esa nota “parece constatar un discurso doble, para invertirlo y, a la vez, negarlo”; A. Blancovsky, «La masacre de Once y el modelo (ya) profundizado», nota 8). 5 Osvaldo Pepe, «Los “imberbes” de Aerolíneas», Clarín, 12/3/2012. 6 Ver p.e. Cosas dichas. Barcelona, Gedisa, 1988. p. 85. Por supuesto que el deporte más ilustrativo al respecto es (lo siento, compañeros nacionales y populares) el rugby.

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una “lectura pura”. Y lo haremos contraintuitivamente, contextualizando e historizando para así poder (en el buen sentido) descontextualizar. Carrió tiene trayectoria en decir estupideces mayúsculas a la hora de buscar referencias históricas con las que comparar la actualidad argentina (viene al caso cuando dijo que la “única diferencia” entre Kirchner y Hitler es la ausencia de campos de concentración7). Y no obstante hay que decir, “Abstracción, abstracción perseguirás”. La única vez que Carrió estuvo sutil (lo que no implica que estuvo correcta; valga lo dicho sobre la jugada, el jugador y el equipo a propósito de Pagni) en buscar algo del nazismo con qué comparar la realidad argentina, obtuvo una respuesta no sutil de la DAIA (que a su vez no se había pronunciado en otras oportunidades sobre Carrió o sobre aseveraciones similares –sí sobre Pagni). ¿Hay manipulación? El problema está en la “buena” o “mala” lectura del receptor, en este caso la DAIA (como antes Caparrós o Cristina de Kirchner leyendo a Pagni). Atento a sus intereses (aparición triunfal en nuestro texto…), el receptor puede descontextualizar el supuesto mensaje respecto del enunciado e “hipercontextualizar” la situación política en la que ve (por, digamos por ahora, “recepciones previas” o por manipulación propia) el riesgo latente del antisemitismo al que hay que combatir, aunque fuera interpretando un mensaje que nunca existió. El ejercicio, entonces, de una “lectura pura” pasada por el llamado “filtro formalista” es evitar justamente aquello que en la recepción cotidiana ocurre a la vez: descontextualización del supuesto “mensaje” respecto del enunciado (en sentido de Bajtín) e hipercontextualización del “mensaje” en una situación política más o menos irreal.

2.c) Traeremos por fin un último ejemplo para mostrar concretamente la “hipercontextualización”, dejando ya de lado a Pagni pero vueltos a requerir de algún enunciado aparecido primariamente en La Nación. Más que un caso adicional de descontextualización sumada a “hipercontextualización”, se trata de “hipercontextualización” y nula lectura. Entre las columnas de opinión aparecidas en internet en el día de la muerte de Néstor Kirchner, Rosendo Fraga cerraba una nota bastante vacía con una oración que traería “polémica”: “La continuidad institucional no está en riesgo en la Argentina, pero puede estarlo la gobernabilidad en el final en el tramo final del mandato de Cristina, si ella no aprovecha lo que posiblemente sea su oportunidad histórica: dejar de ser la presidenta de una facción, para pasar a serlo de todos los argentinos.”8 Cuanto bloguero suelto del oficialismo se sintió en la necesidad de dedicarle algún insulto a Fraga, por poner en duda la “continuidad institucional”, pero cuidándose siempre de no citar aquello que merecería semejantes puteadas (patriadas).

Será necesario ahora volver a contextualizar para descontextualizar. Hagamos entonces una mínima puesta en situación según los posicionamientos ante el acontecimiento de las cuatro grandes corrientes ideológicas o, si se quiere, de los cuatro sectores del espectro político (con independencia de su tamaño). La izquierda en líneas generales se abstuvo (lo cual, comparativamente no estuvo mal) o hizo análisis de compromiso. La oposición formal9 (en sintonía aquí con los llamados “medios dominantes”) estuvo en la lógica celebratoria de la necrológica (celebratoria, por supuesto, del personaje, no de su muerte; la excepción quizás haya sido Carrió al confundir la lógica de la necrológica con la lógica de la necrofilia), que es una regla básica de la normal convivencia democrática (aunque el personaje es diferente y nosotros lo atribuiríamos al campo político antes que a los medios, vale la excelente condensación que realiza el dibujo citado a propósito de necrológicas más recientes). El kirchnerismo (incluyendo ya al sabbatellismo, que como tal ya había dejado de existir) se movió entre la celebratoria necrológica (sin diferenciarse del resto de la derecha) y la telenovela de Andrea del Boca con fuegos artificiales. Las palmas a la ridiculez sin lugar a dudas fueron (meritoriamente) para la cuarta región ideológica, la cual tuvo mucha visibilidad (relativa) en esos días que constituyeron una suerte de “relanzamiento de la corriente”: el neosabbatellismo. Si decíamos que el kirchnerismo asumido puteó a Fraga y a La Nación sin citar (cosa que tampoco necesitaba), el neosabbatellismo creía que se le requería raciocinio, argumentos y referencias concretas para justificar un posicionamiento ideológico preexistente (o incluso, para justificar su espontánea “tristeza”…). Por eso pisa el palito de explicar lo que no puede explicar, fracaso que es su éxito (y su aire para su ulterior crecimiento inútil), porque simbolizó a miles de simpatizantes de un

7 Elisa Carrió (entrevista), «“Me voy a un lugar de mayor libertad”», Página/12, 16/7/2006. 8 Rosendo Fraga, «Sin Kirchner, Cristina puede asumir el poder», La Nación, 27/10/2010. 9 La noción de “oposición formal” la propusimos en «Bluff de reforma judicial y nostalgia del 7D», mayo de 2013.

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ancho océano de quienes tienen éxito de engañarse como “de izquierda” mientras fracasan (siempre provisoriamente) como kirchneristas, sea en disfrutar de las mieles de la militancia o el empleo público, sea en la “felicidad” de “sentirse nadando a favor de la corriente”.

Así en «No esperaron ni 15 minutos», Prensa de Frente (Frente Popular Darío Santillán) cita a Fraga: “«La continuidad institucional no está en riesgo en la Argentina, pero puede estarlo en el final en el tramo final del mandato de Cristina», amenaza.” Desaparecen dos palabras tontas, “la gobernabilidad”, para forzar la interpretación golpista que era un postulado que se intentaba demostrar,10 postulado que, por cierto, preexistía en mucho más tiempo que 15 minutos. Atendiendo al lado del emisor se podría decir que manipulan más que el kirchnerismo, en tanto que este último al menos no trucó la cita. Pero volvamos a poner entre paréntesis la cuestión del emisor y su manipulación.

Si obviáramos la canallada de la alterar la cita a los propios intereses (lo cual es –¿hace falta aclararlo?– independiente de la “canallidad” del citado), ninguna de las versiones modifica lo esencial. Si un astrónomo dijera “La continuidad del planeta Tierra no está en riesgo, pero puede estarlo”, ¿significa que está anunciando (o alentando) el fin del mundo, la plaga gris, el Juicio Final o implica un enunciado vacío? Nuestro hipotético referí imparcial diría que tal estupidez no es falta, siquiera “jugada peligrosa”. De ninguna manera penal y expulsión como reclaman a los gritos dos de los cuatro sectores de la tribuna (independientemente de que haya sentados allí quienes griten con cinismo).

Dado que estamos comparando frase con frase con independencia (descontextualizada) del enunciado, para que la frase vacía del astrónomo tuviera algún sentido hay que, necesariamente, reponer algún contexto. Si se dice en el día en que se descubrió un nuevo asteroide masivo o en el día en que se hizo público algún estudio de la NASA recalculando la edad del Sol y sus reservas de hidrógeno, no cabría más que sospechar que estamos ante un astrónomo golpista. Es decir, cuando la frase es vacía, más necesitamos del contexto, pero también más probabilidades tenemos de insertarla en un contexto equivocado o, sobre todo, de inventar un contexto totalmente ficticio. En rigor, todo el tiempo el gobierno del estado argentino es la NASA anunciando un contexto (asteroide o edad del Sol) que aún siendo mentira (pero a la vez, primicia de todos los días) deja todavía lugar para la “interpretación” ulterior de los astrónomos que (mejor dicho) son tan poco golpistas que lo único que hacen es ir por la vida anunciando el golpe. Y sin embargo, el fin del mundo le tiene sin cuidado al receptor kirchnerista, que continúa normalmente su vida y su proyección a futuro (aún cuando dice creer en un futuro dudoso o incluso de eventual extinción masiva),11 mientras que el receptor

10 «No esperaron ni 15 minutos», Prensa de Frente, 27/10/2010. Destacado original. El comienzo es también significativo: “«Sin Kirchner, Cristina puede asumir el poder» se burla Rosendo Fraga, operador político del diario insignia de la reacción, La Nación. Distante de las formalidades [!] en las que cayeron todos los enemigos políticos [!] del ex presidente con hipócritas [!] palabras de condolencia mientras se refriegan las manos, en un artículo plagado de referencias a la debilidad de la actual presidenta el [!] opinólogo de la derecha vernácula se convierte en el primero en explicitar, sin demagogias, lo que seguramente sea una línea de avance para la coyuntura que se avecina: la erosión de la imagen presidencial para forzar un traspaso adelantado del gobierno [!], o un escenario favorable a un recambio por derecha [!].” (De paso ver qué buena hechura tuvieron tales vaticinios…) Inmediatamente después viene la cita (truncada). Sorprendentemente sí hubo un blog del kircherismo que citó y lo hizo correctamente: Diario registrado. Ejercicio de copy-paste que realizan de manera adecuada, pero que para compensar parecen requerir de hacer un ejercicio bizarro de historia. Así comparan a La Nación con Lanusse por tratar de condicionar al gobierno que se iniciaría, sin notar lo mal parado que dejan no a La Nación sino al “condicionado”, es decir, Perón (y por extensión a sus actuales herederos). «La Nación dice que está en riesgo la gobernabilidad», Diario Registrado, 27/10/2010, 13:47. En el sector del arco político que va desde el obsecuente full time al obsecuente neosabbatellista, mientras más convencido se estaba parece que menos se requería de la “automanipulación”. 11 Recientemente tuvimos la hermosa pieza de psicosis literaria de Mempo Giardinelli que volvió a mostrar que en las notas en las que se denuncia el inminente golpe de estado no se va al punto de desenmascararlo (siempre el mismo objetivo, pero se distraen fácil…, son patriotas con TDA…), sino en utilizar el lenguaje para meros juegos, por caso, de historia de la poesía («El poeta, el dólar y los golpes en la vida», Página12, 19/1/2014). En «678, Perón y la Triple A» relatamos, a propósito de otro de los desvaríos del paleo-operador Horacio Verbitsky, una situación bien significativa en que la defensa de la democracia ante la amenaza de golpe se diluye por cuestiones ridículamente arbitrarias: “En noviembre de 2009 se vivía (como casi siempre) en un clima destituyente. La CGT y D’Elia discutían la organización de un acto en la Avenida 9 de Julio «en defensa de la democracia». «Belén respaldó las críticas del oficialismo, que señaló que la oposición intenta “desestabilizar” al Gobierno. “Los que quieren desestabilizar son el 0,5 % de la población. Nosotros consideramos que es la izquierda la que está produciendo estos hechos de desestabilización…”». […] Sigue Verbitsky: «Escalofríos es lo que provocó en el gobierno y en la CGT el pensamiento maniqueo y anacrónico de Belén cuando dijo que el acto convocado para el próximo viernes por la CGT era una advertencia a los tres poderes del

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neosabbatellista cree que hay que tomar algún atajo para acercarse al poder (al menos acariciarlo), desdeñando la construcción a largo plazo, dado aquello de Keynes (no Marx) de “en el largo plazo, todos estaremos muertos”… sea por el anunciado asteroide, sea por la inminente transformación del Sol en una gigante roja.

El contexto ficticio es necesario para que el receptor real invente un mensaje que puede o no haber

estado en la intención expresiva del emisor (en este caso, Fraga, pero vale para cualquiera, incluso para Pagni y Carrió… o Hitler). En última instancia, el mensaje no sólo es vacío sino que es innecesario, dado que el circuito político de la comunicación es (hoy) una relación entre emisor y receptor en la que no hay mensaje, sino mero contexto, que a su vez es ficticio. El golpismo de papel (lo que alguna vez hemos llamado la “Semana Santa permanente”) es uno de los “contextos” puestos en el mercado para que sea más o menos cómoda la vida del sordo individual. El contexto es el mensaje.

3) Obviedades o La fiesta del panelista

Así llegamos, o volvemos, a Kicillof. La manipulación de cuando el emisor puede decirle “marxista” empequeñece frente la manipulación de cuando un receptor puede creerlo marxista. Por supuesto no hay un emisor y un receptor, sino encadenamientos. Como citamos desde el caso del microdebate de twitter, el receptor (más o menos manipulador como receptor) se convierte en un (sincero) emisor que, en el mejor de los casos, puede no volver a “manipular” conscientemente en tanto emisor.

Receptores (receptores-emisores) kirchneristas o furiosamente antikirchneristas nos llevaron en el “debate” en torno al “marxismo” aún por debajo del nivel de ignorancia medio del comentarista de La Nación. Y fue adrede. Unos y otros. Y tal vez fue adrede aún siendo inconsciente.

Si La Nación o Perfil hablan del ministro marxista evidentemente mienten, pero lo que más bronca genera en el periodista de Página/12, Tiempo Argentino o 678 no es que La Nación o Perfil realicen semejante manipulación, sino que ellos están vedados de poder realizarla (entre otras razones, por el indeleble macartismo peronista o porque el discurso doble tiene allí uno de los pocos límites). (ver el video previamente citado en que el presentador de 678 desmentía “cómicamente” a Pagni).

Nada nuevo si pensamos en otro tipo de “manipulaciones”. Un caso similar (aunque con mucha mayor libertad para los periodistas y militantes oficialistas) está en cada vez que se da la ridícula asociación entre kirchnerismo y Montoneros. Sí es manipulación de la “derecha” (y por los peores motivos), pero es la manipulación que más confirma el orgullo de muchos militantes de la ingenuidad en el kirchnerismo.

Está el aire; no son sólo Bárbaro o Reato (cayeron en semejante estupidez gente con algún grado de cordura como por ejemplo Sarlo12). ¡¿Cómo un kirchnerista va entonces a salir a denunciar la siempre presente “manipulación mediática”?! Sería un sinsentido. El kirchnerista (aún de forma inconsciente) no denuncia la “manipulación mediática” del otro, sino que la festeja. Más bien, denunciarla es su forma de festejarla.13 Así se explica que pese a la estrategia general de victimización que los hace transcurrir más de un lustro en el gobierno “al borde del golpe de estado”, los programas de denuncia de la manipulación mediática (empezando por 678) sean tan particularmente festivos. Es que no sólo se muestran felices por cómo la están embolsando, ¡de seguro que hay algo más!

Aún bajo el mismo tipo de manipulación del receptor, estamos ante manipulaciones del emisor sostenidas en bases diferentes. Y el mismo peronismo está operando aquí para construir esas bases diferentes. Aunque parezca contradictorio, el peronismo como ideología de la conciliación de clases y como ideología macartista, evita decir tener algo que ver con el marxismo y al mismo tiempo puede decir tener algo “rebelde” (“el peronismo será revolucionario o…”, ¿cómo era?) o tener que ver con peronismos previos, incluyendo el de los años setenta (¿pero de qué bando?). El kirchnerismo (pero no el gobierno, que dice explícita y

Estado en defensa del modelo sindical de personería única, amenazado por la zurda loca, manejada desde afuera. “Por la CTA, que es la cuarta internacional”, aclaró. Con buenos reflejos, la presidente CFK pidió que no se realizara el acto anunciado en apoyo de su gobierno…» Fiel a su estilo, el paleo-operador sugiere que el publicitado acto en un momento crucial que tenía por objetivo supremo la «defensa de la democracia», se posponía indefinidamente gracias a los «buenos reflejos» de Ella ante las declaraciones de macartismo desembozado de uno de los dirigentes de la llamada «columna vertebral» (¡¿pero no estaba en riesgo la democracia?!).” (Noviembre de 2012, destacados originales míos). 12 B. Sarlo, «El mito de la juventud maravillosa está en marcha», La Nación, 10/9/2012. Comentamos esa nota y una respuesta posterior de Artemio López en «Planes para que no haya planes: viaje por la cartografía política kirchnerista», septiembre de 2012, nota 14. 13 Para un contraste con nuestras denuncias que no festejan, ver infra, nota 15.

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claramente lo contrario) puede decir que tiene que ver con Montoneros porque construyó a lo largo de los años una revisión historiográfica de los setenta en que hubo una “juventud rebelde” pero no revolucionaria que hizo su aporte a la restauración democrática de 1973 en conjunto con el resto del “pueblo” (incluyendo, por caso a los compañeros de la CGT; a fin de cuentas hasta los compañeros parapoliciales votaron democráticamente lo mismo). Solidificó unos esquemas de percepción bajo la versión peronista de la teoría de los dos demonios que permite que la propia “manipulación del receptor” no vea qué cosa se está diciendo sobre la actuación de cada sector (en especial de cada sector del peronismo) en los años ‘73-76, empezando por no poder saber qué dicen sus propios líderes, que siempre aborrecieron de cualquier “trapo rojo”:

“...las reacciones que ustedes ven, grupos minoritarios que no son ni de derecha ni de izquierda, grupos de mercenarios que ejercen la violencia en forma indiscriminada porque en el voto no existen; la gente no los vota porque la gente quiere paz, trabajo, esfuerzo. Entonces estos grupos que predican la violencia y que tienen mucho espacio en los medios, son grupos que tienen cero voto y mucho espacio, ejercen la violencia y todo el mundo sabe quienes son. Son los mismos de siempre y espero que la Justicia proceda como corresponde para darnos a los argentinos las garantías que corresponden.

”No puede ser que gente que fue con molotov en la mano, esté de vuelta en la calle. […] ”[…] Se tienen que armar porque no tienen más que eso, armarse para perturbar y tratar de alguna manera de

enturbiar la convivencia nacional. Nosotros los argentinos queremos vivir en paz, vamos a vivir en paz y eso fue el voto del 23 de octubre.” Néstor Kirchner, 8/11/05. [<http://www.casarosada.gov.ar/discursos-2007/11449>]

“…tenía una clara comprensión de eso, de los procesos históricos colectivos, Néstor también. Y bueno, y porque además se aprendió durante las duras jornadas y experiencias de los años setenta que las vanguardias pueden servir por ahí para satisfacer algunas cuestiones, no sé [si] personales o individuales o heroisismos [sic] de los que fue acostumbrada nuestra juventud, pero que muchas veces si uno no entiende que lo verdadero está en lo colectivo y en ir avanzando todos juntos, se frustran los procesos más virtuosos y se pierden, tal vez, los hombres y mujeres más valiosos.” Cristina de Kirchner, 21/8/12 [la transcripción oficial (última visita: 20/3/13) dice –con absoluta coherencia al párrafo– “vanidosos”…].”, <http://www.presidencia.gob.ar/discursos/26045-acto-de-homenaje-a-envar-el-kadri-palabras-de-la-presidenta-de-la-nacion>.

Con el “marxismo” de Kicillof no pueden hacer lo mismo no porque exista aquí un prurito ético-periodístico o cualquier otro tipo de prurito, sino porque no hicieron ningún tipo de trabajo previo (las “bases” del contexto) o revisión historiográfica que permitiera (ver en contraste al gobierno chavista en Venezuela) hacer de la actual experiencia histórica algo comparable (todo lo matizado, “nacional-popular” o “bolivariano” que se quiera) con alguna experiencia socialista. El peronismo que tanto aporta para justificar cualquier cosa lleva aquí a una de las extrañas situaciones en que opera como límite, incluso como límite para la manipulación. Y no obstante, tuvieron un as en la manga: un gobierno que abusa de la tercerización, necesitó aquí tercerizar (por ejemplo en La Nación) la manipulación sobre sus vinculaciones con el “marxismo” (la benéfica propaganda gratuita que suele hacer la oposición cuando cree que está criticando, lo que llamamos “tercerización opositora del discurso doble”).

Pero en uno y otro caso, esas “bases” necesarias para la manipulación (por parte del emisor y del receptor), son partes del contexto ficticio (bajo la mencionada lógica de que el contexto es el mensaje) según el cual si el gobierno es contextualmente de “izquierda” o peronista (contextual mas no relacionalmente) no hace falta saber qué está diciendo ni haciendo. 4) Manipulación del receptor: los oídos necios como presupuestos

No existe nunca la emisión tan potente. Toda la supuesta apertura del debate del “rol de los medios de comunicación” que uno y otro “sector democrático” (es decir, del sistema) reivindican como un avance de estos tiempos (independientemente de lo que cada uno diga sobre la ley de medios), no es más que una gigantesca reproducción de consignas pretendidamente “suspicaces” que sesgan la comunicación hacia el lado del emisor, con fuerte independencia del poder. El “paradigma de la manipulación mediática” reduce el poder al poder del emisor y, en consecuencia, los poderosos no son los poderosos, sino los emisores poderosos (o sea, poderosos meramente en cuanto emisores).14 Así, no es raro que Clarín sea el poderoso pero no 14 Así no puedo más que sorprenderme con una recurrente ingenuidad que de tan frecuente sorprende cada vez menos: “Mientras tanto, es cierto que la pelea entre el gobierno kirchnerista y el grupo Clarín ya ha ocupado demasiado espacio, demasiada energía que podríamos dedicar a problemas tanto más urgentes, tanto más decisivos.

”Aunque ha tenido, por el momento, un par de consecuencias inesperadas: mejoró mucho ciertos medios del grupo, por un lado. Y sobre todo: terminó por ser un curso un poco violento y gritón de lectura de medios para multitudes.

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Monsanto, Barrick o Telefónica de España (que todavía no sabemos si tiene algo que ver con algún medio…). Es decir, no porque emisores manipulen hablando de Clarín antes que de la Barrick, sino porque el poder político (que no excluye –mediado– el poder político del poder económico de la Barrick, etc.) logró imponer un contexto en que el receptor valora el mensaje que habla de Clarín y pasa por alto (o subordina, como el neosabbatellismo ‘verde’) el mensaje que habla de la Barrick (uno podría ir más atrás y descubrir la enorme influencia –pero, de nuevo, como contexto más que como emisión– que ha tenido la corriente de la “economía política de la comunicación” que a fuerza de “mostrar” la importancia de los propietarios de los medios, “olvidó” dar importancia a, por ejemplo, la propiedad de los medios de producción). En última instancia, el “paradigma de la manipulación mediática” requiere de todo el discurso del pluralismo y toda la jurisprudencia internacional de libertad de expresión porque es el mejor mecanismo por el cual volver a olvidar al poder. El signo es arena de la lucha de clases y en la idea de manipulación que se viene manejando, la burguesía se festeja a sí misma borrándose como tal de todo signo posible.

Dado que la emisión no es tan poderosa, Goebbels podía teorizar con el efecto de la mera repetición (y matizada, por aquello del “algo”), gracias a que la emisión estaba asentada en el poder (y el poder, a su vez, no era un mero efecto de emisión). Si, como dijimos, el contexto es el mensaje, lo que salga del emisor termina siendo intrascendente. ¿Es manipulación? ¿Miente? Para algunos ejemplos recurriré a imágenes, dos murales y una foto en twitter.

¿De qué se trata este mural? ¿Es manipulación? ¿Es mentira? Este tipo de mensajes funcionan porque antes que ser manipulaciones del emisor apelan directamente a la manipulación del receptor (para abreviar, así llamaremos de aquí en más a la manipulación por parte del receptor). Y son tan vacíos (por más que estén plenos de sentido) que requieren del contexto más que ningún otro mensaje. Supongamos en contraste un discurso racista (supongamos antisemita) con un contenido mentiroso. El contexto no modifica su mentira a lo largo de los siglos (por más que se adhiera a la noción positivista de “prejuicio” y se subordine la concepción de igualdad a una eventual y potencialmente cambiante “verificación empírica”), sino que solamente juega como condicionamiento dando más o menos efectividad al mensaje. Puesto en el espacio-tiempo (Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, 2011), el mural reproducido no tiene por mensaje algo más o menos mentiroso del estilo “los judíos son inferiores”; al contrario, dice “zurdo, te primeriamos”. En suma, el mensaje es verdadero. El mensaje depende del contexto (si lo pintaban en 2003 ó 2004, iban a caer en un ridículo tal que se les reiría hasta el más desinteresado miembro de tal facultad) y su único mensaje es ser un señalador (su enunciado es un mero deíctico) del contexto que lo habilita a surgir como mensaje. Y aquel mensaje es efectivo por ser tan vacío. Y su propia efectividad es su condición de posibilidad, lo que hace de tal efectividad algo casi tautológico. Por lo tanto no podría estar en otro contexto (2003 ó 2004 pusimos como ejemplo, aunque lo mismo vale tal vez para 2014), recordándonos que no se

Después de esta pelea, de tantas acusaciones, de tanto verso y tanto sapo y tanto desmentido, ya casi no quedan en la Argentina receptores inocentes, ingenuos de los medios. Eran la mayoría: sí claro es cierto, salió en el diario, lo dijeron en el noticiero de la tele. Y ahora en cambio es: bueno, salió en qué diario, qué canal, de quién es, qué me querrán decir, para quién operan. La primera víctima de esta guerra boba es el mito de la objetividad de la prensa, y es una gran noticia que haya muerto: pocos farsantes tan dañinos. Nos costó pero, por lo menos, aprendimos a leer.” M. Caparrós, «La tía abuela de todas las batallas», Pamplinas, Blogs El País, 10/11/2013. Destacado mío. Se verá que nuestra tesis es la contraria: desaprendimos a leer.

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trata de un emisor poderoso que pueda usar su “poder mediático” para manipular hacia dentro su espacio de influencia, sino de un contexto ficticio poderoso que puede necesitar emisores más o menos torpes (aún como manipuladores) para llegar a un receptor que estaba previamente destinado (“contextualizado”, si se quiere) a manipular el enunciado al menos como factible (pero, lo hemos visto estos años, como algo mucho más que factible). Y, por último, lo que “salva el mensaje” es un receptor que todavía (aún en 2014) tiene interés no en saberse inmune a la manipulación de tal o cual emisor (empezando por el estado), sino en creerse no manipulado por el contexto. En otras palabras, tiene interés en pensarse (o leerse) “libre” para mantener su “lectura” más o menos dicotómica y –sobre todo– no relacional de la realidad).

El contexto (amén del inerradicable macartismo del peronismo) puede llegar también a hacer otro tipo de señalamientos de sí mismo. El peronista “de los noventa” o de 2007 hubiera tapado el próximo mural, pero el del 2011 prefirió modificarlo. El peronista del 2011 puede realizar una sutil alteración nada sutil. Tal vez se trata del mismo individuo y, por supuesto, tiene los mismos intereses y la misma ideología, pero en un momento el contexto es más fuerte que él (y por supuesto, que su emisión concreta) forzándolo a cosas como la siguiente (en Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Sur). Y en su eficaz torpeza es torpemente sutil al elegir cuál de las tres consignas tapar de las banderas. Acepta la bandera que clama justicia. Acepta la que pide perpetua a su “compañero” Pedraza. No acepta la consigna que (según su creencia) menos lo involucraría: “basta de precarización laboral” (en suma, como buen kirchnerista, acepta más el reclamo que la queja, dado que en la “Nueva Argentina” ya siquiera hay de qué quejarse). Sólo en apariencia es algo menos deíctico que el mural previo: requiere sí de un contexto más “cargado” en el que se incluye la idea del militante joven que se sugiere que están reivindicando justamente como joven de pertenencia política confusa (supuestamente equiparable a su hermano biológico que sí es, en contraste, necesario como emisor manipulador y sin que ello quite se rol como receptor manipulado).

Pero a propósito del mural anterior, habíamos dicho que el contexto ficticio poderoso puede necesitar emisores más o menos torpes (aún como manipuladores), dando a entender que la habilidad del emisor no es algo necesario; agreguemos ahora que no es siquiera frecuente. De hecho, la facilidad para decir cualquier cosa y que no tenga efecto negativo sobre los creyentes es uno de los indicios del poder que sigue teniendo el contexto. Si Barone reivindica los aprietes del Perón de la Triple A sobre el periodismo, el contexto forzará la manipulación del receptor que dirá “¿qué les molesta de lo que dijo Barone?”, del mismo modo que no pudo siquiera escuchar las palabras siguientes del conductor del programa rechazando las ocasiones en que un periodista realiza una “humillación de la función pública”.15 ¿Hubo allí manipulación? ¡Al contrario! Cuando los emisores son más sinceros con lo que piensan (como cuando Cristina de Kirchner habla de los setenta o los “trapos rojos”) es cuando más el receptor más debe manipular (aunque sea para desoír y reponer el mensaje con un mensaje ficticio). Y pasar a la manipulación (preferentemente propia) que sigue.

Si el emisor sin habilidad aparece en un contexto ficticio poderoso aparece eso a lo que estamos tan acostumbrados. La barbaridad dicha tapa a una anterior, los receptores que decodifican el mensaje se indignan

15 El episodio lo analizamos en «678, Perón y la Triple A», noviembre de 2012. De paso digamos (ya que se ha hablado tanto de macartismo) que la sinceridad (macartista de los setenta o de la actualidad) no nos puede poner contentos. No hay un “cuanto peor, mejor” cuando el macartista se sincera (“gente uniformemente vestida de rojo…”, “el mundo es redondo…”, etc.), sino, al contrario, la constatación de la impunidad con que quien ya sabíamos desde antes macartista puede hoy publicitarse como tal y, por tanto, publicitar tal ideología.

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y los receptores que manipulan el mensaje son indiferentes o a lo sumo defienden (sin manipulación consciente en tanto emisor) la barbaridad dicha, a veces ratificando la barbaridad, a veces haciendo una exégesis que busca eliminar todo rastro del mensaje original. Se podría caer aquí en la acumulación de ejemplos y en un vacuo intento de análisis del discurso (manipulado), pero me vuelve a parecer que la idea de manipulación mutila lo que hay que explicar.16

Es así que también el contexto es el blindaje. Pero antes que ser un blindaje que acerque y unifique al emisor con sus receptores políticamente afines, se trata de un blindaje que tapa el mensaje de los ojos del propio emisor. Al no creer (ni, aunque pueda parecer, defender) una idea (ingenuamente) “liberadora” de las “lecturas plurales”, podría pensarse que aquí estoy forzando demasiado hacia una idea de univocidad el mensaje, aunque creo que la situación es la inversa (a los fines de la brevedad, permítaseme una tu quoque). Es el emisor el que desmerece otras lecturas posibles justamente porque está demasiado confiado en la univocidad del contexto como mensaje (no tiene la mínima autocensura al presuponer un mercado lingüístico que valora su mensaje, cosa que tampoco es un error17), del cual pretende (inconscientemente) un efecto derrame de univocidad sobre el propio enunciado.

Y si dejamos de lado el blindaje ante el propio mensaje y nos quedamos con aquél que acerca a los afines haciendo de la manipulación del receptor una extraña forma con que “se protege” al emisor, no es casual haber visto una plétora de analfabetos políticos convertirse en “ases” de la retórica

política. Si no hubo “trasvasamiento generacional” en la dirigencia política, sí lo hubo en los comunicadores políticos. Así florecen los Brancatelli, los Mengolini, los Palma y la crème del periodismo deportivo “politizado” (lo que a su vez implica otro mensaje ambiguamente democratizador: cualquiera pueda hacerlo,

16 En «Planes para que no haya planes» dimos cuenta (desde el lado de la emisión) de eso que la idea de “manipulación” suele “mutilar”. 17 Para un caso extremo ver:

[<https://twitter.com/Luis_Delia/status/441526276642598912>] Cabe consignar que los muertos de la NASA no llegan a la veintena, es decir, podría haber dicho sin saber 20 ó 70, pero justo eligió 50…

[<https://twitter.com/diegobossio/statuses/327536115542286336>]

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desde Boudou hasta Moria Casán, incluso vos18). O haber visto un Barone asemejado a un Verbitsky.19 El emisor manipulador más habilidoso20 empalidece, queda emparejado y debería replantearse lo injusto (en términos comparativos) de su remuneración. Pero lo mismo vale para el otro “bando”: un contexto que habilita (junto con otras ayudas) que tengamos en los primeros lugares de la política nacional a mudos hablados por el contexto, porque son meramente lo que el contexto hace de ellos como en el caso de Mauricio Macri.21

5) Muros de interés en los oídos necios del receptor

Olvidemos por un momento (sin, por supuesto, rechazar) todo aquello a lo que nos remite el uso de “interés” en el marxismo. Bourdieu mostró como nadie que la forma materialista de entender el interés individual es haciéndolo algo no reductible a lo que se suele llamar “interés material”, incluso cuando exista este último. Como ejemplificó con sus investigaciones sobre intelectuales y artistas, existe incluso el interés por el desinterés (lo que, a su vez, y aún subordinadamente, no niega necesariamente los correspondientes emolumentos, incluso pueden ser así justificados). El kirchnerismo profundizando hoy un dramático proceso de ajuste económico da lugar a un sugestivo espectáculo que fuerza a miles de personas a entrar en contradicción entre sus intereses materiales individuales y aquella “pequeña” parte de sus intereses materiales que son sus intereses económicos. En otras palabras la creencia y la “inmersión” en cierta realidad (en cierto contexto ficticio) genera intereses incluso en aquel que por estar “inmerso” se encuentra todos los días subordinando su interés económico (lo que la mayoría de las veces implica subordinar el interés de clase).

Interés del receptor. Pongamos como primer ejemplo de intereses que se esconden detrás del receptor a alguien que en algunos años será objeto de varias tesis de doctorado: Pablo Ferreyra. Ante la manipulación del receptor la emisión alternativa es inútil,22 así como fueron inútiles todas las operaciones y agravios que desde el poder se realizaron para atacar la figura del militante asesinado y para encubrir el propio accionar del kirchnerismo (incluyendo felicitaciones a la Policía Federal). Valga un ejemplo más doloroso, la madre de Plaza de Mayo (Línea Fundadora) que se declara peronista porque descubrió (con posterioridad al secuestro y desaparición) que su hijo era peronista. Por supuesto, que ese interés hará manipular cualquier cosa que diga un presidente peronista para pensarla acorde con cualquier idea de respeto a las víctimas y a los derechos humanos, pero lo esencial de que pudiera ejercer su “libertad de manipulación” según la jurisprudencia interamericana no pudo estar nunca en la potencia del emisor al que podría manipular ni en la fuerza de sus propios intereses creados al que muchos querrán simplificar como intereses monetarios. Esos intereses creados (no económicos) tienen fuerza sólo porque pudieron apoyarse en un contexto que hizo que sean Néstor Kirchner o Cristina de Kirchner conductores de la corriente política de la que dice sentirse parte y no Menem o Duhalde (que, pese a que Menem fue el único que pagó con algo de cárcel, pertenecerían a alguna otra identidad política). La manipulación del receptor marca la diferencia entre los familiares de las 18 Visto (sesgadamente) desde el lado de la emisión decíamos: “Un estado discursivamente más fuerte que nunca; incluso que haya lugar para muchas de las bizarras críticas que realiza «la oposición» es también índice de la fortaleza del discurso del estado. Y así no es raro que haya cierta «politización». En torno al 2001, la burguesía no tenía tantos «soldados». No tenía voluntarios, jóvenes ni actores de telenovela que se posicionaran políticamente. […] cierto tipo de politización […] es, por el contrario y ambiguamente, la politización de la dominación burguesa, la hegemonía sustentada por una nueva «redistribución» entre consenso pasivo y consenso activo.” «Cómo cometer 29 errores y dar lugar a serias consecuencias políticas: a propósito de un artículo de Claudio Katz», agosto de 2011. Piénsese también en lo poco que tiene de disruptivo ver en los medios la opinión balbuceante de cada personaje que no tiene nada que decir (Casán es un buen ejemplo). Ya que estuvo mencionado Goebells y el nazismo, cabe referir a la sesuda revelación que sigue: <http://www.youtube.com/watch?v=aeCtYTwdH0A#t=23m43s>. 19 En «678, Perón y la Triple A» trazamos el grosero paralelismo que une a ambos. 20 Por las dudas hay que aclarar que la noción de “habilidad” que venimos mencionando no puede reducirse a una mera idea de capacidad o competencia. Verbitsky es más competente que Barone (aunque sean muchas veces compelidos a decir las mismas estupideces), pero la desigual habilidad no puede nunca asimilarse a desiguales competencias en un contexto que justamente desmerece las competencias (valga incluso el ejemplo para Kicillof que se va acercando a ser un López Murphy pero con menores competencias para las matemáticas y la lógica). 21 El lugar preponderante (imprescindible) de Macri lo tratamos en «Planes para que...». 22 Lo más inútil es (lo dijimos en otro lado) “contrainformar”, apostar a la salida “iluminista” frente a la cual se está “bien” “preparado” para responder con cualquier interpretación (de manipulación del receptor) que “patee” todo dato hacia un “paradigma de la complejidad” que provee un “atajo moral” ante lo (previamente) inincorporable. «Planes para que...».

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víctimas a quienes el contexto ha hecho susceptibles de manipular la recepción de los abundantes mensajes que recibían desde el poder (va entonces desde algunos familiares de víctimas de la dictadura militar hasta Susana Trimarco y Pablo Ferreyra) y aquellos que supieron decodificar qué les estaba diciendo el poder (como caso paradigmático, los familiares de la masacre de Once23). A fin de cuentas (y no es ninguna novedad), saber leer es algo que se castiga.

Pero si decíamos que la habilidad de los emisores no es algo usual, habría que ver cómo juega el contexto en cada ocasión a los fines de (para seguir con el ejemplo) facilitar o no la manipulación del receptor en familiares de víctimas de distintas masacres por parte del estado. La emisión no es tan poderosa, ayude cuanto ayude el cotillón. Así se ve la enorme diferencia (como conmoción y como resultado) que han tenido respuestas diferentes a masacres sucesivas. En el caso de Once (que a pesar de todo demostró una fortaleza de un gobierno ante un hecho que hubiera dejado maltrecho a cualquier otro) el contexto pareció ocultarse tras la palabra de emisores extremadamente torpes (Garré, De Vido y Schiavi en primer lugar). Los emisores hablaban de la realidad (aunque manipularan). Y es porque su emisión preponderó sobre el contexto, que la emisión se develó incluso poco poderosa para manipular. En la inundación de La Plata de abril de 2013, los emisores no hablaban de la realidad sino del contexto. La “militancia juvenil” en los barrios no era una mera manipulación, ni el discurso estatal o mediático acerca de la militancia era una manipulación. Habían vaciado el mensaje (a diferencia de los cargadísimos mensajes acerca de la masacre de Once) para lograr algo muy parecido a aquél primer mural que reproducíamos: un mero deíctico. “Argentina, un país de gente solidaria” como temporal lema de estado o la propia presencia en la calle de la juventud kirchnerista (Unidos, organizados y solidarios) eran nuevos mensajes vacíos por los cuales cerrar (no voy a decir “suturar”) el circuito de la comunicación entre el emisor y el receptor a través del mero contexto ficticio (una Nueva Argentina, de esperanza, gente en la calle y juventudes comprometidas con el prójimo…). Y allí (aunque el ¿azar? de Larroque-Miceli ayudó bastante) la oposición formal cayó en el error obvio: en lugar de discutir la realidad (si se quiere, de reponer un contexto alternativo que diera cuenta de las verdaderas condiciones urbanísticas en cuestión y del verdadero rol del estado antes y después de la masacre), discutió la apropiación partidaria (sesgadamente hacia La Cámpora) de donaciones o bienes públicos que estaban en el mural vacío componiendo el deíctico (que, de nuevo, tiene ‘efectividad tautológica’) de un contexto “emergente” y no de la realidad concreta inundada y de muerte que terminó así más lejos de poder ser “representada”.

A fin de cuentas se inventó algo llamado Twitter que es (por lo menos en contextos históricos como el actual) la mejor de muestra de cómo se puede interpretar cualquier cosa de lo que dice el otro, contestar sin leer, leer siempre lo que ya se pensaba que el otro iba a decir independientemente de lo que diga y un larguísimo etcétera. Pero es obvio (es lo que hemos tratado de dar cuenta en el texto) que va más allá de ese ejemplo y que no se trata de algo que esté determinado tecnológicamente. Porque nos hemos convertido en una población no lectora y eso no es por un avance del analfabetismo, sino que nos hemos convertido en una población no lectora tomando en cuenta sólo a los alfabetos, incluso solamente a los cultos. Podría finalizar remitiendo a correlaciones de fuerza, a circulación de discursos alternativos, a la mayor o menor fuerza de las heterodoxias en el campo cultural, etc. al menos para no sugerir una mera prognosis “decadentista”. Sin embargo sí hay algo del orden de lo tecnológico. Aquello que la incorrecta idea de “populismo” pretende referenciar se puede sí distinguir por algo ‘decadentistamente’ “de vanguardia” que va más allá de las enormes diferencias entre países: una aterradora efectividad en el uso de no muy novedosas tecnologías sociales de interpelación que (correctamente) presuponen demasiados intereses en múltiples receptores manipuladores. Nada que ver con cualquier visión “atávica” de masas enloquecidas por el líder antidemocrático como se implica en las lecturas en clave “fascista”, sino, al contrario, América Latina como experimento de lo más “vanguardista” de la democracia occidental, o sea, del uso más vanguardista (y posiblemente –y peligrosamente– “exportable”) de la democracia como régimen de dominación. En este sentido, América Latina sí es ejemplo para Europa, pero no en cuanto a las políticas económicas, sino como “vanguardia” de la renovación conservadora del régimen democrático.

Nos convertimos en una población no lectora cuando el mensaje desaparece y el contexto cierra el circuito de la comunicación. ¿Pero no ocurre siempre eso? Sí (por supuesto; al principio hablábamos del estado spinoziano al revés) y no. Decíamos que el estado trabaja por la construcción de receptores más o menos sordos o más o menos necios, aunque viendo la experiencia de los últimos años uno cada vez extraña más a los sordos (en última instancia, si se me permite la analogía optimista, aquellos a quienes no sabemos por qué canal hacer llegar nuestro mensaje). Es aquí que no se puede seguir sin repensar algunas cuestiones

23 «“«Vos no sabés lo que es el dolor», me dijo Cristina”», Infobae, 21/2/2013.

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que hacen a la contrahegemonía, por caso la idea de juego entre “desinformación” y “contrainformación” con que se manejó la izquierda y con que se manejaron usualmente los medios alternativos, algo que se puede resumir en la fórmula “desinformación + apatía”. Así hemos visto (ya sé que seré injusto con multitud de militantes) la práctica cotidiana de que se es “alternativo” por incorporar a la agenda periodística conflictos gremiales silenciados, pero los mismos comunicadores corren rápido a ver apenas sale qué ha editorializado Verbitsky (piénsese también en lo que aquí se acercan los “medios alternativos” oficiales –valga el oxímoron– y los del neosabbatellismo) ¿Y el sordo? Creo que es tiempo de alejarse de nuestra imagen del desinformado, el habitual sujeto-objeto del que tanto habló nuestra tradición (el analfabeto político de Bretch, el indiferente de Gramsci y así…), que nos vuelve a estancar en una perspectiva iluminista. El que no escucha la emisión del estado ni la emisión de los medios masivos (por supuesto que no estoy siendo literal) era otro tipo de sujeto construido por el estado (algo que, a decir verdad, se añora de tiempos como el menemismo), que el sujeto construido en esta etapa por vía de una hipertrofia auditiva que (salvo casos de conversos o de confundidos seriales) los hizo pasar sin escalas de los oídos sordos a los oídos necios, regalándoles una “libertad” para manipular la recepción (bajo la nueva idea de “politización”) que el “regalador” no puede sino cobrarse, obviamente, a un alto precio.