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Schérer, René, Miradas sobre Deleuze. -1a ed. - Buenos Aires: Cactus, 2012. 160 p.; 21X14 cm. - (Occursus) ISBN 978-987-26219-8-8 1. Filosofía. l. Título. CDD190 Cet ouvrage, publié dans le cadre du Programme d'Aide a la Publication Victoria Ocampo, bénéficie du soutien du Service de Coopération et d'Action Culturelle de l'Ambassade de France en Argentine Esta obra, publicada en el marco del programa de Ayuda a la Publicación Victoria acam- po, cuenta con el apoyo del Servicio de Cooperación y de Acción Cultural de la Embajada de Francia en Argentina Título: Miradas sobre Deleuze Título original: Regards sur Deleuze Autor: René Schérer © 1998 by �ditions Kimé Traducción: Sebastián Puente Diseño de interior y tapa: Manuel Adduci Impresión: Gráfica · MPS Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723. ISBN: 978-g87-26219-8-8 ira. edición-BuenosAires, Noviembre de 2012 : w.editorialcactus.com.ar µ: editorialcactus@yahoo.com.ar René Sché rer Miradas sobre Oeleuze Editorial Cactus ·�OÌURSUS�

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  • Schrer, Ren, Miradas sobre Deleuze. -1a ed. - Buenos Aires: Cactus, 2012. 160 p.; 21X14 cm. - (Occursus) ISBN 978-987-26219-8-8 1. Filosofa. l. Ttulo. CDD190

    Cet ouvrage, publi dans le cadre du Programme d'Aide a la Publication Victoria Ocampo, bnficie du soutien du Service de Coopration et d'Action Culturelle de l'Ambassade de France en Argentine

    Esta obra, publicada en el marco del programa de Ayuda a la Publicacin Victoria acampo, cuenta con el apoyo del Servicio de Cooperacin y de Accin Cultural de la Embajada de Francia en Argentina

    Ttulo: Miradas sobre Deleuze Ttulo original: Regards sur Deleuze Autor: Ren Schrer 1998 by ditions Kim

    Traduccin: Sebastin Puente

    Diseo de interior y tapa: Manuel Adduci Impresin: Grfica MPS

    Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723. ISBN: 978-g87-26219-8-8 ira. edicin-BuenosAires, Noviembre de 2012

    I}: www.editorialcactus.com.ar 181: [email protected]

    Ren Schrer

    Miradas sobre Oeleuze

    Editorial Cactus

    OCCURSUS

  • NDICE

    Advertencia 9

    1. Preludio. Deleuze vivo - Un tono de amistad 11

    2. La escritura, la vida. 15

    3. El demonio de Deleuze {Impersonal 1) 29

    4. Homo tantum {Impersonal 2) 39

    5. Paradojas de los devenires 57

    6. Potencias del deseo: Deleuze y las costumbres 73

    7. Una va no-platnica de la verdad. La homosexualidad revisitada

    79 8. Fbrica del alma - GillesFlix

    10] g. subjetividades fu era del sujeto

    121 10. Deleuze y la utopa

    131

  • Ren Schrer

    MIRADAS SOBRE DELEUZE

  • Advertencia

    Inspirados en la amistad, estos textos se escalonan a partir de las muertes sucesivas de Flix Guattari en 1992 y de Gilles Deleuze en 1995.

    Deleuze es entonces tambin la escritura comn de El Anti-Edipo y de Mil Mesetas, de Qu es la filosofta?, adems de los libros escritos por el filsofo solo: Lgi.ca del sentido, Diferencia y repeticin, Cine 1 y 2, El pliegue, por citar solamente estos.

    Nada impide concebir esta recoleccin de artculos como un acto de recogimiento, el acto de una amistad que llama a recogerse recogiendo.

    No se encontrar aqu, evidentemente, una exposicin sistemtica en regla, sino vistas, es decir cortes a partir de ciertos puntos singulares, de ciertos temas. Son miradas. Y se sabe que las miradas son tambin aberturas hechas en un muro para poder mirar'. De afuera hacia adentro, e inversamente. Por medio de estas miradas esperamos hacer sentir hasta qu punto la obra deleuziana hoy, intensamente, nos mira.

    Dadas las circunstancias de redaccin de cada fragmento, en varias ocasiones se encontrar la idea de la muerte. Quisimos este rasgo como estribillo. Pero no es para rumiar una tristeza can contraria a un pensamiento totalmente consagrado al deseo ilimitado de la vida, a la alegra.

    1 En referencia a un uso de la palabra que no existe en castellano [N. del TJ.

  • Gracias a Nicolas Hutter Emilie Y Jean-Baptiste

    '

    Muriel Schum-King z' . D . ' OUZJ, .

    nss, Halim y Pau!ette Kayser, sm ellos esta recopilacin no hubiera visto la luz.

    1 Preludio

    Deleuze vivo - Un tono de amistad

    En 1994, dado que tena trato con dos estudiantes de Amrica latina, discpulos muy entendidos de Gilles Deleuze, deleuzianos incondicionales, ganado yo mismo por el entusiasmo y sintindome devenir un proslito, le escrib a Gilles:

    Nosotros, deleuzianos . .. . Me contest, divertido: No creo que seas 'deleuziano' sino, en cambio, que son1os amigos,

    y estamos entonces en ese estado de entendimiento anticipado, o an mejor, en esa hospitalidad.

    Esta frase, que hace partcipe al humor, me ha tocado y me ha gustado. Ms an hoy, que nos ha abandonado trgicamente y tan dignamente. Eso es Deleuze, aqul que desde el principio convirti su filosofa tan atractiva, fuera de toda inquietud de orden terico y de obediencia, en el deslumbramiento provocado por sus fulguraciones: esa hospitalidad, ese acto de amistad y de amor.

    Ella le ha dado a mucha gente la posibilidad simple de pensar, de no avergonzarse de su propio pensamiento .. . o de su falta de pensamiento; los ha despertado al ejercicio del pensamiento, los ha reconciliado con

    11

  • Ren 5chrer l. Es un fenmeno absolutamenre curioso, excepcional, propio de Deleuze. Se produjo desde el momento en que comenz a ensear en Vincennes (la nica universidad que haya podido tolerar), cuando con Flix Guattari emprendi la edificacin de ese sistema riguroso que llam una mquina de guerra, nada cmodo de asimilar, seguramente, difcil en su terminologa y sus mtodos, pero que sin embargo le hablaba a todo el mundo, que le concerna a todo el mundo, y en el cual todos conseguan alojarse. Por todo el mundo entiendo, por supuesto, a aquellos que la filosofa haba dejado librados a su suene, a los que aterrorizaba, desanimaba, sea a causa del terror suscitado por la historia universitaria de la filosofa, o a causa del terrorismo marxista-leninista-maosta, o ms an, del lacano-freudismo. No se puede comprender a Deleuze si no se vuelve sin cesar a este perodo bisagra y crucial para l como para nosotros. Este perodo de Vincennes en el cual todo el que (todos los que) todava no haba tomado la palabra, pudo tomarla a travs de l y gracias a l; encontr su Frmula.

    Muy recientemente volv sobre sus Dilotos con Claire Parnet, que acaban de ser reeditados en una-edicde bolsillo. Admirable obra! Advert en ella aquello que lo hizo desviarse de la historia de la filosofa: su imagen calcada del Estado, con sujetos, tribunales, personas, juicios. A esa imagen que aplasta, que rechaza todo otro pensamiento, todo otro discurso, le opone el pensamiento que opera sobre el afuera, por captura, vuelo, barrido. Una frmula extraordinaria: Antes que juez, barrendero. De este modo es que ha recogido todas las exclusiones, las revueltas, las soledades, que le ha dado derechos al deseo, que no tena lugar en ninguna parre, y sobre todo no lo tena enrre los especialistas psico-analfricos. Lo hizo pasar con esa amistad y esa cortesa extremas que componen su encanto. La hospitalidad deleuziana empez a burlarse de la altivez' filosofante, la turba lilosoFesca, hubiera dicho Fourier. Lea an ms recientemente, en el bello libro de Franois Chltelet, Crnica de las ideas perdidas, la evocacin de un curioso episodio que haba escapado de mi memoria . Se ubica hacia 1976:

  • Ren Schrer El libro de Guy es m b uy ueno b 11 h morra . y amo tu eplogo, la disti '. ,

    ri anre asta en la enfermedad la homosexualidad como el ad

    nc1on profunda de los dos estados d Voy a copiar lo que sigue> L

    enro y el afuera. Slo t ... .

    e

    pongo a cada una de sus pal;br:s go solamente a causa del valor que Je

    tomo lo dice divenidamente de' o creo que fuese a ofenderse, ni que o haga llorar en su tumb . E

    una manera tan sensible en Di '/, '

    hay en a>1. sa es Ja razn . ,

    a ogos, j

    tre nosotros una relacin e j . j ' me escnb1a, por la cual

    o que, puedo decrtelo ... Esa es la

    , cua te admiro y te quiero m:s de gustana poder decirme deleuziano

    on por la cual, hasta la muerte, me

    14

    2. La escritura, la vida.

    Pars, 5 de noviembre del 95: terrible, espantosa noticia de la m:uerte del filsofo Gilles Dcleuze. Evidentemente se tema su muerte, puesto

    que estaba gravemente enfermo, respirando con esfuerzo y, despus de un

    tiempo, alimentado por tubos de oxgeno, pero ahuyentbamos sin cesar la idea hacia plazos inciertos. Agotado, sin duda, pero obstinado en el

    trabajo, radiante, acogedor hasta el final. Se decidi: levant vuelo en una

    cada rara y sublime, llegando a igualarse al acontecimiento de Ja muerte, conservando en l toda su trgica ambigedad. Pues, como haba escrito haca mucho tiempo en una de sus obras mayores, Lgica del sentido:

    ((La muerte es a la vez lo que est en una relacin extrc1na o definitiva

    conmigo y con mi cuerpo, lo que est fundado en m, pero tambin Jo que no tiene relacin conmigo, lo incorporal y lo infinitivo, lo impecsonal, lo

    que est fundado slo en s mismo; a propsito de otro gran imposibilitado, de Joe Bousquet que supo, l tambin, un estoico, devenir digno de lo que nos llega, decir s a la muerte por amor a la vida>>.

    Creo que de la muerte de Gilles Deleuze, que guardar eternamente su misterio, slo se puede hablar filosficamente. Ciertamente no se debi a alguna desesperacin o deseo de muerte>>, siendo que esta expresin,

    15

  • Ren Schrer

    la idea misma d .

    l. . . e un ((rnscmco de muerte p 1 . d

    ts1s, siempre le pareci ab opu anza a por el psicoan-

    D 1 errante Y contradictori -r; d 1 fil

    e euze es un himno a la d fi a. o a a osofa de

    . v1 a, una a umacin d 1 'd y

    me1or que l vivir filosfi h e vt a. nadie supo

    camente asta el extrem I' . D . muerte en su secreto en ese m d

    o imite. eJemos esta ' omento e vuelo en el 1

    acontecimienco y su aceptac' , que a muerte como

    1 d . ' n se reunen en un ge t d tb d

    a emno: Es en este sentid 1 . s o e 1 erra de cara

    1 h b o que e amor fati se a' 1

    os om res libres, escriba , una con e combate de

    Gilles Deleuze est m ' una vez ';'s en el mismo texto.

    d d uerro, se volo se disip

    in ivi uo; alcanz ese estado (), (

  • Rene Scherer relaciones mantenidas muy tempranamente con la protesta, la revuelca contra la sociedad circundanre, sus fulsos valores, su infumia, su estupidez. En cuanto a los enraizamienros, muy de moda hoy en da, ninguna orra cosa le fue tan extraa. En el momento en que con Flix Guartari le opona al esquema tradicional del rbol aqul otro profuso, Ruyenre en todos los sentidos, del rizoma, convirti

    ndolo en un verdadero concepto para una lgica de los agenciamienros, se diverta recordando (confidencia de Fanny) el origen meridional de los Deleuze, que eran antiguamente De l'yeuse3, es decir Del roble. Un :rbol respecto del cual no tuvo m:s inquietud que la de desatarse, como de la familia, tomando la lnea de fuga (una de sus frmulas favoritas) de un libro deriva.

    Estudiando en la Sorbona, Gilles Deleuze, junco con Franois Chireler, Olivier Renaulr-d'Allonnes, Jean-Pierre Bamberger, amigo de siempre, Michel 1ournie1; conforman un primer ncleo de amistad. Una amistad, la phi!ia griega que no dejar de acompaar su vida, que jugar un rol Fundamental en su misma concepcin de la filosofa. Una amistad que no repos sobre una identidad, ni siquiera sobre una comunidad de doctrinas, sino en un entendimiento m:b\ecreto, en parre inexpresable, campo de libertad preparatorio para roda eritura, para todo pensamiento. As ser, ms adelante, la amistad del gr po de filosofa de la Universidad de Vincennes, de la cual yo ser parrcip . Deleuze vivi en escas amistades, las cultiv cuidadosamente. Digo que no exigieron entendimientos doctrinales. La originalidad de Deleuze consiste, por el conrrario, en que se impuso muy tempranamente una ruptura con todas las tendencias conrempodneas que nos agitaban a nosotros, estudiantes: a la cabeza, marxismo y fenomenologa. A conrracorrieme, con un dandismo-canco intelectual como de modales y de apariencia- reconocido por todos, eligi como referencias a Hume (con Etnpirismo y subjetividad}, a Bergson, a Prousr, a un Nietzsche que deslumbr y asegur su reputacin de virtuosismo. Pero veo que ya me adentro en el camino de la bibliografa, de la construccin de una obra de la cual, efecrivamenre, la biografa ser difcilmente disociable. Todo Deleuze est en su obra; esre debera ser el postulado de su bigrafo. El todo de s mismo esr: en sus libros. Son ellos los que, no solamente poseen el sentido, sino que constituyen el acontecimiento, como escribi l

    J Lirer;ilmente De fa encina [Nora del rraducrorJ. 18

    Miradas sobre Deleuze

    ' s ms das infinitamente mas nea , de las obras literarias, de las iwv d l experiencias vividas fuera

    acerca alqu1era e as

    fi d fundamente verdaderas que cu

    , por la cual senta un pro un o pro , . ta es a razon ., l s que d ellas Entre parenres1s, es

    d. de comunicac1on, en o e .

    . . d los me ios b se le

    horror hacia las em1s1ones e oductor distinto de su o ra, y

    l se convoca al autor en ramo

    lqu

    cel;:e Mientras que lo verdad

    lero es

    r1r poseyera a . nque o ese

    interroga como s1 h bre esc en lo escnto, au

    h bla contrario. La verdad de u om

    -del ismo modo en que se.

    a , enfocado en s1 mismo la vida que connene y

    nunca este ara otra cosa: para

    . . ne la de el arte por el arte, pero

    P d 1 combinaciones que arroa, ne exalta-. La escritura, a travs e, as

    Claire Parnet en Dilogos. .

    vida como nico fin, 1 co::: :s rica, agitada, propodne prsf:;: As como la escmura e d l dominios del senn o y e

    d 1 . d en to os os

    . de to as os y experiencias mau Itas

    de todas las creencias y b

    , riencia, soltando amarras respeco de un yo timorato replegado s r_e : constricciones, comenzando por

    dasciplinada, sedentaria. l, el apo g . su vida real fue sensata, i

    form esta ltima pa a ra ;:t:';;,bundeo, del nomadismo, el:;0a

    g:

    , nunca sali de u ha-en concepto operatorio de ua .".no

    , se der10minaba. As me lo escn e racin -o casi-. Viajero mmvil,5a0s160 Alain Aptekman, confifd ente! . d los anos - ' lo ue mas

    otro de sus amigos e as de ese entonces, como cmplice de sus escapadas '."ro su estudiante Claire Parner: en una h . 1972 de su relac1on co

    . ada con postales que tarde, ac1a

    ' . Louis literalmente tapiz , ndolo

    habitacin de la Isla Samr-. N

    ' ces de dar la espalda, proclma f:

    l reproducan cuadros: su v1e. o

    uestros dfas, falso nomad1mo, a s. a los coloquios tan precia os en n ermanece replegado sobre s1, mientra; icacin en la cual cada uno p

    h de las pertenencias, en sabe comun

    ' . e en desenganc arse ' l ueridsima

    que el problema coslS desterritorializar, segun a q

    d la-abandonar los temtonos, en

    . n necesariamente tener que esp 'l

    palabra formada con '.xl :;:; divertimento pascliano ::1:e

    zarse. Deleuze, al reves e d 1 pensamiento y del mun o que ue supo cambiar la imagen e

    ::; ;;;;;::;;;brn ",;;',,':';'.'.:;::',;;;::,'. d como dato principal, que e

    pie aportando frmulas entra a,

    da libro con un nuevo ' . ' d lo exten-

    volviendo a empezar en ca 'zar el conjunto, hac1en o . conceptuales apropiadas ara ;

    e'. tiempo, como la mar en su fluo. derse por todos. los costa os a ' '

    19

  • Ren Schrer No le gustan las recadas las recu . escolsticas: l avanza. Como el

    erac1nes, los machaqueos o discusiones Estos hitos estn 1 . d uo, ;ustameme.

    efe : as tesis el 69, en las d . ero revolucionario relativo a la filo

    F qu to o esta dispuesto a su cura) orno lo he dicho) con las orent:i

    practica_da en ese entonces: rupen Diferencia y repeticin, Lgica del sen . es marxistas o fenomenolgicas, expestn. Estas tesis ya haban sido

    fido y Spmoza y el problema de la Pans, sea en Lyon, donde Deleuze e:u".:''.s a prueba en los cursos, sea en dnde experiment el primer ataquesdeno como profesor de conferencias c1on y

    e su mal y fi ' . '.

    c_onoc10 e movimiento del 68 al su no una grave opera-segu1ra siendo lid Es d d

    cual, como lo ha dicho . ver a que 110 . > siempre ser directamente instigador pol' . e

    fira sunplemenre un espectador. Sin estab inco, ue aqul d an, por v1a suri1, ms all de fi

    cuyas 1 eas directrices ya en el movimiento. Anunciaba un ;;c

    ;as y de las ideologas expresadas sam1ento --esta vez- va a ser ab . o post-mayo, en el cual su enuna cantidad creciente de estudia

    1::amente reconocido, va a congre;r a

    _Este hito del post-mayo es 1

    s, de pensadores, de artistas creadores psicoanalista disidente q fu e encuentro con Flix Guattar1' '

    .

    d , ue vorecer 1 > oven c

    .an o el comenz de una colaba .

    a ruptura con el Iacanismo, mar-s1 nada . racion sostenida . g 'Po/" Antt-Edipo en 1972 fi h

    de mas de veinte aos, En ese'nronces D 1 ' ec a clave.

    1 e euze es docente v co e grupo de amigos, al rinci io

    en Jcenes, donde se ha reunido M1cheJ Serres, luego Jean-ranrop

    1s 1Frano

    d1s Chareler, Michel Foucault sita > yotar y A ' no, so o poda convenirle esta un. .

    yo. e ' tan poco univer-uya nica preocupacin era explo

    i_vers1dad amistosa, entusiasmada a ense1anza de Deleuze en y rar tierras nuevas para el pensamiento

    ' bJ d b mcennes q . .

    . ica a, ' a acompaada, tal co ' u_e ue e cnsoJ de su obra u-una

    .actividad militan re. Sin so:::

    era de ngo: en aqul momento, :ar partido, fue uno de los promoto eterse a nmgun grupsculo, a nin n los oprimidos y de los excluidos ;s de esas Formas nuevas de defens; de

    _Con Foucault fund el de interv

    q se.llam.

    baban grupos de intervencin 1nt enc1on so re 1 .

    er1ene contra la institucin si . , . as pns10nes, con Guatrari psiquiatra denunciaba tambib1

    u1amca. Pues lo que se llam la anritutela, llamaba a la sociedod encierro, la puesta de los locos bo d a una torna d . . mas uradera que aquella ue s .

    e conciencia ms profunda despus del fracaso de esto; mo es

    .tuvo dispuesto a admitir ms tard: incluso estas utopas del po v1m1e

    dntos revolucionarios. Estas Iuch

    ' st-rnayo el 68 han d . d as, ' ea o marcas profun-

    20

    Miradas sobre Deleuze

    das en la sociedad contempornea, en las almas por sobre codo, y en los comportamientos. El nombre, la obra de Deleuze, estn asociados a ellas.

    Otro dominio en el cual Deleuze docente, Deleuze educador (tal como Nietzsche calificaba a Schopenhauer) dej su huella, es el cine. Aparte de una filosofa concreta de la imagen nunca antes intentada, y que es tambin la exposicin sistemtica de una filosofa a secas, sus dos grandes libros del 83 y del 85, lmage-mouvemente lmage-temps, resultantes de sus cursos de Vincennes y sobre todo de Saint-Denis (donde fue transportada Vincennes despus de su destruccin local), hablan, en la abundancia y la multiplicidad de los ejemplos, del valor de pensamiento del cine situndolo a la misma altura que el de Jos modos verbales de expresin. El cine piensa con la imagen y es incluso, entre las artes contemporneas, aquella que ms da qu pensar, o para decirlo mejor, que es creadora de pensamientos: al menos por medio de los grandes creadores, de Eisenstein u Ozu a Godard, a Resnais y Wim Wenders. De este modo, nadie se puso ms y mejor que Deleuze a la misma altura que la creacin viviente, ni se asoci con ella ms ntimamente. Su mirada de espectador no se detiene en una esttica de la apreciacin y del juicio: establece la lgica secreta de la operacin, el acto de fundacin de universo y de produccin de sensibilidades nuevas. Ya en Lgica de la sensacin, del 81, consagrado a Francis Bacon, propona los fundamentos de esta esttica profundamente anclada en lo sensible y en la vida, como rplica a las incertidumbres, a las equivocaciones, a las divagaciones de las recientes teoras del arte. A propsito de esto puede ser til sealar que Deleuze nunca se tom en serio la moda del posmodernismo, quizs por la simple razn de que, segn un bello artculo de Antonio Negri en Chimres, su filosofa estaba ms adelante y ya haba respondido a aquello sobre lo cual el posmodernismo poda interrogarse:

    Hay que ver en ella la primera filosofa de lo post-moderno. Una filosofa que, hundiendo sus races en la opcin alternativa, inmanentista) materialista de la modernidad, propone las bases que permiten reconstruir las ciencias del espritu4.

    No es mi propsito, ni est en mis posibilidades, exponer aqu un pensamiento caracterizado ame todo por su riqueza, su complejidad, su imaginacin proliferante. Fulgurante, deca Foucaulr. No obstante, y

    Chimhes, n 17, otoo de 1992, p.93.

    21

  • mienrras me acuerdo de l

    Ren Schrer

    sagradas a Kant S b as sorprendentes variado

    -

    la filosofa kantina' re cuatro frmulas poticas

    :s de D_eleuze con

    frmula poe'r , se presenta a mi esprir

    q e podnan resumir ica que le u a men fallecido al princ . d conviene adecuadamente Es d

    os una primera afirn

    .1a la superio::d ;e

    a guerra.del J4: Yo he s rim; G

    eorg TrakJ, movimientos y de . .

    poema impersonal inflad l . do el yo, que

    propio filsofo p vis10nes'. Pero prefiero esco

    , iasta explotar de or eso P ger as f reconozco b , ara esta exposicio'i1 , .d

    rni u as en el , astan te arb . rap1 a y P mana, propond , 1 or otra parre lo re e ntulo: '

    Sobre cuatro frmulas , la fi/oso'a dele que podnan resumir ,,, uz1ana.

    l. Qu es la inmanencia? Una vida' Es la Frm d

    d 1 u a e conjunto Ja b . e pensamiento de Del

    , que nnda el contorno . cin. Pensar es al euze, cualquiera sea el ob. 1

    y la onenracin canzarJa inm . ero y e terreno d l. Qu significa esto' An

    nencia, construir un plano de. e ap a-

    hay principio origin . te ro o, que no hay jerarqu

    nmanenc1a. nivel, perrenece o,-no hay Dios. Todo, El todo

    a ente os seres, no los hombres ? mo plano, tiene Ja mism d' .d

    ' esra en el mismo , sino tamb a igni ad jerarqua, sino difere . ien

    d os animales, las plantas l

    . no so amente puede suceder

    ncias e inters y de sentid d, as cosas; no hay que tenga m . o, e imp . acecho que 1 d ' as sentido la obser . , d

    orrancia. iy ,1 e un camb de vacion e u po de in manen ._ d 1 ' ministerio! Todo s d 1 _na garrapata al ci.i e pen . e esp reg 1 recorrerlo sin de

    samienro, con la cond' . , a en e cam-)ar que no d icion de que lo estran y lo .

    s etengan las ilusiones d l que sepamos

    Para el pen d er

    dizan con tan ros obstculos

    e as rrascendencias . sa or eleuzian superior e inferior. se

    o e. ser es unvoco Es d . solamen , r por analoga, ni ta

    . ec1r que no hay te acontecirniemos Sl , mpoco sustancias aislad . superficie, arrugas sobre ei

    ' o esra el aconrecimiento los fc as, sino

    campo del ser, pliegues. e ecros de

    s Critique et clinirue Paris Ed . 6 Georg TrakJ P. , , mons de Minuit, 1993 P 40 7 . ' oenu.'s 1"1Jlljt.ur.s, Paris A b '

    Plufosophie Paris Ed . ' u icr, p. 93. , ' . mons de Minufr Jo ' de seprien1bre de J 995 o 47

    22 > Jl p. 5

    Miradas sobre Oeleuze La filosofa de Deleuze ocupa un lugar fcilmente reconocible y nico

    en la filosofa contempornea gracias a esta afirmacin, a esta reivindicacin, renovada sin cesar, de la inmanencia contra rodas las trascendencias pretendidas y que pretenden dominar, poseer el campo del ser; comenzando por las ms eminentt:s: la conciencia, el sujeto, el significante. La afirmacin de inmanencia no es una simple constatacin, es un acto que derriba las fronteras, las creencias, las instituciones y los poderes de todo tipo. Acto de resistencia y de revolucin contra la aceptacin resignada del curso de las cosas.

    Deleuze es, se quiere heredero de Spinoza, a condicin de que se renga en cuenta que ha despegado la inmanencia de la Sustancia. Inventa la inmanencia que no est en nada, la inmanencia pura e identificada con la vida: Diremos de la pura inmanencia que es Una Vida.

    Es este pc::nsamiento, entonces, una filosofa de la vida, una Lebensphilosophie?

    En un sentido s, pero es preciso que nos entendamos. Ara1e a una filosofa de la vida como todas las grandes filosofas contemporneas desde Nierzsche, Bergson, hasta Husserl y Sartre. En todas se trata efectivamente de la vida, pero captada a partir de ese pequeo territorio de la conciencia en la que se nos aparece, en el cual podemos acapararla: la vida de conciencia, lo vivido. En todos salvo en Nietzsche, al cual por otra parre Deleuze se vincula, como con Spinoza, en el rechazo de la reduccin de la vida a la conciencia, y an ms, a la persona, al sujeto, al propio hombre.

    Deleuze piensa la vida pre- y a-subjetiva, pre- e in-org:nica, pre- y no-individual. La extiende a las cosas, a las formas, a los abstractos: la vida de la lnea abstracta.

    Inmanencia y vida no conocen ni sujeto soberano (una trascendencia), ni persona, o individualidad orgnica, sino solamente acontecimientos, singularidades, ecceida

    des. No hay trasmundo; las profundidades son

    intensidades. El campo de inmanencia, superficie, es recorrido por tensiones, est poblado por partculas. Deleuze deshace la imagen del pensamiento centrado alrededor del sujeto cara a cara con un mundo objetivo. Sobrepasa la oposicin sujeto-objeto y las certezas, que considera pobres, esrerilizantes, de las filosofas fenomenolgicas. Por asalto, por medio de una subversin de la imagen, ubica la impresin, el acontecimiento, la propia imagen (que se piensa en la imagen cinematogrfica)

    23

  • Ren lchrer fuera de las d . capturas el sujeto d -mmanente de b vida. Un empiris

    e sus reducciones, arrojndolas al Ru'o 'lo dado/a no es dado a un sujet:o

    .ame todo descriptivo, para el cuI dado,, . Paradjicamente a

    ' ino que el SUJeto se constitu e pmsmo trascende11tal ' causa de su radicalidad lo !Ja

    , y en . )). , mara:

  • Ren Schrer

    3. Se escribe siempre para dar la vida, para liberar la vida all donde est apresada, para trazar lneas de fuga,,.

    De cierta manera, toda la obra de Deleuze puede ser considerada quizs como una teora de la literatura, de la escricura. Y, en particular, de la literatura inglesa y americana. Sin exclusin alguna, puesto que menciona y estudia ampliamente a Proust, Artaud, Kleist, Dostoiewski, ecc; pero sigue siendo cierto que ticul uno de los captulos de Dilogos, De la superioridad de la literatura anglo-americana, y que considera que esca literatura, en contraste con la francesa, ha sido la nica capaz de liberarse del psicologismo y del moralismo del sujeto y de la persona, de dar va libre a la vida aucosuficienre, sin necesitar ms justificacin que ella misma.

    La lireratura es, para Deleuze, referencia y fuente. En razn de su evaluacin ms adecuada de la sexualidad, saca ms de David Herbert Lawrence y de Henry Miller, de Sacher-Masoch, que de Freud. Es por medio de una cica de Virginia Woolf o de Charlone Brome que alumbra su concepcin de la dispersin del sujeto, de las singularidades nmades, de esta diseminacin de partculas, molculas que componen el deseo, el inconsciente, las masrnoleculares. Ms que una base de naturaleza fsica, escas tienea correspondencia en la escricura. Pues es ella la que capta y expresa, en el agenciamiento de sus signos voltiles, lo incorporal del acontecimiento. Slo la escritura alcanza las singularidades que escapan a las formaciones masivas (lo molar) de los objetos y las entidades que el lenguaje corriente transporta como si fueran la realidad de las cosas. Slo cuentan las singularidads, las ecceidades. El escritor ha de tomarse al pie de la !erra. Tiene el arte de acceder a la vida porque tiene el secreto de los devenires en la lnea en la cual se mete, que es llamada lnea de faga: no porque ella le haga volver irreal el mundo por medio de una evasin en lo imaginario, sino porque l sabe meterse, por fuera de los caminos de las identidades pesadas, en los caminos de las metamorfosis.

    La escritura es inseparable del devenir". Un devenir que es devenir nio, mujer, animal, nunca hombre: al contrario, es la vergenza de ser hombre lo que mete al escritor sobre su lnea de fuga en la bsqueda de una vida que valga la pena ser vivida; pues la escritura nunca es su propio

    10 Pourpar/ers, Paris, Edirions de Minuic, 1990, p. 192. 11 Critique et clinique, p. 1 1 .

    Miradas sobre Deleuie

    . . a travs de las combinaciones que

    d 1 e uh "Laescncura, fin. Recuer o a IOrm , . fi 12 , arroja, tiene la vida como

    unco . n,

    . con la moral, con la op

    inon, co

    En comparacin con la ps1qu1ama,

    I' ca Es psictico, esqu1zofrm-

    I . ne la

  • Ren Schrer

    no tienen que ser introducidas por un como. Designan exactamente aquello de lo que se trata, pero en un dominio distinto a sus territorios de origen, desterritorializadas.

    Es preciso ser breve; pues sobre este punto habra que convocar a toda la filosofia de Deleuze. Bastar con decir que Deleuze es el virtuoso artificiero, el extraordinario creador de todo un repertorio de conceptos tomados de las ciencias, de la literatura, del arte. No de manera arbitraria, sino para responder, cada vez, a un problema.

    Entre estas disciplinas, los conceptos deleuzianos ocupan nudos de interferencia, puntos donde se cruzan y entran en resonancia las lneas meldicas extranjeras. El filsofo atento se enriquece a partir de este pensamiento del afuera: todo se produce por don y captura14

    Esta es la razn por la cual le gustaba presentarse a s mismo como un barrendero, operador de un scanning genial sobre el plano de inmanencia. Pero antes que juez, barrendero es tambin, aparte del humor corrosivo respecto del poder del Estado, la recusacin, que acompaa a Artaud, a Nietzsche, a Kafka, de una filosofia que tradicionalmente se edific sobre el modelo estatal: pensar es juzgar, subsumir, reprimir. Deleuze, del otro lado, opone el combate libre del amor, de la vida, de las creaciones. (

  • Ren Schrer crey que poda esrablecer2). Aun ue en h haya propuesro formas de clcuJ

    q d

    obn.or d.

    e esras series, el !rirno , . os, e com mac10nes d arrnonicas; pero purarnenre rnusic 1 h . ' e proporciones

    series de Joseph Fourier s b a es, no ay ninguna relacin con las

    D 1 m ern argo hay una r . e euze y Flix Guarrari en 1 , . 'd 1 e ac1on cierra con Gilles

    1 a cntica e a civiliza . , 1 b rna eje, del pivote que forrn , cion, e a andono del

    e yo ego1sra si es q . as uerzas, a los Ru1os de . . , d d . ' ue se quiere acceder a

    J pas1on y e eseo unro a esre cambio de pivore e . . d J

    . hay algo que esr implicad

    x1g1 o por as series de Fourier (Charles) D l

    o en esre gran rema q 1 , '

    e euze: lo impersonal. ue e eg1 para hablar de Digo rema confirindole a esra al b . . . en el captulo I del Libro y d l J

    a ra el senrido que le dio Leibniz Deleuze en la 70 serie (arra v

    e os . ;)

    tedvos Ensayos, al cual se refiere Gilles

    1 ez sene. e Lo-ica del se ti J D. . as proposiciones y los remas o p . bl L' . n uo. isringue all

    d 1 J ' . 10 ernas. os pnrner b. f e a og1ca, conciernen a d . . os, 0 jera arniliar 1 as ererrnmac1ones del . . rea y su verdad. Refieren a los . d . . d 1 conoc1rn1enro de Jo . . 111 tv1 uos as pe c1ones. Pero, anees de ello , . . . '

    rsonas, a sus significa-. 1 d s, mas pnrnmvarnenre 1 .d n1ve e las ideas de los re d 1 '

    e senu o se forma al ' mas Y e os probl E real objerivo, de su acrualizac , . ernas. sros no rraran de Jo

    d 1 ion, smo que abren y b d e o posible, de la invencin L .b . 1 11 cu ren ro o el campo . . e1 rnz os ama e , . l invencin. y sucede qu - 1 /

    " op1cos o ugares de d fi

    e sos remas llamad e. cricio, de las fanrasas d a ima i . ,

    os mcornp.ejos- rraran fimoso de Arios ro Amads d. la C

    g nacion, de lo 11npos1ble: Orlando d

    ' e au ' .yrano de Ber e remas o de problemas en 1 d l ;erac, son exposiciones

    . . campo e senrido d propos1c10n objeriva corno a r d . .

    ' que prece en a roda Enronces, lo impersonal for;a

    aux::::c1a de persons.

    o problema pertenece de al ' y al mismo r1ernpo roda rema . gura manera a Jo . 1 , corno dice Leibniz, anres anres d 11

    irnpe1sona ' muandose, de verdades. Esre rema esr '. l l ' l

    e que eguemos a las proposiciones . a a I, en a enrrada del d 1 mconresrablemenre lilosfi . campo o e plano. Es

    fil {' ca, pero casi podra de . oso ia, pues ya hay que si ruarse se n l , eme que precede a la

    Me cruzo aqu orra vez co g

    d. y e'.

    1 el para comenzar a filosofar. J

    n una in 1cacwn de B d C h persona es una propiedad 1fi . , . ernar ac e: lo im-

    1 b ' una ca I cac1on s1 d pa a ra, del plano. El plano d . .

    ' e.s que se pue e urilizar esra e inmanencia es irn y inmanencia es sin Jugar a d d 11

    persona el plano de u as aque o sobre lo cual van a desarrollarse 2 (

  • Ren Schrer crey que poda esrablecer') . Aun ue e h haya propuesro formas de cl I

    q d

    n on.or d_e esras series, el lrimo , . cu os, e comb1nac10 d aron1cas; pero puramente musicales no ha

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    ' y nmguna relac10n con las D

    . m em argo hay eleuze y Flix Guarrari en 1 , . 'd 1

    una re ac10n cierra con Gilles 1

    , a cnuca e a civiliza . , 1 b ma eje, del pivote que forma I , . . c1on, e a andono del las fuerzas, a los Ruos de pas1 yo

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    ' e euze: lo impersonal. ue e eg1 para hablar de Digo tema confiritndole en el captulo 1 del Libro IV d

    esr;:.alabra el senrido que le dio Leibniz

    Deleuze en la 70 serie (orra v: os . ;e;osnsayos, al cual se refiere Gilles

    las proposiciones y los rmas o pser

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    Lo'gica ddsentido. Disringue all

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    ' ersonas, a sus significa-nivel de las ideas de los rer:i

    masdpn

    lm1ttvamente, el sentido se forma al

    1 b. . ' as Y e os problemas Es rea o ettvo, de su acrualiza . ,

    . . ros no rraran de lo

    d 1 c1on, smo que abren y c b d e o posible, de la invencin L .b . 1 JI u ren ro o el campo . . e1 niz os ama t , . 1 mvencin. y sucede q - 1 /

    " op1cos o ugares de d

    ue sos remas llamad e o ficticio, de las Fantasas d a ima .

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    ergerac, son exposiciones , camp o e sentido d propos1c1on objetiva como a t d .

    . ' que prece en a toda Entonces, lo impersonal for;a

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    ae persons.

    o problema perrenece de 1 ' y mismo r1empo todo rema a guna manera a Jo como dice Leibniz, antes>> antes d JI

    impersona ' situndose, de verdades. Esre tema esr

    '. 11' l

    e que eguemos a las proposiciones . a a t, en a enrrada del d 1 tncontesrablemente hlosfi . campo o e plano. Es fil f co, pero casi podra d . oso ta, pues ya hay que si ruarse se n l , . ec1rse que precede a la

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    d. y n el para comenzar a filosofar. z con una m icac1n d B d C personal es una propiedad un e . , . e ernar ache: Jo im-1 b a ca 111cac1on st es q d . . pa a ra, del plano. El plano d

    . . '

    . ue se pue e ur1l1zar esta . e 1nmanenc1 a es tm y mmanenc1a es sin lugar a d d JI

    persona . el plano de u as aque o sobre lo cual van a desarrollarse 2 ((Dialecrique hgdicnne y s . d F . nes e ounen1, Bordas, 1 963.

    30

    Miradas sobre Deleuze

    los conceptos, pero simult:neameme precede, de cierta manera, a los concepros. Es pre-conceptual, pre-filosfico, es d lugar, el espacio tpico de los conceptos, su lugar de invencin, siendo la condicin primera, pero que ha de reencontrarse sin cesar y de construirse con el fin de crear conceptos -como se muestra no solamente en Qu es tz fiosofla?, sino tambin en Empirismo y subjetividad-.

    Toda filosofa crea ese plano, necesita de ese plano sobre d cual debe presentarse la experiencia, aplanada, sin resabio de trascendencia o, como dicen los husserlianos, reducida.

    Qu es este plano? Bernard Cache hablaba hace un rato de la diferencia, a primera vista ineludible, entre la creacin maqunica por ordenador y aquella que parece necesirar de la conciencia. Pero qu quiere decir esto? Desde luego que no se trara de una conciencia-sujeto que contemplara el plano, de una persona frente a un plano como el arquirecto contemplando el suyo sobre la mesa. Pues es ms bien el plano el que mira, interroga e integra al arquitecto. No es plano de conciencia ms que en el sentido de que es plano de sobrevuelo, superficie que tiene la propiedad de sobrevolarse ella misma. Oeleuze reriene a este respecto la definicin que daba Raymond Ruyer, que la inclua entre las paradojas de la conciencia3 Es un plano de experiencia, plano absoluto de una fenomenologa que no necesita Yo consciente. Y es en efecto una paradoja que desbarata la lgica pero funda otra, reenva a otra imagen del pensamiento.

    La lgica deleuziana es, se sabe, una lgica paradoja!, que admite, exige la paradoja con rango de operador afi rmativo, de principio creativo. Es en la lgica de la paradoja que el plano se despliega, que el concepto se construye, que puede haber continuidad y a l a vez diferencia entre las mquinas tcnicas y las mquinas deseantes, tal como estn alma y mareria en continuidad, al nivel de lo infin itesimal y de lo molecular, en la monadologa leibniziana. La paradoja no es jams negariva o dirimente, sino afirmativa y constitutiva.

    Retomando aqu mi tema, dira que es constitutiva a causa de lo impersonal. Entendmonos: en primer lugar porque slo se comienza a pensar con lo impersonal del plano; y en segundo h1gar porque sola-

    3 R.-iymond Ruyer, Pamdoxer de La conrcience er limites de l'automatirme, Puris, A1bin Michel, 1966.

    Jl

  • Ren Schrer

    mente lo impersonal abre a la creacin, a la novedad de los conceptos y de las imgenes.

    No hay ya una evidente paradoja en la proposicin de que Deleuze afirma lo impersonal, aspira a lo impersonal>>?

    O no? Alguien can original, can personal como Deleuze, no habla ms que de lo impersonal, tiene horror de hablar de s mismo, rechaza coda alusin a su propia biografo (o llegado el caso, lo hace con una sonrisa molesta, con humor, rozndola, eludindola) . Afirma lo impersonal, y sin embargo nadie como l ha dado la impresin, sea por escrito u oralmente, de inventar al mismo tiempo sus propios pensamientos, de ser su nico autor. Impersonal aunque plagado de originalidades, de idiosincrasias, me atrevera incluso a decir de cdigos secretos, tan propios que slo un deleuziano curtido, casi de nacimienco, puede descifrar. Las intervenciones de ayer lo mostraron bien.

    Haba muchos , la de ser

    sorprendente ascesis del filosofod \

    d

    ballero de la fe de Kierkegaard, a la

    desconocido. Pero a la maer

    . e..; lf para fundirse

    en la escritura, para

    manera de Ficzgerald, de V'.rgm1a oo

    tib\e, indiscernible, impersonal>'.; De-

    h r Un mundo. Devenir impercep

    "b"d ) Modestia del filosofo.

    " ace d (M"I mesetas, 1 1 li leuze les llama las tres virtu esi) t ona contrariamente a lo que a rma

    Queda el nombre, que no es la pers

    d ,

    . entada por la creencia en la

    una antropologa emo\gicaN

    demas; p:rna que se adhiere

    el nombre,

    . . dad de la persona. o es a

    supenon . ersona. Esta es al persona e. revalece por sobre la P Pero el personaje, afirma Deleu

    P r incierto de un yo. mien

    tras que

    ltima no hace m:s que designar e

    _ug

    :icensos \os rasgos fuertes, codas las

    l omentos in ' e e el personaje agrupa os m erpo. Frente a la persona exang

    _ '

    . lar1dades que conforman un cu

    n plano de cons1sten

    smgu . Dibuja y ocupa u d personaje tiene una conS1

    stenc1.

    Qu es la filosofa'. se compone

    de

    cia. El personaje conceptu\, se

    l ee e

    na, sino que se propulsan fuera

    le

    singularidades que no hab1ta

    Un a p

    r por ejemplo. La risa de

    Foucau t.

    ella, vagabundas, nmades. n

    nsa,

    N es su persona, es su persona e.

    . 1 o de ese impersonal que

    0 , d l l d d lo 1mpersona , n 'I El personaje esta e a .

    e la indiferenciacin, sin

    o de aque qu es comnmente confund1

    o cdon

    El primero podra llamarse impersona

    d. e m:s eleva as. libera las uerencias to consistente.

    abstracto, el otro impersonal concre

    eluze en el fondo, es un nombre,

    Se me objetar: usted dice qu

    \ D

    ente I; desaparicin de Oeleu7.pero no lamentamos todos a

    tua

    :i: sus gestos, su palabro., ,su ecanto.

    ersona, su presencia memp aza '

    ersona. Lo explica el m1s

    o en

    PJustamente el encanto; no es el yo, la P, scera un cambio de atmo

    sfera,

    . p Es una acmo '' ' . d de Dilo,,os con Claire arnet. 1 . una diferencia

    e carga, " b ' n e espac10, 1 0 temblor una tur ac1on e d ben a lo impersona un . 1 d des que se e . potencial. Esas son las smg

    u an las las que componen

    el persona e, y

    . 1 so a lo pre-ind1v1dual. Son e . s duda producen tamb1en

    me u d resenc1a. in las que, a cambio, manan e su p

    corriendo el riesgo de encadenarse a

    los individuos y las personas, pero

    ellos y de desaparecer. 1 D leuze slo lo impersonal, lejos de

    Esca es la razn por la _cua

    , en

    erite liberar las singularidades.

    conducir a una indiferenc1ac1on, p

    33

  • Ren Schrer

    Para fijar las ideas y el vocabulario, en un tiempo tan breve y un espacio tan sucinto, solo me es posible citar este texto de Lgica del sentido, uno de los ms explcitos: Lejos de ser individuales o personales, las singularidades presiden la gnesis de los individuos y de las personas: se reparten en un potencial que no implica por s mismo ni mi, ni yo, sino que los produce al actualizarse (p. 125).

    Lo cual podremos completar con el pasaje de Qu es la filosofa' consagrado a los personajes conceptuales nacidos de lo impersonal de singularidades que estn cornadas en el movimiento de un devenir. Es el destino del filsofo devenir su o sus personajes conceptuales ... Es a travs de nuestros personajes que nosotros, filsofos, devenimos siempre otra cosa y renacemos parque pblico o zoolgico (he aqu el devenir-animal tan caro a Mil Mesetas) .

    Esta pgina (62-63) habra que citarla encera, pues responde a codas las cuestiones que podran plantearse sobre la paradoja de un impersonal que se une a la ms elevada intensidad de singularizacin y de vida: Yo ya no soy yo, sino una aptitud del pensamiento para verse . . . El personaje conceptual niene nada ci,ue ver con una personificacin abstracta, un smbolo o u a alegora>>. El insiste, terminando por la frmub que explcitamente bajo su forma gramatical, hace intervenir lo impersonal pronominal: u es Yo? Es siempre una tercera persona.

    Se puede incluso ir ms all de esta ltima frmula, que es ambigua y no parece decir la ltima palabra sobre el tema. Pues si es cierto que los pronombres il y on nombran lo impersonal' y son los verdaderos sujecos de los enunciados narrativos -sobre este punto Deleuze sigue por

    " JI es el pronombre corrcspondienrc a la tercera persona del .singular pero, a diferencia del c:1stell:mo, en francs es tambin pronombre personal neutro de la tercera persona, que se utiliza para introducir verbos impersonales: por ejemplo, // pleut,

  • Ren Schrer Horror en Deleuze a la persona, y justificado tambin, hay que decirlo, por un rechazo deliberado, obstinado, de rodas las conminaciones de la sociedad bien pensante: en psicoanlisis, a estmcturan1 el Yo, en poltica, mora], por todas parres en la vida ordinaria, a personalizar, a personalizarse: Personalicen vuestro auto, vuestros muebles, tengan objetos, interlocutores personalizados; personalicen!. He aqu lo que se escucha por todas parres. Entonces Deleuze replica: lo impersonal. Lo impersonal es una suene de estandarte, de antorcha como la de Karl Kraus6. Es la mquina de guerra de Deleuze. Contra la sociedad, la religin, el Estado, la burguesa. En este punto voy a hacer un rodeo, y a volver hacia atrs a su obra, a su vida, para mostrar que hay en l una constante poltica de lo antipersonal. Tomo prestada la idea de Ja notable tesis de Ricardo Tejada, El problema tico-poltico en la obra de Deleuze (Madrid 1 995). Ricardo Tejada parte de un pequeo artculo que descubri, y que haba sido escrito por Deleuze en 1 946 para el nico nmero de una efmera revista creada por Michel Tournier, Espace, consagrado a la interioridad, a la crtica de la vida interior. Entre parntesis, Deleuze n o quer'a i"6cuchar hablar de este artculo, pero tcitamente autoriz su traduc in, y apareci en el nmero 1 5 de Ja revista Archipilago en Barcelo ( 1 993).

    Com lo indica su ttulo, De Cristo a Ja burguesa, su cuestin es mostrar la relacin no contingente, sino esencial, que existe entre eJ cristianismo y el Estado burgus, tomando como punto de partida la colusin entre la Iglesia y el Estado de Vichy, y tambin la crtica de la nueva orientacin socialcrisriana salida de la resistencia. En lneas generales, pues no podemos seguir los meandros de esta demostracin fina y compleja, la vida interior, en la cual Cristo ha concentrado roda la vida espiritual, devino vida burguesa privada puesta, junto con la persona y la familia, bajo la salvaguarda del Estado. Contrariamente a lo que algunos piensan y esperan, no hay revolucionarismo cristiano, porque la interioridad cristiana, en el clivaje que implica, jt1stilica el poder. El resultado negativo del cristianismo se seala todava mejor en un texto de 1 978, que con razn Ricardo Tejada coteja -mostrando la continuidad entre ambos- con el escrito de 1 946. Se trata del prefacio al Apocalipsis, de D.H. Lawrence, firmado conjuntamente con Fanny 6 Karl Kraus, Die Fackel.

    36

    Miradas sobre Deleuze

    ' ence opone al cristianismo del poder y Deleuze, la craductora. 1'.-1li LaJwr

    de Patmos, el cristianismo del amor del resentimiento ambu1do a uan de Juan el evangelista. . . lo que hay que incriminar, . b 1 opio amor cnst1ano

    . . . Sm em argo, es e pr

    1 . . 1 ue lo funda en su liac10n . . , 1 1 y 0 esp1ntua q ' en la opos1c1on entre o natuAhra

    b' 1 yo no es una relacin, es un 1 . d d del yo ora 1en, e e

    sobre a mrenon a . 1 . 1 destello del triunro en d t llo que hace e sueto, e reAejo, es el pequeno es e

    . La rence) (Critiq11eetcliniq11e, P . ( 1 etito dice a veces w 'b

    un OJO e sucio seer , -d n falso e hipcrita, pues, escn en 68). De all el rechazo de este amor 0

    1 no es Ja parte individual: , G'll F y Deleuze: e amor una vez mas i es y ann . d' 'd 1 un yo Ahora bien, un yo es . 1 h del alma rn ivi ua , es mas bien o que ace . ser amado es una alego na, que quiere amar o ' , algo para dar o para tomar, d d laci n y leo un poco mas: . s una ver a era re . una imagen, un sueto, no

    _e

    . cilicarse con el mundo, pero ya es la El yo tiene una tendencia a idend 1 h'l de sus simpatas y antipatas . q e el alma nen e e i 0

    . . muerte, m1ent1as u

    , 1 . encender muy founensca: . . , esca formu a, a m1 vivas. y a contmuacion ivirse como un flujo, un conjunto Dejar de pensarse como un yo para v fu d ' en S. 1 . , t s fluos era e s1 y

    , de flujos, en re ac10n con ro

    . : d I osibilidad que l discuna, b b J cques Ranc1ere e a P ' .

    Se ha la a ayer con IJ fi d en esta oposicin al sueto 1, . d 1 Pero e a se un a de una po mea e euz1ana.

    . . . nes de Lawrence que nace E las vas ras m tmcio y al yo, a la persona. s en l' . concernir al alma, individual, esta poltica que desborda lo po meo para

    colectiva, csmica. de una fusin en la naturaleza, sino de No se trata, por otra parte,

    d . d 1 mpersonal alrededor de la 1 d a para oa e o i ' un impersona ' e una nuev I' . del alma No hay retorno fo ma una po mea . cual podemos ver que se r

    bl poltico del alma colectiva, a la naturaleza, hay solamente un pro em.a

    d d los fl ujos que soporta, las conexiones de las que es capaz una sacie a ' inventa, deja o hace pasan>.

    I ' siempre por una suerte de b. do esta mea que, y es tam ien sigmen . ] 1 sea en el sentido de un hu-fil f tan anu- rnman paradoja -para una oso a

    trar el hombre, lo humano. . d I a- se va a reencon

    mamsmo e a person ' 1 . s1n particularidades, uera h bre cua quiera,

    Pero en tanto que om

    el estudio fundamenta d 1 na como se ve en del sujeto y uera e

    pe 1 :11 U hombre extrado, desembarazaconsagrado al Bart!eby de e vi e.

    d n

    'd su 1 'nmanencia y a su tema . d 1 ' recon uci o a do de la especie Y e genero'. de Avicena y de Duns Scoto al impersonal, como lo es el amma tantum

    37

  • Ren Schrer

    que se refiere Lgica del sentido: horno tantum (Logique du sens, p. 1 48 , Critique et clinique, p. 1 1 O). Que se podr cotejar con ese humano primordial que introduce el guattariano y deleuziano Fernand Deligny a propsito de Janmari, su autista, ese chico ah (Le croire et le craindre, p. 120). Sin persona y sin yo.

    Para terminar, lrimo momento de este recorrido -y encuentro en este punto las bellas explicaciones de Jean-Clet Martin sobre el acontecimiento: lo impersonal es lo que se relaciona con el acontecimiento, es lo que lo hace surgir, particularmente por y en la escritura. Lo incorpreo del acontecimiento es llevado por lo impersonal de la escritura. Es una operacin, lo impersonal que deviene activo, podra decirse, accionando, encarnndose, activndose como una fuerza oculta, como la fuerza maqunica del alma.

    Se habrn dado cuenta: es la fuerza del il y del on, ese esplendor del on que celebra la 2 1 serie de Logique du sem (p. 1 78), consagrada a la muerte, a Joe Bousquet, y a Maurice Blanchot. Se puede leer tambin en Virginia Woolf, con Clarissa en tanto que persona que se revoca en el on del paseo por Bond Street:

    on tait la, a avancer dans Bond Street .. . Meme plus Clarissa, non, on tait Mrs Richard Dalloway7 (Traduccin de M.C. Pasquier, Folio Gallimard, p.7 1 -en ingls this being Mrs Richard Dalloway, tambin totalmente impersonal-) .

    Y como menciono el paseo, me viene a b menee irresistiblemente una de las objeciones que Hobbes le haa a Descartes (3 objeciones): que de yo paseo, se podra concluir que luego, yo soy un paseo.

    Por supuesto!, hubiera contestado Deleuze. Incluso hay que ir ms lejos: no soy Yo quien soy, sino que ante todo hay el acontecimiento, el paseo.

    Hay en todo filsofo, adems de su personaje conceptual, otro que es tambin en segundo plano personaje conceptual, su demonio: el demonio de Scrates, el demonio de Descartes, que los impulsa.

    Y bien, no es lo impersonal el demonio de Gilles Deleuze?

    7 "se escaba all, avanzando por Bond Srreer .. Ni siquiera Clarissa, no, se era la scfiora de Richard Dalloway)) [Noca del traductor].

    4. Horno tantum

    (Impersonal 2)

    [ .. . ] la voz de la l'Uarta persona del singu

    lar y es

    a travs de la l'Ual nadie habla y que sin embargo exis'.e; (Lawrence Ferlinghem)

    El artculo de la muerte '[loso texto en el que est l t mente a ese marav

    t Hay que vo ver constan

    d G'lles Deleuze bajo el ttulo: La

    codo dicho, el ltimo publicado eb

    1 l' eas ispiradas, cuasi ms-'d Volver so re esas m inmanencia: una v1 a ... . l al s a propsito de N1testro . . . ateo en as cu e ricas, pero de un m1snc1smo ' l . del amor que rodean a d D. k de la comp acencia, comn amigo e ic ens, . bl escribe Hay un mom

    ento . d , smo poco esnma e,

    . d l un monbu n o en s1 m1 'd . on la muerte. La vida e , de una vt a que uega e 1 que no es mas que e vida im ersonal y sin embargo singu ar,

    individuo ha de1ado lugar una . . pl'b do de Jos accidentes de

    la d . acontec1m1ento 1

    era d que despren e un pu10 . de la sub'etividad y de la objeti

    vidad e vida interior y extenor, es decir 1 1 mundo compadece y que lo que sucede. Horno tantum

    que to o e

    alcanza una suerte de beancud-. 1 principales del pensamiento Todo est dicho ah, puesto que o temae cierta manera, llevados en

    de Deleuze se encuentran condensa os y,

    1 L. Ferlinghetti, loe. cit. b d 1 95 p 5 " Philow,,Jiie n 47 scptiem re e 7 ' .

    2 G. Ddeuz.e, l(Linmancnce: une vic.. r

    39

  • Ren Schrer

    este atajo expresivo. en esta contraccin ltima, a la suprema potencia. Estos temas se conocen: la dispersin o la elusin del sujeto, el "Y disuelto y el yo resquebrajado; una sustitucin de ese sujeto, e incluso de una individualidad todava demasiado masiva, demasiado molar, por una persona artificial, esto es, puramente alegrica, de singularidades moleculares, movedizas o nmades, que se desprenden de un campo trascendental cuyo descubrimiento y construccin son el primer acto del filsofo; el encuentro con un en1pirismo trascendental que se las arregla sin el Yo pienso de la tradicin cartesiana, e incluso sin conciencia alguna; un campo trascendental impersonal, llamado cambin plano de inmanencia, al cual nos da acceso este ltimo texto de una manera a la vez exiscencial y terica, hacindonos tocar en cierto modo con el dedo la juntura de lo ms impersonal y de lo ms singular; animando, finalmeme, ocras formulaciones: Las singularidades son los verdaderos acontecimientos crascendentales: lo que Ferlinghetti llama la Cuarta persona del ingular. Lejos de ser individuales o personales, las singularidades presiden la gnesis de los individuos y de las personas'.

    Sobre esta lne ronteriza, sobre esta cresta o en esta punta en la cual se le disputa a vida1> a la muerte, aparecen, quizs mejor que en ninguna otra pa e, los trazos originales del pensamiento deleuziano y sus apuestas. Es un desenlace que nos complacer encontrar muy cercano a la intuicin bergsoniana, o al conocimiento que Spinoza llama del tercer gnero, aqul que corresponde al conocimiento adecuado de la esencia de las cosas: La vida de tal individualidad se borra en provecho de la vida singular inmanente a un hombre que ya no tiene nombre, aunque no se confunde con ningn otro. Esenci singular, una vida.

    Desde luego que esta revelacin intuitiva bruscamente introducida por el acercamiento de la muerte no debe llevar a creer que la filosofa debera convertirse en una meditacin sobre la muerte, puesto que, por el contrario, la muerte slo obtiene su sentido al revelar la vida. La muerte no es un destino ni un fin, ni d motivo incesante para lamentar nuestra finitud. No es sin embargo una simple facticidad -lenguaje de Sartreque nos sera totalmente exterior, ajena. Es un punto lmite, uno de esos puntos singulares que Deleuze se complace en oponer a las ordinarias inflexiones del movimiento, bocetos de devenires.

    1 Logiqut du sens, p. 124. 40

    Miradas sobre Oeleuze

    Por supuesto, la muerte es efectivamente, en un s.entido, el mite abso

    luto de toda experiencia y de todo pensamiento. Es mcluw lo '.mpensable,

    lo inexperimencable, lo innombrable. No se la puede nurar fiamente-se

    sabe, segn la clebre mxima de La Rochefoucauld- m.s de

    . lo que se

    puede mirar el sol. y adems esta exterioridad a roda expenenc1.a os1ble,

    esta nada, se convierte en fuente de quietud en la filosofa ep1curea, en

    Lucrecio: Nil igitur mors est'. Slo que estas mximas, conjuro de los

    terrores y consuelo, estn destinadas al sujeto individual, a un yo, a una

    persona. . . , d La muerte deleuziana -si puede convemr tal expres1on- se ap

    arta e

    lo impensable y de lo insoportable, as como del pathos trgico, gracias a

    la paradoja del acontecimiento y de lo impersonal; escapa a la aprehen

    sin interna del individuo, sin depender tampoco de una lamentacin

    intersubjetiva. Es en tanto que impersonal que llega la muerte', que se des

    prende del sujeto al que afecta aunque sea indudablemete y u1camnte suya. Es en canto que impersonal que epresa' .

    cualifica, eemphfica

    todo acontecimiento del cual deviene paradigma, ustamente a causa de

    ese desprendimiento impersonal del sentido expresado. El imposibl "Y

    muero se desplaza hacia un il en el que se metamorfosea. En ese zl, en

    ese on de la muerte, es que entra el moribundo'. . El momento, el pasaje 0 trance de la muerte -al que muy bren lla

    mamos su artculo'- es siempre, relativamente al yo que en l se des

    morona, un impersonal, infinitivo o artculo, o pronombre que esigna

    el acontecimiento en su independencia y su pureza. El un, el ti, el on,

    son denotaciones de una singularidad que valoriza toda vida -una vida-,

    pre-individual, pre-subjetiva. En ella yo no muero, soy degradado del

    poder de morir, en ella se muer.e, no se deja '. no se termma de "

    monr,

    escribe Maurice Blanchot, a quien Deleuze cita y retoma para s1 .

    El On desacreditado, sujeto indefinido de lo annimo, de lo banal, de

    la famosa banalidad cotidiana que Heidegger opuso a la autenticidad de

    4 Lucredo, De la nattmtltzn, Ill, verso 842.

    1 Sobre los pronombres ily on ver nota del traductor n 4, pg. 34 {Nota del traductor]

    6 Por l:i expresin artculo de la muerte utiliza.da en rancs cmo en castellano, del

    latn in articulo mortis: en el ltimo estado o tiempo de vida antertor a la muectc [Nora

    del traductor] . 1 logique du sms, loe. cit.

  • Ren Schrer la existencia, ese on que aparentemente no debera ser m:s que el signo de la opinin, del lugar comn, es convenido a causa de su impersonalidad misma en ndice de la ms elevada potencia de vida. Llega al extremo en que el acontecimiento eclosiona, abre la regin del sentido. En la inminencia de la muerce, en su artculo, se aparca de la angustia cuya carga encera -el porenciaJ de fuerzas que ella representa- se transforma en evidencia de la singularidad irremplazable y no perecedera de una vida. La inmanencia absoluta de una vida. Expresiones impersonales, el il, el on, el Un, valen en el sentido fuerce, nietzscheano, de un valor que se opone a la incertidumbre de las determinaciones de lo verdadero y lo falso, del bien y del mal. Valen en Ja medida en que son vehculos de lo acontecimental como tal, de este incorpreo distinto de las cosas corporales y de sus conexiones causales, aunque indisociable de ellas, y que a la vez permite nombrarlas y orientarlas: Se m uere. Cunto difiere ese se, escribe De!euze, de la banalidad cotidiana. Es el se de las singularidades impersonales y pre-individuales. El se del acontecimiento puro en que l muere como llueve'. El esplendor del se es el del acontecimiento mismo o el de la cuarta persona'. El on es el operador aconcecimental, el revelador, al mismo tiempo que el creador de su sentido, el punto en el que se conjugan sin confundirse su aspecto privado y su aspecto colectivo, su cara ideal y su cara encarnada. Lo cual no significa la fusin de lo individual en la generalidad vaga que, hacindolo entrar en el conjunto estadstico, lo edulcora. Es slo a travs del acontecimien to, accediendo a l, doble, e impersonal en su doble, como Ja muerte>, que las singularidades se liberan de los lindes en que las mantena la persona individual. La liberacin que opera el acontecimiento es del mismo orden que la del fantasma que Lgica del sentido sita ms all de lo pasivo y de lo activo, en tanto que efecto de superficie o acontecimiento, como el movimiento por el cual el yo se abre a la superficie y libera las singularidades acsmicas, impersonales, y pre-individuales que aprisionaba. Las suelta como esporas y estalla en esa descarga '. Acsmico designa aqu aquello

    8 .,; me11r1 comme ;/ pk11t>. En referencia al uso personal e impersonal del i/ en e/ francs. Ver nota del rraductor " 4, pg. 34. [Nora del traductor] ' Id, ;b;d.

    " Id. ib;d., p. 149.

    42

    Miradas sobre Deleuze

    . . del cosmos, del 1 de orgamzac1on que no estando sometido a las ;eg

    las

    os Lo impersonal se sumerge en '

    l t nece todav1a a ca . d 11' que traza,

    mundo y de yo, per e . d 1 fuerzas que saca e a 1 b' o es a parnr e as ese caos, ese a ism ,

    b d de puntos singulares. en superficie, lneas sem ra as

    Lneas de vida 1 d la lengua constituyen Y ha-'b'll . 1 impersona es e '

    1 1 menee Incesante estn I o. os

    . d del acontecimiento, e SO a cen subsistir por s mismo el senn na expresin del mismo oren

    dqe acontecimiento, eventum tantum.

    r en evidencia su ntima a n'. a . el horno tantum, adecuada para ponale

    a la misma esencia, al mismo b sma natur eza, Pertenecen am os a a m1

    d d' ho el na a sentido.

    mental propiamente IC ' . d

    El eventum tantum es lo aconte.CI

    -su eto gramatical, se ennen e-. cuyo sueto d' a Pues

    ms que acontec1m1enco 1 ! la muerte es para igm .

    1

    ' . y para e cua . 1 anzar a

    es siempre un impersona ' lo y hacerlo vivir, para a c para simplemente nombrarlo, expresaolir la' parre demasiado subjetiva, acontecimentalidad pura, es

    . p

    .rec1so a

    ue se llama comnmente condemasiado personalmente v1v1daddsdo objetiva de encadenamino tecimiento, tanto como su parte

    d e

    de se disuelve. Abolir lo demas1a o . 1 de las causas y efectos on matena '1 porta lo impersonal.

    . uatenw humano en el que so o so

    T la expresin !arma q S inoza tiene la costumbre de un iz:ualeza) por los modos. Estos p

    i presin de la SustanCia (o Na da el Ser en tanto

    para a .ex . . en tanto que expresa ' ltimos son la Sustancia misma

    do o singularidad. . . . tanto que mo

    Jo mismo que acontec1m1ento, en

    d 1 tmn es ese quatenus, y El tantum, el solamente , even ecimental de la Naturaleza en para el tantum del homo: 'exp.re'.10t

    h:::ant"'n es una vida en tano tanto que hombre. O mas an. e . e la abolicin de la persona, o Presada. Esta expres1on requ1er L ce Ferlinghetn, una

    que ex ' 'b' , oticamente awren

    ue impersonal o, como esm JO

    P d. habla, de la que nadie habla.' Y. q Persona .. . por la cual na ie . . de Deleuze, mmte o

    cuarta . l lengua;e prop10 simbargo existe. O meJor, en e

    l un extra-ser, como el aconte-. ' ms y de otro modo que e ser -: cor. zs,,e, . to-. ci iento del cual ella se convierte s

    :ue se establece entre Deleuze y s' e bien aqu cul es la prox1m1 a

    ue podra tambin invocarse Blanc ot, sena a ' - 1 da para su Se muere, y q 43

  • Ren Schrer

    para su teora de la escritura que debe abolir las cosas antes de -paranombrarlas, pues las nombra a parcir de su puesta fuera de juego, de su ausencia, de la ausencia del todo, es decir de nada, segn las frmulas ya convertidas en clsicas de La parte del faego11

    Pero quiz hay que decir ms. La cuarta persona, o el uso que hace Deleuze de ella para hacerse cargo de todo el plano de despliegue de lo impersonal, viene a llenar el vaco, la ausencia, el giro puramente negativo del anlisis de Blanchot, las resonancias de la potencia de lo negativo hegeliano o heideggeriano. Lo impersonal escapa a la dialctica de la negatividad. Elude tanto la lgica de lo contradictorio, como la lgica de la unin de los contrarios, para adoptar la de la paradoja, o de la admisin de ese imposible, motor del sentido, que es la cuarta persona. Salto de una partcula fuera de su rbita que activa el mecanismo de la creacin. Reconocemos en el escritor, deca Blanchoc, C

  • Ren Schrer

    absolutamente exterior ni interior, ni absolutamente subjecivo ni objetivo, en el cual se intercambian cosas y palabras.

    Lugar de la creacin, del universo del lenguaje en todas sus potencias, liberado de su dependencia para con el sujeto personal que enuncia con l y que, mis bien, est penetrado, atravesado por l. Del yo ocasional, inmovilizado en sus vivencias psquicas, salta, gracias al operador del il, al plano de los enunciados que dicen el acontecimienco puro: aqul que ni permanece, ni desaparece, y dura sin posibilidad de duran>, segn las bellas frmulas de Blanchot15

    Los enunciados que corren sobre sus propios pasos independiencemente del sujeto de la enunciacin son la herencia hertica de un anlisis noemitico del lenguaje, al que tambin Michel Foucault, por su parce, radicaliza al tergiversarlo. Deleuze expone lmpidamence la leccin en el libro que consagra a este ltimo: De modo que lo primero es un Se habla, murmullo annimo en el cual se disponen los emplazamientos para sujetos posibles: un gran zumbido incesante y desordenado del discurso>1. En varias ocasiones Foucault invoca este gran murmullo en el cual l mismo desea situarse16 Devenir imperceptible, escribir Deleuze, primer gesto del escritor, primer paso hacia el On, hacia el horno.

    Con la condicin de no restringirla abusivamente a una egologa, hay que saber leer en la fenomenologa el prlogo a este proceso que le confiere coda su fuerza al impersonal ddeuziano. Que asegura sobre todo su independencia respecto de las tesis lingsticas y de su limitado horizonte; que favorece su vuelo o su sobrevuelo.

    En efecto, cmo escapar a los embragues del sentido, que la lingstica sita en los pronombres personales, sino recurriendo al sentido noem:tico? La eleccin no es lingstica, eso es seguro. Desde el punco de vista de la lingstica, se sabe, se presentan dos tesis:

    - La primera es la que incluye en una nica y misma clase el yo, el tu, y el il, y propone para este ltimo la denominacin de unipersonal, extendida al on, habida cuenca de sus posibilidades de sustituir todas las otras personas: onlse.

    - La segunda, mis antigua y clsica, la de mile Benvniste, descansa en una distincin radical entre las dos nicas personas subjetivas de la

    n La part du fi1t, p. 30. " Fourau/1, 1 988, p. 62.

    Miradas sobre Deleuze

    . l " o y tu y la mo-persona del il y del on, con significacin

    mter ocuc1on, Y 1 objeriva17

    D l adopta la tesis de la no-persona, . cemente e euze Si es cierto que apare

    enca de suscicucin que produce, desde

    no puede negarse a su /esa .P' arta persona. y la evitacin de la ona.ln smo una ((cu luego no un umpers ' l . 1 dominio de las significaci

    ones persona no es por lo tanto e mgres

    o en e

    fi'as de la objetividad. . na se aracio' n una distan-!' .. ' a pracuca u P No, la eleccin no es mgu1mc ' te una lnea de fuga en l . uestas sigue exacc

    amen cia. Entre as tesis prop ' . l vida y escritura se vuelven la cual, por interposicin de lo

    impersona '

    indiscernibles.

    Esplendor del On Resumamos: . cara resencada por lo impersonal

    era su - El pnmer acto, la pnmera b

    p ) d 1 muerte Lo impersonal en . . , l tculo (o pronom re e a . . apanc1on en e ar

    d 1 . ienco de la acontec1menta-

    b 1 to revelador e aconcec1m . '

    'd " tanto que a so u ' l l d inmanencia de una v1 a ;

    lidad del hombre, horno, on',n e P ano .t; qttatemtS horno tantttrn. La en tanto que su expresin. 1 vatura

    sive vt

    primera potencia. (

    . que es a la vez vircualidad y poder, La nda potencia potenoa ) l - segu . . do Hegel en sus primeros escritos es e ese Potenz que uulrz.aba a roen . sos inexistentes pero insistentes, flujo de las palabras creadoras e

    un1ver

    factores integrantes de la realidad humiia.

    d . l y tas dos potencias implican una log1ca

    para oa . es , 1 . . , de una vida por la muerte. - la pri1nera es la reve ac101: , , iginal y autntica de

  • Ren Schrer

    La primera potencia conduce a un plano de inmanencia, la segunda construye y desenvuelve un plano de consistencia que lo puebla de personajes y de figuras. Que, precisamente, suscita Un pueblo y se dirige a l19

    Fuera del registro de los ejemplos provistos por el propio Deleuze y que forman algo as como su corpus, se encontrar una justificacin 1nuy ilustrativa de las propiedades de la borradura del sujeto de la enunciacin en el poeta alemn Georg Trakl, que pertenece a ese expresionismo contempor:neo que Deleuze convirti en el rasgo destacado de su esttica. Pues tal como no hay dos estticas, la de la sensacin en el conocimiento y la de la sensibilidad en el arre, no hay dos expresionismos, y la expresin que es inmanente a la vida es aquello que le da al arte su valor y su estilo. Por eso el artista no se propone otro objetivo ms que el de conquistar la expresin.

    Tal es el tema de una carta de 1 9 1 1 en la que Trakl, evocando las etapas del trabajo de uno de sus poemas, La tarde de tormenta, escribe: He aqu el poema modificado. Es mucho mejor que la primera versin, en la medida en que ahora es impersonal (unpersonlich} y est: lleno hasta reventar de movimiento y de visiones. Para introducir a este texto, Georges Bloess, que llam mi atencin sobre l, encuentra esta frmula lapidaria: he suprimido el yo20

    Podra servir igualmente para resumir a Deleuze, de la misma manera en que l mismo supo encontrar las frmulas poticas que sirven para resumir la filosofa de Kant. Baste con cotejar las visiones de Trakl ganadas gracias a lo impersonal con estas proposiciones deleuzianas: La fabulacin no consiste en imaginar ni en proyectar un yo. Alcanza ms bien a sus visiones, se eleva hasta sus devenires nacientes21

    Lo impersonal nos hace pasar del relato subjetivo, de la ancdota, del recuerdo, del demasiado cerca, al acontecimiento conforme a su sentido y su resplandor propios: esplendor del 011, del il. El poema de Trakl csti consagrado al acontecimiento atmosfrico en su esplendor cristalino, en

    1' Critique et clinique, p. 15. 20 Georg Trakl, PotmeJ majmrs, trnduccin de Jaques Legrand, prcsenr:ldo por

    Adrien Finck, Pars, Aubier, 1993, p. 19; Georges Bloess, \ilix, regard, eJpace dans l'art exprwionniJu, Pars, LH:i.rrnanan, 1998.

    21 Critique et clinique, p. 13.

    Miradas sobre Oeleuze

    . alcanza lo imperecedero: Oh, las 1 a las circunstancias y el cua se arranca 1 . del estanque resplandece> , p rincipio horas rojas de la tarde ... e

    espeo

    de La tarde de tormenta. b' , el desgarro del duro lago olvida-. splandece es ram ien l . . Ese espeo que re h d Mallarm y esa tarde, e virgen, vivaz

    d. b la escarc a ... e ' do que ase ia ao 'd d del acontecimiento, eventum tantt

    tm. 1 h 11 ado a la ererni a , d y bel o oy ev . , d transformacin alquumca opera a

    , la confirmacton e a . , Se vera meor d d la sub' etividad, e

    n a com parac10n 1 . al 0 el aban ono

    e d M , por o 1mperson

    l e d Baudelaire y el soneto e aliarme,

    e entre E isne e d 1 b' 'd d que se impon , . . del recuerdo lleno e a su euvi a . su replica' un pasae . . que consuruye d 1 . . , en su pureza, su con

    sistencia casi , . l s'n e a

    v1s1on romanuca a a expre.

    i d 1 e metamorfosis del .. sobre el spe

    ro 1 O

    . mmeral e isne, minera . evenl- luma' e (Baudelaire) en Los transparentes

    suelo arrastrando su blanco p h J

    (Mallarm). d 1 1 ue no uyeron glaciares e os vue os q e . . le bosque 0 que, para el propsito 'd t mente rurnva, s1mp , Nora evi en e . ral como tampoco sena aconseja-. ' n de conunuar, presente, no es cuerno d . bl Cime de Baudelaire en

    nombre del 1 . almente a mira e d ble rechazar e igu 1 ll eano basta con indicar e qu manera . . . mpersona ma arm ' , expresiomsmo 1 , l' ea lo que permanecia envuelto en l d a segun su lll lo impersona esp ieg ' . ncia interior. Pars cambia, pero . tos de una expene los repliegues secre h 'do' ,. opuesto a Fantasma que a

    nada en mi melancola I se a _movi . . . . '

    . . resplandor asigna. . .

    este siuo su puro ll 1 I' a abstracta del acontecimiento puro. mo desenro a a me El expresioms 1 d n visin Esta

    transmutacin orienta 1 nsmuta e recuer o e

    . . I Ella es a que tra comunicar una expenencia persona . e no se contenta con d coda escntura qu . b !la- sino que preren e ser recibida,

    , b' n informar so re e '

    --o mas ien, co . s e ima'genes dirigirse en el prjimo a l ' mo emocione ' despertar en e prOJl Esplendor del on, puestO que la forma d , 'smo que resuena. . la parte e si mi , . para alcanzar la singu ar experiencia 1 tente por si m1Sffi persona es irnpo . l al pr'imo. Slo lo impersonal del on 1 . y para comumcar a a la cua asp!a, 1 . . 'dades abre el machaque indefinido . d 'b 1 rode as 111tenon '

    0 del tl ern a e mu . ,, hacia otras form

    as de experiencias , del "Y pienso, yo soy b. d y monotono . 1 . lirario, ni a una inte

    rsu etivida que que no pertenecen m a suet

    o so d d 'I . d esto que proce e e e . es del mis mo or en pu . d 1 entrada en el movimiento, el ndice

    El on es la marca del pasae

    da ec:nsisrencia a 0 que pasa entre dos (o

    del agenc1amiento colecnvo, " n paseo como el de Mrs. Dalloway varios) , y contra el "Y pienso,

  • Ren Schrer en Bond Street, descrito por Virginia Woolf justamente en trminos de impersonal y de imperceptibilidad: Tenfa el sentimiento muy extrao de ser invisible: no visea, no conocida; ahora el problema ya no era casarse, tener hijos, se estaba all, avanzando por Bond Street en medio de los transentes, en una sorprendente procesin bastante solemne, y se era Mrs. Dalloway; ni siquiera Clarissa, no, se era la seora de Richard Dallowayn22

    Que el on francs transponga un this being ingls no cambia nada, pues este ltimo es tambin impersonal en su expresin y suprime el Slljeco sustituyndolo por la procesin de los transentes, por esta entrada en el sujeto moderno, el hombre de las m asas. Pero si se busca el on en todo el espl endor de s u sonoridad propia, en francs, he aqu entonces el de Rimbaud: No se es serio cuando se tienen diecisiete aos / Y se tienen tilos verdes sobre el paseon23, que evidentemente es insustituible por lo unipersonal. No es un yo ni un nosotros, sino lo impersonal del cualquiera, del solamen te -tantttm-, que hace que se levante triunfante, al dirigirse a l, el pueblo joven, enamorado, la cuarta persona de la que nadie habla I por la cual nadie habla I y que sin embargo exisre)),

    Del On a lo humano Sin embargo, uno no se desembaraza tan fcilm ente del 011/se u on/ yo, en otros trminos, de la generalizacin pronominal. Ella renace sin cesar como una objecin perjudicial al empleo estrictamente impersonal del on del cual pende toda la teora deleuziana. Qu es lo q ue permite atraer al 011 hacia el lado de lo impersonal? La cuestin no es puramente lingstica, o lingstica en un sentido estricto. Desborda la categora del

    " Virginia Woolf, Mrr. Dal/oway, TrJduccin y notas de Marie-Cbire Pasquier, Paris, Livre de pocl1e, p. 71 . [Se traduce respet3ndo la traduccin francesa del ingls. El/e avair le senriment rrs bizarre d'tre invisible: pas vue, pas conque; le problme n'tair plus mauenant de se marier, d'avoir des enfants, on tait Ji, avancer dans Bond Srreec au milieu des passanrs en une ronnance procession solennel/e et on tair Mrs. Dalloway; meme plus Glrissa, non, on rair Mrs. Richard Dal/owayn - Nota del traductor). " n n'esr pas sricux quand on a dix-sepr ans / fa qu'o n a des tilleuls veres sur la

    promcnadc)1 [Nota del traductor].

    so

    Miradas sobre Deleuze

    ann man24. . 1 h bre. Horno, om, on; o M. .Y . Pronombre para referme a om

    1 , . o de senrido implicado. ,A b d enmo ogia, sm , h b

    No se trata, sin em argo, e . 1 . mpersonal del on, a que om re, qu concierne o a quin conc1edrn

    he o '

    na' , eda urna . d . .

    a qu relaciones, a que soc1 'na! puede servir e cnteno, 1 b" ' n pronom1

    1 y en este dominio, a o Jec10

    . 1 originalidad de De euze, '

    l r a contrarto a . de de cierta forma resa ta . 1 . nes a primera vista pue

    . ientar las tmp icac10 ' puede permitirnos precisar y or desapercibidas, de lo i

    ,mpersona: ms ertinente formulacin de la b-Se encontrad la mas taanre'. . ,

    p to ms interesante en la medida )ecin en Feman e igny.

    le . d hace del On -ubica o en d D l. Obec1on tan

    . d la L e .. et cram re 1 h

    en que, cuando en e roue , 1 de la ilusin subjetiva, o ace categora de la ideologa- el veh1cu o

    Deleuze y Guattari: crtica del e comparte con I d des

    a partir de pos1cwnes qu . . 1beracin de las smgu an a sujeto, adopcin del plano de cons1tenc1a,

    rivados de Si mismo, sin ser . de los autistas con los cua es vive, prop13S . . . zs

    , Por eso menos md1v1duados .

    1 . c1"0' n de Dcligny es ademas y a teonza d 1

    La importancia de la pracnca ndo a propsito e " o da en cuenca cu.. ' .

    reconocida por Deleuze, rom . 1 reduccin abusiva de la intrpr-que dicen los nios, y para crmcar

    la

    , renta! retoma del solita no ono ogra pa , d

    cacin psicoanaltica a una pers fj' la cual se traza el proceso e de Monoblet la idea de una cartogra ia e

    l n

    d"o " El rechazo del On, . . on e 1ne i >) subJ"etivacin del propio aut1sta,c

    . idre ha de tomarse en tonces no tal como aparece en e aozre ms bien como una radicalizac10n e

    L et te craa . . d como una crtica negativa, s

    .1no

    s do el autista -al que prefiere 1!I la tesis deleuziana y guattanaln_a

    d. l

    dn

    O> Janmari, designado por ese . ., e 10 IV! U > < b

    siquiera llamarle nmo-, ''. . mo lo es tambin al on. Sin em argo U, nico vocablo, extrao al st rms ,

    , . no del nosotros>>, cuan-d 1 del Comun, SI d

    soporta las apelaciones e t y . el medio de las cosas o e 1 . , e mantiene con

    . 1. . do se trata de la re ac1on q u . , .

    fano de consistencia e imm.a las personas enrre las cuales vive. S1 su P

    . . J , . de on: del latn homo o del . , . brc el origen ernno og1co " En referencia a las h1porcs1S so

    . germnico numn (Nota del traductor].

    . p . Stock 1978, en part.: PP 120 y s1g., . L , roire fl le cmmdre, :ins, ' is Fcrn:md Del1gny, t e !' z35 hasra el final. y el texto de Isaac Joseph sobre De igny, p.

    6 Critique et clinique, P 81 . ""' 5 --

  • Ren Schrer el onlse, gravita alrededor del il y d 1 , conviene: ese chico-ahz'27

    e cornun. La expresin que ms le Punros de encuentro, un ros de diver enci el ah viene a ocupar su Iu,,., N d

    g a, aunque el on es repelido y ,,-r. o se po d e oposicin heideggeriana entre el ah d 1 vu:;, vocar, pero sin razn, la

    El ah de Deligny no c . e e ser 1" Y el " de la banalidad.

    d l oncierne a una dif. . 1 , e as cosas, el del medio d l s

    erencia onto ogica es el e as cosas. 1 irnpl manera del Mit-sein he'd . , ica un ser-con, no es a la

    d 1 eggenano, sena ms b e ese trasfondo de un .

    ien corno un recordatorio . nosotros pnrnordial w. '- . introduce Binswanger en su 'I ' . . . ' un zrrmt como el que

    N ana ts1s ex1srenciaJ o, no hay que comprender a Deli n de rna .

    . es, deleuzianamenre de su li . pg y

    . nera heideggeriana. Su ahi d. .

    ' per c1e. arr1c1pa d 1 , . 1 . e ip1zanre que por rodas e a crmca a psicoanlisis . 1 parres mere person 1 , me uso de aqul que esta' d . d as en e corazon del nio

    h , esprovisto e suJ'er d '

    a J cuando ese chico del S . o y e persona: Nadie est errer Juega con la . Ed' ecceidades, dira Ddeuze 11 YaJl a, fl1 ipo, ni Narciso, ' que no man1 1estan , cuya entera presencia es manifi St $'

    mas que SU presencia y d b.

    e a. rn secreto o c d' escu ierro28. y esra es l , 1 ' omo o ice usred a a razon por a cual el d

    ' ven de ese nio-ah suced ta b. , 1

    , nosotros, esde el punto de , .... m len a 11>, en su fi . entente lejana y abstracta de 1 . . per c1e, reemplazando la d

    os sujetos unidos en 1 d que a un nosotros sealado d d 1 ' e rnun o, por el on:

    los cuales el on no existe" es e e punro de ver de individuos para

    La . . paradop de Deligny: la personalizad ' d . del nosotros. Esta paradoj on e on, la irnpersonalizacin

    deleuziano del " perrne que r:renta C?ntradecir literalmente el uso

    lejos de lo que pa:-ece Pue

    t: ien precisar el sentido y llevarlo ms . s o irnpersohal del quiere decir el nosotros de D .

    on es Justamente lo que del chico de las puras ecce1'd

    ed1g

    y

    l en

    _su a

    ll1anza no-personal con el ah a es. o s1rnp ernent h una naturaleza que puede 1 d .

    e umano conforme a ca 1 carse e pnmord 1 . que un Nosotros" llamado . d' 1 . ' o prunera; lo mismo pnrnor 1a pa d . 1 conjugadas o de la concienc1 l .

    ' ra istmgulf o de las personas ... co ecuva .

    " Deligny, op. ce., pp. 1 1 8-226. 2H /bid., rexto de Isaac Joseph, p. 259. " Ddigny, ibid., p. 122. ' !bid., Isaac Joseph, p. 260.

    52

    Miradas sobre Deleuze

    Deligny se equivoca al creer que el on es la persona (o las personas) de la ideologa y de la opinin, pero tiene razn al ligar lo impersonal a la singularidad puramente humana de una naturaleza de la cual se apartan las filosoflas de la conciencia y del lenguaje: Todo est hecho para ridiculizar el trmino mismo de naturaleza que se encadena con los pequeos. Tal es la creencia reinante. Ahora bien, ustedes saben que, incrdulo, yo busco en el ser . . . Hacer causa comn con las palabras denigradas es casi una posicin poltica>,31.

    El autista ms ac de la palabra, el mutisra es -tergiversemos una expresin de Qu es la filosofla?- el caos que proporciona la visin32 del hombre, del solamente hombre. No que l mismo sea un caos. Lo es solamente en relacin al orden del lenguaje, pero, dice Deligny, tiene sus referencias, su punto de ver singular, ajenos a los puntos del sujeto corno de lo intersubjerivo, y que permiten (volvemos a encontrar aqu a Deleuze) revelar en l el individuo primordial conforme a Naturaleza33 Es cierto, el trmino es difcil de manejar pues implica a su vez algn orden preestablecido segn leyes inmutables, y como un fondo sustancial que sera el hombre, el hombre por naturalez.1, homo natura.

    Naturaleza humana puede ser tambin la legitimacin de todos los conservadurismos morales y sociales. Pero hay que pensar la naturaleza como dinamismo, potencia, naturans y no simplemente naturata; devenir y vida cuya expresin inmanente es el hombre. En este sentido s hay una naturaleza humana, un horno natural, tantum, cuando el lenguaje falta o se abre en l un vaco y se -el Se- esr: en el lmite, en el borde de la falla, del abismo.

    El rnutista que en su ausencia de palabra revela en s mismo lo nada ms que humano, cumple exactamente, entonces, la funcin que Deleuze reserva para las variaciones extremas sobre la lengua y las experiencias lmite. As puede leerse en el eplogo al Bartleby de Melville, a ese pasante o escribiente cuya sorprendente frmula e> capaz de dejar atnito a todo interlocutor, de cortar todo lazo humano: Prefiero no))34.

    " Deligny, ibid. , p. 164. 32 Que'est-a que r phi/mophie?, p. 192. JJ Critique el clinique, p. 95. "' Id. !bid.

    53

  • Ren Schrer l pre.fer not to suprime, en sentido propio, a aqul que la profiere. La frmula arrasa, escribe Deleuze, el lenguaje, desactiva los actos de habla,, y produce as, en el lenguaje, un vaco que arruina todos sus presupuestos . Es decir, la direccin hacia el prjimo. Bardeby, es cierto, no es un mutista. Se encuentra en el lmite del autismo, en su borde pero del otro lado, lo suficientemente cerca para hacer el puente. Lo suficiente para que se mantenga el pasaje entre el mundo de la comunicacin humana normal, henchida de buenas intenciones y de reglas de conducta, y la escandalosa, inhumana, singularidad. De un lado, el hombre del demasiado humano, del otro, el singular, el original, imposible de frecuentar y de vivir.

    Sin embargo es l, el horno tantttm, el que vuelve visible al hombre liberado del peso de las reglas y las obligaciones de comportarse socialmente, as como de todo lo que lo estructura en tanto que persona -comenzando por la agobiante paternidad padremadre (escribe, por su parte, Deligny)-. Punto de encuentro entre el hombre del lenguaje (Deleuze) y el del mutismo (Deligny-Janmari), entre el hombre de las velocidades y el de la lentitud (lo inmutable de Deligny), entre el del acontecimiento (eventttm tantum) y el de la naturaleza. Encuentro en torno del hombre desprovisto de sujeto primordial, a causa de la ausencia en l de propiedad, de cualidades. Convergencia en torno de esos originales que Deleuze llegar a calificar, en una alusin muy spinozista, seres de la Naturaleza primera35

    Poltica de la no-persona Sin embargo, sobre la base del descubrimiento del hombre fuera de las cualidades y fuera de la persona, la cuestin para Deleuze no es un retorno a la naturaleza. La gua, la brjula orientadora, es aqu lo que escribi a propsito de D. H. Lawrence que, se sabe, es para l uno de los grandes pensadores filosficos de nuestro tiempo. No hay retorno a la naturaleza, hay solamente un problema poltico del alma colectiva,

    " lbi. p. 1 06.

    54

    Miradas sobre Deleuze

    d d 1 flujos que soporta, las conexiones de las cue es capaz una soc1e a ' os i nventa, deja o hace pasar'.

    1 hombre primordi:il> :idquieren Por eso la naturaleza pnmera ob

    e . ventan las formas de 1 bre esca :ise que se m

    l sentido .Y va or, pues e_s so

    lo im ersonal que engendra la vida y a una sociedad nuev. Vmud de t vida como lo dice Dilogos, no hace cambiar, precisamente porque a , es algo personal>:' . Charles Fourier comprender fcilmente El lector fam1lianzado con

    , . l olectivo 0 mejor, a lo so-. d . les de lo mas s1ngu .u a o c ' estos pasajes para oa . d 1 . ] ridad en los infin itesimales, una . E f. part1r e a s1ngu

    d cietano. n e ecto, es a

    l d puede efectuar sus acuer os. d d 1 eco que e u111 ismo l

    vez ispersa o e SUJ ' l 11 W: le Whitman, as como a os Los artculos consagrados Me v

    _i e, "

    d e 'tica y clnica y le dan su forman el pivote e ri

    . dos Lawrence, que con

    ante (en lenguaje foune 1 , !comente congreg tono, precisan a unc10n a 1b . , de la SUJecin paternal, consiste d l . En la 1 erac10n

    risca) e o impersona : . d d d , hermanos o en favorecer en e en abrir el camino hacia una soc1e a ': bas a la caridad cristiana dera exrranas am aqu y ahora una

  • Ren Schrer

    incluso al precio de una contradiccin in adjecto, en el sobrehumano de Nietzsche, exaltacin de lo que el hombre tiene de potencias.

    Georges-Arthur Goldschmidt lo ha pensado en su bello prefacio a As habl Zaratustra: Reencontrar o ms bien constituir ese estado a la vez original y posterior (la naturaleza es eso que fuimos, es eso que queremos volver a ser), a esca quiso referirse Nietzsche mediante las ideas de lo sobrehumano y del eterno retorno. O, sin duda m:s acorde a lo que expone Deleuze a propsito de Melvilley de Lawrence: Lo sobrehumano es m:s una alegora que un tipo: no es nadie, y nunca nadie lo ser:. Representa el franqueamiento de rodas las constricciones: yo soy de no ser nada4.

    Ya no es lo demasiado humano acumulando en s y sobre s rodas las estratificaciones alienantes, sino el ser abierto a todos los devenires: ni1io, mujer, animal, vegetal, mineral, y finalmente tambin Naturaleza, como se ve con Walt Whicman.

    Una poltica de lo impersonal es la que da consistencia e impulso a estos devenires. Ms all tambin del marco personalisca o personalizanre de la Polis, se dirige a las etnias, y aun ms a ese quinto mundo nacionalirario del que hablaba Flix Guarrari, el de los sin patria, el de los sin techo, el de los sin existencia ciudadana41 Una poltica que viene a redoblar --0 ms bien a animar- el sueo revolucionario de fraternidad o de camaradera a la Whitman, esa camaradera que implica un encuentro con el Afuera, una marcha de las almas al aire libre por la ruta de salida principa14'.

    Una poltica que no vacilaramos en calificar -si la palabra no le repugnara a Oeleuze- de utpica,,. no para disminuir su eficacia sino, al contrario, para incrementar su valor. Pues designa, en efecto, ese lugar todava no actualizado, de el aqu y ahora, de un Erewhon (now-here), cuyo mapa traza siempre Ja escritura, y atraviesa sus lneas. Lneas de fuga gracias a las cuales uno escapa de la vergenza de ser un hombre para expresar al hombre solamente, hamo tantum: Ecce homo.

    40 F. Nierzschc, Ainsi parlait Zmuhou.stra, tr.tducido, prescni:i.do y comentado