Oscar Coello. Enriquez de Guzmán

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49 B. APL, 44(44), 2007 B. APL, 44. 2007 (49-60) DON ALONSO ENRÍQUEZ DE GUZMÁN, EL ALBACEA DE ALMAGRO: POESÍA DEL HONOR Y LENGUAJE PROCESAL DEL SIGLO XVI M. ALONSO ENRIQUEZ DE GUZMÁN, L’EXÉCUTEUR TESTAMENTAIRE D’ALMAGRO: POÉSIE DE L’HONNEUR ET LANGAGE JURIDIQUE DU XVI SIÈCLE Óscar Coello Universidad Nacional Mayor de San Marcos Resumen: Este artículo traza una breve semblanza de Alonso Enríquez de Guzmán, poeta cortesano y cultor del arte mayor; contextualiza su quehacer literario y pone en evidencia los recursos del lenguaje judicial que emplea para poetizar. Así mismo, describe los conceptos del honor y la honra en los que se enmarca el trabajo artístico de Enríquez para, desde allí, aspirar a comprender el sentido que sustenta el alma de algunos de los fundadores de las letras castellanas en el Perú. Résumé: Cet article constitue un bref portrait d’Alfonso Enríquez de Guzmán, poète courtisan et fervent partisan de la poésie, art majeur. Il situe dans son contexte le travail littéraire de l’auteur et fair ressortir l émploi, dans sa poésie, des ressources empruntées au langage judiciaire. De même, il décrit les concepts d’honneur et de réputation par rapport auxquels se définit le travail artistique d’Enríquez pour, à partir de ce point d’encrage, essayer de déterminer la logique qui sous-tend l’esprit des fondateurs de lettres castillanes au Pérou.

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Don Alonso Enríquez de Guzmán, el albacea de Almagro: poesía del honor y lenguaje procesal del siglo XVI

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DON ALONSO ENRÍQUEZ DE GUZMÁN, EL ALBACEA DEALMAGRO: POESÍA DEL HONOR Y LENGUAJE PROCESAL

DEL SIGLO XVI

M. ALONSO ENRIQUEZ DE GUZMÁN, L’EXÉCUTEURTESTAMENTAIRE D’ALMAGRO: POÉSIE DE L’HONNEUR ET

LANGAGE JURIDIQUE DU XVI SIÈCLE

Óscar CoelloUniversidad Nacional Mayor de San Marcos

Resumen:Este artículo traza una breve semblanza de Alonso Enríquez de Guzmán, poetacortesano y cultor del arte mayor; contextualiza su quehacer literario y pone enevidencia los recursos del lenguaje judicial que emplea para poetizar. Así mismo,describe los conceptos del honor y la honra en los que se enmarca el trabajoartístico de Enríquez para, desde allí, aspirar a comprender el sentido que sustentael alma de algunos de los fundadores de las letras castellanas en el Perú.

Résumé:Cet article constitue un bref portrait d’Alfonso Enríquez de Guzmán, poètecourtisan et fervent partisan de la poésie, art majeur. Il situe dans son contexte letravail littéraire de l’auteur et fair ressortir l émploi, dans sa poésie, des ressourcesempruntées au langage judiciaire. De même, il décrit les concepts d’honneur et deréputation par rapport auxquels se définit le travail artistique d’Enríquez pour, àpartir de ce point d’encrage, essayer de déterminer la logique qui sous-tend l’espritdes fondateurs de lettres castillanes au Pérou.

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Palabras claves:Poesía, lenguaje procesal, honor, Enríquez, Perú.

Mots clef:Poésie, langage juridique, honneur, Enriquez, Pérou.

1 Keniston, Hayward (ed.): Libro de la vida y costumbres de don Alonso Enríquez de Guzmán.Madrid: Biblioteca de Autores Españoles desde la formación del lenguaje hasta nuestrosdías, Tomo CXXVI, 1960. 366 pp.

Don Alonso Enríquez de Guzmán no estuvo en el largo camino delos manglares o de las islas desiertas, que desde Panamá hasta Piuraencontraron nuestros fundadores1. Tampoco estuvo en Cajamarca. A Limallegó recién en septiembre de 1535, cuando la ciudad ya estaba fundada.Vino porque supo del oro del Perú por Hernando Pizarro. Vino porqueera hombre de la corte del rey y sus contactos en ella de seguro le sirvieronal mismísimo don Francisco Pizarro, cuando pobre arribó a Sevilla, aquellavez que fue por la capitulación de Toledo, y el bachiller Enciso lo hizoechar a la cárcel para que le pagara unas monedas que le debía. Vino acobrarse el favor, vino con una meta: hacerse rico sucediera lo que sucediera.Y se hizo rico. Cuando se fue, dejó el Perú ensangrentado por las guerrasciviles; utilizó su condición de noble para enfrentar entre sí a sus amigosFrancisco Pizarro y Diego de Almagro. No actuó solo, pero sí fue de losprincipales revolvedores. Y cuando regresó a España bien cargado con lasprendas de su oficio de pescador de río revuelto, regresó con un solopropósito: tomar venganza contra el que le hizo el favor de traerlo al Perúen su comitiva, es decir, Hernando Pizarro.

Don Alonso Henríquez de Guzmán es el antihéroe de la fundacióndel Perú. Su cinismo es irritante, se precia de ser descendiente del reyEnrique II de Castilla, pero no por la vía legítima. Se precia de haberdeambulado por Italia en su juventud persiguiendo a Carlos V, que no loquería ni ver; se precia de haber mendigado disfrazado de judío cuandono tenía para comer. No se sabe dónde, si en la calle o en la corte, es queaprendió el arte de la conversación, era dicharachero y sabía hacer amigos

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que tuvieran una de estas dos cualidades: riqueza o nobleza. Era buen lector,por tanto, instruido; escribía bien, sabía decir refranes, hacía versos. Entonces,hizo muy buenos amigos: uno de ellos, el Duque de Alba lo llevó a la cortedel rey y su suerte cambió. Pero Dios pone un estigma en la frente de losmalandrines: también era pleitista y lo andaban echando de todo lado. Todolo hacía juicio, bofetada al insolente, duelo de espada. Cuando se descubrióel Perú, el Consejo de Indias le prohibió venir a los nuevos territorios, porquepara entonces ya tenía bien ganada fama de alborotador. Pero lograembarcarse en alta mar, amenazando al capitán de la nao con hacerle pagarcara la afrenta hecha a uno de su prosapia cortesana. Aun así era cobarde, yno se molestaba en ocultarlo. Corre en Mala, cuando la entrevista famosaentre los conquistadores. Y cuando los indios cercan el Cuzco escribe en sulibro que «tenía bien liado mi oro, plata y ropa»2 para correr primero, si elcaso llegara. Por eso se gana el desprecio de Hernando Pizarro: solo habíavenido a llevarse todas las riquezas que pudiera cargar. Cuando salió delPerú se fue bien cargado. De regreso a España hizo escala en México y se dioel lujo de hacerle una exhibición al mismísimo Hernán Cortés del menajeen oro y plata que se llevaba: tinajas, cubiletes, estriberas, collares y cuentas;y, sin duda, muestras de la finísima textilería de vicuña inca. Hernán Cortéspor la tinaja más grande le pagó mucho dinero y, además, lo invitó a LaHabana con todos los gastos pagados. Cuando arribó a Sevilla el rey CarlosV ordenó que le quitaran todo y que lo encarcelaran, pues estaba convencidode que esas riquezas provenían de cobrar por las intrigas entre los burdosFrancisco y Diego, que lo estimaban en mucho, por sus amistades en España,por su zalamería y por saber hablar. En España se dedica a litigar judicialmentepara rescatar su dinero y para vengarse de Hernando Pizarro. Todo lo lograpor sus amistades y por el oro que se llevó del Perú; dice que se gastó 22mil castellanos de oro en sus sinuosos procesos judiciales.

He dicho que hablaba bien, con mucho sabor y que era entretenido:tanto para los ignorantes y desesperados soldados que merodeaban por laspunas del Perú como para los estirados príncipes de la corte española.Alguna vez lo escuchó conversar el príncipe Felipe, futuro rey de España y

2 Porras Barrenechea, Raúl: Los cronistas del Perú (1528-1650). Lima: Sanmartí, 1962,p. 124.

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sucesor de la corona de Carlos V, y quedó embrujado por sus relatos delPerú. Desde entonces el príncipe lo llevaba a todo sitio. No sabemos cómoterminó. Alguna vez un loco le hundió un puñal en el vientre durante unbanquete, pero no murió. Lo último que tenemos de él es una carta fechadade 1547, en España, motivada por una de sus frecuentes riñas.

De este Enríquez de Guzmán, nefasto personaje de los días auroralesde la fundación del Perú, «caballero noble desbaratado», como cínicamentese auto nombra —y, sin embargo, enterado poeta—, voy a hacer una brevesemblanza, porque en un proceso penal entablado contra HernandoPizarro, para hacerlo ajusticiar por la muerte de Almagro, escribe un alegatoen verso que, paradójicamente, es el primer poema escrito sobre el temadel honor y de la honra en el Perú y América, hablo de 1541 a 1543; y, másaún, escrito en el siglo anterior al siglo en que, en España, Lope y Calderónhabrían de iluminar con estos temas el teatro del Siglo de Oro. Y, paramás precisión, cuando Lope y Calderón ni siquiera habían nacido.

El texto

El poema al que me refiero es uno en arte mayor que está en elArchivo General de Indias como manuscrito independiente y se titula:

Nueva obra y brebe en prosa y en metro sobre la muerte del illustreseñor el adelantado don Diego de Almagro

El poema también está en sendos manuscritos en Nápoles y Madridformando legajo con la crónica de Enríquez. Los tres manuscritos hansido editados con suerte variada; desde la pésima edición de Sir ClementsMarkham, en inglés, el año de 1862, titulada The life and acts of AlonsoEnriquez de Guzman, a Knight of Seville, of Order of Santiago, hasta laexcelente edición de Hayward Keniston, de 1960, con la que hemostrabajado, y cuyo título es:

Libro de la vida y costumbres de don Alonso Enríquez de Guzmán.Publicado por Hayward Keniston en Madrid, por la Biblioteca de AutoresEspañoles desde la formación del lenguaje hasta nuestros días.

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Voy a centrar mis apreciaciones en los conceptos del honor y lahonra que aparecen solo en la poesía del texto referido; pero, primero,daré cuenta del lenguaje procesal al que apela para hacer más eficaz suretórica interesada.

El lenguaje procesal del siglo XVI

El caso fue así: Cuando Hernando Pizarro hizo asesinar al enfermoy arruinado Almagro, en el Cuzco, mediante un juicio político e infame,el Adelantado llamó a los poquísimos amigos que le quedan a todocondenado en este mundo para hacerlos sus albaceas. Entre ellos, llegódon Alonso Enríquez de Guzmán. Y recibió un encargo nada despreciablepara él, llevar la causa ante la corte del rey para acusar a Hernando Pizarropor el juicio írrito hecho a Almagro. He dicho que Alonso Enríquez deGuzmán odiaba a Hernando porque este lo despreciaba por lo que era y,además, por cobarde. Por ello, cuando llegó a España litigó en la corte poraños y no descansaba de pedir que mataran a Hernando, no contento converlo condenado a prisión casi de por vida en el castillo de la Mota, enMedina del Campo. Enríquez de Guzmán era litigante nato, dedicado,meticuloso, implacable. En su crónica escribe que tan atareado estaba consus juicios que desde que había vuelto a España no había tenido dos horascon su mujer, luego de seis años de separación desde que se vino al Perú.Y para completar su trabajo de litigante escribió un largo poema en artemayor, dirigido al rey Carlos V, sobre la muerte de Almagro y en contra deHernando, donde le decía:

1 Cathólica, Sacra, Real Magestad,Çésar Augusto, muy alto monarca,fuerte reparo de Roma y su barca,en todo lo umano de más potestad.Rey que procura saber la verdad,crisol do se funde la reta justiçia (…).3 (…) de vuestra potente persona ymperial,así como a rey y señor naturala bozes muy altas justiçia pedimos.A vuestras Cortes, señor, ocurrimos

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para espresar el caso de yuso,pues Dios en su audiençia, grand Çésar, os pusoy en su lugar por vos nos regimos.

El poema era toda una demanda en verso, dirigida al Rey:

4 Sabed un proçeso que fue fulminado,que diz que se hizo muy contra derecho,que contra don Diego de Almagro fue hecho,en todas las cosas no bien sustançiado.Hernando Piçarro, por nos acusado,al qual acusamos por esta presente,hizo de hecho, señor, lo siguiente,no siendo juez por vos delegado.

El doctor Raúl Porras Barrenechea explicaba la existencia de estosprocedimientos del siguiente modo: «El hecho no se debe a un caprichopoético, sino que responde a una costumbre de época: se usaba el metropara defender ante los príncipes algún litigio o reclamar mercedes operdones para algún agraviado. El verso era como un traje de gala parapresentarse en la corte y las mejores defensas eran unas coplas»3. Nosotrosestimamos este poema por ser una muestra soberbia del arte mayor en elPerú.

En el poema, después, viene lo que llamaríamos hoy día, losfundamentos de hecho y de derecho de una demanda, en donde se puedesaborear en todo su esplendor el lenguaje procesal del siglo XVI; uncastellano que él gastaba, acaso, ya en el Cuzco, para asombro de sus amigoslos conflictivos descubridores entrecruzados de litigios en los días auroralesde la instalación de la juridicidad en el Perú:

«A vuestras Cortes, señor, ocurrimospara espresar el caso de yuso...» (3, E-F)

3 Porras, Ibíd., p. 56.

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«Saber un proceso que fue fulminado,que diz que se hizo muy contra derecho,(...) en todas las cosas no bien sustanciado» (4, A-B, D)

«...hizo de hecho, señor, lo siguiente...» (4, G)

«Puesto en la cárçel escura y fragosa,haze Piçarro proceso es abruto» (10, A-B)

«... ante él alegase de justo descargo» (10, F)

«La apelación le fue denegada...» (13, A)

«... de aquí, señor, hago tal rremisyón» (15, G)

«... para testar notario pedía...» (16, D)

«El testamento signado e firmado...» (24, A)

«Aver pronunçiado tan contra derechoAlmagro aver sydo traydor a su Rey,quien dio tal sentençia meresçe por ley...» (31, A-C)

«... digo y alego no ser trayçión...» (32, B)

«... syn ser para ello juez competente» (32, H)

«Y si a Piçarro se diere trasladodesto que digo, espreso y alego...» (37, A-B)

«... solo por esto se debe pugnir.» (39, H)

Numero los versos conforme a la transcripción del poema que vieneen mi libro Los inicios de la poesía castellana en el Perú4.

4 Coello, Óscar: Los inicios de la poesía castellana en el Perú. Fuentes, estudio crítico ytextos [1999]. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú,2001. 388 pp.

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Don Alonso Enríquez de Guzmán, poeta de arte mayor

He dicho que Enríquez sabía hacer versos, pero no he dicho cuántosabía. Era diestro en el manejo del arte mayor, ese verso castellano que segestó en la corte del rey don Juan Segundo, el rey inútil, aquel que olvidósus tareas terrenales para consagrarse a solventar en su corte la vida y ociode cuanto artista de la palabra quisiera acompañarlo en los placeres deldecir galano; corte que albergó a un grupo de poetas contestatarios,capitaneados por Juan de Mena, que se negaban a aceptar sin más lasimposiciones de la moda que venía de Italia y que los obligaba a medir losversos en endecasílabos. Enríquez era discípulo de estos poetas; ellospostularon que, desde la época de los griegos, la poesía es música, ritmo, yque a semejanza de lo que sucedía en el viejo latín, los versos entendidoscomo frases musicales no debían tener su cimiento en la métrica como lopostulaba el Renacimiento italiano, sino que deberían buscar en la cláusularítmica, en el pie interior del verso, su apoyo esencial. Por eso trabajaron elarte mayor, que es un verso que se define como de métrica variable, divididoen dos hemistiquios por una fuerte cesura en cuyo interior permaneceninvariables sendos grupos dactílicos que le comunican un ritmo esencialmenteuniforme, yo diría, solemne. Es decir, poesía para oír, para leer de viva voz.

El honor y la honra

Pero en este poema, tal vez sin proponérselo, tal vez sin darle otrofin que el de ser una ayuda memoria en sus juicios terrenales, Enríqueznos dejó una muestra perfecta, vívida, latente de lo que era el concepto delhonor por aquellos años. Y de que es un poema de honra, lo explica así enla breve introducción en prosa que hace del poema, cuando prometepoetizar en contra de los que «despojaron de su honra, vida y hazienda», aAlmagro, «segund el metro que adelante veréys».

Francisco Ruiz Ramón5, siguiendo a Américo de Castro (el De laedad conflictiva), explica que, en el alto teatro del Siglo de Oro, la lengua

5 Ruiz Ramón, Francisco, Historia del teatro español. Madrid: Alianza editorial, 1967.pp. 449.I

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literaria distinguía entre el honor —como principio, como concepto, comola esencia a la cual se refieren los hechos— y la honra —es decir, lamaterialización del principio, la conducta personal, el acto tangible—.Escribe Ruiz Ramón, que estas cuestiones de honor y honra condujeron acomportamientos absurdos, mirados desde nuestra óptica. Por ejemplo, alejercicio de una «razón cuya lógica va contra toda ética cristiana y contra elpropio querer personal»6, que crean un ser prisionero del qué dirán, «puesson los demás quienes dan y quitan honra, es necesario vivir en permanentetensión vigilante con todos los sentidos y el ánimo atentos a la opiniónajena (...) Mientras no se cumpla la venganza el deshonrado es un miembromuerto que la comunidad rechaza. Por eso, si la honra es equiparada a lavida, la deshonra lo es a la muerte»7. Pero Ruiz Ramón está hablando,repito, del alto teatro del Siglo de Oro español. Enríquez aquí no llega atanto, pero sí prefigura o anticipa en su poema el tema del honor y de lahonra; y así el tema resuma en el texto y recorre todos sus sentidos.

Ahora debo explicar cómo entendían el honor los contemporáneosde Enríquez. Dice Jacob Burckhardt, en su recordado estudio sobre lacultura del Renacimiento que, a principios del siglo XVI, Italia seencontraba en una grave crisis moral, de la cual los espíritus mejor dotadosveían difícil la salida; sin embargo, fueron capaces de encontrar en el honorla fuerza moral suficiente para oponerse al mal con el máximo vigor. Pero,acerca del contexto histórico del honor, escribe el mismo Burckhardt: «Estesentimiento del honor es compatible con la ambición inmoderada, congrandes vicios, y es capaz de enormes engaños, pero es posible tambiénque todo lo noble que sobreviva en una personalidad se vincule a él ysaque de su caudal nuevas energías»8.

Burckhardt define el honor como una «enigmática mezcla deconciencia moral y de egoísmo»9, alentada por la fantasía, que inducía al

6 Ibíd., p. 1597 Ídem.8 Burckhardt, Jacob: La cultura del Renacimiento en Italia. Barcelona, Editorial Iberia,

1946, p. 374.9 Ídem.

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individuo a buscar en el azar la rápida ocasión del triunfo personal—aunque se jugara el todo por el todo—, o a estimar la venganza como el pagogratificante para el espíritu ofendido —siempre y cuando ella revistiera loscobros más aplastantes, refinados y mórbidos—, o a guardar un inapagablesentimiento de gratitud ante el benefactor, lo que suponía cualquierquebrantamiento de la justicia cuando se tratara de devolver el favorrecibido. En fin, el honor era aquel sentimiento a cuyos pies podía quedarel crimen, la defensa del adulterio en bien propio, el cohecho, el despojoo el latrocinio, y por el cual «se consideraron indiferentes los defectos apesar de los cuales fueron grandes los grandes hombres»10.

El honor del poeta Enríquez fecho al itálico modo

Esto explica con claridad por qué un hombre de conducta tanreprobable —mirado desde nuestro siglo— haya construido, en los alboresde la fundación de nuestra patria un poema sobre el honor y la honra; unpoema expresamente enderezado a salir en defensa de Almagro a quienlos Pizarro habían privado, dice: «de su honra, vida y hazienda», «segund elmetro que adelante veréys», repito.

Pero no queda allí la cosa, sino que la cultura del Renacimientoen Italia había comenzado por redefinir algunos conceptos sociales comoel de la nobleza, por ejemplo. Antes de la época de Enríquez, honortenían los nobles no los villanos; y, Almagro, por decirlo así, venía de lascapas pobres de España. Pero, afirma Burckhardt que, en Italia, «cuandolos condotttieri se convirtieron en príncipes y dejaron de ser requisitodel trono no solo la cuna y el linaje, sino la propia legitimidad denacimiento, entonces pudo creerse que había comenzado una nuevaépoca de igualdad y que el concepto de la nobleza se había desvanecidopor completo»11.

Luego, en la poesía de Enríquez, podemos comprender cómo loshombres que surgen de la nada en la época del descubrimiento del Perú

10 Ibíd., p. 273.11 Ibíd., p. 312.

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están plenamente convalidados dentro de un esquema del mundo que lesreconoce su derecho al ascenso social solo «por la fuerça de su braço» opor la mayor audacia de la que fueran capaces. Y este reconocimiento lesaparejaba una honra, un honor que podían merecer, ganar y hacer valerno importa lo que se haya tenido que pasar o pisar.

Aquí estriba la importancia literaria de Enríquez poeta. Sin dejarel mundo medieval del arte mayor, en él se prefiguran ya las claridades dela cultura del Renacimiento que se exportaba de Italia. Nuestro poetahabía estado, como he dicho, en Italia, persiguiendo a Carlos V. Gustabade leer y hasta plagiaba («por tales senderos me lleva la suerte») a TorresNaharro, un clérigo español que vivía y publicaba en Italia (Propalladia,Nápoles: 1517), cuyas obras teatrales ya prefiguraban el conflicto del honor(v. g. la Comedia Himenea). Y que, además, en algunas de ellas «parececomplacerse en presentar ese abigarrado y confuso cuadro de vidaantiheroica y anticortesana, dominada por los groseros hilos de las pasionesmás elementales: el hambre, la lujuria y el amor al dinero»12, como diceFrancisco Ruiz Ramón.

Quiero terminar citando la crónica de Enríquez, cuando luego dehaber hecho riqueza fácil en el Perú, escribe al comendador Francisco delos Cobos, uno de sus poderosos amigos en las altas esferas de la Corte deCarlos V, y le desliza con toda naturalidad algunos rasgos de su espírituque serían incomprensibles fuera del contexto en el que levantan su honormuchos hombres de su época. Dice Enríquez:

Ya Vuestra Señoría sabe que siempre que me conosció fue pobrede hazienda, pero no de juicio. Antes este me sobró quanto estotrome faltó, pues ni los aborresçí ni hize perjuizio a mi cuerpo ni a mihonrra, porque no fue poca sagazidad loquear, sin prejuizio de lasdos cosas. Agora que a Dios Todopoderoso a plazido zacarme deestala neçesydad, quiero declarar que mi demasiada conversación,o loquasidad por mejor dezir, estava convidada de la pobreza (...) Y

12 Ruiz Ramón, Francisco, óp. cit., p. 81.

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en verdad que no tengo culpa sy a sido falsa, porque siempre la hegastado y despendido contra mi voluntad, pero no dexando deconosçer sus quilates, tan bien como los que la resçibíades.13

El estudio de las letras de nuestros fundadores nos revela, sin duda,las honduras —y, ¿por qué no?— los esplendores de su alma. En este caso,hemos tocado, paradójicamente, los abismos hablando del honor. Mimodesto estudio solo revela lo obvio: ni ángeles ni demonios, solo hombresde su tiempo.

BIBLIOGRAFÍA

BURCKHARDT, Jacob: La cultura del Renacimiento en Italia. Barcelona:Editorial Iberia, 1946.

COELLO, Óscar: Los inicios de la poesía castellana en el Perú. Fuentes, estudiocrítico y textos [1999]. Lima: Fondo Editorial de la PontificiaUniversidad Católica del Perú, 2001.

KENISTON, Hayward (ed.): Libro de la vida y costumbres de don AlonsoEnríquez de Guzmán. Madrid: Biblioteca de Autores Españoles desdela formación del lenguaje hasta nuestros días, Tomo CXXVI, 1960.

PORRAS BARRENECHEA, Raúl: Los cronistas del Perú (1528-1650). Lima:Sanmartí, 1962.

RUIZ RAMÓN, Francisco: Historia del teatro español. Madrid: Alianzaeditorial, 1967.

Observaciones:1. El presente artículo cita como lo hace el Diccionario panhispánico de

dudas (DPD), pp. 773 y ss.2. Se emplean las comillas españolas, también a indicación del mismo

DPD.

13 KENISTON, óp. cit., p. LIII.