Pigna Felipe - Los Mitos de La Historia Argentina 4

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FELIPE PIGNA

Felipe Pigna

Bibliografa

Naci en Mercedes, provincia de Buenos Aires, en 1959. Profesor de Historia, egresado del Instituto Nacional del Profesorado Joaqun V. Gonzlez. Director del Proyecto Ver la Historia de la Universidad de Buenos Aires, que ha llevado al documental flmico doscientos aos de historia argentina a travs de trece captulos. Director del Centro de Difusin de la Historia Argentina de la Universidad Nacional de San Martn. Columnista de las radios Mitre y Rock and Pop, labor por la cual obtuvo el premio ter 2006 al mejor especialista temtico. Conductor del programa Lo pasado pensado de FM Rock and Pop y del programa de documentales histricos que se emite por Canal 7.

Coconductor junto a Mario Pergolini y coguionista junto al equipo de Alejandro Turner del ciclo Algo habrn hecho por la Historia Argentina emitido por Canal 13 y Telef, que obtuvo el premio Martin Fierro 2006 y 2007 al mejor programa cultural y el premio Clarn al mejor programa periodstico 2006.

Ha publicado El mundo contemporneo (1999); La Argentina contempornea (2000); Pasado en presente (2001); Historia Confidencial (2003); Los mitos de la historia argentina (2004), que encabez por ms de dos aos la lista de libros ms vendidos en Argentina; Los mitos de la historia argentina 2 (2005), y Lo pasado pensado (2006). En 2006 public Los mitos de la historia argentina 3, y en 2007, dentro de la serie La historia argentina, public los ttulos San Martn; Bouchard, el corsario de la patria; Las invasiones inglesas y Sarmiento.

En el mismo ao, la edicin bilinge de fotos de Evita. Director de la revista Caras y caretas y de www.elhistoriador.com.ar, el sitio de historia ms visado de la Argentina.

LOS MITOS DE LA HISTORIA ARGENTINA 4

La Argentina peronista (1943-1955)

A Federico Pea, Vctor Sokolozuicz, Fredy Grunberg, Guillermo Giambiagi, Ricardo Corcova, Graciela Ocampo y Gilda Belatti, amigos de la vida, por orden de aparicin.

Introduccin

El peronismo es, sin dudas, uno de los temas ms apasionantes de la historia argentina. Y en este caso, el adjetivo se aplica de manera literal, porque sigue despertando pasiones, en un pas cada vez menos apasionado por la poltica. Trabajar el tema histricamente, desde la perspectiva y con la metodologa con que lo vengo haciendo en esta coleccin, implica ser polticamente incorrecto, porque lo que me mueve, como en los tres tomos anteriores, es ayudar a pensar y a pensarnos histricamente, sin la pretensin de ser complaciente con nadie, ni con unos ni con otros.

Pero, adems, el peronismo en s es incorrecto por definicin. Lleg para poner un antes y un despus en la historia argentina. Recorrer su historia es un viaje vertiginoso en el que vale la pena embarcarse y s que esto es muy difcil con la menor cantidad de prejuicios posibles. En esto los lectores ms jvenes corrern con cierta ventaja.

Juan Domingo Pern fue y sigue siendo el nico argentino que lleg tres veces a la presidencia. Surgido a la poltica en un momento clave de la historia nacional y mundial, construy su plataforma de lanzamiento ubicando en un rol protagnico a un actor social postergado histricamente a papeles ms que secundarios: el movimiento obrero argentino. Plante una alianza de clases, imaginando que la burguesa argentina estara dispuesta a renunciar a parte de sus privilegios para garantizar la paz social y el progreso nacional. Intent seducirla pero fue intil. La gran burguesa argentina, todava mucho ms terrateniente y financiera que industrial, profundamente conservadora y elitista, desconfi de las intenciones de Pern y dej manca la alianza planteada. Pern debi reemplazar a la burguesa por el Estado, con todas las consecuencias positivas y negativas del caso.

El Estado peronista, impulsado por Pern y Evita, signific el momento de la historia argentina de mayor transferencia de ingresos hacia los sectores populares, que accedieron a niveles inditos de participacin en la poltica, la salud, la educacin, el consumo y la inclusin social. Este crecimiento geomtrico del rol de un Estado que se transform en benefactor y empresario, ampliando y dinamizando los servicios pblicos como los transportes, el gas, la electricidad y el agua corriente, tuvo tambin su aspecto negativo en la imposicin de la censura, la persecucin a los opositores y el culto a la personalidad de la pareja gobernante. Son cuestiones que analizaremos detenidamente a lo largo de este trabajo, sin dejar de llamar la atencin sobre la autoridad moral de ciertos crticos de los rasgos autoritarios del modelo peronista que, cuando lo desplazaron del poder, ejercieron en nombre de la "libertad" un despotismo casi sin precedentes en la historia argentina, encarcelando y torturando a miles y fusilando a decenas de argentinos.

Quiero terminar agradeciendo a mis lectores, oyentes y televidentes categoras no excluyentes sino afortunadamente complementarias por el afecto permanente que me brindan en cada charla, en cada firma de ejemplares, cuando me los cruzo por alguna calle de nuestra amada Argentina que tengo la suerte de recorrer por ustedes y para ustedes, y me acercan desde un dibujito hasta una carta o un libro. Conversamos sobre el pasado y el presente, sobre sus logros, problemas y posibles soluciones, y me brindan un "no aflojes", un "aguante", un "muchas gracias".

Este libro pretende ser, entre otras cosas, un reconocimiento a todo lo que recibo de ustedes, el fin primero y ltimo de mi trabajo.

Buenos Aires, octubre de 2008.

Los primeros octubres de Pern

Todo lo que hagas, hazlo a propsito, o adecuadamente, para alcanzar el objetivo; hazlo acabadamente, no de manera superficial. Ve hasta el fondo de las cosas. Todo lo hecho a medias o conocido a medias no es, en mi opinin, ni hecho ni conocido en absoluto.

Carta de Lord Chesterfield a su hijo1

En 1895 el Estado argentino levantaba el segundo Censo de nuestra historia. La poblacin total alcanzaba casi los cuatro millones de habitantes. En Buenos Aires vivan unas 700.000 personas, de las cuales ms de la mitad eran extranjeras. La Argentina se debata en una nueva crisis econmica que encenda todos los reflejos aprendidos en sus antecesoras de 1873 y 1890. El presidente Jos Evaristo Uriburu estaba gravemente enfermo y el general Julio Argentino Roca, "hroe del desierto", presidente del Senado y nmero uno en la lnea sucesoria, estaba de vacaciones en una de sus estancias en Crdoba. Mientras esto ocurra, seguramente ajena a todos estos avatares, y segn la versin cannica, el 8 de octubre de aquel ao, doa Juana Sosa Toledo (1875-1953) daba a luz a un nio al que llam Juan Domingo, en homenaje a sus dos abuelos: Juan Irineo Sosa y Dominga Dutey. El General recordara, muchos aos despus, que en realidad haba nacido el 7 de octubre de 1893 y que su padre, Mario Toms Pern, lo anot como "hijo natural del declarante" con una demora de dos aos.

Lo de "hijo natural" no pasar desapercibido por la vida de Pern y as pensaba al respecto:

Ese hijo no tena padre y la ley argentina prohiba hasta investigar la paternidad del recin nacido. Pero s se castigaba el adulterio de la mujer y ese hijo pasaba a ser un bastardo. Al padre se lo exima de toda culpa y al hijo se le cerraban las puertas del futuro. Eso era justo? Nosotros hicimos una ley que daba al hijo natural los mismos derechos que al hijo legtimo. [...] Las leyes estarn siempre hechas por adlteros que ignoran que no hay hijos ilegtimos sino padres ilegtimos. 2

Don Mario era hijo de Toms Liberato Pern, senador mitrista y mdico destacado durante la Guerra del Paraguay. Habra sido el primero en aplicar la vacuna antirrbica en el pas y lleg a presidir el Consejo Nacional de Higiene. Mario Pern haba decidido seguir los pasos de su padre; pero abandon los estudios de medicina por razones de salud y se radic en Lobos, provincia de Buenos Aires, para dedicarse a una pequea produccin agrcola-ganadera. Tena 23 aos cuando conoci a Juana, una muchacha de 17, "criolla con todas las de la ley", al decir de Pern, que como muchos paisanos aunaba sangre indgena y espaola. En 1891 naci Mario Avelino, el primer hijo de la pareja que, "no estaba legalmente constituida".

En los ltimos aos creci la polmica sobre el lugar de nacimiento de Pern. A la versin tradicional, que ubica su casa natal en la calle Buenos Aires 1380 de Lobos, se le opuso la afirmacin impulsada fundamentalmente por el doctor Hiplito Barreiro uno de los mdicos del General en el exilio, quien en su libro Juancito Sosa, el Indio que cambi la Historia, sostiene que Juan Domingo naci en Roque Prez. Al trabajo de Barreiro se ha sumado ltimamente el libro Pern cundo y dnde naci?, de Oscar Domnguez Soler y Alberto Gmez Faras, publicado por la Universidad de La Matanza, que aporta un valioso material documental en apoyo de esta hiptesis.

El acta de bautismo de Pern data del 14 de enero de 1898. En la ceremonia celebrada en la parroquia de Lobos, en la que no estuvo presente su padre, fue bautizado como Juan Domingo Sosa, hijo natural de Juana Sosa.

Nuestros paisanos, los indios

El futuro lder de los trabajadores pas su infancia como miles de chicos del campo, montando a caballo y compartiendo el mate, las ancdotas y las fascinantes historias de aparecidos y luces malas con los peones. Su abuelo haba recibido de su amigo, el doctor Eulogio del Mrmol, el crneo del famoso gaucho Juan Moreira,3 ultimado por el soldado Andrs Chirino el 30 de abril de 1874 contra los tapiales del boliche "La Estrella" en Lobos.4 Cuentan que Juancito asustaba a una de las mucamas corrindola por la casa portando la clebre calavera que sera donada finalmente al Museo de Lujn. Su primer amigo fue el domador Sixto "el Chino" Magallanes, quien lo inici en el arte de montar y en la pasin por los caballos y los perros, que lo acompaara para siempre.

Para fines de siglo, la situacin econmica de los Pern se volvi difcil y don Mario decidi probar suerte en la Patagonia. Firm un contrato con la empresa Maupas Hermanos, una administradora de estancias ovejeras, y hacia all march en avanzada con sus peones; l, en barco y sus empleados, en arreo a caballo, recorrieron 2.000 kilmetros hasta llegar a la tierra prometida: una estancia al noroeste de Ro Gallegos, Santa Cruz. Doa Juana y los chicos se quedaron en Lobos esperando la llamada de Mario, que llegara un ao ms tarde. La estancia patagnica implic un mundo lleno de aventuras para los hermanos Pern. All Juancito, cuando tena ocho aos, recibi el primer regalo de su padre: una carabina 22 con la que el pequeo aprendi a cazar. Aquellas expediciones en compaa de su padre y su hermano fueron el primer contacto con un paisaje que aos despus describira minuciosamente en su libro Toponimia patagnica de etimologa araucana.

Muchos aos ms tarde, convertido ya por la vida y la historia en un anciano y exiliado general, rememorar:

Siempre recuerdo un caso que qued grabado en mi pobre imaginacin infantil: se trataba de un indio, de los que an quedaban dispersos y abandonados en la inmensa Patagonia. Un da lleg a mi casa y pidi hablar con mi padre; l lo atendi como a un gran seor. Le habl en su propio idioma y lo recibi con el usual "Mar-mar". Enseguida entraron en confianza. El indio se llamaba Nikol-man, que significa Cndor Volador. No tena el indio ms que unas pocas pilchas y su caballito tordillo. Presenci la entrevista porque mi padre me hizo quedar, tal vez para darme una leccin de humanismo sincero. En esa oportunidad mi padre le dijo que poda instalarse en el campo, y le asign un potrero donde le construy una pequea vivienda como las que usaban entonces los indios, media casa y medio toldo. Le regal tambin una puntita de chivas. Cuando le pregunt a qu vena tanta consideracin con un indio, me respondi: "No has visto la dignidad de este hombre? Es la nica herencia que ha recibido de sus mayores. Nosotros los llamamos ahora indios ladrones y nos olvidamos que somos nosotros quienes les hemos robado todo a ellos".5

Segn Pavn Pereyra, don Mario dara a sus hijos lcidas lecciones de historia, no exentas de cierta poesa:

"Saben por qu en el campo la soledad es ms grande que el horizonte? Porque el general Roca asesin a los nicos seres humanos de esta llanura. Tanto es as que entregaron la vida luchando por su tierra. Los indios pampas, los tehuelches, los pehuenches, fueron masacrados en nombre de la civilizacin. Ahora sus hijos son parias del destino. Roca les rob la tierra y la reparti entre sus lugartenientes. Algunos se quedaron con ella, pero la mayora la vendi a acaudalados porteos. As naci la oligarqua terrateniente, que sumergi al descendiente del aborigen an ms con el transcurso del tiempo y que limit posteriormente, el acceso poltico de la inmigracin europea a la propiedad de la tierra. ste es el origen de la pobreza de la gente", nos deca. "Los pobres de hoy son tratados como extraos, en la tierra que fue de sus antepasados".6

El fro y el viento eran dos hermanos.

Si en Lobos la economa familiar no andaba muy bien, en el sur las cosas no mejoraron, con el agravante de que la vida cotidiana se volva ms complicada por un clima hostil y fros extremos que perjudicaban la salud de los chicos. Todo esto llev al matrimonio Pern a tomar la decisin de mudarse al clima un tanto ms benvolo de Chubut. La imagen y el espacio que ocupaba Doa Juana crece proporcionalmente a las dificultades que tiene que afrontar la familia: "Veamos en ella al jefe de la casa, pero tambin al mdico, al consejero y al amigo de todos los que tenan alguna necesidad",7 recordar aos ms tarde el nico argentino que lleg tres veces a la presidencia de la Repblica. Doa Juana tena un especial don para las curaciones domsticas, que la llevara a ejercer de comadrona, con el pequeo Juan Domingo como asistente. Tambin le gustaba acompaar a sus hijos y a su compaero, montada a caballo, cuando salan de cacera. Mario era un hombre duro, al que no le temblaba la mano si haba que "disciplinar" a los chicos y no le haca asco al rebenque.

Para servir a la patria

Juancito se traslad a Buenos Aires y se instal en la casa de la abuela paterna, Dominga Dutey, para estudiar en la escuela ubicada en la calle San Martn 548 y luego en el Colegio Internacional Politcnico de Olivos. No era lo que se dice un buen alumno, pero s un gran apasionado por todos los deportes. Pern recordaba:

A los diez aos yo no pensaba como un nio sino casi como un hombre. En Buenos Aires me manej solo y las faldas de mi madre o de mi abuela no me atraan como a otros chicos de mi edad. Pretenda ser un hombre y proceda como tal. Es lgico que a ms de dos mil kilmetros de mi casa tena muchas oportunidades de probarme.8

Cuando cumpli los 15, comenz a estudiar las materias para ingresar en la Facultad de Medicina. Pareca dispuesto a seguir la tradicin familiar y los deseos de su padre. Pero muy pronto, influido por varios compaeros de la secundaria, rindi y aprob el examen de ingreso al Colegio Militar. Por ser quinto en el orden de mrito, consigui una beca de apoyo econmico. Para 1911 el muchacho ya era un flamante cadete que iniciaba una carrera que nadie poda imaginar hasta dnde llegara.

La vida militar no le trajo al joven Pern mayores dificultades. Era un muchacho saludable, curtido, que haba enfrentado los climas patagnicos y haba sobrellevado sin problemas el estar lejos de su familia. Era buen jinete y estaba acostumbrado al uso de las armas, el esfuerzo fsico y las incomodidades de la vida al "aire libre".

La eterna hiptesis de un potencial conflicto armado con Chile haba dotado al Ejrcito Argentino de cierto dogma ofensivo, acorde al que impulsaba la escuela prusiana que formara en diversas materias a aquellas camadas de cadetes. Uno de los oficiales ms influyentes en la formacin de Pern fue el general Colmar von der Goltz, autor de La Nacin en armas (1883), que difunda la teora del general y terico prusiano Karl von Clausewitz (1780-1831). A los tres tomos de su obra De la guerra, Clausewitz sostena que los enfrentamientos entre seres humanos eran inevitables, por lo cual las naciones deban permanecer en pie de guerra, ya que, segn entenda, "la guerra no es otra cosa que una prolongacin de la poltica".

La biblioteca del oficial

Pern se recibi de subteniente de infantera el 13 de diciembre de 1913. Su padre le regal como tributo de graduacin tres libros que lo marcaran para siempre: Vidas paralelas, de Plutarco; Martn Fierro, de Jos Hernndez y Cartas de Lord Chesterfield a su hijo Philip Stanhope.

En Vidas paralelas, Plutarco (46-125 de nuestra era) recorre con un innegable afn didctico y ejemplar la vida de los ms clebres personajes de la cultura y la poltica de Grecia y Roma. Se trata de una serie de biografas comparadas, como las de Teseo y Rmulo, los mticos fundadores de Atenas y Roma; los generales conquistadores Alejandro y Csar y los oradores Demstenes y Cicern, entre otros. El libro influy notablemente en el pensamiento occidental, le sirvi de base a Shakespeare para escribir sus clebres Julio Csar y Antonio y Cleopatra, y era uno de los preferidos de Napolen y San Martn.

La influencia del Martn Fierro en Pern ser enorme. Fuente permanente de citas para sus escritos y discursos, le gustaba recitar frente a sus visitantes varios de sus octoslabos de memoria. Dir en una ocasin:

Jos Hernndez cant las necesidades del pueblo que vive adherido a la tierra. Todava no se ha cumplido para el pueblo argentino la invocacin de grandeza y de justicia que el Martn Fierro ensea. Nosotros hemos de tomar de l ese ideal ya cantado para llevarlo paulatinamente a la ejecucin...9

Pero de los tres libros recibidos de su padre, Pern destacaba siempre el de Philip Dormer Stanhope (1694-1773). Ms conocido como Lord Chesterfield, haba sido educado en francs y en ingls, fue camarero del Prncipe de Gales (el futuro Jorge II), estudi en Cambridge y viaj por gran parte Europa. Con slo 21 aos lleg a ser miembro de la Cmara de los Comunes y en 1728 fue designado embajador en La Haya. All tuvo un clido e "incorrecto" romance con Elizabeth Du Bouchet, fruto del cual naci su hijo Philip, a quien Lord Chesterfield destinar a partir de 1737 ms de 400 cartas. El libro se ubica en las antpodas del Emilio de Rousseau,10 que reivindicaba la espontaneidad en la educacin del "buen salvaje". Lord Chesterfield confa en los valores tradicionales y propicia una educacin dirigida hasta en los ms mnimos detalles. Es un libro absolutamente pragmtico, en el que el autor se ocupa obsesivamente de que su hijo vea al mundo y a los hombres como son y no como deberan ser. He aqu algunos de los consejos de Lord Chesterfield que, segn el propio Pern, tanto influirn en su formacin poltica:

Solamente los locos intentan lo imposible; pero si algo es posible, siempre existe una manera de conseguirlo. Si un mtodo fracasa, prueba otro.

La gente odia a quien le hace sentir su propia inferioridad. Nunca parezcas ms sabio que la gente que est contigo. Guarda tu conocimiento como un reloj de bolsillo y mantenlo escondido. No lo saques para contar las horas, pero da la hora cuando te la pregunten.

La cultura se adquiere leyendo libros; pero el conocimiento del mundo, que es mucho ms necesario, slo se alcanza leyendo a los hombres y estudiando las diversas ediciones que de ellos existen. La ciencia es para nosotros en la vejez un cmodo refugio; pero si no la plantamos de jvenes, no nos dar sombra cuando seamos viejos.

Lo nico que deseo para mi entierro es no ser enterrado vivo. Si te propones mandar algn da con dignidad, debes aprender a servir con diligencia.

La profundidad de los polticos rara vez pasa de la superficie. Habla con tus inferiores sin insolencia. Pese a que ests seguro, mustrate dudoso.11

Atravesado por la realidad

El flamante oficial Pern cumpli sus primeros cinco aos de servicio en el Regimiento 12 de Infantera de Lnea, con asiento en Paran. Los informes sobre su aptitud fsica lo califican de "muy bueno" y como un "oficial de porvenir". En 1914, su pasin por el boxeo lo llev a fundar el Boxing Club de Paran, De aquellos aos formativos contar Pern:

Fue mi primer contacto con una realidad humana que contempl con preocupacin no exenta de emocin. All v por primera vez, ya a conciencia, las miserias fisiolgicas y sociales. En un pas con 50 millones de vacas, ms del 30% de los conscriptos era rechazado del servicio por debilidad constitucional, y los que se incorporaban venan semidesnudos, como provenientes de la mayor miseria.12

El 2 de abril de 1916, en las primeras elecciones sin fraude de la historia argentina, Pern estren su libreta de enrolamiento votando, como muchos compatriotas, por Hiplito Yrigoyen. Dos aos ms tarde integr varias comisiones militares enviadas a reprimir las huelgas y conflictos sociales en la zona de La Forestal.13 All pudo ver la miseria y la explotacin en su punto ms alto y la rapia de la compaa britnica que deforestaba impunemente amplias zonas de nuestro territorio, derribando miles y miles de monumentales y aosos quebrachos sin plantar un solo rbol. La Forestal, que monopolizaba la extraccin y comercializacin del tanino muy demandado entonces por las industrias qumicas y del cuero llegaba a cortarles el agua y el suministro de comida a las familias obreras. Seguramente con otra visin de los hechos que la que tena mientras transcurran, dir Pern aos ms tarde:

Si yo hubiera sido uno de esos obreros y me cortan el agua, los vveres y cuanto resulta indispensable para la subsistencia de mi familia y de mis compaeros, no hubiera aguantado tanto tiempo como los trabajadores de Villa Guillermina. Hubiese asaltado el almacn y hecho funcionar el agua por mi cuenta. Yo saba perfectamente cul era la misin del ejrcito en ese trance y la cumpl cabalmente. Ms an: tena en cuenta las utilidades escalofriantes que estos monopolios britnicos se llevaban del pas todos los aos, a costa de las privaciones y sufrimientos de sus obreros y nosotros no podamos estar de parte de los monopolios que saqueaban al pas!14

Pero en otro texto Pern completa el panorama. Cuenta que un ejecutivo de La Forestal

insinu que la empresa poda mostrarse ms generosa si no hubiera tantos anarquistas infiltrados entre los peones. Les pregunt si tenan pruebas... y me mostraron unas fichas de la polica de la provincia. Les ofrec un trato. Ellos aceptaban todas las demandas de los obreros, que me parecan legtimas, y el ejrcito se ocupaba de los cratas [...]. Empearon su palabra de honor en respetar el arreglo, por lo menos en Tartagal...15

En noviembre de 1918, mientras se produce el desenlace de la Primera Guerra Mundial, escribe a sus padres una curiosa carta. En ella recoge la visin revisionista de la historia argentina, que estaba en las antpodas de la recibida en el Colegio Militar, donde haba tenido como profesor nada menos que a Ricardo Levene, el pope de la historia liberal argentina:

Mis queridos padres: Hoy he recibido carta y me alegra mucho que estn buenos y contentos con el triunfo de las ideas aliadas; pero debo hacer presente que no est bien eso de la lista negra, por cuanto es un atropello a la libertad de comercio y yo la critico desde el punto de vista puramente neutral y argentino. Por la nica que sent siempre ser germanfilo fue porque Francia ha dado ejemplos de guerrera, pero tambin ha pecado grandemente de ingenua y se ha dejado arrastrar a la ruina casi, por or los necios consejos de conquista comercial de la Prfida Albin.

No olvides pap, que este espritu de patriotismo que vos mismo supiste inculcarme brama hoy un odio tremendo a Inglaterra, que se rebel en 1806 y 1807 y con las tristemente argentinas Islas Malvinas, donde hasta hoy hay gobierno ingls; por eso fui contrario siempre a lo que fuera britnico, y despus del Brasil a nadie ni a nada tengo tanta repulsin.

Francia e Inglaterra siempre conspiraron contra nuestro comercio y nuestro adelanto... Rosas con ser tirano, fue el ms grande argentino de esos aos y el mejor diplomtico de su poca... Rosas antes que todo fue patriota.

Imaginas que habiendo seguido de cerca la historia nuestra y la inglesa pudiera tener simpatas por la Entente; al contrario; en Francia es disculpable porque en realidad siempre se dej arrastrar por Inglaterra, tuvo esa mala debilidad. Y todava ahora hay quien cree que en esta guerra se luch por la justicia y la igualdad y al cabo de esta quimera los ingleses imponen al mundo su supremaca naval y tiranizan los mares; 50.000 veces peor que el militarismo y 100.000 ms sectario que el kaiserismo imperial, porque obstaculizan al comercio universal; pero nos da un aliciente: Norte-Amrica, que ser la terrible enemiga de la Prfida Albin, a pesar de que hoy se tiran con confites. Tiene que venir porque las dos son crpulas y harn un conflicto por rivalidades de oficio.16

Pern fue trasladado al Arsenal Esteban de Luca en Buenos Aires y en enero de 1919 le toc participar en la represin de la gran huelga obrera que pasar a la historia como la Semana Trgica.17 Mientras algunos autores, como Milcades Pea,18 sostienen que el joven oficial actu decididamente del lado de las fuerzas represivas, su bigrafo oficial, Enrique Pavn Pereyra, pone en boca de Pern estas palabras:

Cuando los obreros se declaran en huelga, reclamando salarios, como en la Semana Trgica, se dijo que eran comunistas, que eran rusos; me inclino a pensar que eran solamente pobres argentinos azotados por las miserias fisiolgicas y sociales.19

En 1920 fue transferido a la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral en Campo de Mayo, donde sobresali como instructor de tropas. Ya entonces se distingua entre otros colegas por su especial inters y trato para con sus hombres, lo que prontamente lo convirti en un militar carismtico.

Por aquellos aos publica sus primeros trabajos en forma de contribuciones grficas a la traduccin del alemn de un libro de ejercicios para soldados y algunos captulos de un manual destinado a aspirantes a suboficial.

En 1924, mientras el radicalismo se escinda entre los partidarios de Yrigoyen, llamados "personalistas", y los seguidores de Alvear, los "antipersonalistas", Pern fue ascendido a capitn. Por entonces se destacaba en varios deportes, como la esgrima, disciplina en la que lleg a ser el campen del Ejrcito. Su pasin por los deportes lo impuls a promoverlos como una prctica habitual entre sus hombres e incorpor institucionalmente la prctica del bsquet.

Gardel y Pern...

El joven oficial tena su barra de amigos, con la que transitaba la noche portea. Se los conoca como el "clan de las cuatro P": Peluffo, Pirovano, Pedernera y Pern. Uno de los lugares preferidos de los muchachos era el mtico Palais de Glace de la Recoleta. Una de aquellas noches, pudieron disfrutar, desde la mesa ms cercana al escenario, de la magia de Carlos Gardel. El Zorzal, que jams podra imaginarse que estaba viendo de cerca al personaje con el que compartira el lugar ms alto del panten nacional y popular, a poco de terminar su primera cancin sorprendi a los miembros del clan con un "araca muchachos, con esa pinta, sacaron la grande? Me invitan un faso?" Se fueron del Palais agrandados por el privilegio de haber sido los elegidos por Gardel y decidieron volver a la semana siguiente y reservar la misma mesa. Pero esta vez Carlitos eligi otra mesa para lucir su mgica sonrisa y halagar a sus ocupantes con aquella frase "araca muchachos, con esa pinta..."

A principios de 1926, tendr un nuevo destino: la Escuela Superior de Guerra. Durante tres aos recibir una intensa formacin en cursillos y conferencias que influirn decisivamente en definir su inters por la estrategia militar, que tan til le sera en su futura e impensada vida poltica.

Un militar en la "dcada infame"

Por esos das conoci a Aurelia "Potota" Tizn, una bella maestra de 17 aos, concertista de piano y guitarra, que haca trabajos solidarios para ayudar a nios con capacidades diferentes. El 5 de enero de 1929, se convirti en la primera esposa de Pern.

A los 34 aos, Pern era un capitn de muy buena formacin profesional, casado con una digna representante de la respetada clase media. Se aprestaba a afrontar una nueva dcada que encerrara algunos de los acontecimientos ms importantes del siglo, y estaba preparado para ser un testigo inteligente.

La vida poltica nacional se cruz en su camino. Durante los meses previos al golpe de Estado que derroc al presidente radical Hiplito Yrigoyen, Pern trabaj a favor del movimiento. Sus lderes visibles eran los generales Jos Flix Uriburu20 y Agustn Pedro Justo, que si bien coincidan en la metodologa golpista para deponer a Yrigoyen, mantenan importantes diferencias sobre las formas polticas a aplicar a la hora de ejercer el poder. Mientras Uriburu pretenda hacer una profunda reforma constitucional que terminara con el rgimen democrtico y el sistema de partidos para implantar un rgimen de representacin corporativa, Justo planteaba un modelo de gobierno provisional que convocara a elecciones en un tiempo prudencial y restableciera el clsico sistema de partidos con las restricciones que los dueos del poder creyeran convenientes, o sea, una democracia de ficcin y fraudulenta. Esto llev a que Justo permaneciera en un segundo plano durante los preparativos del golpe de Estado programado para el 6 de septiembre de 1930, pero no dej de presionar a Uriburu a travs de sus oficiales para introducir sus puntos de vista. No pocos oficiales y suboficiales se sumaron al golpe sin medir las consecuencias, sin tomar conciencia cabal del error gravsimo que estaban cometiendo. Uno de ellos, Pern, comentaba al respecto:

Yo recuerdo que el presidente Yrigoyen fue el primer presidente argentino que defendi al pueblo, el primero que enfrent a las fuerzas extranjeras y nacionales de la oligarqua para defender a su pueblo. Y lo he visto caer ignominiosamente por la calumnia y los rumores. Yo, en esa poca, era un joven y estaba contra Yrigoyen, porque hasta m haban llegado los rumores, porque no haba nadie que los desmintiera y dijera la verdad.21

Pern advierte a la distancia la trascendencia del hecho y su influencia en el futuro poltico argentino:

Nosotros sobrellevamos el peso de un error tremendo. Nosotros contribuimos a reabrir, en 1930, en el pas, la era de los cuartelazos victoriosos. El ao 1930, para salvar al pas del desorden y del desgobierno no necesitamos sacar las tropas de los cuarteles y ensear al ejrcito el peligroso camino de los golpes de Estado. Pudimos, dentro de la ley, resolver la crisis. No lo hicimos, apartndonos de las grandes enseanzas de los prceres conservadores, por precipitacin, por incontinencia partidaria, por olvido de la experiencia histrica, por sensualidad de poder. Y ahora est sufriendo el pas las consecuencias de aquel precedente funesto.22

Finalmente, en su autobiografa recopilada por Enrique Pavn Pereyra, Pern concluye:

El 6 de setiembre termin bruscamente la experiencia radical que haba sido promovida por la ley del sufragio universal y por la intencin participativa. Ese da histrico es el comienzo de una nueva etapa en la cual el gobierno ser dirigido por las huestes de la oligarqua conservadora donde muchos de los que participaron y contribuyeron al xito del golpe lo hicieron sin saber exactamente quin se mova detrs de ellos. La proclamacin de la ley marcial desde el 8 de setiembre de 1930 hasta junio del '31 puso en evidencia que haba triunfado la lnea del nacionalismo oligrquico.23

Por lo pronto, el capitn hall un nuevo e inmediato destino: secretario privado del ministro de Guerra, aunque por sus inclinaciones justistas al poco tiempo fue removido por Uriburu, junto con todos los sospechados de la misma tendencia, y designado para patrullar la frontera con Bolivia. A su regreso, en noviembre de 1930, fue nombrado profesor de Historia Militar en la Escuela Superior de Guerra. Ya con el general Justo en la presidencia y junto con su ascenso a mayor, en 1932 fue designado ayudante de campo del nuevo ministro de Guerra. Sus aos en la Escuela Superior de Guerra le permitieron profundizar en la investigacin de la historia militar, una pasin que lo llevara a publicar El frente oriental de la guerra mundial en 1914, Apuntes de historia militar y un estudio detallado sobre la guerra ruso-japonesa.

En 1936 fue destinado a Chile como agregado militar argentino y a fin de ese ao ascendi a teniente coronel. Cumpliendo rdenes superiores, organiz una pequea red de espionaje para obtener informacin de las fuerzas armadas chilenas. La informacin lleg a conocimiento de las autoridades, pero no intentaron detenerlo, probablemente porque el gobierno trasandino no deseaba dar un motivo a sus propios militares para demandar ms presupuesto. Sin embargo, el escndalo estall despus de que Pern haba dejado la agregadura, y las acusaciones cayeron sobre su sucesor: el mayor Eduardo Lonardi. La inteligencia militar chilena, aprovechando que Lonardi era un recin llegado, le tendi una "cama": a travs de un contacto le ofreci ciertos datos secretos, nada menos que los planes ofensivos y defensivos que el Ministerio de Guerra chileno tena previstos en caso de acciones blicas contra la Argentina. Todo eso por slo 75.000 pesos chilenos. Oficiales trasandinos simularon dejarse reclutar por un agente que vena operando para Pern y que sigui trabajando para Lonardi. El 2 de abril de 1938 entregaron los documentos falsos en el departamento de un matrimonio que formaba parte de la red de agentes argentinos. Lonardi estaba fotografiando los documentos y tena consigo el maletn con el dinero cuando un grupo de integrantes de los servicios chilenos irrumpi en el departamento para arrestarlo por conspirador. Fue declarado persona non grata y debi abandonar Chile. La vida y la poltica se encargaran de volver a cruzar a Lonardi y Pern.

Para el matrimonio Pern, el regreso a Buenos Aires fue muy duro: a Aurelia le detectaron un cncer de tero. Fue internada y operada de urgencia en julio de 1938; pero todo fue intil y muri el 10 de septiembre de aquel ao.

Mientras tanto, en Munich, el primer ministro ingls Arthur Neville Chamberlain, su colega francs Edouard Daladier, Adolf Hitler y Benito Mussolini firmaban el 29 de septiembre un pacto por el cual las potencias occidentales aceptaban la cesin de la regin checoslovaca de los Sudetes a Alemania. El pacto, que se demostrara suicida para Francia y Gran Bretaa, legitimaba a Hitler como gendarme de Occidente frente a la posible expansin sovitica.

Tras la muerte de su mujer, Pern trat de distraerse ayudando a su amigo, el padre Antonio D'Alessio, en la organizacin de competencias atlticas para los nios del vecindario. Poco despus emprendi un viaje hacia la Patagonia. Recorri miles de kilmetros en auto y regres a principios de 1939. Fruto de aquel viaje y de prolongadas charlas con los caciques mapuches Manuel Llauqun y Pedro Curruhuinca, fue su Toponimia patagnica de etimologa araucana.

Europa, Europa

Pern vivir intensamente la crisis poltica que atravesaba la Europa de preguerra en los mismos escenarios del viejo continente, lo que influira decisivamente en su pensamiento. Segn Pern, el ministro de Guerra, general Carlos Mrquez, lo llam a su despacho y le dijo:

Lo considero uno de los oficiales ms capacitados. Quiero que se vaya usted inmediatamente para Europa. Le daremos credenciales como agregado militar, pero su verdadero trabajo ser estudiar la situacin. Queremos saber quin va a ganar la guerra y cul cree usted que ser la actitud de Argentina. Estudie usted el ejrcito italiano, especialmente sus escuelas de alpinismo; visite Alemania, hable con sus amigos de las fuerzas armadas sus antiguos profesores alemanes, y cuando haya formado una opinin, regrese para hacerme un informe exhaustivo.24

Parti el 17 de febrero de 1939, a bordo del transatlntico italiano Conte Grande; iba en una misin de perfeccionamiento. Entre el 1o de julio de 1939 y el 31 de mayo de 1940, sirvi en unidades alpinas del ejrcito italiano y asisti a una escuela de infantera de montaa. Los informes de sus instructores hablan de sus magnficas aptitudes. Durante este tiempo, Pern trat de que lo destinaran a Roma, pero el Servizio di Informazioni Militari de Italia, sospechando que en verdad quera dedicarse al espionaje, intercept su correspondencia para analizar sus motivos. Descartadas las dudas, desde junio hasta diciembre de 1940 se desempe como asistente del agregado militar en la embajada argentina en Roma. Viaj a Budapest, Berln, Albania y la frontera ruso-alemana e ingres brevemente en la URSS, cuando todava rega el pacto entre Rusia y Alemania.25 En Roma escuch en Piazza Venezia a Benito Mussolini anunciar el ingreso de Italia a la guerra como aliada de Alemania. Aunque Pern comenta con entusiasmo su encuentro con Mussolini, es muy poco probable que ste se haya concretado. A fines de 1940, la Cancillera argentina orden el regreso al pas de todo el personal militar que permaneca en el exterior.

Las ideas de Pern

Pern volvi fascinado de su viaje, y entusiasmado con las movilizaciones populares y multitudinarias de Hitler y Mussolini, que, pensaba, derivaran en una democracia social. Comprendi por primera vez, segn sus propias palabras, la importancia de los sindicatos en la construccin del Estado. Dar numerosas conferencias sobre la situacin europea, en las que dir algunas de las cosas que aos ms tarde repetira a sus bigrafos:

El fascismo italiano llev a las organizaciones populares a una participacin efectiva en la vida nacional, de la cual haba estado siempre apartado el pueblo. Hasta la ascensin de Mussolini al poder, la nacin iba por un lado y el trabajador por otro, y este ltimo no tena ninguna participacin en aqulla. [...] En Alemania ocurra exactamente el mismo fenmeno, o sea, un Estado organizado para una comunidad perfectamente ordenada, para un pueblo perfectamente ordenado tambin; una comunidad donde el Estado era el instrumento de ese pueblo, cuya representacin era, a mi juicio, efectiva. Pens que tal debera ser la forma poltica del futuro, es decir, la verdadera democracia popular, la verdadera democracia social.26

Textos como el precedente son los que dan lugar a los enemigos de Pern a acusarlo de fascista.

Lo curioso es que de este escrito, ya clebre, los oficiales de inteligencia de entonces, de aquel gobierno que lo haba enviado a Europa, destacaron no la supuesta admiracin por el fascismo y el nazismo, sino su destacado inters por la movilizacin de masas, por lo que "decretaron" que el oficial Pern poda ser un comunista potencialmente peligroso y lo destinaron al Regimiento de Montaa en Mendoza.

Ninguno de los autores que seriamente han estudiado la ideologa de Pern lo califican como fascista. No confunden aquellas observaciones, hechas bajo cierto deslumbramiento, con una adhesin clara al fascismo que terminara por aplicarse en sus polticas de gobierno. Creemos que lo que prim en la ideologa de Pern fue un notable pragmatismo que tomaba eclcticamente lo que poda serle til de los diferentes modelos. Entre las teoras y experiencias polticas que influyeron en el pensamiento del fundador del peronismo se destacan las teoras keynesianas en las que se haba basado Franklin D. Roosevelt en los Estados Unidos para llevar adelante su poltica de ampliacin del mercado interno y fomento del empleo y el consumo, conocido como New Deal. Tambin deben incluirse los ensayos polticos y sociales del fascismo, por ejemplo en el concepto de conciliacin de clases frente a la lucha de clases planteado por el marxismo. Pero de manera similar incidieron la reivindicacin del principio de "defensa nacional" como valor poltico esencial de primer orden, la Doctrina Social de la Iglesia e incluso algunos principios socialistas.

Tulio Halpern Donghi habla de un "desapego por la ideologa". Seala:

Hay razones que van ms all de sus inclinaciones personales para su desapego por la ideologa. La Europa que conoci, en que la etapa en que las democracias en retirada haban venido dejando creciente espacio para la polarizacin entre dos soluciones extremas, identificadas con ideologas antitticas que ambicionaban imponer su sello en futuro, acababa de cerrarse con la cuasi alianza entre la Rusia socialista y la Alemania fascista, invitaba en efecto a dejar de lado cualquier intento de entender en clave ideolgica el drama que as pareca acercarse a su culminacin. Y esa leccin europea se tornaba an ms persuasiva en cuanto el espectculo que ofreca la Argentina sugera conclusiones parecidas. [...] Sin duda su accin poltica estuvo guiada por convicciones muy firmes mantenidas sin cambios sustanciales a lo largo de su carrera pblica, pese a los frecuentes zigzagueos con que supo adaptarse con agilidad en ocasiones deslumbradora a las cambiantes circunstancias, pero esas convicciones no reflejaban adhesin a ninguna corriente ideolgica definida [...]; aun su admiracin por la Italia fascista, que nunca crey necesario ocultar [...] no logr tampoco inspirarle una curiosidad demasiado viva.27

Refirindose al mismo tema, afirma Arturo Jauretche:

Es muy posible que Pern estuviese influenciado por algunas cosas del fascismo italiano, no del nazismo, pero tuvo la habilidad de darse cuenta de que eso no andaba ac y se adapt al pas [...]. Se puso a la cabeza de un hecho, que era el surgimiento de una nueva masa obrera, el cambio de relaciones econmicas internacionales, la distinta situacin del mercado interno con respecto al mercado mundial. Todo eso Pern lo vio... y vio la cosa, precisamente porque Pern no era fascista ni antifascista, era realista. [...] l percibi que la guerra haba transformado totalmente al pas y el mundo, y que la presencia de las masas obreras era ya definitiva en los pases y especialmente en la Argentina [...] que el poder de decisin estaba esencialmente en esas masas. Eso lo percibi enseguida, tanto es as que pidi la Secretara de Trabajo.28

Resulta tambin interesante el comentario que el ex embajador ingls David Kelly escribi sobre el asunto en sus memorias:

Desde mi primera entrevista con Pern llegu a la conclusin de que era brillante improvisador, con un fuerte sentido poltico y gran encanto personal, pero sin inters alguno por la ideologa nazi ni por ninguna otra. Senta instintivamente, y estaba en lo cierto, que la masa desheredada del pueblo argentino ansiaba inconscientemente tener un caudillo.29

En las filas del GOU

El 8 de enero de 1941, Pern fue destinado a una unidad en la provincia de Mendoza, como

sealamos, para alejarlo de los focos conspirativos porteos, que estaban demasiado activos desde el comienzo de la guerra y haban acelerado sus actividades al conocerse el carcter terminal de la enfermedad del presidente Roberto M. Ortiz.30 En Mendoza, Pern fue ascendido a coronel. All se fue consolidando una muy cercana relacin con el general Edelmiro Farrell y con el teniente coronel Domingo Mercante. Farell fue designado al mando de la Inspeccin de Tropas de Montaa con sede en Buenos Aires, y el 18 de mayo de 1942 dispuso los traslados de Pern y Mercante a la Capital.

La Argentina de 1943 se preparaba para ver el entierro de aquella nefasta restauracin conservadora, de aquella "dcada infame" empalagada de miseria, represin, negociados y fraude electoral que se haba iniciado trece aos atrs con el golpe fundacional del general Uriburu. Roberto M. Ortiz haba renunciado por enfermedad a la presidencia en junio de 1942. Lo sucedi su vicepresidente, el conservador Ramn S. Castillo,31 quien retom las prcticas fraudulentas y trabaj para asegurar el triunfo de Robustiano Patrn Costas, un terrateniente y prominente conservador salteo simpatizante de los aliados, en las futuras elecciones presidenciales.

La oposicin haba conformado la Unin Democrtica, una alianza poltica conformada por la Unin Cvica Radical y los partidos Demcrata Progresista, Socialista y Comunista. En su plataforma anunciaba su propsito de garantizar "la libertad de pensamiento y de reunin" y el "respeto por los derechos sindicales", junto con "la solidaridad activa con los pueblos en lucha contra la agresin nazifascista". Pareca seguro que, de no mediar el fraude, la Unin Democrtica se impondra en los comicios. A los nacionalistas de derecha les preocupaban tres posibles efectos de este triunfo: el alineamiento de la Argentina con los aliados, la continuacin de las polticas liberales de subordinacin econmica y la presencia de socialistas y comunistas en el Parlamento nacional.

Al conservador Castillo le toc enfrentar una situacin poltica muy complicada. La neutralidad argentina frente a la Segunda Guerra Mundial sufra el permanente torpedeo de los Estados Unidos que, desde su tardo ingreso en la contienda, buscaban alinear a todo el continente en el bando de los aliados. Esa presin tuvo efecto en algunos sectores de la sociedad civil y militar, y contribuy a que se asociara la neutralidad con ciertas simpatas hacia el Eje nazifascista.

A importantes sectores del Ejrcito les comenz a preocupar la idea de que Castillo terminara cediendo a la ofensiva de los Estados Unidos. Como trasfondo, la sociedad argentina se transformaba aceleradamente, en un proceso social que pas casi desapercibido para la mayora de los dirigentes polticos de la poca, demasiado inmersos en sus cuestiones de comit: el proceso de migraciones internas que llev a casi un milln de personas a trasladarse del campo a la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, con todo lo que ello implicaba poltica y culturalmente en el nuevo mapa electoral del pas.

Para 1943 el bando militar estaba dividido entre los que apoyaban a los aliados, los que estaban a favor de la neutralidad y los que simpatizaban con el Eje. En Campo de Mayo surgi una logia militar que sera conocida por sus siglas: el GOU. Su organizacin fue tan secreta que no se conoce a ciencia cierta qu significaban esas iniciales: para algunos, "Gobierno, Orden, Unidad"; otros la traducen como "Grupo Obra de Unificacin" y otros como "Grupo de Oficiales Unidos". Los temas ms convocantes para el grupo eran el repudio al fraude electoral de la dcada infame; la necesidad de resistir las presiones para salir de la neutralidad y el miedo a la toma del gobierno por un "frente popular" dominado por los comunistas. Pero el GOU tena una debilidad: la mayora de sus miembros ocupaban cargos administrativos y no tenan comando de tropa. Esta situacin mejor cuando el general Pedro Pablo Ramrez fue nombrado ministro de Guerra de Castillo; con l los muchachos del GOU se aseguraban puestos en el poder y el control de toda la estructura castrense. Como se esperaba, Ramrez nombr a miembros del grupo en reas clave.

En enero de 1943 muri el general Justo. La muerte del viejo caudillo militar dej hurfanos y debilitados a los sectores aliadfilos de las Fuerzas Armadas. Por otro lado, la candidatura a presidente de Robustiano Patrn Costas implic la adhesin de numerosos oficiales a las ideas del GOU. Mientras tanto, el gobierno naufragaba y su ministro de Guerra participaba en reuniones secretas, pero no tanto, con la oposicin. El 3 de junio, el presidente Castillo firmaba, junto con el decreto de destitucin de Ramrez, su partida de defuncin poltica.

El GOU pensaba velar las armas hasta las elecciones, pero el descabezamiento de Ramrez aceler sus planes. Salieron a buscar un general para encabezar el golpe, lo que siguiendo el curso de nuestra historia parece fcil, pero no fue tan as: Ramrez se neg a participar y Farrell se disculp diciendo que se estaba divorciando. Ese mismo da, el GOU destac a su principal "operador" militar, el teniente coronel Enrique P. Gonzlez (alias "Gonzalito"), para que consiguiese el general que necesitaban como inquilino de la Rosada. Gonzlez tom contacto con el nico que estaba en oferta: don Arturo Rawson, que ostentaba el mando de las unidades de caballera de Campo de Mayo.

Esa noche se volvieron a reunir Rawson, Gonzlez y otros oficiales que no pertenecan al GOU, y acordaron derrocar a Castillo. El 4 de junio, Rawson, al frente de 10.000 hombres, sali de Campo de Mayo rumbo a la Casa Rosada. El presidente Castillo se embarc en el rastreador Drummond e intent resistir con el apoyo del ministro de Marina. Pero ante la falta de respaldo de la Armada, al da siguiente, desembarc en La Plata y present su renuncia. Rawson lleg a la Rosada, apareci en el balcn y anunci que el Ejrcito actuaba en defensa de la Constitucin y para preservar la ley y el orden. Farrell fue nombrado comandante del Primer Cuerpo del Ejrcito y Pern qued bajo su sombra, como su principal ayudante.

Pero Rawson segua vinculado a la vieja poltica y sus vicios. Arm su gabinete en una de las tradicionales reuniones de los viernes en el Jockey Club, conformando la lista con viejos figurones de la oligarqua como el ex ministro de Hacienda del segundo gobierno de Roca.

Al comprobar que el general-presidente vena a hacer lo mismo que ellos haban repudiado en su comunicado de presentacin en sociedad, los oficiales del GOU decidieron desalojar a Rawson de inmediato, sin darle tiempo ni para hacer el juramento de prctica. Cuando Ramrez lleg a la Casa Rosada, le comunicaron que l era el nuevo presidente.32

Notas:

1 Philip Dormer Stanhope, Lord Chesterfield, Cartas de Lord Chesterfield a su hijo Felipe Stanhope, Barcelona, Acantilado, 2006.

2 Enrique Pavn Pereyra, Yo Pern, Buenos Aires, Editorial MILSA, 1993.

3 Juan Moreira fue un gaucho nacido en La Matanza, provincia de Buenos Aires, en el siglo XIX, acusado por varios duelos y asesinatos. Su vida fue inmortalizada por el escritor Eduardo Gutirrez y, desde entonces, es smbolo de las injusticias sufridas por el gaucho argentino. Se enfrent con la polica en numerosas ocasiones y fue famoso por su temeridad y su destreza en el uso del facn. Fue muerto por el sargento Vctor Chirino en 1874.

4 Escena inmortalizada por la notable pelcula Juan Moreira, de Leonardo Favio, estrenada en 1973.

5 En Toms Eloy Martnez, "Las Memorias de Juan Pern", revista Panorama, 14 de abril de 1970.

6 Pavn Pereyra, op. cit.

7 Toms Eloy Martnez, op. cit.

8 Ibdem.

9 Discurso de Pern pronunciado el 22 de octubre de 1944, en la Municipalidad de San Isidro. En Ancdotas, recuerdos, conversaciones, citas, relatos, ejemplos de Pern, Buenos Aires, Subsecretara de Informaciones de la Presidencia de la Nacin, 1950.

10 Jean-Jacques Rousseau, escritor y filsofo nacido en Suiza en 1712, critic los fundamentos de la sociedad en la que vivi. Afirmaba que el hombre, en su estado "natural", antes de organizarse en sociedad, es bueno y libre, y que es precisamente cuando se aparta de la naturaleza para vivir en comunidad, cuando aparecen el ansia de riqueza y la injusticia. En su concepcin, la propiedad privada es una de las causas principales de la infelicidad humana. En uno de sus ensayos ms famosos, El contrato social, estableca que todos los ciudadanos son iguales en derecho y deben participar en el ejercicio del poder.

11 Lord Chesterfield, op. cit.

12 Pavn Pereyra, op. cit.

13 Vase Los mitos de la historia argentina 3, Buenos Aires, Planeta, 2006, captulo "La dignidad rebelde".

14 Enrique Pavn Pereyra, Pern 1895-1942, Buenos Aires, Ediciones Espino, 1952.

15 Jorge Crespo, El Coronel. Un documento sobre la vida de Juan Pern 1895-1944, Buenos Aires, Ayer y Hoy Ediciones, 1988.

16 Ibdem.

17 Se conoci como Semana Trgica al conflicto obrero durante la primera presidencia de Hiplito Yrigoyen, que comenz en diciembre de 1918 con una huelga en los talleres metalrgicos Pedro Vasena e Hijos. La industria metalrgica se haba visto profundamente afectada por la Primera Guerra Mundial e intentaba bajar costos. Los obreros, por su parte, pretendan obtener mejoras en sus condiciones de trabajo y en sus salarios. La huelga pronto se convirti en un conflicto sindical generalizado que termin con 700 muertos y cerca de 4000 heridos.

18 Milcades Pea, Masas, caudillos y elites, Buenos Aires, Fichas, 1971.

19 Pavn Pereyra, Pern 1895-1942 cit.

20 Junto con Agustn P. Justo, Uriburu encabez en 1930 el golpe de Estado que derroc a Yrigoyen e inaugur la "dcada infame", un perodo que se caracteriz por la ausencia de la participacin popular, la persecucin a la oposicin, la tortura a los detenidos polticos, la creciente dependencia de nuestro pas y la proliferacin de los negociados. Uriburu asumi como presidente de facto en 1930, pero pronto sus planes de instalar una dictadura corporativista fracasaron y dej la presidencia en 1932.

21 En Flix Luna.Yrigoyen, Buenos Aires, Hyspamrica, 1985.

22 En Roberto Etchepareborda, Yrigoyen, tomos I y II, Buenos Aires, Centro Editor de Amrica Latina, 1983.

23 Pavn Pereyra, Yo Pern cit.

24 En Torcuato Luca de Tena, Luis Calvo y Esteban Peicovich, Yo, Juan Domingo Pern, relato autobiogrfico, Madrid, Planeta, 1976.

25 Firmado el 23 de agosto de 1939, por los cancilleres Viacheslav Moltov en representacin de la URSS y Joachin von Ribbentrop, por Alemania, estableca un acuerdo de no agresin entre ambas potencias.

26 Luca de Tena y otros, op. cit.

27 Tulio Halpern Donghi, en Clarn, jueves 26 de agosto de 1993.

28 Arturo Jauretche, Escritos inditos, Buenos Aires, Corregidor, 2002.

29 David Kelly, El poder detrs del trono, Buenos Aires, Coyoacn, 1962.

30 Roberto M. Ortiz, radical antipersonalista, fue ministro de Obras Pblicas durante la presidencia del doctor Marcelo T. de Alvear y de Hacienda, durante el gobierno del general Agustn P. Justo. Cuando el sector antipersonalista pact con el rgimen instaurado tras el derrocamiento de Irigoyen, se tom la Concordancia, acuerdo mediante el cual Roberto M. Ortiz lleg a la presidencia en 1938. Intent llevar a cabo una apertura democrtica pero se vio obligado a renunciar por su delicado estado de salud. Lo sucedi el vicepresidente, doctor Ramn S. Castillo.

31 Ramn S. Castillo, poltico conservador catamarqueo, accedi a la vicepresidencia en 1938, en el segundo trmino de la frmula liderada por Roberto M. Ortiz. Tras la renuncia de Ortiz, Castillo asumi la primera magistratura en 1942 y reimplant las prcticas del fraude electoral. Durante la campaa electoral de 1943, Castillo proclam la candidatura de Robustiano Patrn Costas, pero fue derrocado el 4 de junio de ese ao.

32 Vase Los mitos de la historia argentina 3 cit.

El Premier trabajador 1

Ya los timoratos que llegan hasta m, me han dicho sibilinamente al odo: "Tenga cuidado; usted hace un juego peligroso con las masas obreras". Yo les he contestado: "Tengo fe en los hombres que trabajan, porque no he sido jams engaado ni defraudado por los humildes. En cambio, no puedo decir lo mismo de los poderosos"

Juan Domingo Pern, julio de 19422

Como sealamos en el tomo anterior de Los mitos de la historia argentina 3, la brutal crisis del capitalismo mundial desatada a fines de 1929 en los Estados Unidos export sus efectos ms negativos hacia los pases dependientes. Nuestra metrpoli comercial de entonces, Gran Bretaa, decidi que una buena parte de la crisis la pagramos los argentinos, al reducir unilateralmente los precios de nuestras exportaciones (esencialmente granos, lanas y carnes) y subir el precio de los productos manufacturados que nos venda, muchos de los cuales estaban elaborados con nuestras materias primas. De esta forma comenz a darse en nuestro pas un desordenado proceso de sustitucin de importaciones: haba que fabricar aqu lo que antes comprbamos en el exterior porque nuestra balanza comercial deficitaria haca imposible disponer de divisas para importar. Este proceso industrializador no slo sirvi para abastecer nuestro mercado interno, sino que convirti a la Argentina en exportador de bienes manufacturados hacia el mercado latinoamericano. Para 1940 el 39,3% del total de nuestras exportaciones era de origen industrial, mientras que en 1944 esa proporcin se haba elevado al 68,4 por ciento.

Este proceso aparej profundas consecuencias econmicas, sociales y finalmente polticas. La brutal rebaja del valor de nuestros productos agropecuarios que en algunos casos lleg al 40% arruin a los pequeos y medianos productores, que se haban endeudado para sembrar con la esperanza de levantar las hipotecas sobre sus campos con la nueva cosecha. Miles de hectreas fueron rematadas por los bancos y compradas a precio vil por los grandes terratenientes y las compaas ferroviarias y frigorficas britnicas que aumentaron la extensin de sus ya enormes latifundios. Miles de chacareros pasaron de pronto de propietarios a proletarios, quedndose literalmente "en Pampa y la va"; junto con ellos, miles de peones vean escurrirse sus histricas fuentes de trabajo. Comenz as un triste peregrinar, un verdadero xodo del campo a las ciudades donde creca la demanda de mano de obra para las nacientes industrias. All iban dejando atrs los campos adquiridos con tanto sacrificio nuestros paisanos, los hijos de la Pampa gringa, los hijos y nietos de los que haban dado el "Grito de Alcorta".4 Familias enteras migraban con lo puesto, cargadas sobre todo de miedos a los fantasmas de la gran ciudad. Uno de esos paisanos, que llegara a ser un notable dirigente sindical, recordaba:

Muchos de nosotros hemos llegado desde nuestras provincias corridos por la miseria y la desocupacin, obligados a desparramarnos por otros campos, por otras estancias, y por cuanta empresa industrial fuera posible, en procura de una vida digna. Llegamos con mapas de cicatrices producidas por nuestras labores en el campo; as venimos desde las chacras y los montes de Entre Ros, desde los quebrachales y algodonales del Chaco, desde las selvas de Misiones, las estancias de Corrientes, desde las sedientas tierras de Santiago del Estero, y as desde todos los rincones de nuestro inmenso territorio patrio, trayendo en nuestras venas sangre de charra, de araucano, de guaran, sangre de gringos campesinos y trabajadores, para mezclarla en los frigorficos y as acrisolar la unidad proletaria para lograr una vida mejor.5

Los descamisados antes de Pern

Los trabajadores recin llegados del campo a las grandes ciudades se fueron insertando lentamente en el sistema productivo. Traan consigo su inexperiencia poltica y sindical, ya que la vida poltica en el campo estaba muy limitada y se centraba en las peleas entre conservadores y radicales. Ni unos ni otros incluan en sus discursos y sus prcticas polticas el tema sindical. En general, en aquellos territorios predominaba una mentalidad conservadora, en la que la religin catlica cumpla un rol fundamental para el mantenimiento de la obediencia y el mantenimiento de los llamados "valores tradicionales".6

Pern sealaba al respecto:

Ciertamente que todos los ciudadanos tenan derechos electorales; pero es igualmente cierto que las clases trabajadoras humildes no los podan ejercer porque su falta de independencia econmica los someta a la voluntad patronal, con lo cual vena a resultar que el patrono, para defender sus intereses frente a los del proletario, contaba con su voto duplicado, triplicado, cuadruplicado o centuplicado, segn el nmero de asalariados que tuviese a su servicio.7

El movimiento obrero argentino no naci con el peronismo pero alcanzar con ste una etapa de enorme desarrollo y, a cambio de perder su histrica autonoma, acceder a ciertos niveles de poder estatal y paraestatal inditos en la historia argentina. Como sealamos en el tomo 2 de esta serie,8 la organizacin sindical en nuestro pas se remonta al ltimo cuarto del siglo XIX, cuando las crecientes oleadas inmigratorias trajeron consigo las ideas anarquistas y socialistas de lucha por la dignidad de los trabajadores y la construccin de una nueva sociedad sin explotadores ni explotados. Las dcadas siguientes estuvieron jalonadas por histricas y prolongadas huelgas generales, protagonizadas por la Federacin Obrera Regional Argentina (FORA), y por la accin moderada de las centrales socialistas, primero la Unin General de Trabajadores (UGT) y luego la Confederacin Obrera Argentina (COA). A ellas, a partir de 1922, se sum el planteo ms negociador de los sindicalistas organizados en la Unin Sindical Argentina (USA).

El golpe del '30 aglutin a los distintos nucleamientos obreros para formar la Confederacin General del Trabajo (CGT), de la que se autoexcluyeron los anarquistas que siguieron respondiendo a la histrica FORA. Los primeros aos de la dcada fueron muy duros para el accionar sindical. A las feroces persecuciones que incluan la crcel y la tortura, se sumaba un altsimo ndice de desocupacin, que reduca notablemente los mrgenes de influencia del movimiento obrero organizado en la sociedad. Pero la combatividad estaba latente y estall en 1935 cuando se insinuaba la salida de la crisis, en una gran huelga general contra la poltica antinacional y antipopular del rgimen de Justo. A partir de entonces, el sindicalismo argentino, claramente izquierdista, aument su protagonismo vinculado al notable crecimiento de la actividad industrial. Al momento de producirse el movimiento militar del 4 de junio de 1943, la FORA segua en su histrica intransigencia y la USA se haba reconstituido, en disidencia con la lnea que entenda demasiado politizada de la CGT. El comienzo de la Segunda Guerra Mundial introdujo un factor de divisin en el sindicalismo argentino. En marzo de 1943, la principal central obrera se dividi entre las llamadas CGT N 1 y CGT N 2. La primera estaba dirigida por el ferroviario y afiliado socialista Jos Domenech, que propona adoptar una actitud independiente de los partidos polticos. Pretenda diferenciar la accin poltica de la gremial y se mostraba dispuesta a negociar con el nuevo gobierno. En la CGT N 2, comandada por el municipal y tambin socialista Francisco Prez Leirs, se nucleaban los sindicatos ms cercanos a los socialistas y comunistas, claramente opositores al gobierno militar. Planteaban abiertamente el fin de la neutralidad argentina y la ruptura de relaciones con el Eje.

Las estadsticas muestran que a las cuatro centrales sindicales en su conjunto slo estaba afiliado el 20% de los trabajadores en actividad.

Era natural que los trabajadores recin llegados9 no se sintieran del todo representados por las dirigencias sindicales de izquierda que predominaban en el movimiento obrero, por el choque cultural que implicaba el tomar contacto con ideas y prcticas polticas en las que, por ejemplo, la religin catlica era denostada y los conceptos de patria y nacionalidad eran puestos en duda como estrategias burguesas para garantizar la dominacin de la clase trabajadora. Tambin los alejaba de la conduccin sindical la prioridad que particularmente los comunistas, siguiendo las directivas de Mosc le daban a la poltica internacional10, muchas veces ponindola por encima de las reivindicaciones cotidianas. Sin embargo, estas diferencias entre los trabajadores "nuevos" y "viejos" no deben confundirse con un enfrentamiento entre los miembros de la clase obrera, que estaba unida de hecho por sufrir en su conjunto la explotacin patronal.11

Los gobiernos conservadores que se sucedieron desde el '30, por lo general, adoptaron polticas contrarias a los sectores asalariados. A pesar de las mltiples iniciativas de las bancadas socialistas en el Congreso, prcticamente no se sancionaron leyes favorables a los sectores populares en aquel lamentable perodo.12 Esto contrastaba notoriamente con la catarata legislativa y la creacin de organismos estatales destinados a la conservacin y aun el aumento de la renta de los sectores ms concentrados de la economa, como fueron de hecho las juntas reguladoras. Esta interpretacin oligrquica del papel del Estado y de su intervencin en la economa llev a que las demandas irresueltas de la clase trabajadora se acumularan a lo largo de la dcada infame.

Un solo corazn?

Los miembros de las Fuerzas Armadas que tomaron el poder en 1943 eran conscientes de la situacin de los sectores populares. Pero de ambos lados haba reticencias. A los integrantes del movimiento obrero les costaba, con justa razn, pensar en los militares como aliados. Los haban visto siempre desde la vereda de enfrente, encabezando todas las represiones contra sus movilizaciones y huelgas. Todava estaban muy frescas las masacres de la Semana Trgica, la Patagonia13, los quebrachales santafesinos14 y las permanentes intervenciones como "fuerza pretoriana" del poder econmico, como para confiar de pronto en la sensibilidad social de los uniformados.

Del lado de los militares tambin haba marcados recelos. Su formacin derechista los haca desconfiar de la organizacin sindical internacionalista, "aptrida" en su lenguaje, y sobre todo, "atea". Sin embargo, en las filas del Ejrcito se vena dando un proceso de discusin, que si bien no sala de ciertos marcos conservadores, comenzaba a contemplar el fenmeno social como un tema ineludible. Ms que una cuestin de solidaridad social, se lo consideraba, ante todo, un tema estratgico para evitar que la Argentina cayera "en manos del comunismo".

Un texto muy revelador en este sentido es la carta abierta que el general Fasola Castao le escribiera al presidente, el tambin general Justo, en 1938:

No se le podr perdonar a Ud. que no haya comprendido y ni aprendido nada sobre los movimientos ideolgicos que, en estos momentos, embargan a las multitudes del mundo entero y haya sido un Presidente de corte antiguo y capitalista [...] y haya ignorado, durante toda su Presidencia, que existe un pueblo argentino que se debate en la miseria, en la enfermedad y en el desamparo moral, social y legislativo ms absoluto [...]. No se le podr perdonar que haya dejado al pueblo argentino bajo un gobierno de derecha, porque posedo de esa doctrina seguir cerrando los ojos a los problemas de la masa del pueblo y abrindolos grandemente ante los de la oligarqua que lo sostiene; no se le podr perdonar que Ud. haya sido y sea un enemigo mortal del nacionalismo argentino creyendo que nacionalismo es una legin que saluda a la fascista [...]. Compenetrado de esa doctrina nacionalista, Ud. habra virado totalmente de bordo en su accin de gobierno y en vez de continuar las huellas de sus antecesores, la Argentina es actualmente para los extranjeros, Ud. habra procedido en forma de dejarnos una Argentina para los argentinos...15

Los oficiales con tropa a cargo, destinados a distintas partes del pas, a lo largo de su carrera haban podido comprobar personalmente las terribles condiciones de miseria de sus compatriotas. Anualmente, en la revisacin mdica para el servicio militar obligatorio, podan comprobar que a muchos convocados no podan sellarles la libreta de enrolamiento con el "apto todo servicio", por estar desnutridos, no dar la talla y el peso mnimos requeridos o padecer enfermedades sociales es decir, evitables cuyo agente transmisor era la miseria que incubaba en las polticas de exclusin y corrupcin imperantes. Un notable documento que describe minuciosamente la situacin social del pas y recuerda las crnicas de Alfredo Palacios que publicamos en el volumen anterior16, fue redactado por un oficial mdico del Ejrcito en 1943:

En la Argentina, pas del trigo y de la carne, cuya riqueza agropecuaria lo hace considerar el mejor granero y uno de los mejores mercados de carne del mundo, una gran masa de su poblacin vive permanentemente racionada. El hambre es un problema nacional [...]. Puede ser incluida en nuestros cuadros nosogrficos una enfermedad que hace estragos en las provincias del Norte y que el doctor Escudero llama sabiamente "el hambre crnico" [...]. Diversos factores contribuyen poderosamente a mantener tal situacin: la vivienda, el salario, el costo de la vida, son influidos por condiciones climticas adversas que doblegan al espritu ms batallador [...]. A estas condiciones ambientales se agrega la accin constante y destructiva de enfermedades crnicas como el paludismo, la enfermedad de Chagas, la tuberculosis, anquilostomiasis, etc. [...]. El estado de desnutricin de nuestros nios del Norte sigue siendo deplorable. La sed hace ms angustioso el problema.17

El mismo informe calificaba de "aterradoras" las cifras de mortalidad infantil:

En Jujuy fue, en el ao 1941, del 205 por mil; en Salta, de 141 por mil; en Tucumn, de 133 por mil; en San Juan, de 111 por mil; en Mendoza, de 100 por mil; de 75 por mil en Santiago del Estero [...]. Es interesante recalcar que estas cifras constituyen la mortalidad infantil registrada. Es de imaginar que las cifras reales sern mucho ms altas, si tenemos en cuenta que el nmero de nacimientos ilegtimos registrados en Corrientes es de 56,1% en Jujuy de 46,3%, de 44,9% en Salta, de 45,4% en Tucumn, de 42,1% en Santiago del Estero, de 40,2 por ciento en Catamarca, etc. [...]. El control minucioso de anuarios estadsticos establece que sobre 100 nacidos mueren, antes de los 20 aos de edad, un 20% de los mismos. Anualmente y eso se reproduce en forma peridica y cada vez con ndices ms altos, en el momento del reconocimiento mdico del 80% restante, no son incorporados por presentar defectos fsicos el 45% de los ciudadanos, lo que hace, sobre el total de la clase, sean declarados aptos para todo servicio e incorporados slo un 35 por ciento.18

Y el mdico militar remataba su documento con un diagnstico llamativo:

A toda la gama de enfermedades sociales, de taras humanas, las rige el hecho capital de que gran parte de los salarios de la masa obrera de nuestro pas est por debajo de un mnimo aceptable [...]. Cuando tengamos un cdigo sanitario humano, as como tenemos un cdigo sanitario animal; cuando la natalidad sea la expresin de un holgado bienestar econmico; cuando los ndices de ineptitud en el reconocimiento mdico sean mnimos; cuando la vivienda y el salario hagan factible una vida ms humana y mejor, recin se podr hablar de que en nuestro pas, desde el punto de vista alimenticio, la poblacin ha dejado de estar racionada.19

Hasta los ms insensibles comenzaron a entender que haba dos Argentinas: la que se mostraba, el "granero del mundo", y la real, la de los constructores de la riqueza que vivan, diramos hoy, bajo los niveles de pobreza, sin acceder a servicios bsicos, como el agua potable, la vivienda digna, la salud y la educacin. Y hasta ellos, aunque fuera por el temor a que la miseria estallase en rebelin, tuvieron que prestar atencin al problema social sobre el que un joven coronel del GOU vena poniendo el acento desde las primeras reuniones de la logia militar.

En su primer mes de gobierno, junto con sus medidas derechistas en el campo de la educacin y la cultura, los militares tomaron algunas decisiones que no dejaban de llamar la atencin, como la rebaja de los alquileres en todo el territorio nacional y las bonificaciones salariales a los empleados pblicos que perciban sueldos lindantes con la miseria.

La columna vertebral

Inicialmente, el gobierno del general Ramrez, imbuido de sus prejuicios anticomunistas, adopt una poltica de enfrentamiento con el movimiento obrero. Dict un Decreto-Ley de Asociaciones Profesionales que prohiba la intervencin de los gremios en poltica y los sujetaba al control del gobierno. El documento marca la profunda desconfianza y los prejuicios tpicos de la derecha para con la organizacin sindical. Estableca, por ejemplo, que para ser reconocidos jurdicamente, en las actas constitutivas de los gremios deba quedar explicitado que quedaba excluido "todo postulado o ideologa contrarios a los fundamentos de nuestra nacin y al rgimen jurdico-social que establece la Constitucin nacional". Ordenaba que sus afiliados "se abstengan en absoluto de participar en la accin poltica". Adems le daba al Departamento Nacional del Trabajo el derecho a fiscalizar las elecciones, el manejo de los fondos y los asuntos internos que creyera conveniente.20

El gobierno clausur la CGT N 2, con el pretexto de la "infiltracin comunista". En contraposicin a estas medidas, Pern daba seales distintas desde el Ministerio de Guerra. La pieza clave en la construccin de su relacin con los obreros fue Domingo Mercante, quien tena amistad con muchos gremialistas. Su padre militaba en el histrico sindicato ferroviario La Fraternidad y su hermano estaba afiliado a la Unin Ferroviaria. Mercante se encarg de establecer lazos entre los dirigentes y el inquieto secretario de Guerra. As recordaba el estrecho colaborador de Pern aquellos das:

Da tras da, noche tras noche, el Ministerio de Guerra se habra de convertir en un hervidero de sindicalistas. All se fueron creando las bases de la revolucin social. Mientras tanto, el Departamento Nacional de Trabajo segua inerte, en manos del coronel Carlos M. Gianni, quien haba asumido sus funciones en l, como presidente, el 2 de julio de 1943.21

La gran oportunidad de "presentarse en sociedad" se le dio a Pern durante la huelga de los frigorficos de 1943, que fue duramente reprimida. Sus dirigentes fueron detenidos y llevados a penales de la Patagonia. Pern pidi que el Ministerio de Guerra interviniera en el conflicto y logr el primer contrato colectivo de la industria de la carne, por el cual los obreros recibieron un pequeo aumento. Tambin logr la liberacin de los detenidos, entre ellos, Jos Peter, un carismtico dirigente comunista que fue trado en avin desde el penal de Neuqun. El operativo culmin el 3 de octubre en el estadio Sportivo Dock Sud, el mbito propicio para celebrar el triunfo con la presencia de Mercante y de Peter, que fue paseado en andas por sus compaeros por toda la cancha, en medio de una lluvia de flores rojas.

El 27 de octubre de 1943, paralelamente a su ascenso en el mbito castrense, el presidente Ramrez design a Pern jefe del Departamento Nacional de Trabajo (DNT), una dependencia del Ministerio del Interior. Desde la dcada infame, los sindicalistas conocan al DNT como "el cementerio de elefantes", por su inutilidad y absoluta inoperancia, que era coherente con el desprecio que sentan por el tema social los sucesivos gobiernos fraudulentos. Pern recordar:

Yo me di cuenta que la manija, la gran palanca, estaba en ese momento del mundo y del pas en un departamento olvidado que se llamaba Departamento Nacional de Trabajo. Cuando lo dije, comentaron: "ste est loco! Para qu querr eso?" Y all empec.22

Un empleado de la dependencia cuenta que, al hacerse cargo, Pern dio un breve discurso a los funcionarios presentes. En esa oportunidad sac a relucir su estilo desacartonado e irnico que, en poco tiempo, se hara famoso. Les cont que viajando por Europa haba encontrado un reloj frente a la plaza de un viejo pueblito que cambiaba sus figuras cada seis horas. Primero apareca un maestro con la leyenda "soy el artfice de vuestra inteligencia"; despus, un abogado, "soy el defensor de vuestros intereses"; luego, un cura, "cuido vuestras almas" y finalmente, una figura con la moraleja "soy un obrero y con mi trabajo mantengo a los otros tres".23

Un mes despus, el "Departamento" se convirti, por el decreto 15.074, en la Secretara de Trabajo y Previsin, que funcionara en el edificio del Concejo Deliberante, en Per y la actual Hiplito Yrigoyen, a dos cuadras de la Casa Rosada. Al adquirir el rango superior de Secretara de Estado, el organismo dejaba de estar en la rbita del Ministerio del Interior y pasaba a depender directamente del presidente. La Secretara absorbi el viejo departamento laboral, la Comisin Nacional de Casas Baratas y la Direccin Nacional de Inmigracin.

Si bien Pern saba que la base de construccin de su apoyo poltico pasaba por la Secretara, no quiso abandonar su cargo en el Ministerio de Guerra, que le permita manejar los ascensos, destinos y retiros en el Ejrcito. De esta forma, tena cerca a sus leales y lejos y sin fuerza a sus enemigos, como se lo comentaba a un periodista del diario chileno El Mercurio:

El Ejrcito Argentino cuenta con ms o menos 3.600 oficiales combatientes. Pues bien, todos, con excepcin de unos 300 que no nos interesan, estamos unidos y juramentados: todos tenemos firmadas ante el Ministerio de Guerra las respectivas solicitudes de retiro. En mi fichero las tengo a todas. Los oficiales que no pertenecen a nuestra unin no nos interesan porque no son elementos que necesitamos para la obra en que estamos empeados.24

En el mismo reportaje, Pern hablaba de la ideologa de la revolucin en marcha:

Nuestro movimiento es esencialmente espiritualista. Yo personalmente soy sindicalista por antonomasia, y como tal, anticomunista, pero creo que debe organizarse el trabajo en forma sindical, de modo que el trabajador, y no los dirigentes agitadores, sean los que realmente aprovechen los mayores beneficios del esfuerzo que hace. [...] He impartido al Departamento una organizacin que responde a las finalidades mismas que se persiguen para mejorar la condicin de vida de los trabajadores, sin que se tolere que prospere ningn conflicto de orden social. As, en los pocos das que estoy all he podido dar trmino a conflictos del trabajo que se arrastraban por algunos aos. No voy a aceptar que se mantengan dificultades en el orden del trabajo, y mediante soluciones transaccionales con los patrones y por medio de comisiones paritarias mixtas, estoy dispuesto a terminar con toda posible dificultad en el desenvolvimiento del trabajo en el pas.25

Pero el periodista quera saber ms y le pregunt si no tema la reaccin de los capitalistas frente al avance de las polticas adoptadas en beneficio de los trabajadores:

Es natural que as sea. Usted sabe lo celoso y miedoso que es el dinero. A nosotros, los oficiales argentinos, nos interesa el progreso de nuestra Patria y en esta labor no permitiremos la interferencia de la accin capitalista. En el gabinete anterior haba un ministro que representaba genuinamente los grandes intereses econmicos26, muchos de los cuales son extranjeros. Personalmente, creo que ese caballero era una correctsima persona, pero debi limitarse a ser ministro de Hacienda, y no pretender desviar la lnea internacional de nuestro gobierno. No crea, por lo que digo, que somos anticapitalistas. Por ningn motivo, pero tampoco permitiremos que el capital, que el dinero, que no nos interesa, nos venga a dominar. A la Argentina no debe dominarla ningn inters, y el capitalismo internacional est equivocado si cree que puede dominar el espritu nacional de la Argentina que el Gobierno encarna.27

Mejor que prometer...

En su discurso de asuncin como secretario de Trabajo y Previsin, Pern seal que los objetivos del rea a su cargo eran los altos principios de la colaboracin social, con el objeto de robustecer los vnculos de solidaridad humana, incrementar el progreso de la economa nacional, fomentar el acceso a la propiedad privada, acrecer la produccin en todas sus manifestaciones y defender al trabajador, mejorando sus condiciones de trabajo y vida.28

Pocos das despus, Pern refuerza su teora de la colaboracin de clases y alerta sobre los peligros de la inaccin en la cuestin social:

Se ha hecho urgente la inteligente intervencin del Estado en las relaciones del trabajo, a fin de lograr la colaboracin, sin rozamientos, injusticias ni prevalencias inadmisibles, de todos los que contribuyen con su msculo, su inteligencia o su capital, a la vida econmica de la Nacin. El supremo inters de la Patria exige al Estado moderno una funcin rectora y reguladora que nuestra Revolucin ha localizado, en lo relativo al trabajo, en la Secretara que estamos organizando.29

Esa referencia a los trabajadores hoy puede parecer formal y escasa, pero ubiqumonos en el tiempo y el espacio: hasta entonces, en la conservadora historia de los funcionarios argentinos, nunca un miembro del Poder Ejecutivo haba hablado en esos trminos. Los "liberales" argentinos, aunque se declaraban opuestos a la intervencin del Estado, siempre haban recurrido a ella en beneficio propio, a travs de crditos, exenciones impositivas, subsidios y todo tipo de prebendas. Ahora, Pern les estaba diciendo que el Estado iba a intervenir en un terreno que los patrones tradicionales consideraban un feudo: las relaciones laborales en sus fbricas, campos y empresas.

Pern puso al frente del rea de Previsin Social a Mercante. Tambin cont con tcnicos como el cataln Jos Figuerola y Tresols, antiguo colaborador del dictador espaol Miguel Primo de Rivera y experto en legislacin laboral. Instalado en la Secretaria, Pern convocar a los dirigentes gremiales, en buena medida de extraccin socialista, sindicalista, comunista y anarquista. Les pedir obediencia a cambio de garantizarles una accin en favor de las clases ms desposedas, que en pocos meses se develar tan cierta como efectiva.

En el movimiento obrero seguan los recelos contra el coronel, como lo demuestra la resolucin del Congreso General Ordinario de la CGT reunido en la sede de la Unin Tranviarios. En l fue electo secretario general, por casi 118.000 votos, el socialista ngel Borlenghi. El texto resolva "condenar la intromisin de personas extraas al movimiento obrero para la solucin de los conflictos entre el capital y el trabajo", a la vez que propona "intensificar la campaa contra la caresta de la vida, a fin de interesar a los poderes pblicos de ese grave azote para la economa del pueblo trabajador".30

Pern decidi seguir a la ofensiva: obtuvo la revocacin de la irritante Ley de Asociaciones Profesionales y redact estatutos para reglamentar la previsin social, la vivienda, las vacaciones y el trabajo rural, que fueron aprobados por el presidente. La Secretara tom parte activa en los conflictos laborales y estimul la agremiacin por oficio e industrias. Esto permiti el acercamiento con la CGT N 1 comandada por el dirigente de la Unin Ferroviaria, Jos Domenech.

Para efectivizar los beneficios impulsados por la Secretara, los trabajadores deban constituir sus organizaciones gremiales; como dependan del gobierno para fortalecer su posicin, estos nuevos sindicatos nacieron ligados a Pern. Con los ya existentes, adopt distintas tcticas. Algunos dirigentes fueron cooptados, como el socialista Juan Bramuglia de la Unin Ferroviaria. Cuando se resistieron, como en los casos de las industrias textil y frigorfica, alent a las segundas filas de dirigentes a romper con sus lderes y crear sindicatos paralelos que gozaran de los beneficios que les prometa la Secretara.

El 9 de diciembre de 1943, Pern participa en Rosario de una asamblea de la Unin Ferroviaria en la que el dirigente Jos Domenech afirma:

El gobierno acaba de tener el acierto de crear la Secretara de Trabajo y Previsin. Un militar, el coronel Pern, tiene el honor de ser El Primer Trabajador Argentino.31

Esto daba cuenta de la importancia creciente de Pern, pero tambin reflejaba la certeza de que los beneficios conseguidos corran peligro si el coronel desapareca de la escena poltica.

Meses ms tarde, Pern lanzara una de sus frases destinadas a quedar en la historia:

Creo que las reivindicaciones, como las revoluciones, no se proclaman, se cumplen sencillamente. Y ese cumplimiento que nos llev siempre a preferir los realizadores a los teorizantes, fue la consigna rgida a que ajustamos nuestra accin estatal. He sido fiel a ella porque entiendo que mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar.32

El sacudn de la historia

A las 20.45 del 15 de enero de 1944, el pas se sacudi literalmente: un gravsimo terremoto destroz la capital sanjuanina. Murieron 7.000 personas, 12.000 estaban heridas, muchas de gravedad, y el 90% de las edificaciones del la ciudad cuyana quedaron en ruinas. Las prdidas se calculaban en ms de cien millones de dlares. La Secretara de Trabajo y Previsin se puso al frente de coordinacin nacional de la ayuda a los sobrevivientes. La tragedia sensibiliz al pas entero, que pudo ver a travs de las fotografas de los diarios, y ms crudamente a travs de los noticieros cinematogrficos, los terribles padecimientos de los compatriotas que lo haban perdido todo. Se realizaron centenares de colectas y, como siempre, la solidaridad fue directamente proporcional a la pobreza de los donantes: daban ms los que menos tenan. Fue en aquellas particulares circunstancias cuando Pern y Evita se encontraron para siempre. El General recordaba dcadas despus:

Entre los tantos que pasaron en esos das por mi despacho, haba una mujer joven de aspecto frgil pero de voz resuelta, de cabellos rubios y de ojos afiebrados. Deca llamarse Eva Duarte, era actriz de teatro y radio y quera concurrir de cualquier manera a las obras de socorro por la desgraciada poblacin de San Juan. Hablaba vivamente, tena ideas claras y precisas e insista para que le asignara una misin.

Una misin cualquiera deca. Deseo hacer cualquier cosa por esa pobre gente que en este momento es ms desgraciada que yo. Yo la miraba y senta sus palabras que me conquistaban: estaba casi subyugado por el calor de su voz y de su mirada. Eva era plida pero mientras hablaba su rostro se encenda como una llama. Discutimos largamente. [...] Vi en Evita a una mujer excepcional. Una autntica apasionada, animada de una voluntad y de una fe que se poda parangonar con aquella de los primeros cristianos. Eva deba hacer algo ms que ayudar a la gente de San Juan; deba trabajar por los desheredados argentinos, porque en aquel tiempo, en el plano social, la mayora de los argentinos poda equipararse a los sin techo de la ciudad de la cordillera sacudida por el terremoto.33

Eva Duarte, como muchas artistas y personalidades de la poca, prest su apoyo y recorri las calles con las alcancas que recaudaban fondos para aquella gran colecta nacional en pro de San Juan. Segn Radiolandia, Evita recolect 633,10 pesos, muy lejos del rcord de Libertad Lamarque que sum 3.802,90.

El encuentro oficial con Pern, que marcara la vida de Eva para siempre, se produjo la noche del 22 de enero de 1944 en el Luna Park, cuando se realiz un festival artstico a beneficio de las vctimas del terremoto.

Aquella noche, Eva actu junto a su compaa de radioteatro. Despus se sent al lado de Pern y, terminada la funcin, se fueron juntos. En La razn de mi vida, ella dice que fue su "da maravilloso". Por entonces, Pern viva en un departamento de Arenales y Coronel Daz con una joven mendocina de veinte aos, llamada Mara Cecilia Yurbel, a la que l haba apodado "la Piraa". Evita la ech y la despach de regreso a Mendoza. A los pocos das, Pern logr alquilar un departamento contiguo al de su nueva novia en la calle Posadas. Ya vivan juntos y los enemigos de la pareja lanzaban uno de los primeros chistes sarcsticos, que reproduca un imaginario dilogo en el que Evita le preguntaba a Pern: "A qu santo le debo tanta felicidad? A San Juan, Negrita, a San Juan".

Mejor que decir...

En menos de un ao se haba avanzado mucho en el campo laboral, como nunca en nuestra historia, muy modesta en realizaciones en favor de la clase trabajadora. Tena razn, muchos aos despus, el General al afirmar: "no es que nosotros hayamos sido muy buenos, los otros fueron muy malos". Esto no debe quitarle mrito a lo hecho en tan poco tiempo por la Secretara, como lo reconocan los sindicalistas de la poca:

En nuestro trabajo sindical advertimos a partir de 1944 cosas increbles: que se hacan cumplir leyes sociales incumplidas hasta entonces; que no haba necesidad de recurrir a la justicia para el otorgamiento de vacaciones; otras disposiciones laborales, tales como el reconocimiento de los delegados en las fbricas, garantas de que no seran despedidos, etc., tenan una vigencia inmediata y rigurosa.34

Entre los mltiples logros impulsados por la Secretara hay que destacar:

Ley de indemnizacin por despidos.

El seguro social y la jubilacin se fueron extendiendo a todos los trabajadores.La creacin de los Tribunales de Trabajo, que le daban un marco legal a las relaciones laborales y sacaban los litigios de los tribunales civiles y comerciales, que estaban muy vinculados al poder econmico y generalmente fallaban en contra de los trabajadores.Creacin de las Escuelas de Orientacin y Capacitacin Profesional.Cierre de las agencias de colocaciones y creacin del Registro Nacional de Colocaciones de la Nacin.Construccin del Policlnico Ferroviario, un verdadero modelo de asistencia mdica sindical.Mejoras salariales sustanciales y, ms tarde, la imposicin del sueldo anual complementario el aguinaldo para todos los trabajadores.Cumplimiento efectivo de la legislacin protectora de los derechos del trabajador a travs de una red de inspectores de la Secretara que abarcaba todo el pas.

En octubre de 1944, la Secretara impuls la firma del decreto 28.169, que pasar a la historia como el "Estatuto del Pen de Campo". Muchos aos despus, en 1973, el General recordar los conflictos desatados por el Estatuto, incluso uno de ndole familiar:

Cuando se hizo el Estatuto del Pen y obligamos a todo el mun