Trans Historias 2014

download Trans Historias 2014

of 91

Transcript of Trans Historias 2014

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    1/91

     

    TRANS HISTORIAS

    RELATOS DE

    TRANSEXUALIDAD

    POR MARÍA LAURA ALEMÁN

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    2/91

     2

    INDICE

    PRÓLOGO ---------------------------------------------------------------------------------- 3

    ZAMBA DEL VUELO -------------------------------------------------------------------- 5LA BLANCURA DEL DÍA -------------------------------------------------------------- 6JUEVES SANTO -------------------------------------------------------------------------- 7

    ENCUENTROS CON ÁNGELES------------------------------------------------------- 8

    LOS ÁNGELES DE BUENOS AIRES ------------------------------------------------- 10

    DÉJATE LLEVAR ------------------------------------------------------------------------ 11

    PEÑAS BLANCAS ------------------------------------------------------------------------ 12

    MI PRIMERA VEZ ------------------------------------------------------------------------ 13

    DECIME QUIÉN SOS VOS ------------------------------------------------------------- 14

    LA BOLITA -------------------------------------------------------------------------------- 16CINTURÓN DE PIOLÍN ----------------------------------------------------------------- 17

    EL VENDEDOR DE CURITAS --------------------------------------------------------- 19HAZAÑAS ---------------------------------------------------------------------------------- 20

    I-EL PARTIDO ----------------------------------------------------------------------------- 21

    II-MI PADRE ------------------------------------------------------------------------------- 24

    III-EL REDOMÓN ------------------------------------------------------------------------ 27RADIO CLÁSICA ------------------------------------------------------------------------- 29EN SÁBANAS BLANCAS -------------------------------------------------------------- 31

    LA PELUQUERÍA ------------------------------------------------------------------------ 34

    UNA TERAPIA ---------------------------------------------------------------------------- 36

    LA PELUQUERÍA II ---------------------------------------------------------------------- 38

    PAMELA SE DURMIÓ EN LA PELUQUERÍA ------------------------------------- 40

    MI PADRE, MI HIJO Y YO ------------------------------------------------------------- 41

    MAÑANITAS LUCILERAS ------------------------------------------------------------- 42

    EL ÁNGEL 3D2 --------------------------------------------------------------------------- 43DOS CUENTOS --------------------------------------------------------------------------- 45

    LA MÁQUINA DE SAN TELMO ------------------------------------------------------ 47LÍNEA M ------------------------------------------------------------------------------------ 59

    APÉNDICE: HISTORIA DE VIDA ----------------------------------------------------- 79

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    3/91

      3

    PRÓLOGO Cuando comencé mi transición en el año 2009 en que me fui a vivir sola, tuve queescribir mi historia de vida para presentarla ante la justicia como parte de los

    requisitos para solicitar el cambio de nombre registral y la autorización para unacirugía de reasignación sexual. Esa historia de vida está escrita en forma cronológicay aunque es una descripción veraz y emotiva de mi vida, siento que es más que nadaun resumen al cual le faltan la mayoría de los sentimientos, como una fotografía queno significa lo mismo para cualquiera que la ve que para aquella persona que está enla foto, y le faltan también aquellos pequeños relatos que no parecerían tanimportantes, y sin embargo en mis recuerdos ocupan lugares claves en mi historia detransexualidad.

    A medida que fui escribiendo estas Trans-historias, también fui viendo que mi vidafue una vida de rebelión y lucha contra toda forma de mandatos. Porque una cosa sonlas leyes, creadas por las sociedades para poder vivir mejor y que provienen delconsenso entre sus miembros, y otra cosa son los mandatos, que parecen provenir dealguna forma de poder superior, sea de nuestros ancestros, de quienes tienen podereconómico, político o militar sobre nosotros o de aquellos que han recibidorevelaciones de algún dios referidas a lo que deben hacer los demás en nombre esedios. Al fin y al cabo, la lucha de las mujeres y hombres transexuales es eso, la de

     pelear contra el mandato social o familiar que dice que debemos actuar según elgénero que indica nuestro documento y el cuerpo con el que nacimos y no elegimos.

    Pero entonces podemos ir más allá todavía. La lucha de la transexualidad es la mismaque la de todas aquellas personas que sufren los mandatos de algunos, no sabemosquiénes son, pero sí sabemos que se ocultan en los sitios de poder, y que son quienesdicen que los seres humanos, para serlo con dignidad (y voy a parafrasear a lalegisladora de la ciudad Diana Maffía en el libro “Sexualidades migrantes”) deben serhombres, heterosexuales, blancos y propietarios. Ahora, si empezamos a descartarempezando por la población mundial femenina, siguiendo por quienes no son

     blancos, luego con quienes son pobres, y finalmente con quienes tienen otras

    orientaciones sexuales e identidad de género, quedarían muy pocos seres humanosdignos de ser llamados así. Los demás se deben acomodar o quedar marginados, quees lo que nos sucede a todos aquellos que no podemos o no queremos acomodarnos.Y por eso mismo nuestra lucha es una lucha por la dignidad del ser humano. Ladiversidad es nuestra esencia, es lo que nos define como especie.

    Sin embargo, estos días pude comprobar que nuestra lucha, que va de la mano connuestra visibilización, tiene aristas poderosas que hacen temblar a las estructuras de

     poder, a las verdaderas estructuras de poder, que son aquellas relacionadas con el

     poder económico, el poder mediático y el poder religioso.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    4/91

     4

    Por estos días yo fui expulsada, despedida y desaparecida de un colegio religioso endonde trabajé como docente de música durante más de 18 años, y todavía me cuestacreer en el empeño que puso la institución en sacarme de encima y en borrar todahuella de mi paso por ahí, y fueron huellas profundas. Más allá de los detalles del

    hecho, veo que mi sola presencia los asustaba, los enojaba y les hacía tambalear laseguridad de su poder. Algo para tener en cuenta.

    En los próximos capítulos van a sucederse estas Trans-historias, todas rigurosamenteciertas, de la mano con algunas canciones, documentos de mi lucha por sobrevivir,con detalles de algunos encuentros con gente tan extraña como yo, uno de ellos conuna anticipación premonitoria de 30 años, y en el final con dos cuentos que merecenestar en este libro., que de ningún modo está terminado, ya como dice la canción conla que habitualmente me presento cuando canto, la “Zamba del vuelo”:

    “falta mucho para recorrer” 

    Poner estas Trans-historias en papel me permitió revivir momentos muy intensos demi vida y al mismo tiempo completar la curación de las heridas.

    Tengo dos agradecimientos para hacer desde lo más profundo de mi corazón:

    Uno es para Cecile, mi compañera de toda la vida y nuestros tres hijos, Lalo, Luisa ySonia, quienes acompañan mi transición y participan en la transformación amorosa

    de nuestra familia.

    El otro es para Sandra Soria, mi terapeuta quien, de todos los ángeles que conocí eneste tiempo es, sin dudas, mi ángel de la guarda.

    María Laura AlemánAgosto de 2011

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    5/91

      5

    ZAMBA DEL VUELO

    Si mi historia en papel yo debiera escribir,

    desde el alba hasta mi atardecer,viditay, no lo haré,falta mucho para recorrer.

    Si saliera a volar por los cielos de Diosy gritar a los vientos quién soy,viditay, no lo sé,

     pero el aire me sube hasta el sol.

    Yo no soy el que fui,ni seré quien soy ahora,sólo sé que mi amorduerme intacto en mi corazón.

    Aunque el tiempo, al pasar, me siguiera de atrásy borrara los pasos que doy,viditay, volverécomo vuelve en el día la flor.

    Cuando no hayan palabras ni explicacióny no existan sentido y razón,viditay, cantarécomo canta en su vuelo el gorrión.

    Yo no soy la que fui,ni seré quien soy ahora,sólo sé que mi amorduerme intacto en mi corazón.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    6/91

     6

    LA BLANCURA DEL DÍA

    Hace nueve días que empecé mi nueva vida. Mudada a un lindo departamento en ellímite entre los barrios de Almagro, Balvanera y Once, salí a caminar, vestida y

    maquillada como mujer, por primera vez en mi barrio, de alguna manera empezandoa ocupar espacios como María Laura, antes invisible, ahora a plena luz del día,disfrutando enormemente de mi libertad.

    Caminaba por Avenida Rivadavia para hacer algunas compras. De pronto meencontré caminando unos metros atrás de una persona rara, exclusivamente en elsentido más verdadero de lo que significa raro, o sea escaso, y por lo tanto,

     probablemente de mucho valor. Era alguien que podía haber nacido hombre, comoyo, pero iba vestido o vestida con ropas como de bailarina, camiseta y panty’s delycra de una blanca transparencia, zapatillas, pelo muy corto y algo de maquillaje.Realmente se escapaba del común de los demás transeúntes, inclusive de mí mismaque aunque iba vestida con una elegante pollera y una linda camisita, mi cuerpo deantiguo rugbier me colocaba también en un escalón diferente, aunque no tanto comoél o ella..

    Cosas por el estilo iba pensando yo, cuando de pronto, dos empleados de unadistribuidora de agua envasada la vieron y empezaron a burlarse de su persona,tratándola básicamente de loca. Tanto fue su ensañamiento con ella que yo pasédesapercibida. Pero ella ni se dio por enterada. Yo miraba la escena y veía cómo dos

    hombres, uniformados con la ropa de la empresa, esclavos de un sueldo mísero y probablemente víctimas inconcientes del maltrato del sistema, se complotaban conéste para burlarse de la persona más libre que circulaba por la calle.

    La ropa blanca de esta persona adorablemente rara le dio blancura a mi día. Era mi primera salida desde mi nueva casa vestida como mujer y por supuesto había tenidomiedo, terror de que me pasara algo así. Todavía no tengo la medida exacta de cuántomovió dentro de mí el coraje de este ser extraño, de este ángel de la AvenidaRivadavia, pero desde ese momento yo disfruto plenamente de cada salida mía al

    mundo para ejercer mi libertad de existir. Me encantaría estar yo provocando algoaunque sea un poco parecido en las personas que caminan con miedo en esta ciudadtan hermosa.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    7/91

      7

    JUEVES SANTO

    Ése fue el jueves en que salí a caminar, cerca de las tres de la tarde, desde mi casahacia Puerto Madero. Unas cuarenta cuadras cuya caminata, aparte de hacerle bien a

    mi diabetes, me permite disfrutar largamente el andar con faldas. La tarde, además,venía con una brisa fresca.

    Llevaba en el bolso mi enorme libro de “Gödel, Escher y Bach” de DouglasHofstadter; un libro que relaciona matemática, plástica y música; todo de alto vuelo ymuy difícil, pero que yo lo vengo estudiando en forma metódica.

    Eso hice después de instalarme en un banco frente al Dique 3 de Puerto Madero,sobre la Avenida Belgrano. Estudié bajo el tibio sol del otoño y de la brisa agradabledel río hasta cerca de las siete de la tarde, en que decidí volverme junto con el sol.Crucé Paseo Colón y caminé por la Recova hacia Plaza de Mayo, para tomar el subtede vuelta a casa. La brisa me hacía flotar la pollera y la sensación del airemoviéndose entre mis piernas hacía más gozosa mi libertad.

    Unos pasos delante de mí caminaba un hombre de unos cincuenta años, más ó menosde mi edad, llevando de la mano a una nenita de cuatro ó cinco años. Él se dio vueltay me vio, e instantáneamente se agachó y le dijo algo al oído a su hija. Yo no loescuché con mis oídos, pero igual resonó por toda la Recova: “mirá, un travesti”.Después de que le dijo esto, él ya no se hizo más cargo del asunto y continuó

    caminando, ya sin volver a mirarme. Ella en cambio, que probablemente no conocierala palabra que le había dicho su padre, se dio vuelta a mirarme.

    Yo la estaba esperando con mi más tierna sonrisa y con todo mi amor, intentandoreparar el enorme daño causado por la estupidez de su padre, que pretendía iniciarlaen un camino de prejuicios, discriminación e intolerancia.

    Pero ella también me sonrió. Nuestras miradas se acariciaron dulcemente durante unafracción de segundo. En ese momento mágico el viento sopló más fuerte y yo percibí

    ese sutil balanceo que efectúa nuestro planeta cuando algo se le acomoda.

    El hombre siguió caminando, sin intuir siquiera la enorme traición que le había perpetrado la vida.

    Yo caminé más lentamente, dejándome atrapar por el atardecer y por la belleza de miJueves Santo.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    8/91

     8

    ENCUENTROS CON ÁNGELES

    Cuando una persona comienza a transitar su transexualidad, a vivir la vida comoimperiosamente necesita vivirla, comienza al mismo tiempo un proceso de

    invisibilización. El ámbito social al que pertenecía, incluida gran parte de su familia,deja de hablarle, ya no la considera dentro del grupo; si antes tenía aspectos en losque se destacaba entre sus pares, estos desaparecen como por arte de magia. Deja deser considerada una persona inteligente y comienza a perder no sólo sus derechos, yaque muchos se sienten autorizados a maltratarla, sino que pierde su visibilidad, su

     presencia, que sólo puede recuperar si abandona lo que para ellos es la absurda y locaidea de querer cambiar de sexo.

    Así me sucedió a mí. La mayoría de mis familiares dejaron de hablarme. Se me corrióde todos los lugares que había conquistado en mi vida; por ejemplo, el de ser lamúsica de la familia. Pese a que me han otorgado cinco premios nacionales decomposición musical, y antes, cuando era hombre, no había reunión familiar en queno me pidieran mis canciones, desde que vivo como mujer, ese cetro se lo pasaron aalguien que apenas toca la guitarra, pero que no cometió mis incorrecciones..

    Personalmente creo que ese tipo de invisibilización es lo peor que sufre la personatransexual, porque cuando a alguien la tratan durante mucho tiempo como si noexistiera, como si estuviese muerta, una podría llegar a creer que esto es cierto, queuna murió. Es una gran trampa sin salida. Cada vez que me encontré en una situación

    así, de no hallar ninguna salida a la expresión de mi existencia, me enfermé. Algunasenfermedades fueron graves, como mi diabetes tipo 1 y un Guillain Barré; y yo nosabía cómo luchar contra estos efectos de la invisibilidad hasta que me sucedió algoextraño.

    Salía yo de terapia, cerca de Plaza de Mayo y volvía caminando para mi casa. A lasdos cuadras de andar, al cruzar la esquina de Alsina y Chacabuco, una mujer que ibaen dirección contraria me detiene en la mitad de la calle y me dice:”Vos” y nosquedamos mirándonos a los ojos. Era una mujer de edad indescifrable, aunque

     probablemente menor que yo; el pelo rapado y teñido de un color naranja; le faltabandientes y estaba muy borracha. Yo la tomé del brazo y la llevé a la vereda, ya que senos venían encima los autos.

    Ya sobre la vereda nos seguimos mirando. Ella me agarraba de un brazo y yo leacariciaba la cabeza. No sé porqué me salió decirle que se cuidara, y ella me contestó:¡qué me voy a cuidar, si este mundo me enferma! ¡pero vos me curás! Las dosteníamos los ojos con lágrimas. En un momento ella buscó mi boca con sus labios.Yo la esquivé. Pero cuando lo hizo por segunda vez ya no la rechacé y nos besamos.

    Fue un beso corto, de amor profundo, aunque no del amor que puede tener una

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    9/91

      9

     pareja. No había ninguna sexualidad en el beso, pero era mucho más grande que eso, porque con él estábamos reconociendo nuestra existencia.

    A nuestro alrededor la gente correcta iba a sus oficinas, todos correctamente vestidos,

    ignorando lo que estaba pasando en esa esquina de la ciudad, en la que dos seres queno se conocían se habían mirado a los ojos, se habían visto y habían desnudado susalmas.

    Desde ese día me ocurrieron más encuentros amorosos, generalmente con genteinvisible para los demás, gente de la calle, gente sola. Y me doy cuenta que a medidaque voy desapareciendo de un mundo comienzo a aparecer en otro; un mundo deángeles sin alas que se ven y se reconocen en una ciudad en la que eso no le sucede amuchas personas. A lo mejor yo también me estoy convirtiendo en un ángel.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    10/91

     10

    LOS ÁNGELES DE BUENOS AIRES

    Los ángeles de Buenos Aires no saben volar,no tienen alas en su espalda ni una aureola de metal.

    Arrastran bolsas de residuos con dificultad, pasando entre la gente que no advierte que andan por acá.Habitan catedrales de cartón,y abundan en las plazas y en el hall de la estación;y al dormirse, cada noche, un verdadero Diosles besa las mejillas con amor.

    Los ángeles de Buenos Aires no tienen color,se hicieron transparentes, lentamente se los olvidócomo se olvida todo lo que recuerda el dolor,lo que recuerda el cielo y el anhelo de un mundo mejor.Conocen los lugares del horrory vuelven a esos sitios y les ponen una flor;y al dormirse, cada noche, un verdadero Diosles acaricia el pelo con amor.

    Los ángeles de Buenos Aires tiene la misión

    de andar las avenidas destruídas y en desolación,llevando en sus changuitos pedacitos de latóncon que curar la herida de la altiva civilización.Recorren lentamente la ciudad,volviendo cada estatua, cada fuente a su lugar;y al dormirse, cada noche, un verdadero Diosles canta dulcemente una canción.

    Un día yo empecé también a desaparecer,me fui volviendo viento por el puerto en el atardecer;como ellos, con mi bolso largas calles recorríy ahí los pude ver y ellos también pudieron verme a mí;con uno, en una esquina me besé;con otro, por la zona de Congreso conversé.Ahora sólo espero, mientras me voy a dormir,que algún Dios verdadero baje aquí.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    11/91

      11

    DEJATE LLEVAR

     No es fácil la vida de una mujer transexual antes de comenzar su transición, y menos para alguien que pasa de los cincuenta años como yo, y que además siempre sintió

    atracción física por las mujeres. Nunca supe qué significaba esa pulsión irrefrenablede sentirme mujer hasta que me enteré, en una terapia que hice en el año 2002, queexistía la palabra transexualidad.

    Hasta ese momento yo había sido un hombre completamente exitoso; un deportistareconocido por sus compañeros, músico, casado con una hermosa mujer y con treshijos, pero con una infelicidad interna que me llevaba hacia un camino de muerte.

    Con el último aviso serio que me dio mi cuerpo, decidí empezar mi transición. Meseparé y me fui a vivir sola como mujer, aunque siempre en contacto con mis hijos ytambién con mi ex pareja..

    A fines del 2009, mi primer año de vivir como María Laura, hice mi primeraaparición artística como mujer en un festival de arte trans en el Palacio Victorial, enel barrio de San Telmo. Fui llevando un coro femenino compuesto por mi ex mujer,mis hijas, dos hermanas y un grupo de sobrinas, todas mujeres que han podido vermey aceptado como quien soy hoy. Llevaba puesto mi primer vestido y me sentía muy

     bien.

    Se había hecho muy tarde, era cerca de la una de la mañana, pero igual la sala endonde cantábamos estaba llena. Yo no tenía ningún discurso preparado, así queimprovisaba las explicaciones que daba sobre las distintas canciones.

    En un momento nos disponíamos a cantar “Peñas Blancas”, una canción folklóricaque compuse en el 2003 a orillas del río Juramento, en Salta, adonde habíamos idocon mi esposa y mis dos hijas mujeres y habíamos hecho rafting en el río, en mediode profundas emociones. La canción tiene un estribillo que se repite, y que dice:

    “ Déjate llevar, déjate llevar, por los remolinos...”

    Estos detalles comentaba yo al público, cuando de pronto me di cuenta, y se los dije,que durante todos estos años yo creía haber estado diciéndole cosas importantes alrío, y sin embargo era el río el que me había estado diciendo a mí:

    “ Déjate llevar, déjate llevar ...”

    Cosas del arte.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    12/91

     12

    PEÑAS BLANCAS

    En Salta existe un lugar perdido entre las barrancasen donde, por Peñas Blancas,va desangrando el Cabra Corral.

    Montañas que fueron mary hoy son callejón del viento,desbocan al Juramentoen su diagonal hasta el Paraná.

    Dejáte llevar, dejáte llevar por los remolinos

    que como el vino, te hacen girar.Dejáte llevar, dejáte llevar,y a la voz del guía,la vida mía va a navegar.

    Al borde del paredónconviven todas las floras,el ceibo, el sauce y la mora

     beben el agua junto al cardón.

    Vuela el Martín Pescadorreflejándose en el fondo,mientras la sombra de un cóndorva navegando en el cañadón.

    Dejáte llevar, dejáte llevar...

    Todos tendrán que bajarun día por el Pasaje,

    y en las crestas del oleajelas almas blancas se enredarán.

    Haré mi viaje final por las aguas serpentinasy en tierras santafesinas

     bogando lento me he de quedar.

    Dejáte llevar, dejáte llevar...

    Esta canción recibió en el año 2005 el Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes en elconcurso de canciones de raíz folklórica para la región litoraleña.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    13/91

      13

    MI PRIMERA VEZ

    Mi primera rebeldía de género, al menos la más temprana que recuerde, sucediócuando yo tendría ocho años.

    Era un domingo, en una reunión familiar multitudinaria en nuestro departamento dela avenida Santa Fe. Además de mis padres, mi abuela y mis hermanos, estaban losdos hermanos de mamá con sus familias, todas numerosas.

    Cuando terminamos de almorzar, uno de mis tíos sentenció:

     _“Los varones a la cancha, las mujeres al cine”

    Ese domingo se jugaba el clásico Racing – Independiente, que nucleaban la mayoríade las preferencias familiares.

    En una butaca en medio de una larga fila de mujeres, yo vi “La pérgola de las flores”en el Gran Splendid.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    14/91

     14

    DECÍME QUIÉN SOS VOS

    A grandes rasgos, mi historia de transexualidad transcurrió de la siguiente manera,que voy a relatar en forma no cronológica. Hoy soy una mujer de 54 años, no

    reasignada sexualmente, en situación de hormonación, llevando casi dos añosviviendo como María Laura. Desde los 43 años, edad en la que se declaró mi diabetesinsulina dependiente (era la edad que tenía mi padre cuando murió) hasta loscincuenta, fue una etapa de exploración interna, de tratar de saber quién era yo. Enesta etapa descubrí la transexualidad y comencé, a los tumbos, un camino deaceptación.

    Mi infancia, hasta los once ó doce años, fue una época de no poder comprender porqué yo no era una mujer, y de no hallar ninguna explicación al respecto.

    En cambio todo el lapso que abarca desde mi temprana adolescencia hasta los 43años fue de una lucha sin cuartel contra la transexualidad. Yo veía que tenía el cuerpode un hombre y empecé a tratar de vivir como tal, relegando a la oscuridad de misespacios más profundos la pulsión que gobernaba a mi persona.

    Hoy, al hacer el recuento de esa guerra contra la transexualidad, veo claramente quela perdí por paliza, y con algunas heridas permanentes. Sin embargo durante miadolescencia parecía tener éxito, porque me convertí en un gran deportista de uno delos deportes más viriles que existen, como es el rugby; y aunque mi físico era

     pequeño, me destacaba por mi velocidad y mi creatividad. Unido esto a mi condiciónde músico, me permitía tener entre mis compañeros un lugar, si no de privilegio, almenos de cierto respeto.

    A los 15 años, al mismo tiempo en que me convertía en un correcto joven a la vistade la sociedad, y como dando al mundo el aviso de que no me creyeran, me teñí el

     pelo. Era a principios de los 70, una época en la que teñirse el pelo ni siquiera eramuy bien visto entre la mayoría de las mujeres. En mi caso, en que toda la tecnologíacapilar que poseía era agua oxigenada de 10 volúmenes, el resultado fue un mechón

    naranja en la frente, que mi daltonismo veía de un hermoso color rubio. Me sentíaMarilyn Monroe, aunque solamente en la intimidad del espejo del baño.

    Esto me trajo algunos inconvenientes en el colegio. Yo iba a uno de varones y estabacomenzando tercer año. Habían entrado varios alumnos nuevos, y entre ellos, dos quevenían de repetir; uno de nuestro mismo colegio y el otro que venía del colegio delSalvador. En esa costumbre tan varonil de marcar territorio, los dos vinieron a

     burlarse de mí, y con los dos dije la famosa y temida frase: “te espero a la salida”.

    Recuerdo que yo tenía mucho miedo, pero también mucha bronca. Así fue que peleécon el primero, el que venía de nuestro colegio, en la soledad de los bosques de

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    15/91

      15

    Palermo, ante la atenta e imparcial mirada de otros dos compañeros que estaban encalidad de jueces. Le pegué muchísimo, le lastimé toda la boca y él no me alcanzócon ningún golpe. Esto me trajo muchísimo respeto entre mis compañeros, ya queganarle a uno más grande era toda una hazaña.

    Con el segundo fue distinto. Como era muy temido por todos, esta vez fue toda laclase a ver la pelea. Él era muy fuerte y muy malo. En el único cruce de golpes quenos dimos después de un largo rato de estudio del rival, él me dejó la narizsangrando, y yo le cerré un poquito un ojo. Probablemente la balanza de la pelea sehaya inclinado un poco hacia su lado, pero a mí me dejó el título, frente a todo terceraño y hasta donde hayan llegado los ecos de esta batalla, de ser una persona muyvaliente. Nunca más alguien volvió a enfrentarse conmigo.

    Sin embargo, hubo un compañero que me hizo sufrir muchísimo, porque usaba otrosmétodos. No era frontal. Cuando volvíamos del colegio en el colectivo, él se instalabaal fondo con sus amigos y profería burlas a los gritos; recuerdo que me llamaba“cíclope” porque decía que yo era tan feo como esos monstruos de un solo ojo. Ogritaba referencias a mi pelo, pero nunca en forma directa.

    Yo lo sufría en silencio, en la parte de adelante del colectivo y me avergonzabamucho. Sin embargo nunca quise pelear con él. No parecía estar en un juego de luchaterritorial sino algo más extraño, a lo que yo no podía responder.

    Él no era mala persona. Dos años después, cuando terminábamos el colegio, se pusoel curso a los hombros, organizó el viaje de egresados en el que fue el encargado dela clase, ya que en ese viaje a Bariloche fuimos sin docentes. Cuando egresamos delcolegio todos lo amábamos.

    Se llamaba Martín. Hoy vive en España, es mujer, y no sé cuál es su nombre.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    16/91

     16

    LA BOLITA

    Desde mi niñez supe que algo andaba mal conmigo. Mi deseo de ser como las chicas,de usar vestidos, de ser peinada como ellas, era muy fuerte, pero yo tenía conciencia

    de que tenía cuerpo de varón; entonces ocultaba estos sentimientos para mi soledadmás íntima.

    Podía participar bien en los juegos con los demás chicos, y aunque rehuíadisimuladamente los juegos que conllevaban golpes de verdad, tenía una grancapacidad para inventar otros juegos, como hacer casas, puentes, fabricar arcos yflechas, y especialmente contar cuentos o también episodios de la entonces nacientecarrera espacial y de astronomía, cosas que a mí me apasionaban. Estas habilidadesme daban un lugar preferencial entre mis hermanos y primos, y me libraba de lastantas pruebas de valor y coraje a las que constantemente se sometían los chicos unosa otros.

    En los deportes me desempeñaba realmente mal, esa fue una habilidad que desarrollédespués, durante mi adolescencia, cuando tomé la seria decisión de convertirme enhombre.

    Pero el origen de esa decisión comenzó cuando tenía 9 ó 10 años. Mi hermano menor,de unos 5 años, estaba jugando con una bolita de vidrio, de las grandes, quellamábamos bolones. Él estaba recostado en el piso y alejaba la bolita soplando y la

    acercaba aspirando. Yo no lo veía, me enteré de este juego después del accidente,cuando mamá intentaba desesperadamente hacerlo respirar, ya que la bolita le habíaobturado la laringe. Recuerdo que hasta lo tomó de los tobillos y lo golpeaba contrael piso. Por suerte en el viaje hacia el hospital la bolita bajó hacia el esófago y mihermano volvió a respirar.

    Mientras sucedía todo esto, recuerdo que yo corría con desesperación de un lado aotro de la casa gritando y llorando. No sé porqué después me avergoncé mucho de miactitud, y pese a tener muy pocos años, recuerdo muy bien que juré que nunca más

    iba a perder el control de esa manera, que ya nunca iba a ser presa de mis emociones.

    Durante muchos años creí que en ese momento había tomado esa decisión para poderser útil en caso de cualquier emergencia. Sin embargo, algo en lo más profundo de míme dijo siempre que esa decisión tenía que ver con mi transexualidad, y que el día delaccidente yo percibí que era otro el control que estaba perdiendo.

    Fue la peor decisión de mi vida, y tenía diez años.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    17/91

      17

    CINTURÓN DE PIOLÍN

    Durante un tiempo concurrí a un taller de fonoaudiología para feminizar la voz.Éramos un grupo de entre 15 y 20 mujeres transexuales. En uno de esos talleres se

    armó una discusión porque algunas de las chicas se sentían muy ofendidas cuando por la calle las confundían con travestis; como si las transexuales y las travestisfuésemos de distintas categorías y las primeras, obviamente superiores a lassegundas.

    A mí, personalmente, me molesta cuando veo ese nivel de discriminación de mujerestransexuales hacia mujeres con la misma identidad de género aunque con levesdiferencias que tienen que ver con lo laboral o por otras razones que obedecen a lagran diversidad que existe en el mundo “trans cual sea”, y las tratan como si nofuesen verdaderamente mujeres. ¿Es que a nosotras la discriminación que recibimosdel mundo no nos enseñó nada?

    También conocí a una peluquera, en cuya peluquería yo trabajaba los sábados hastaque me echó el día en que aparecí con faldas; era una mujer de origen muy humilde,ni siquiera había completado la primaria, pero cuando puso un local en Barrio Norte,yo la escuchaba referirse a la gente humilde como los “negros de mierda”, y a su hijade 30 años hablar de “incendiar las villas con todos adentro”.

    Es muy claro que los prejuicios van de la mano con la ignorancia. Yo no estuve libre

    de prejuicios en mi vida, pero luché contra ellos y todavía estoy alerta en ese sentido porque sé que son uno de los grandes enemigos de la humanidad; y aunque en estemomento mi vida anda por lugares en donde es muy fácil detectar los prejuicios, quea veces están muy bien camuflados, la primera experiencia que tuve al respectosucedió cuando yo tenía once años, y me marcó para el resto de mi vida.

    Era el verano del 68, en febrero, en el norte de la provincia de Santa Fe. Estaba devacaciones en la estancia de mi familia. Todos los días, a la hora de la siesta,actividad que por supuesto no existía para los chicos de once años, aunque fuera la

    temida hora de las víboras, teníamos la costumbre de jugar unos tremendos partidosde fútbol, y siempre era “La Estancia vs. El Pueblo”. La estancia aportaba la cancha,y los del pueblo traían la pelota. El equipo de la estancia estaba conformado por losdel chalet, o sea nosotros, los dueños de casa, y los hijos de los peones que trabajabanen el establecimiento. Eran nuestros grandes amigos y compañeros de aventurasveraniegas. Eran chicos muy humildes, cuya pobreza recuerdo que me dolía, peroestábamos juntos durante todo el día y durante la parte de la noche que permitierannuestros respectivos padres.

    El equipo del pueblo era igual de ecléctico. Estaban los dos hijos del bolichero;actualmente uno médico y el otro ingeniero, a quienes yo envidiaba sus jeans

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    18/91

     18

    impecables, en nada parecidos a los míos, que no eran de marca ni desteñían comocorrespondía a un buen jean. También estaba el hijo del tambero, el hijo del jefe de laestación, el hijo de la directora de la escuelita; en verdad, éramos dos pequeñosseleccionados de lo más representativo de nuestra joven humanidad. Los partidos se

     jugaban a muerte aunque con mucha lealtad, y siempre terminaba todo bien, ganaraquien ganara, ya que lo principal era volver a jugar al día siguiente, en unencadenamiento casi infinito de siestas gloriosas, que transcurrían una tras otramientras la gente mayor dormía en las casas.

    Una tarde nos encontramos con una presencia nueva. Estaba trabajando en el montedel campo un hachero santiagueño, que como es costumbre, ya que dejan su casa poruna temporada relativamente larga, llevan consigo a su hijo mayor para aliviar decarga a la madre, que queda en el lejano rancho con sus hijos menores. Este chicotenía nuestra edad. Cuando mamá se enteró, lo mandó traer para que jugara connosotros, ya que de otro modo viviría solo con su padre en medio del monte, sinningún tipo de socialización.

    Yo recuerdo la expresión de su rostro cuando vino por primera vez y vio a unos 20chicos de su edad corriendo detrás de una pelota. Él no debía saber que podía haberen el mundo tantos niños como él, todos juntos. Los ojos le brillaban como siestuviera en el cielo. Yo sentí su emoción y algo tembló suavemente en mi interior.Dejamos de jugar y nos acercamos a él, ya que mamá nos lo quería presentar. Era unchico muy humilde, mucho más de lo que yo había visto en mi vida. Tenía una

    camisita desteñida, unas bombachas raídas que por cinturón las sostenía con un hilode cáñamo y estaba descalzo, aunque la mitad de los chicos de ahí andaban en patas(¡y así y todo pateaban de puntín!).

    En un momento dado, los hijos de uno de los peones de la estancia, que eran muy pobres pero que habían encontrado a alguien más pobre aún, comenzaron a burlarsede su cinturón y de su pobreza en general, y siguieron haciéndolo después determinado el partido, mientras tomábamos una merienda que mamá había preparado

     para todos los jugadores, cosa para nada habitual, pero que ese día lo había hecho

    conmovida por la presencia del hijo del hachero. Yo recuerdo lo dolorosa einexplicable que me resultaba la situación. Jamás me habría burlado de la pobreza demis amigos, de hecho su pobreza me dolía, entonces, ¿por qué ellos se reían dealguien que estaba en situación más triste aún?

    En esa época yo no sabía rebelarme contra la discriminación. Creo que eso lo aprendísólo cuando empecé a vivir como mujer y dejar de discriminarme a mí misma. Perono muchos años después del episodio le escribí una canción, y también me la escribía mí. El personaje de la canción ya no está en medio del monte; es un chico de once

    años que vende curitas en el bajo de Buenos Aires, entre Retiro y el Correo Central, pero que es él y también soy yo. La canción comienza diciendo: “Cinturón de piolín”.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    19/91

      19

    EL VENDEDOR DE CURITAS

    Cinturón de piolín y manos de cal,dos botones en el delantal;

    va vendiendo curitas de aquí para allá,de Retiro al Correo Central.

    A cincuenta las tres, es casualidad,si la gente me mira al pasar.

    A cincuenta las tres, que quiero llevar,a mi boca un pedazo de pan.

    Curitas de papel, vámonos al tren,que este día ya llega al final,

    y en la plaza está el sol escondiéndosey llora un bandoneón de arrabal.

    A cincuenta las tres, con seguridad,

    mañana la gente compre más.

    A cincuenta las tres, que quiero llegar,a llorar toda mi soledad.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    20/91

     20

    HAZAÑAS

    Mi ex mujer (ese prefijo “ex” suena raro, ya que aunque no vivimos más juntas, aúnnos amamos; en todo caso sería mucho más preciso decir que yo soy mi ex hombre)

    es una gran actriz. En este momento está presentando un espectáculo de clownllamado “Hazañas”, en donde se conjugan el humor con la ternura, bajo la premisa deque todos los seres humanos somos capaces de realizar hazañas, de mostrar que elespacio de los súper héroes también está reservado para la gente común y corriente.

    Como es bien sabido por todos que en la vida no existen las casualidades, para estosdías yo estaba tomando conciencia de mis propias hazañas. Ante todo, es un lugarmás que común para cualquier persona transexual (aunque no para el resto delmundo) que la gran hazaña en la historia de alguien transexual es haberse mantenidocon vida, y haber llegado a la etapa de transición con un cierto resto como paraencarar lo mucho o poco que quede por vivir desde una perspectiva de plenitud. Lasupervivencia de la persona transexual es una lucha de día a día, minuto a minuto,segundo a segundo. Porque muchas veces hemos sentido, y con razón, que no habíamotivos para vivir, que no era posible que un ser humano pudiera sufrir tanto, que pormás que gritáramos: “¡Aquí estoy, soy yo!”, fuésemos invisibles.

    Así que si alguna persona que lee esto no es lega en el tema de la transexualidad, sepaque el día que se encuentre frente a alguien trans, va a estar mirando a un verdaderosobreviviente, a alguien que encarna profundamente esa capacidad de las especies a

     permanecer, y a un verdadero, profundo y doloroso amor a la vida.

    Habiendo ya hecho esta introducción filosófica, voy a contar hazañas de mi vida.Algunas las hice cuando trataba de actuar como hombre, otras en mi etapa detransición y algunas más concernientes a mi nueva vida, ya como mujer. A estosepisodios se referirán los próximos tres capítulos.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    21/91

      21

    I-EL PARTIDO

    Este es el relato de una gran hazaña deportiva. Yo conté en otra ocasión que en miinfancia había sido un pésimo deportista; en el colegio jugaba en el último equipo de

    fútbol de mi clase. También relaté cómo al llegar a los 15 años decidía convertirmeen un hombre al mismo tiempo que me teñía el pelo.

    Para entonces yo estaba en tercer año del secundario y hacía dos años que jugaba alrugby en CUBA, un tradicional club de la ciudad de Buenos Aires. En ese club yo

     jugaba en el puesto de inside en el tercer equipo de la división (en total eran cuatro).Estaba la 5ª A, en donde jugaban todos los cracks (ese año, 1972, fueronsubcampeones) seguía la 5ª B que no eran todos tan buenos, aunque tenían algún

     parentesco con las autoridades del club, y luego venían las dos 5as formativas, la A,en la cual jugaba yo, y la B. Éramos los olvidados de la división. A duras penasconseguíamos entrenador.

    A veces mi colegio participaba en torneos intercolegiales. Así fue como un día nostocó jugar al rugby contra el San Agustín. Más de la mitad de ese equipo jugaba en la5ª A de CUBA. Cuando mis compañeros de clase que jugaban al rugby se enteraronque el partido era contra ellos, decidieron no jugar. Algunos de mis compañeros erantambién de CUBA, aunque ninguno de la A, y otros jugaban en otros clubes, en

     buenos equipos.

    Así sucedió que yo fui la única persona de mi clase que se presentó al partido. Losdemás eran todos chicos de 13 y 14 años que con toda inocencia se anotaron para

     jugar sin tener la menor idea de la monstruosidad a la que se iban a enfrentar.Inclusive me tocó el rarísimo honor de ser el capitán del equipo por ser el mayor delos jugadores.

    Los dos colegios fueron en masa a ver el partido, que se jugó en la cancha principaldel Hindú Club; inclusive estaban entre el público mis compañeros rugbiers que noquerían pasar vergüenza frente a sus conocidos y fueron acusando alguna lesión que

    les impedía jugar.

    Yo entré a la cancha con mis compañeros de equipo, que parecían bebés (ahí empecéa percibir todo lo que íbamos a sufrir) y luego entraron ellos. Yo los conocía a casitodos, los admiraba profundamente, pero ahora los tenía enfrente. No me imaginabaque se podía sentir tanto miedo en una cancha. Para esa época, yo era un jovenexcesivamente delgado para este deporte, no debía sobrepasar los 62 kilos, el juegome daba miedo en las situaciones de contacto violento, y además, ya percibía yo queera una mujer.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    22/91

     22

    Cuando los vi entrar a la cancha, en medio del griterío de su hinchada, sentí unestremecimiento y me pregunté qué estaba haciendo yo en ese lugar tan hostil.Enfrente, yo los conocía bien, estaban Rafa Estévez, el 8º más rudo y aguerrido de ladivisión, que se agarraba a trompadas con gente mucho mayor que él; Alec Martínez

    Gálvez, un apertura exquisito, con una habilidad innata para este juego. Tambiénestaba el sapo Zimmermann, un gran 2ª línea (ya medía más de 1,90 m) Pero antetodo estaba el gran Nacho Gutiérrez O’ Farrell, el súper jugador, el mejor inside del

     país, temido e idolatrado por todos los jóvenes y amado por todas las mujeres. ¡Y jugaba enfrente de mí! Corría como un rayo. Tenía unas piernas grandes y peludas(yo apenas estrenaba una pelusa, por suerte para mi actualidad femenina) Encima, enmi rol de capitán, me tocó ir al centro de la cancha para el sorteo previo y él era elcapitán del San Agustín.

    Yo no cabía en mí de admiración y temor, pero al saludarnos, en un rito obligatorio,él me ignoró profundamente, como quien saluda por obligación a alguien a quien noconoce. Yo creo que él sabía mi nombre, hacía tres años que formábamos parte de lamisma división. Pero actuó como si no me conociera, como se acostumbra en esosclubes al tratar con alguien de rango inferior (yo en realidad conocía los nombres detoda la división, inclusive los de la 5ª Formativa B a quienes quería mucho y no lodisimulaba)

    Comenzó el partido. Ya de entrada nos mataron. Yo sufría al ver a mis compañerosde equipo más jóvenes y que jugaban en los ásperos puestos de lucha (conocidos

    como forwards) cómo eran superados físicamente, y cómo de cada encontronazosalían muy golpeados y sin entender lo que les estaba sucediendo. Cada vez que loscontrarios se hacían de la pelota, cosa que sucedió durante todo el partido (nuncaconseguimos la pelota por nuestros propios medios) la abrían hacia sus jugadoresveloces, y la acción siempre terminaba con puntos en contra de nosotros.

    Era una masacre, y ellos la disfrutaban. Yo sufría por mí y por mis compañeros máschicos, que de alguna manera seguían luchando pese a la enorme diferencia.Recuerdo sus caras y sus nombres, Aníbal Ponce, Mariano Etcheverry, Gonzalo

    Roldán, Fernando Santa Coloma entre otros. Los veía tan chiquitos y yo me sentíaresponsable por ellos.

    Entonces sucedió algo. Fue un acto de rebeldía, un grito de libertad. Una rebelióncontra el statu quo, la cosa establecida, esa ley no escrita en la que los débilesteníamos que ser humillados. No lo pensé mucho en ese momento, porque en elrugby las decisiones se toman a alta velocidad; pero en un momento en que ellosestaban abriendo la pelota haciendo largos pases entre sus jugadores veloces paraherirnos una vez más, yo pasé como un rayo interceptando el pase que iba dirigido al

    gran Nacho Gutiérrez.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    23/91

      23

    Agarré la pelota y corrí desesperadamente hacia el ingoal del San Agustín. El únicoque me persiguió fue él, herido profundamente en su amor propio. Yo sentía sustemibles pisadas acercándose a mí, él era tan veloz. Pero yo ya tenía la decisión deque no me iba a tacklear, así que comencé a correr en zigzag, y cuando calculé que él

    ya me había tomado el tiempo y la distancia; hice un cambio de dirección inesperado,y oí como caía al piso mientras me gritaba: “¡La puta que te parió!” Yo apoyé el try bajo los palos, consagrando la primera parte de la hazaña en el mejor lugar posible.

    Pero eso no fue todo. En la jugada posterior al try, ellos, como siempre, volvieron aadueñarse de la pelota, y esta vez, cuando la abrieron, le llegó a las manos delmismísimo Nacho Gutiérrez, pero yo estaba justo pasando por allí, y no decasualidad, y le quité la pelota de las manos. Él volvió a perseguirme, pero yo yahabía aprendido que no me podía alcanzar. Esta vez no necesité correr en zigzag; sólocorrí a altísima velocidad (que un día antes yo no sabía que tenía) y con una gransonrisa en mi rostro.

    Volví a apoyar bajo los palos, y terminó el partido. Habíamos perdido por mucho, pero era como si hubiésemos ganado. La hinchada del colegio estaba como loca. Melevantaron en andas llamándome el héroe de la jornada. Los del San Agustín salieroncon las cabezas gachas.

    Ese día me cercioré de varias cosas; una, es el valor que yo doy a las “derrotashonrosas”; son lisa y llanamente victorias. Otra, es que no tolero los encasillamientos.

     No hay ni va a haber para mí un lugar predeterminado, salvo el que yo misma elija. Y por último, adoro la historia de David y Goliat, que en mi caso debería llamarse deMaría Laura y Goliat.

    Si alguien quisiera ver en esta hazaña alguna relación con la hazaña de vivir latransexualidad, puede hacerlo.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    24/91

     24

    II-MI PADRE

    Mi padre y yo realizamos una hazaña juntos. Cada uno la suya propia, y cada una dediferente magnitud, pero la hicimos estando muy cerca el uno del otro.

    En el año 1974 yo estaba terminando la secundaria. Tenía novia, y mi vida parecíatranscurrir sin inconvenientes, en tanto a la mujer que bullía dentro de mí, yo lograbamantenerla a raya en la oscuridad.

    Hacia el mes de septiembre mi padre enfermó. Los médicos le diagnosticaron untumor cerebral. Para esos días yo contaba con 17 años (era el 2º de siete hermanos) yestaba preparando mi viaje de egresados a Bariloche, adonde fuimos a principios deoctubre. Recibí el diagnóstico de la dolencia de mi padre en silencio, con la sangrefría que yo traía desde mi infancia, desde el episodio de la bolita de mi hermanomenor.

    El viaje fue muy lindo, muy apacible al menos para mí. Disfruté en silencio o a vecescantando con la guitarra, de los lugares en donde estuvimos y de la compañía de misamigos. Para mí fueron días de despedida; algo estaba cambiando definitivamente elrumbo de mi vida; no sólo era el fin del secundario. La enfermedad de papá, quehasta el momento parecía no haberme sacudido mucho, iba a ser una bisagra en mihistoria, aunque yo no lo sabía aún.

    En cuanto volví a Buenos Aires me volví otra persona. Yo nunca había sido deayudar mucho en mi casa, siempre trataba de esquivar las responsabilidades propiasde una familia numerosa, salvo la de ocuparme de mis hermanos menores, cosa quesiempre había hecho, desde llevarlos a fiestas, cambiarles los pañales, llevarlos a la

     plaza o acompañarlos al baño por las noches.

    Con papá me pasó algo raro. Por más que todavía no teníamos el diagnósticodefinitivo sobre el tipo de tumor que tenía, me instalé a su lado como presintiendoque ya no iba a haber demasiadas oportunidades de estar juntos. Muchas veces yo

    quise huir, por ejemplo cuando el tumor le empezó a provocar afasia y no sabíamosqué era eso. Él decía palabras que para mí no tenían ningún sentido, y él se enojaba yyo también porque no podíamos entendernos. De cualquier modo no huí. Él se diocuenta de que sus pensamientos no correspondían con sus palabras y dejó de intentarhablar. A partir de ahí nos comenzamos a entender de otra manera, con pocas

     palabras de su parte, a veces sin sentido pero que más o menos yo lograba captar.

    El tumor además le provocó una hemiplejia que avanzaba sobre su lado derecho, ycuando tuvo dificultades para caminar solo, yo me colocaba a su derecha, y con mi

    mano izquierda bajo su axila le daba un impulso hacia arriba y adelante, en elmomento justo como para que su pierna derecha se adelantara y así podíamos

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    25/91

      25

    caminar. Yo era la única persona de la familia, incluyendo primos y tíos, que lograbaesta coordinación con él, así que nuestra relación fue más cercana aún.

    Mi madre contaba totalmente con mi presencia, yo no tengo muchos recuerdos de mis

    hermanos ayudando con papá, al menos los mayores. El dolor en la casa era muygrande y paralizante. Mamá era muy fuerte, pero creo que la sostuve a ella más que ami padre, liberándola muchas veces de la lucha en soledad frente a esta noche quehabía caído sobre las vidas de todos en la familia, la de ella especialmente, y más quenadie la de mi padre. Pero él lo llevaba todo en silencio, y no por la afasia, sino que

     parecía haber en él una especie de aceptación, no de abatimiento ni de tristeza, sólode aceptación. Había visto a la muerte delante de su camino y presentía que no habíalucha posible, salvo la de esperar el momento con coraje y serenidad.

    Mamá en cambio se rebelaba y peleaba. Discutía con sus familiares políticos que noquerían ver la gravedad de la enfermedad y decían que ella era pesimista, aunquemamá sabía muy bien los alcances del tumor porque había estudiado neurología en lafacultad de sicología. De hecho, ella lo había diagnosticado antes que los neurólogos.Y aunque sabía lo irremediable de todo, luchaba por no aceptarlo, por tratar decambiar algo del destino. Un mediodía me pidió que le fuera a comprar jamón crudo,que a ella le encanta, y una botella de whisky, que nunca le gustó. Yo discutí con ella,tratando de persuadirla, pero al final fui a comprar lo que quería. Se empachó con el

     jamón y se emborrachó con el whisky, pero no como ella quería, supongo queolvidando, atontándose y desapareciendo, ya que enseguida fue a vomitar todo y yo la

    acompañé y la ayudé a limpiarse. Fue su último enojo con la vida. Después de estosólo se dedicó a sufrir en silencio y acompañar a su amor de toda la vida.

    Mi relación con papá fue acrecentándose cada día, era cada vez más íntima, ya que loacompañaba al baño, lo bañaba, caminábamos por la casa y también salíamos a lacalle. Una vez que experimentaban con él una de las primeras quimioterapias que seaplicaron en nuestro país, lo acompañé toda una noche en el Hospital Roffo, velandosu sueño desde una silla de plástico. También le cobraba y le traía su sueldo, cosa quehacía falsificando su firma, que me salía muy bien, ya que él no controlaba su mano

    derecha.

    Para diciembre lo operaron en el hospital Rivadavia. Después de la operaciónsabíamos que no le quedaban más de cinco meses de vida, y yo tenía la necesidad deestar lo más posible a su lado. Así fue como lo llevé a todas las sesiones de rayos, ydespués de éstas a lo del Padre Mario Pantaleón, el milagrero, quien no lo pudo curar,

     pero extrañamente, mi padre nunca tuvo dolores de cabeza ni convulsiones, que era loque esperaban los neurólogos que sucediera con el avance del cáncer.

    Yo nunca había sido muy comunicativa. Creo que mi transexualidad me habíaconvertido en una persona muy tímida e introvertida, pero el nivel de comunicación

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    26/91

     26

    corporal con papá fue tan profundo que hasta el día de hoy me emociona. Desde miniñez me habían enseñado que los hombres se saludan con un apretón de manos, y yolo cumplía a rajatablas, incluso con mi padre; pero una noche en la que estaba en sucuarto acompañando su sueño, sentí tanto amor que la única forma en que lo pude

    expresar fue besándolo en la mejilla. Creo que fue el beso de amor más profundo quedi en mi vida. Y hoy sé que la que afloró en ese beso y durante toda la enfermedad de papá, fue María Laura.

    Papá murió a fines de mayo, abrazado por su mujer y sus hijos. Simplemente dejó derespirar. Yo sentí cómo la vida le corría por el cuerpo abandonándolo, y pude sentir lainexplicable y poderosa belleza de la muerte.

    En el entierro de papá también enterré a María Laura, quien durante la enfermedadme había sostenido a mí y a toda mi familia. Al poco tiempo me dejé crecer el bigote,seguí usando mi nombre de varón que era el mismo de mi padre, y ocupé el lugar quetodos esperaban de mí, todos menos María Laura, quien treinta años más tarde selevantaría de su tumba para volver a la vida y contar esta historia.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    27/91

      27

    III-EL REDOMÓN

    Un redomón es un potro que ha sido montado por primera vez, pero que no estádomado, sino que está iniciando un largo y difícil proceso de aprendizaje para

    convivir con un ser humano encima de su lomo y obedecer sus órdenes. Siempre estánervioso, asustado, y es como una bomba a punto de explotar, con toda la furia y lafuerza de su juventud, que va entre los dos y los tres años.

    Desde mi niñez tuve la oportunidad de conocer bien a fondo a los caballos y aexperimentarme en los trabajos del campo, adonde íbamos en las vacaciones, peronunca tuve la oportunidad de domar, ante todo porque no me daba el coraje, ytampoco disponía del tiempo necesario para la redoma, que sí lo tenían mis primosque vivían en el campo.

    La equitación gaucha fue otra de las cosas en las que yo logré mimetizarme comohombre, en un ámbito en que los errores y las faltas eran castigados con una lluvia de

     burlas de parte de los verdaderos hombres de campo, y yo logré salir siempreindemne de ellas, probablemente porque era mayor el terror que tenía de vermeexpuesta a las burlas, a ser descubierta de que en realidad era una mujer, que el miedoque me daban las actividades rurales, con animales enormes y peligrosos tanto en elcampo como bajo mis piernas.

    Hace tres años, iniciada ya mi transición como mujer, aunque sin visibilizarme como

    tal en todas partes, pasé con mis hijos unas vacaciones de verano en el campo. A estaaltura de mi vida yo ya había perdido el gusto por el trabajo rural, y preferíaactividades como la lectura, el telar o la cocina; pero una mañana se paraba rodeo enun potrero lejano, y decidí ir para acompañar a mi hijo y al hijo de mi hermana María.

    Tuvimos que madrugar a las 4 de la mañana, ensillar a oscuras y salir con la fresca para el campo, mientras yo iba sintiendo que toda mi niñez y adolescencia habíahecho lo mismo y no me gustaba, pero en el afán de ser y parecer un hombre lo habíahecho y hasta cierto punto le había tomado el gusto.

    Pero ahora yo sabía que era una mujer y decidí que era mi última salida a parar rodeo.El trabajo fue pesadísimo como de costumbre. Había que buscar la hacienda en el

     potrero más lejano, traerla a una ensenada que quedaba a 6 km. del chalet, y ahívacunar, desparasitar, descornar y volver a llevar el rodeo hasta el potrero del fondo.En este último trayecto mi yegua, que también había estado de vacaciones, seacalambró íntegra, echándose al piso conmigo encima.

    A duras penas logré que volviera hasta la ensenada, pero la yegua no iba a poder dar

    un paso más. Yo ya veía que no tenía como volver al chalet, hasta que el hijo de unode mis primos me dijo que ahí tenía atado un redomón, pero que él (que montaba

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    28/91

     28

    otro) lo tenía castigado porque era muy malo y siempre lo tiraba. Tan disgustadoestaba con el potro, que ni siquiera le había puesto nombre.

    Sin tener yo otra alternativa, decidí usarlo. Mi sobrino lo ensilló con mi recado, cosa

    que enloqueció al potro, y con todo cuidado, tratando de no demostrarle al redomónmi temor, y mientras me lo sostenían firmemente del cabresto, lo monté, quedandoque yo iba a ir un kilómetro por delante de mis sobrinos y mi hijo, para que elredomón no se asustara con los otros caballos, y además porque la yegua de mi hijotambién estaba acalambrada, aunque podía caminar con lentitud.

    El viaje de vuelta, por una ruta de tierra paralela a la vía del tren (por suerte no pasóninguno) fue de aprendizaje mutuo. Yo sabía que no era broma, que podía llegar adejar la vida en la empresa, o al menos algún hueso, más porque siendo una mujer de50 años, no tenía la agilidad ni la resistencia del joven que fui hace tiempo.

    El redomón estaba tan asustado como yo, para los dos era una situación nueva yextrema, así que todo el tiempo yo le hablaba y le acariciaba el cogote paratransmitirle tranquilidad y lo lograba, aunque cualquier cosa lo asustaba, incluso su

     propia sombra, con lo que se largaba a bellaquear.

    En un momento se me cayó el rebenque. Dudé un largo instante si dejarlo parasiempre en el piso, pero al final me decidí, desmonté, tomé el rebenque y hablándolesuavemente al redomón, lo volví a montar. En ese instante supe que me había ganado

    su confianza. Sin dejar de sentir miedo y respeto, me permití comenzar a sentirorgullo de mí. Cerca de las casas, abrí una tranquera sin bajarme, y llegué al chalet enun suave galope, desparejo y medio de costado, mientras escuchaba exclamacionesdel estilo : “Miren, está en un redomón”, de parte de mis parientes camperos que aúnme consideraban un hombre, por lo que la hazaña tuvo el doble de valor para mí.

    Mi sobrino se amigó con su redomón, le puso nombre y se lució con él en el rematede hacienda de ese año.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    29/91

      29

    RADIO CLÁSICA

     No todas las Trans-historias se refieren específicamente a lo relacionado directamentecon la transexualidad, más bien, éstas son historias contadas por una mujer

    transexual, aunque también podríamos asegurar que la vida de una persona transexualestá totalmente atravesada por la transexualidad, aún en los episodios más triviales..Sin embargo, la historia que voy a contar muestra lo titánica y sin descanso que esnuestra lucha cuando alguien o algo quieren torcer nuestro destino.

    Era el invierno del año 2000, yo aún vivía como hombre, cuando recibí el llamadotelefónico de un amigo director de coros contándome que Radio Clásica habíalanzado un concurso nacional de composición coral, que consistía en componer unaobra para coro escolar de entre 8 y 15 minutos de duración, nada poco tratándose deuna obra coral para niños.

    Después de vencer el miedo inicial, ya que en mi formación musical soy básicamenteautodidacta, nunca estudié en un conservatorio y Radio Clásica se enmarcaba en unámbito totalmente académico, me decidí. Elegí unas poesías infantiles de la granescritora Elsa Bornemann, de un libro que escribió a los 15 años y que se llamaTINKE-TINKE. Era un libro muy apreciado en casa, ya que se lo leíamos a nuestroshijos desde que eran muy pequeños. Las elegidas se llamaban “Mirando una iglesia”,“El pan flauta”, “Me gusta el río”, “Ayer nació un espejo” y “El humo”. A ésta últimala elegí por dos razones, porque además de la belleza de su breve poesía, que decía:

     El humo de las chimeneas se va de viaje y por eso se pone su mejor traje.

     Para no perderse deja sus huellas por toda la escalera de las estrellas...

    en el reverso había una página en blanco que decía: “dibuja aquí”, y mi hija Luisahabía dibujado una chimenea de la que salía una nubecita de humo, con nariz, ojos y

     boca, y que en su mano llevaba una valijita.

    Compuse la obra en pocos días, por suerte, ya que la fecha de vencimiento para laentrega se me venía encima. Cuando las edité en el programa de computación paramúsica que uso habitualmente, las imprimí, hice seis juegos de copias y la mañanadel día en que vencía el plazo para la entrega me fui primero a SADAIC, ya que teníaque dejar ahí una copia para salvaguardar la propiedad intelectual. Tomé los otroscinco juegos, firmados con seudónimo, uno para cada miembro del jurado, y los metíen un portafolio que casi nunca usaba, con lo que parecía una de las tantas personas

    que trabajaban por el microcentro, y me fui caminando ya que Radio Clásica noestaba tan lejos, casi llegando Plaza de Mayo.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    30/91

     30

    Decidí tomar por Diagonal Norte, ya que en el extremo de esa avenida estaba laRadio. Al cruzar por la serie de plazoletas en donde está el Obelisco me crucé conuna persona que me llamó la atención; no sabría decir por qué, ya que era un joven de

     buen aspecto, bien vestido, pero nos habíamos mirado a los ojos y algo me había

    inquietado. Por las dudas crucé Corrientes hacia otra de las plazoletas, y el joventambién desvió su camino, y muy cerca de mí lo vi hablar con otro muchacho deaspecto más descuidado, que se levantó de donde estaba sentado. Los dos vinieron enmi dirección. En ese momento supe que me querían robar.

    Cruzaron Carlos Pellegrini un metro detrás de mí pero a último momento yo hice undesvío brusco y crucé Diagonal Norte mientras se ponía el semáforo, lo que nos dejóen distintas veredas de la avenida. Yo seguí caminando un poco más tranquila, por unlado porque aunque seguían avanzando en la misma dirección que yo, estaban delotro lado y los tenía a la vista, lo que me daba cierto control de la situación. Altranquilizarme empecé a plantearme si no estaría yo inventando una persecución;

     pero cuando volví a mirar uno de ellos había desaparecido, y el otro, el primero quehabía visto, cruzaba la avenida en mi dirección. Ahora sí estaba realmente asustada, yme desvié por la calle Sarmiento mientras que el joven, por la vereda de enfrente,estaba cada vez más cerca de mí. No sabía en qué momento yo iría a recibir un palazoen la cabeza mientras se llevarían mi portafolio que lo único que tenía dentro eran loscinco juegos de partituras.

    Vi a lo lejos un policía que se alejaba en mi misma dirección pero no tenía forma de

    alcanzarlo, iba muy rápido. Entonces, en un rapto de no sé qué, porque realmente nosé qué fue, me detuve en una esquina mientras pensaba: “no corro más, yo no meescapo”. El joven se había detenido en la esquina de enfrente y nos mirábamos a losojos. Yo quería desesperadamente que mi obra llegara a Radio Clásica. Entoncescrucé la calle hacia él. Vi cómo, con cara de no entender nada, él daba media vuelta ycaminaba delante de mí, intentando alejarse.

    Pero lo alcancé, y saqué de mi bolsillo un paquete de pastillas light y le dije: “¿querésuna?” Él, nervioso, me contestó:”no, no gracias”,. Y yo agregué, mirándolo

     profundamente a los ojos: “Llevo papeles, nada más”. Él, devolviéndome lasinceridad de la mirada, me dijo: “no se preocupe”, y cruzó la calle y se alejó parasiempre.

    Llegué a Radio Clásica unos minutos antes del cierre del plazo y entregué los cincoejemplares junto con otra documentación requerida. Al poco tiempo me avisaron quehabía ganado el primer premio por unanimidad del jurado, y en la ceremonia de

     premiación en el Teatro Coliseo estuve con Elsa Bornemann, y el coro de niños deRadio Clásica cantó una de las canciones. Fue muy emocionante y me llenó de

    orgullo, pero yo sabía íntimamente que el premio ya lo había ganado en las calles.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    31/91

      31

    EN SÁBANAS BLANCAS

    En febrero de 1990, cuando acababa de nacer mi hija Luisa, vi en el diario un avisosobre un curso de Dirección Coral en el que se iba a estudiar “La Pasión Según San

    Juan”, de Johann Sebastian Bach. Me fui a anotar y ahí conocí a mi maestro OscarCastro, quien algunos años después me habría de tratar como colega. Un granmaestro, muy generoso compartiendo sus conocimientos, con quien profundizamosen la obra de Bach. Esa obra me formó musicalmente, más que nada por lo didácticode su autor, quien sigue dando clases de armonía y composición a más de doscientoscincuenta años de su muerte.

     No mucho tiempo después, en febrero de 1993, yo empecé a escribir mi propia“Pasión Según San Juan”, en parte como un homenaje a J. S. Bach. Fue la primeravez que compuse una obra sinfónico coral en la que escribía al mismo tiempo la parteorquestal y la parte coral. Anteriormente había compuesto obras corales a las queluego les había añadido la parte orquestal.

    Respeté el estilo Bachiano a rajatablas. La voz del evangelista que contaba el relatode la Pasión que se encuentra en la Biblia la cantaba un tenor, las voces de Jesús,Pilatos y Pedro las hacían barítonos y las intervenciones de la muchedumbre lecorrespondían al coro. Al mismo tiempo usé una orquestación barroca. La únicadisgresión que me permití al principio fue la de agregar al continuo (o sea la suma deinstrumentos graves y un teclado) el sonido de un bandoneón. Al principio la obra

    sonaba bastante Bachiana, pero poco a poco se me empezó a escapar de las manos, yfue tomando aires tangueros y folklóricos sin perder su estilo clásico.

    Me llevó mucho tiempo esta obra. De hecho la concluí a mediados de 2002, casi diezaños después de haberla comenzado. Generalmente empezaba a escribir en enero, ylo hacía hasta Pascua, donde invariablemente dejaba de escribir hasta el añosiguiente, salvo en el último año, en que seguí de largo hasta el mes de agosto.

    Cuando concluí de musicalizar la parte del relato bíblico, me faltaba todavía la mitad

    de la obra, que consistía en los corales y en las arias, los primeros para el coro y lassegundas para los solistas: una soprano, una contralto, un tenor y un barítono, y dosde ellas también con intervención del coro. Estas obras necesitaban textos que seengancharan de algún modo con el relato bíblico, ya que iban intercaladas dentro deéste.

    Para poder hacer estas partes precisaba los textos, poesías que fueran alguna forma dereflexión sobre lo que estaba sucediendo en la obra. Pasé un tiempo pensando a quién

     podía encargarle esa tarea, hasta que me di cuenta de que sólo yo podía hacerlo,

     porque era mi propia opinión la que tenía que hablar junto con mi música.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    32/91

     32

    Al poco tiempo de comenzar a escribir las canciones, me di cuenta de que lo quehabía estado haciendo todo el tiempo era bucear, cada vez más y más profundamenteen el tema de la muerte. Ahí estaba no sólo la muerte de Jesús, quien para mí ahoraya no era tanto un Dios como alguien que había sido condenado injustamente,

    humillado, burlado, arrebatado de sus seres queridos. También estaban ahí lasmuertes de mi padre y de mis abuelos, y todas las muertes, incluida mi propia futuramuerte. Y el monte Gólgota se asociaba con la Escuela de Mecánica de la Armada, yla virgen parecía tener un pañuelo blanco en su cabeza.

    Fue ese año de 2002 un espacio para ahondar en el aspecto más desconocido yangustiante del ser humano, y fue el mismo año en que descubrí, en una buenísimaterapia, que yo era una persona transexual, descubrimiento que de alguna maneracomenzaba a alejarme de toda una historia en que la muerte sobrevolaba mi vida deuna manera oscura y tenebrosa.

    Pero la muerte en La Pasión significaba otra cosa, me puso en contacto íntimo yamoroso con mi padre y con mis abuelos y me acercó al sufrimiento de las personascuando atraviesan ese trance. Cuando escribí el aria para contralto, que hablaba de mi

     propia muerte, la escribí sabiendo sin dudar de que yo era una mujer. Fue una épocade llorar mucho; yo en general no lloraba nunca, ahora sí lo hago, desde que vivocomo María Laura, pero en esos tiempos en que yo escribía en la soledad de la noche,el llanto era muy sanador, me permitía aliviar todos los dolores que tenía atorados enmi pecho.

    Una muy fría noche de agosto, una de las más inclementes de la década, protegidadentro de mi casa de una tormenta de nevisca, comencé a escribir el último número,la última canción de La Pasión. Volviendo a homenajear a Bach, la escribí como unacanción de cuna al héroe dormido, al que acababa de atravesar los umbrales del dolor

     para ahora descansar bajo la mirada amorosa y vigilante de su madre.

    Durante las horas silenciosas en que componía, que me resultaban silenciosas pese aque iba con el papel con la poesía que iba escribiendo hasta el piano, un silencio que

     parecía adrede para no despertar al que dormía “en sábanas blancas”, que además erael título de la canción, tenía mi pensamiento constantemente en una persona, unaamiga de mi hermana María, Vicky Viel Temperley, que acababa de perder al mayorde sus hijos, de 18 años de edad, después de tres años en coma luego de unaoperación de un tumor cerebral. Yo no sabía cómo hacer para alcanzarle algo deconsuelo a esta pobre madre. Escribía la canción llorando, llena de dolor, como

     buscando también consuelo para mí.

    En un momento, mientras afuera de la casa el temporal arreciaba, escribí la última

    frase de la canción, en la que refiriéndome al joven hombre que duerme en sábanas blancas, dice:

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    33/91

      33

    “ Igual que un capullodescansa y espera para desplegarse en primavera”

    Yo dudaba si poner o no esta estrofa, cuando de pronto entra Cecile, mi compañera,mi amor, que bajaba de la terraza y traía en su mano una florcita celeste, y me dice:

    “Mirá lo que se abrió arriba, con este tiempo”

    En ese momento supe que me estaban queriendo decir algo. Puse la estrofa y concluíLa Pasión.

    EN SÁBANAS BLANCAS

    En sábanas blancasel Hijo se duermecomo se dormía en el pesebre.

    Su madre, afuera,desgrana las horasvelando su sueño hasta la aurora.

    Cuando se despierte

    se abrirán las puertas de la vida. Nosotros, en tanto,nos vamos salvando en sus heridas.¡Que descanses!

    Entre nubes blancas pasea la luna,llevando su luz hasta la tumba.

    Mientras la ilumina,la tierra descansa;es la salvación que nos alcanza.

    Cuando llegue el díano habrá más dolor ni habrá tristeza,

     pues la vida empiezaen el mismo sitio en que termina.Todo gira.

    Mientras duerme, se restauranen nuestro corazón,El amor y la ternura,la calma y el perdón.Mientras sueña dulces sueños,la solitaria cruz

     parece una flechamarcando el camino a las estrellas.

     Nos esperan.

    En sábanas blancasel Hijo se duermecomo se dormía en el pesebre.

    Igual que un capullodescansa y espera,

     para desplegarse en primavera.

    Cuando Él se despierteno habrá más temor ni habrá más llanto;duerme mientras tantoen el breve sueño de la muerte.Hasta pronto.

    En sábanas blancasel Hijo se duerme.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    34/91

     34

    LA PELUQUERÍA

    Mi infancia tuvo dos momentos impactantes respecto de la transexualidad cuando yotenía once años. Uno fue leer en una revista sobre la llegada al país de la actriz

    francesa Cochinelle, una mujer transexual operada; había sido hombre y se habíatransformado en mujer. Era la cosa más mágica que le podía suceder a una persona.Yo hasta ese momento ni siquiera soñaba que esa posibilidad pudiese ser algo real.Yo sólo imaginaba que me convertiría en mujer si un hada con poderes fabulososaccionara sobre mí con su varita mágica.

    El otro impacto fue durante ese año, en que yo cursaba el último grado de la primaria.Una mañana en el colegio escuché gritos de burlas. Un chico de mi grado, aunque deotra división, apareció con el cabello de color naranja, cuando su color natural erarubio. Él contó que se había lavado el pelo con agua oxigenada. Recuerdo lo cruel delas burlas. Eran más de 60 chicos gritándole: ¡Puto! ¡Puto de mierda! A mí meimpactó profundamente cómo a algo que pertenecía tan exclusivamente al mundofemenino, podía yo acceder tan sólo con agua oxigenada, que se encuentra en todoslos botiquines de las casas.

    Hice averiguaciones sigilosas. Tenía un compañero de grado, muy amigo mío(habíamos formado ese año una mini banda de rock; él compró una batería y yo unaguitarra eléctrica) con quien nos juntábamos a ensayar. Él era muy inteligente y muyinformado, y con toda seguridad, me afirmó que el agua oxigenada aclara

    naturalmente el pelo, que a este chico se le había puesto anaranjado por la sencillarazón de que el naranja es más claro que el rubio. Yo le creí, y supuse que siendo micolor natural rubio oscuro, con el agua oxigenada se iba a convertir en un color rubiocomo el de Marylin Monroe.

    Tres años después lo experimenté en mi pelo. Fue en el verano de 1972, en que mecolocaba agua oxigenada en un mechón de la frente y me ponía al sol, sin muchosresultados aparentes, aunque yo no tenía en cuenta mi daltonismo, del que recién meestaba enterando, pero disfrutaba muchísimo de la experiencia; me sentía una mujer

    como las de las propagandas de tinturas. Al final del verano, bajo los fuertes soles delnorte de Santa Fe, la decoloración surtió efecto, y yo tuve un hermoso mechón rubioque, cuando comenzaron las clases me enteré, a través de las burlas de miscompañeros y profesores, que era de color anaranjado.

     No me importó. Lo que yo había descubierto, aunque en forma muy inconciente, eraque podía convertirme en mujer, aunque en esa etapa de mi adolescencia yo ocultabaesas pulsiones en lo más profundo de mí, y sólo trataba de ser un joven como todoslos demás, pero llevando esa marca de mi destino en el mechón de mi frente.

    Recuerdo que en mi casa nadie hablaba del mechón ni una palabra, salvo mi hermanaMaría, que cuando lo vio, dijo: ¡qué lindo!

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    35/91

      35

    A partir de ahí, en una época de mi vida en que me oculté a mí misma todo lo que mesucedía, hubo dos cosas que me mantuvieron a flote, una fue escribir canciones y

     poesías. La otra fue hacerme cosas en el pelo.

    Cuando la conocí a Cecile, una de las primeras cosas que le conté era que en miadolescencia me había teñido el pelo y que me había encantado hacerlo. Yo no teníacon toda claridad que ésa era mi transformación en mujer, aunque tanto Cecile comoyo percibíamos que se trataba de algo de eso. Yo seguí con los experimentoscapilares, que generalmente consistían en hacerme unos pocos reflejos, aunque yacon la técnica correcta, o en jugar a la peluquería. Me encantaba verme con ruleros.

    En el verano del 92, estando en Brasil, un experimento con una tintura Henna medejó el pelo rojizo. Al volver a Bs. As., desesperadamente traté de arreglarlo, por loque convencí a Cecile de que me aplicara una tintura de verdad. Compramos una decolor rubio y me la aplicó en nuestra casa, frente a un espejo. No podría explicar loque sentí, pero lo recuerdo como uno de los momentos más determinantes y felices demi vida de entonces. El resultado fue un desastre. Quedé más colorada que antes, loque no me desanimó y me llevó a comprar otra tintura más clara y esta vez me laapliqué yo misma, en un desborde de placer en el baño de mi casa. El pelo me quedóde un colorado más claro; entonces Cecile me llevó con su peluquera a ver si podíahacer algo por mí. Era el sueño de mi vida, entrar a una peluquería de mujeres y seratendida ahí, en medio de otras muchas mujeres.

    Era casi imposible volver mi cabello a su color original; siempre tiraba hacia elrojizo. Una solución que yo disfruté muchísimo fue que Stella, la peluquera, me llevóel color hacia un rubio claro, otro de los sueños de mi vida, pero no me animé allevarlo. A los pocos días me lo volví a oscurecer y a cortarlo muy cortito, con lo quemi aspecto masculino se acentuó, y yo sufrí muchísimo. Sin embargo volví a la carga.Seguí yendo a la peluquería que poco a poco se fue convirtiendo en mi espacio detransformación: mi pelo se fue aclarando sutilmente hasta que en 1996 volví a latintura rubia y desde entonces la llevo con orgullo.

    Yo no sabía sobre la transexualidad aún. Para el mundo era un hombre al que legustaba teñirse el pelo, como había más de uno en la peluquería (aunque sólo lohacían para ocultar las canas) pero a mí lo que me gustaba era estar entre mujeres eimaginar que era tratada como una más. En esa época, Guadalupe, la hija menor de la

     peluquera, que tenía trece años y había abandonado los estudios, empezó a estudiar piano conmigo, lo que promovió una relación muy fluida con ella y con su madre.Con el tiempo, Guadalupe creció, tuvo dos hijas y pasó a trabajar en el salón. Estelugar para mí pasó a ser el más importante de mi ignorada vida transexual, pero ahíme teñía el pelo, me depilaba (en ese lugar, por primera vez y con un dolor espantoso

    me depilaron la barba) y la misma depiladora, Mabel, me maquilló. Ahí yo sentía queera posible transformarme en mujer. Sólo faltaba una terapia que me ayudara con eso.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    36/91

     36

    UNA TERAPIA

    Alrededor del año 2000 comencé una terapia intentando resolver los problemasconyugales que me traía mi necesidad de verme como mujer. No conocía la

    transexualidad. Yo sólo sabía que disfrutaba convirtiéndome en mujer, aunque fuerasólo por un rato.

    Comencé entonces a hacer terapia con la sicóloga a la que iba Cecile, que había sidorecomendada por mi madre, que era amiga de la sicóloga. Se me acababa de declararuna diabetes tipo 1, o sea que todos los días yo debía monitorearme e inyectarmeinsulina. Pensaba que esta enfermedad era un castigo que me había auto infligido porno soportar el querer ser mujer ni los conflictos de pareja y las culpas personales queesto me acarreaba. Tiempo después, en otra terapia, descubrí que el origen de misenfermedades auto inmunes, y hablo en plural ya que la diabetes no fue la única, sedebieron a otras causas, que están más desarrolladas en otros capítulos.

    La terapia fue básicamente buena, yo comencé a bucear en mis profundidades ysiempre trabajando desde mi creatividad. Para esos días escribí un cuento sobre unalínea de subterráneos secreta en las profundidades de Buenos Aires, y al excavar enesos túneles, excavaba en mi propia existencia. También ahí me encontré con lamuerte de mi padre, que tanto ha marcado mi vida y la de mi familia. Escarbé en mi

     pasado de estudiante de ingeniería, y como sucede sin que yo lo tenga premeditado,aparecen como personajes de la obra y cobran importancia fundamental, los

    desaparecidos en la época del terrorismo de estado, como si desde un lugar profundamente amoroso después de todo lo que sufrieron, me estuvieran pidiendo amí que no desaparezca. Cada tanto, en alguna de mis canciones, como sucedió en el“Gólgota” de La Pasión, o en “Los ángeles de Buenos Aires” vuelven a aparecer yme dicen lo mismo.

    En esa terapia avancé mucho en mi auto conocimiento, aunque a mi sicóloga lemolestaba que ese descubrimiento apuntaba a un solo lugar: yo era una mujer. No sé

     porqué razón ella negaba estos descubrimientos, y no los podía tolerar, entonces me

    hacía sentir culpa por desear ser mujer, y como ella decía, arruinarles la vida a mimujer y a mis hijos. En un momento en que la terapia estaba estancada, ya que yo precisaba hablar de mi necesidad de ser mujer y ella siempre desviaba esto a mis problemas conyugales, como si mi transexualidad no fuera un asunto mío sino algoque yo quería imponer a mi mujer y a mis hijos, me derivó a un sexólogo.

    Con él fue muy simple. Enseguida supe que yo era transexual, descubrí esa palabra ytoda mi vida se reordenó desde otro ángulo. Supe entonces que yo era realmente unamujer, aunque había nacido con el cuerpo de un hombre y durante toda una vida (ya

    había cumplido 45 años) me había sobre adaptado al rol de varón. Deconstruir todoesto y construir mi femenino me llevaría por lo tanto mucho tiempo.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    37/91

      37

    Tuve que abandonar la terapia con el sexólogo porque él andaba con problemasfamiliares, entonces volví a mi antigua terapeuta, que decía que ahora, al saber que lomío era transexualidad, podía tratarme. Pero eso era a lo sumo una buena intención.Ella siguió boicoteando cada uno de los pasos en los que yo avanzaba hacia María

    Laura, pero frenarlo no era algo posible, no se puede curar a una persona transexual.En una época en que yo le daba clases de matemáticas al hijo de mi sicóloga, ella enagradecimiento me regaló un camisón, pero cuando quise mostrarle cómo mequedaba, se negó a verme. Esa instancia me destrozó. Discutimos mucho, ya que yosabía que si alguien tenía que poder verme como mujer, era mi sicóloga, pero senegó. Al poco tiempo yo desarrollé una enfermedad neurológica auto inmune,conocida como Guillain Barré, que me llevó a una internación de medio mes, con mivida en riesgo. Ella pasó el primer día, me preguntó si necesitaba algo y no volviómás.

    Pese a lo grave de la enfermedad, yo disfruté muchísimo de la internación. Me sentícuidada, en un momento de mi vida en que lo necesitaba. Cuando me dieron de altaretomé la terapia, aunque ahora en un grupo. La terapia me llevaba a soltar cada vezmás a María Laura, pero siempre con la oposición de mi sicóloga.

    En la sesión de cierre del año, cuando yo informé al grupo que en mi hogar habíaconsensuado que iba a usar pollera mientras estuviera dentro de la casa, mi terapeutame maltrató y se burló de mí frente a mis compañeros. Empecé a sentirme

    físicamente mal. Me levante y fui al baño tratando de poner en orden mis pensamientos. Cuando salí, ella me preguntó si me sentía mal, como si se refiriera ami diabetes, y yo le mentí que sí. Aunque ella lo sabía, no intentó detenerme cuandoanuncié que me iba.

    Al volver a casa pasé sobre los puentes del ferrocarril Sarmiento y fantaseé contirarme, pero me detuvo el hecho de pensar en Cecile y en mis hijos reconociendomis restos. Todas las opciones de suicidio que pasaron por mi mente, incluida unasobredosis de insulina, terminaban irrevocablemente en la imagen de mis hijos. No

     pude ni siquiera pensarlo más seriamente.

    Al día siguiente volví a lo de mi terapeuta a pedirle explicaciones por su accionar dela víspera. Ella primero me dijo que yo era egoísta, y luego me dijo que yo no eramujer. Al oír este comentario tuve la certeza de que ella no era la terapeuta adecuada,nunca lo había sido. Entonces decidí que en vez de querer morirme la iba aabandonar. Hasta el día de hoy está muy enojada conmigo.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    38/91

     38

    LA PELUQUERÍA II

    A principios de 2008 comencé una nueva terapia con Sandra Soria, una sicóloga de laComunidad Homosexual Argentina (CHA) quienes constituyen la única entidad con

    un área de salud con experiencia en transexualidad. A partir de ahí mi transición sellevaría a cabo sin obstáculos. Comencé a asistir al Hospital Durand en donde meincluyeron en los grupos de apoyo a personas transexuales y desde ese día los

     profesionales de las distintas áreas adonde voy son los que resguardan mi transición junto con mi salud.

    En tanto, la peluquería que yo frecuentaba, era un lugar donde no sólo iba a teñirmeel pelo, sino que pasaba en mis ratos libres de visita, ya que era un lugar que meencantaba. Ahí podía construir mi femenino, algo que en mi infancia sólo lo había

     podido hacer a escondidas en el baño de mi casa adonde llevaba las muñecas de mishermanas y les lavaba el pelo.

    Como conté antes, en la peluquería estaban la dueña, Stella, su hija Guadalupe y unaempleada llamada Mirna. A principios de ese año Guadalupe enviudó. Tenía una hijade 8 años y una bebita de 3 ó 4 meses, llamadas Camila y Pamela, respectivamente.Guadalupe un día llegó a su casa y lo encontró a su marido colgado del cuello de unaviga. Fue una muerte muy extraña, ya que él no había mostrado ningún signo previode depresión. Era un joven humilde al que le gustaba tocar la guitarra, y era hinchafanático de Rosario Central, de esos que para ir a una fiesta importante se ponen la

    camiseta de su club.

    Unos dos meses después de su muerte, Stella decidió viajar a España a visitar a suhijo mayor que vive allá. Ella sabía que a mí me encantaba ir a la peluquería y ya untiempito había trabajado ahí ayudando los sábados, que para mí eran libres y en elsalón eran los días más cargados de trabajo. Así fue que me pidió si yo podía ir lossábados a ayudar a las chicas, lo que yo acepté fascinada.

    Mi trabajo principal era en la pileta lavando cabezas, cosa que hacía muy bien, y las

    clientas se relajaban mucho con la potencia de mis masajes en su cuero cabelludo. Aveces también hacía brushing, alguna vez apliqué una tintura y ayudaba a las chicasen tareas que requerían más de dos manos. También era experta en ordenar las cajasde tinturas y además me daban el manejo de la caja. A este lugar yo iba los sábados

     bien temprano, maquillada y con ropa andrógina, aunque ahí usaba un delantal blancode mujer. Me pagaban muy poco, en realidad ganaba bastante más con las propinasque me dejaban las clientas, que me apreciaban mucho. Ahí empecé a comunicar quemi nombre era María Laura, por primera vez fuera de los espacios de transexualidad.Las clientas me daban mucha conversación, como sucede en todas las peluquerías.

    Recuerdo a una señora mayor a quien, cuando ya estaba lista, yo acompañaba hastasu casa que quedaba a tres cuadras.

  • 8/18/2019 Trans Historias 2014

    39/91

      39

    Las tres mujeres de la peluquería sabían todos los detalles de mi transexualidad, demi atención en el Durand, en fin, de todo. Al fin y al cabo ya llevaba 16 años yendo aese lugar y la confianza era muy grande. Yo era muy feliz pese a que el trabajo, queera muy físico, era agotador. Llegaba a la noche ya sin siquiera capacidad para

     pensar, pero sentía que ahí me iba convirtiendo en mujer.Un sábado a última hora en que quedaban solamente dos clientas y Pamela, la bebitade Guadalupe lloraba sin parar, yo la alcé y la empecé a acunar mientras le cantabauna canción. Cuando se durmió en mis brazos yo aún estaba cantando y me di cuentade que la melodía era algo nuevo, que la había estado inventando en ese momento.Yo tenía una revista del juego de ingenio Sudoku, y en una de sus páginas en blancoescribí una letra para esa melodía. Y de pronto la peluquería se transformó en unsilencioso lugar mágico, con sonidos tenues y con una extraña sensación de amor

     pleno que daba vueltas lentamente por todo el salón.

    Fue mi último día de felicidad en la peluquería. Una mañana, ya de regreso Stella, yohabía ido al Hospital Durand