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Meditando la palabra se ponen impacientes: «Despide a la gente para que vaya a las poblaciones cercanas a comprar algo de comer». Son los discípulos los que tienen hambre. Hace rato que están esperando el momento del descan-so, y ese momento no llega. Todos juntos han estado alimentándose gratuitamente de la ense- ñanza de Jesús. Llegada la hora de comer, los discípulos no conocen otra solución que la que brinda el dinero: que se vayan a comprar a las po- blaciones cercanas, que se dispersen y que paguen por su comida. Jesús les sale al cruce con una orden que ellos no esperaban: «Denles ustedes de comer». Esto sobrepasa la capacidad de comprensión de los discípulos, que siguen pensando que la única salida está en el dinero. Dos veces aparece en el diálogo el verbo comprar. La primera vez con la propuesta de que cada uno se compre lo que puede en los alrededores. La segunda vez, al emplear un recurso que tampoco es muy satisfactorio para los discípulos: ¿tenemos que comprarlo nosotros? Una respuesta inesperada 22 Meditamos el texto de la multiplicación de los panes en la versión de Marcos (6,30-44): una invitación a poner en común nuestros «panes y peces». Este compartir es el verdadero milagro que nos presenta la Palabra. os discípulos estuvieron predi- cando y enseñando. Des- pués de la tarea, quieren descansar y comer. Pero la gente es un impedimento para esto. Lo dice claramente el texto: «Era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer». Cuando Jesús y los discípulos se trasladan, allí se traslada tam- bién la gente. Jesús se deja impac- tar por esta búsqueda, por esta ansia de la gente de acompañarlo, y cambia sus planes de descanso: «Estuvo enseñándoles largo rato». La gente no se muestra cansa- da, ni hambrienta, ni con ganas de hacer otra cosa más que escuchar a Jesús. Sin embargo, los discípulos María Gloria Ladislao Dispersarse por las pobla- ciones y pagar cada uno su pan es la propuesta de los discípulos. La propuesta de Jesús es otra: que no se dispersen, que se queden y que permanezcan cómodos sobre la hierba y reunidos en grupos. Y no hace falta comprar: «Fíjense en lo que tienen». Los discípulos im- pacientes, preocupados por la pro- pia cena, pensando según la «ló- gica del mercado» , terminan ofreciendo sus panes y colabo- rando en la distribución. ¡Ahí se produce el milagro!. Eran los discípulos los que esta- ban apurados por comer, no la gen- te. Eran los discípulos los que te- nían miedo de quedarse sin cena. Resulta que no sólo tuvieron cena, sino banquete, con mucha gente y con mucho alimento. Porque Dios no es mezquino y siempre da, y da de más. Entonces, sobra. Muchas veces, los seguidores de Jesús seguimos pensando con criterios del mundo; queremos sa- carnos de encima a los que tienen hambre y también proponemos «que se vayan a comprar su ali- mento». Este pasaje bíblico nos llama a esa conversión del corazón que nos anima a sacar del bolsillo nuestros cinco pancitos y nuestros dos peces, para ponerlos delante de Jesús, y hacernos colaboradores en la distribución, no quedándo- nos en nuestra barca, sino mez- clándonos con la gente, porque, si no, no hay milagro. No tengamos miedo de poner frente a Jesús nuestros panes y nuestros peces. No nos queda- remos sin enseñanza, ni sin comida. Él las da gratis. Y en abundancia. Cambiar de mentalidad 23 «Un amigo fiel es un refugio seguro: el que lo encuentra ha encontrado un tesoro» (Eclo 6, 14) por ser parte del tesoro con que Dios nos ha enriquecido a lo largo de estos 40 años. Tu amistad es para nosotros un signo grande de Su ternura y bendición. Tu presencia y cercanía nos hacen fuertes en la misión que Él nos ha confiado. Que el Señor te bendiga, bendiga a tu familia y nos anime a seguir caminando, unidos en Su amor y en Su amistad. ¡Gracias! ¡Gracias! A igo ¡Feliz día! ¡Feliz día!

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se ponen impacientes: «Despide a la gente para que vaya a las poblaciones cercanas a comprar algo de comer». Son los discípulos los que tienen hambre. Hace rato que están esperando el momento del descan-so, y ese momento no llega.

Todos juntos han estado alimentándose gratuitamente de la ense-ñanza de Jesús. Llegada la hora de comer, los discípulos no conocen otra solución que la que brinda el dinero: que se vayan a comprar a las po-blaciones cercanas, que se dispersen y que paguen por su comida.

Jesús les sale al cruce con una orden que ellos no esperaban: «Denles ustedes de comer». Esto sobrepasa la capacidad de comprensión de los discípulos, que siguen pensando que la única salida está en el dinero. Dos veces aparece en el diálogo el verbo comprar. La primera vez con la propuesta de que cada uno se compre lo que puede en los alrededores. La segunda vez, al emplear un recurso que tampoco es muy satisfactorio para los discípulos: ¿tenemos que comprarlo nosotros?

Una respuesta inesperada

22

Meditamos el texto de la multiplicación de los panes en la versión de Marcos (6,30-44): una invitación a poner en común nuestros «panes y peces». Este compartir es el verdadero milagro que nos presenta la Palabra.

os discípulos estuvieron predi-cando y enseñando. Des-pués de la tarea, quieren

descansar y comer. Pero la gente es un impedimento para esto. Lo dice claramente el texto: «Era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer».

Cuando Jesús y los discípulos se trasladan, allí se traslada tam-bién la gente. Jesús se deja impac-tar por esta búsqueda, por esta ansia de la gente de acompañarlo, y cambia sus planes de descanso: «Estuvo enseñándoles largo rato».

La gente no se muestra cansa-da, ni hambrienta, ni con ganas de hacer otra cosa más que escuchar a Jesús. Sin embargo, los discípulos

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Dispersarse por las pobla- ciones y pagar cada uno su pan es la propuesta de los discípulos. La propuesta de Jesús es otra: que no se dispersen, que se queden y que permanezcan cómodos sobre la hierba y reunidos en grupos. Y no hace falta comprar: «Fíjense en lo que tienen». Los discípulos im- pacientes, preocupados por la pro-pia cena, pensando según la «ló- gica del mercado», terminan ofreciendo sus panes y colabo-rando en la distribución. ¡Ahí se produce el milagro!.

Eran los discípulos los que esta-ban apurados por comer, no la gen-te. Eran los discípulos los que te-nían miedo de quedarse sin cena. Resulta que no sólo tuvieron cena, sino banquete, con mucha gente y con mucho alimento. Porque Dios no es mezquino y siempre da, y da de más. Entonces, sobra.

Muchas veces, los seguidores de Jesús seguimos pensando con criterios del mundo; queremos sa-carnos de encima a los que tienen hambre y también proponemos «que se vayan a comprar su ali-mento». Este pasaje bíblico nos llama a esa conversión del corazón que nos anima a sacar del bolsillo nuestros cinco pancitos y nuestros dos peces, para ponerlos delante de Jesús, y hacernos colaboradores en la distribución, no quedándo-nos en nuestra barca, sino mez-clándonos con la gente, porque, si no, no hay milagro.

No tengamos miedo de poner frente a Jesús nuestros panes y nuestros peces. No nos queda-remos sin enseñanza, ni sin comida. Él las da gratis. Y en abundancia.

Cambiar de mentalidad

23

«Un amigo fiel es un refugio seguro:

el que lo encuentra ha encontrado un tesoro»

(Eclo 6, 14)

por ser parte del tesoro con que Dios

nos ha enriquecido a lo largo de estos 40 años.

Tu amistad es para nosotros un signo grande

de Su ternura y bendición.

Tu presencia y cercanía nos hacen fuertes

en la misión que Él nos ha confiado.

Que el Señor te bendiga, bendiga a tu familia

y nos anime a seguir caminando,

unidos en Su amor y en Su amistad.

¡Gracias!¡Gracias!A igo

¡Feliz día!¡Feliz día!