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    ^eUFFN6E= I ilenri Lefebrre

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    Henri LefebvreESPACIO Y POLTICAEL DERECHO A LA CIUDAD, II

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    -if '' i+ P A L A Pa-* *J*,i'ou *niu'*turuHt'"ediciones pennsula @

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    Sumario

    523Introduccin.E" especroRBPLUXTONN,S SOBRE LA POLTICA DEL ESPACIOLa ctuuer Y Lo URBANoExcrls v l.r uropf,lLts rusrrrucroNns DE LA socrEDAD (Pos'rgctolctcR>

    El espagio, la produccin del espacio, la econo-ma poltica del espacio .L lntroduccinII. Crisis de la economa poitica 'III. La promocin de lo inmobiliario y la con-veriin en bienes muebles del espacioIV. Hacia la economla poltica del espacioV. La produccin del esPacio .SUNCUNSfE Y EL ESPACIOCLASE OBRERA Y EL ESPACIO

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    La edici_n original francesa fue publicada por Editions Anthro-pos, de Paris, con el tftulo Espce et pottique. Le droit d laville, II. @ Editions Anthropos, t922.f,Saiuccin de Jrxrn Mws oe Lrnds y Jerur Lrms Grncfr

    Cubierta de Jordi Fornas.Primera edicin: abril de 197.Propiedad de esta edicin (incluyendo la traduccin v el diseode la cubierta): Edicions 2 sla., Provenza 2?8, Barclona-8.Impreso en RIGSA, Constitucin 19, Barcelona.Depsito Legal: B. 13.127 -1976.ISBN: 8+297-1182-t.

    lntroduccin

    r rurudo un texto aspira a tener un alcance terico y,rrr' rrr.:lcnde bastarse a sl mismo, es que el autor ha pro-,, ,lrlr, rreviamente a un recorte'montaje, atribuyndose,r,,,r t,,u i'cla de un que trata de delimitar Opera-r i,rr rk' apropiacin privativa asaz tosca, siempre sospe-,l,'',.r, :u,ln cuando usual y considerada como legtimarir. ,tt) (lrrc la propieclad privada se hace extensiva a lasirlr.r'. y:rl saber! Ms de un cientfico debera disculparse1,,,r ,.1 ucro hecho de haber colocado una cerca alrededorjrrrcln para poderlo cultivar a su antojo. Por loiirr, r(",)('cta a esta obra, el autor ruega se le disculue,1, l,r,lr):r que ninguno de los artculos recopilados en ester,,lrncrt rucde ser aquilatado debidamente si no se tienenr r ur'rlir otros trabajos publicados: sobre la vida cotidia-rr,r .,,,1,rr" cl espacio, sobre los diversos oderechos" (el,1, ',,lr,, ;r la ciudad, el derecho a la diferencia), sobre la,t r'r,i,lrlt i

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    crltica y de su conocimiento se alcanzan lo global y la< sntesis >.Un conjunto en el cual cada ..artculoo contiene una"especificidadu, y que atae, hasta cierto nivel, a determi-nado aspecto o elemento, se estructura de esta suerte. Eseconjunto no tiene nada que ver con un sistema o una en el sentido clsico de la palabra, a pesar de laconexin de sus elementos y aspectos. Su sentido? Sumeta? No es el de mostrar una coherencia o cohesin. sinode buscar, por tanteos sucesivos, dnde puede situarse enel espacio y el empo, el punto de no-regraso y de no-re'culso a escala no de individuos o de grupos, sino global.Ese momento no depende ya ms del pensarniento histo-rial o de una teora clsica de las crisis; no por esto de-jara de ser menos crucial: metamorfosis o autodestruc-cin (lo uno no excluyendo lo otro). Sera el momento enel que cesara la reproduccin de las relaciones de produccin existentes, bien sea que la degradacin y la diso'lucin ganasen la partida, bien sea que se suscitasen nue-vas relaciones, desplazando y reemplazando las antiguas.La posibilidad de tal momento (perspectiva que no coin-cide exactamente con la teora habitual de la Revolucin)define una hiptesis estratgica. No se trata de una certi'dumbre bien sentada, de una certidumbre instituida demanera positiva. No excluye otras posibilidades (la des-truccin del planeta, por ejemplo).Obsesionados por dicho momento, muchos son losque procuran aplazarlo, ahuyentarlo, exorcizar mediantela magia ideolgica las imgenes evocadas. Se renen con-cilios para disertar sesudamente y mantener las represen'taciones (ideolgicas) que enmascaran los vencimientosreales. En efecto, la contaminacin, el medio ambiente,la ecologla y los ecosistemas, el desarrollo y su finalidad,fragmentan y disimulan los problemas del espacio. Otros,en cambio, ansan un instante fatdico: desearan avivarel paso del destino, oscurecindolo lo ms posible, nihi-listas movidos por lo que ellos mismos denominan upul-sin de muerteo. Quiz la eleccin ms acertada, para unareflexin que querrfa ser al mismo tiempo sapiencia y6

    ;rcto, consiste en no ceder ante el catastrofismo, en de'tlrrninar un punto de ataque, limitado pero bastante pTt, r,.o, ponieodo "t juego una tctica y una estrategia delrcrrsamiento.Aquf, se procura no dramatizat la situacin, as comot,,,,, xrc deidramat izarla esterilizndola. Cabe la posibi-lr,f ;rtl cle que el momento de noregreso se est aproximan',1,r, rlue haya que prepararse para su llegada. Hoy en da,\.r n() cs posible describir las fueras de destruccin; ya nor r{ rtn, tl como lo escribe en oOpusu (junio de 1972) Jean-t l.,,.''nce l^ambert, ni nombre ni rostro. Son S[stema, elrrrr( (), cl de la negacin y de la muerte bajo una apariencia1,,',,iliv, que socava la existencia propiamente dicha, has-,,, ,',, ,* mismsimos cimientos. A veces, en medio de larr'';rcridad que conoce la Francia capitalista, le entran a,,,,,, l1rr.u, de gritar:

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    ambiciones ms que ante el atelsmo amenazador y por1. EI cientificismo, el tecnicismo no se arredran ante la cr-tica filosfica, sino ante el ocrrltismo, la magia. Los *de-rechoso necesarios, desde el habeas corpus hasta el dere-cho a Ia ciudad, ya no son suficientes. Tambin hace faltaque lo urbano se haga amenazador.Esa revolucin total y planetaria, econmica, demogr-fica, psquica, cultural, etc., es, hoy por hoy, por excelen-cia, lo imposible-posible (la posibilidad, la necesidad y laimposibilidad!). Nada ms cercano, nada ms urgente.Nada ms huidizo, nada ms lejano. La idea de la revolu-cin remite de lo mundial a la co5runtura, de lo total a laprctica inmediata, es decir, a la existencia de una enorrnemayora, silenciosa o no, de personas que se adhieren alpresente y llegan hasta el extremo de aceptar el milena-rismo, porque deja para ms tarde la eventualidad de unacatstrofe. Despus de nosotros, Ia nada ! As pues, laspersonas uconcernidasr, tal como se suele decir, titubeanentre el tono jovial del optimismo forzado y el nihilis-mo radical , aplazando los vencimientos.En el centro, sealado aqu y all, se halla Ia reproduc-cin de las relaciones de produccin, proceso que se de-sarrolla a la vista de todo el mundo, que se realiza entoda actividad social, incluidas las ms indiferentes enapariencia (los ocios, la vida cotidiana, el hecho de viviry el habitat,la utilizacin del espacio) y que an no hasido objeto de un estudio global. Dicho proceso era inhe-rente a la prctica social y no era considerado como tal.Lleva las de ganar (hasta cuando?) sobre las razones ycausas de disolucin. Las parcelas recortadas en ese am-plio "campo> por las especialidades -economa poltica,sociologa, democracia, etc.-, implicaban lo global y lodejaban en la sombra, ngulo ciego. Aqu no se enclren-tra el anlisis crtico de Ia globalidad alcanzada de estasuerte (que no se puede denominar

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    Qu es, pues, /a arquitectura? Hace ya mucho tiem-po que se discute a este respecto: desde que el arquitectoexiste, por tanto la arquitectura como oficio, en la divi-sin del trabajo. Acaso un arte? Esta definicin ya noes ms que del agrado de aquellos que gustan de bujarfachadas, que se obstinan en esmerarse en las molduras,en repartir sabiamente los materiales y en esculpir alfno-niosamente determinados volmenes. Los hay. Acaso unatcnica? En tal caso, el ingeniero suplanta al arqui.tecto,ingeniero del hormign o especialista en vertederos. Aca-so una ciencia? En tal hiptesis, sera menester elaboraruna mtodo-lgica, una epistemologa, vrL corpus doctri-nal. Ahora bien, la esterilidad de dicha hiptesis resultaevidente. Suponiendo que se pruebe, ese corpus se bas-tar a s mismo, sin ninguna otra eficacia ms que sutransmisin. La arquitectura no puede concebirse ya msque como una prctica social que figura con otras muchas(por ejemplo, la medicina) en el conjunto prctico queileva y que soporta la sociedad actual (el sistema de pro-duccin), correlacin por discernir. El mdico recurre avarias ciencias, quizs a todas, y utiliza mltiples tcni-cas. La medicina no puede, por tanto, constituir una cien-cia particularizada, especfica, puesto que recurre a co-nocimientos de fsica, de biologa, de fisiologa, de mate-mticas, al igual que a los de scmiologa y sociologa.Abarca numerosas especialidades. Se extiende por un ladohacia la diettica, la higiene, el control de las actividadesms onormales, tales como el deporte y la medicina pre-ventiva, y, por otro, hacia la medicina llamada mental, loque no viene a simplificar para nada la cuestin. El m-dico utiliza consciente o inconscientemente conceptos muygenerales que tienen relacin muy directa con la filoso-fa: lo norrnai y lo anormal, la salucl y la enfermedad, elequilibrio y el desequilibrio, el sistema (nervioso, glan-dular, etc.). Esos conceptos justifican una reflexin terica y, sin embargo, parece difcil y de poca utilidad unaepistemologfa mdica. Los mdicos dudan entre la uti-lizacin de las computadoras para analizar los datos ob-tenidos, y el uolfato" del ornnidocto que conoce perso-10

    nlrncnte a sus pacientes; sea cual sea el camino que es-,,,:r, el mdico no limita fcilmente su saber a una es-x'r irrlidad muy concreta; no obstante, casi siempre ser'.rt't:ializa y ello cadavez ms; si bien parcela su .,catn-,,r" 1lg experimentacin y de aplicacin, no tiene ms re-rrr.tlit que restituir lo global, el cuerpo, el organismo, lar l.rcin con el

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    das; lu ac la.s cstructuras homogneas, la de las formasl'rfrs c irrrrc'sonarer.-Hoy "n dia]-espus de las revolu-t:irre.s co'secuencia de I era inustrial, la arq,ri,".r""^a [rtr'da difi cultosamente la era urbana. nl' a.q.ri.i;,-*;_bin.1, se ve-obligado a recurrir u todu, I".;i;;;;;;,;;_temticas, informtica, fsica, qumica, economa poltica,incluso semiolosa,. psicologa y so"iotogu. Al-;;i;"el mdico, 9l aieuiGcto- tiJne !rl" lor,", en juego rodauna sapiencia enciclopdica; y, .ir, _Uurgo, il;ilil.queda neramente circunscrita, ii_ituau ;;;1"d".-;;;;.Su profesin queda mal definida entre L a" irrg"ri;;;;la de dibujante; te cuesta traba:o-hai;; ;; i"!"r'""ir;los.promotores, los usuarios, los financieros, las autori-dades. si bien tiene una actividad especfica dentro de radivisin del trabajo (social), "t p."h""to " ai.fro-i.u_bajo no queda bien especificado. Tambin ei irp""""alalgunos conceptos muy generales (inventariados con sumc)cuidado: la escala, ls-propor"ior"r, "f o.p.rti,r,-;;;.)que justifican una reflexin que linda.o" U nto.rii", p"rque no se bastan a-s mismos, ni basran para constituirun cuerpo doctrinal. Finalmente, Ia arquitectura difierede Ia pintura, de la esculturu, d" i* urtes, en el hecho deque estas ltimas no se relacionan cori ia pra.ti.u-.o"ms que de forma indirecta y a travs d; _"i""i;;;;mientras que el arquitecto y Ia arquitectura ao.r."rrru,una relacin inmediata con l hechode habitar "rriu"Jo.u.e acto social, teniendo la construccin como ."uliru_cron practtca.El arquitecto, productor de- espacio (pero, nunca solo):1|l?^t?Pre un espacio especfico. y "o*o primera provi_crencla, tiene ante 1, bajo-sus ojos, "., _"r de dibujo, suhoja en blanco. El enceiadgr p"i.p*rto, no ejerce efec_tos demasiado diferentes. Esa hoa de papel aL it"r,quin no la va a considerar "o*o un-simple ";;;n;;;or aadidura, como un fiel espejo? Cuand^o, a"'frrfr,3f"^_":t"lo es engaoso y q,r.,^ui"-s, esa .jr;;;;:per en bla_nco es algo ms y otra cosa que un espejo. El ar_quitecto la utiliza para tr_azar sus f,loror, u*blo q,r"se debe contemplar en toda su fuea: superficie pfrii",l2 d-U"l* - , ';, ." e. .,,i _ i FT8c!\r,,"-" ifl,llflt$ i]0tflf,ifiiiTtf$ 13

    .,obre la cual un lpiz ms o menos gtl y habilidoso trazalrneas que el autof considera como la reprodrrccin-de las( r).sas, iel mundo sensible, cuando, de hecho, dicha su-rcrliiie impone un descifrado-recifrado de lo urealr. Con'i uriament a lo qtre fcilmerte cree, el arquitecto n9 pug'c localiza, su pnsamiento y sus percelrciones sobre.Iarcsa de iUtto, y visualizar las cosas (necesidades, funcio-rrtrs, objeto s), proyectndolas. Confunde proyeccin y pr?'v,'r:io sumido en una idealidad confusa, que l cree urealut', incluso, rigurosamente concebida, dado que los proce-rlirnientos dJ cifrado-descifrado mediante el dibujo sonusuales y tradicionales; que, a partir de ese momento' es-( ilpan a su influjo. I-a hoJa,-al alcance de la mano del di-lrtrjante, bajo sus ojos, queda en blanco, tan blanca comorlana. La considera como neutra, cree que ese espaqoncutro, que recibe pasivamente los trazados de su Lpiz',',rrr"rpoitde al espcio neutro de afuera, que recibe lascosas, punto por punto, lugar por lugar' En cuanto al npla-er, no perrnanece inoceniemente sobre la hoja de papel'Sobre .i t"rr"to, el bulldozet realiza "planoso'Y ste es el motivo por el cual el dibujo (y por stetambin se debe interpietar design) no es tan slo unaprueba de habilidad, una tcnica' Es asimismo una tormai" ,"pr"r"ntacin, in saber hacer estipulado, codificado'pr. i"to, un filtro, selectivo con respecto a contenidos'climinando ta o cual parte de lo "realo, colmando a sumanera las lagunas del texto. Circunstancia agravante:csa filtracin va ms all de una especializacin ideolgicao de la ideologa de una especialidad' Dicha filtracin pue-de significar i ocultacin de las aspiraciones sociales.l" "t un cdigo? Qu es un cifrado-descifrado? Di-ou.o, rpidamente-que aparte de algunos casos rudimen-u.io" (et cOdigo de 1 carietera), un cdigo no consiste en;;;" de"reglas prefabricadas' Todo cdigo define unespacio centrado, abriendo un horizonte en torno a unteito (mensaje), desplegndolo y, c-onsecuentemente' cer-;;J.i;, ""rrrrdolo.- Es-e texto puedg ser prctico sensibley social, por tanto no siempre y forzosamente escrito"irambirrlas imgenes se cifran y se descifran! La com-

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    plejidad de las operaciones que llevan a cabo escapa alntendimiento de l_os lecr"d; rri,i.n.r" ta del lenguajede su produccin escapa a los iabtantes. El .,ags1g,en este caso. el delineanij ";;;;;;isando nicamenrel terreno de la orci;. i'i.i"'r$roau." cuando, dcecho, produce ! Se salta i* ir,rl"iarios, yendo de unesultado a otro. Todo.cifrad;;;;#"na puesra en pers_ectiva y la uproduccin> "" ;;;;;:entido, que se sus.ituye al texto en cuestin V p"".,- b"i"r, ."u depreciarlo,ien sea valorizarlo.enriqucie"d;. b" ah la ambige-ad' EI cifrado-des"irruJ-i*p,ir, "r""to o efectos despejismo, pues la estructura formal-de ;;drr;;;;;resenta ms que en el momento en que declinl"-;;i,l.j'r:k:,,.:r:TlT".. ru upuJ.ioo i"r sentido, El coigo formulado no pasa ya de ser;; ffi#i'?r? iLi,ilicen hoy en da los semilogor -a. sutiles, viene a serna \oz y una va: a partir del otexto, _del menrui"_ray varias posibilidad"r, "l*.i"13,'p"1"r";i;#;:]:uf1"rut1du{, *:,-Ui""'""ui"l;q"; un hilo. por tanro,n determinado "rrabajo> sobre "j-t"*to fr""":"fqr"Jroporciona sentido partiendo " "rUlror, de fr;;ni;;o que suscita "" T_o-*i""to "o_lt""lo, ,ato.izaciones yesvalorizaciones, progresos q,re se topan con obstculos,con f ading. Cada .irru-ao ""n=aJu u ";; .rn esquema pro-lillr"-, esrudiado, abandonado ,i"mpre al esdo;e-;;_ozo, que genera un sentido entre otris muchos. La manoantea, eI lpiz duda. La mano cree-reproducir cuando,de hecho, r.ritit.rrr". Se pliega a ls}anatos de una vozue ordena, qtr" "pr"r r"?o;;;r"*reta, creyendol1l_ru.lu., La vol y.la mano, el instrumenro, creen

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    .'rfni arte algunos que obedezcan a ese sencillo criterio. Enltimo extremo, lo legible es lo blanco, el ms paup.rrimo de los textos !Encepada y encepadora, la legibilidad disimula lo queomite, omisin que puede detectar un

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    puede idear y proyectar. Fieles testigos de este hecho loconstituyen los proyectos y las inveitigaciones de Cons-tant, de Ricardo Bofill, los trabajos de-Mario Gaviria enF.spaa, etc. El niv-el inferio, p,r"" situarse en el pueblo,el barrio. El nivel (macro)) es el de lo urbano.^ gntr.ambos conc_eptos, como punto de partida, tu pobta"ir,n.aa l.a cual se podra intentar, aciualmente, la produc-cin de un espacio apropiado se hallara "ntre s dl"zy los veinte mil habitantes. y esto, por el momento, "nanto que etapa! A esa escala, el uderecho a la ciudadupuede intervenir de forma operativa y estimular la inves-tigacin., iQuin puede an extraarse de que.el urbanismo nohay-a podido an erigirse ni en ciencia ni en prctica y3o l-raVa logrado ms que .instituirser, (a conv:ertirse eiinstitucin), expandiendo en torno suyo espesas nubesideolgicas? El urbanismo slo poda herar de ra ideo-loga imperante y constreidoiu ,"crr..iendo u r'r., p"n-samiento crtico sumamente despierto; ahora bien, dichopensamiento crtico, tras algunos momentos de esperan-zas que muy pronto quedaron frustradas (de esto haceunos quince aos aproximadamente), no ha podido msque volverse en contra del urbanismo.Si bien es verdad que los vocablos y conceptos: ociu-d3{",-..urbanorr, (espacio}, correspondr, u .rriu realidJglobal (que no_puede llegar a confundirse con ninguno delos niveles definidos anteriormente) y no reflejari un as-pecto de menor importancia de la realidad ,oiul, el de_recho a la ciudad se refiere a la globalidad as up"tu.Por supuesto, no se trata de ur derecho natural, ni si_quiera contractual. En trminos tan como esposible expresarlo, significa el derecho te ros ciudadanos -ciudadanos urbanos, y-de los grupos que ellos constituyen(sobre la base de las relacionei socialei) a figurar "" tou,las redes,y circuitos de comunicacin, de iriforma.i", jeintercambios. Lo cual no depende ni de una ideolgaurbanstica, ni de una intervencin arquitectural, srode una glidad o propiedad esencial del spacio r"r.Luro,la centralidad. No se puede llegar a forjai una realidad

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    rrrlr;rnr, afirmamos aqu y en dems publicaciones, sin la rr,,f cncia de un centro: sin un agrupamicnto de todo' r,rnlo puede nacer en el espacio y producirse en 1, sin, n, ucntro actual o posible de toclos los "objetos) y (su-l'lrl:;>.l:l hecho de excluir de lo uurbano)) grupos, clases oirrtlividuos, viene a ser como excluirlos tambin de la, rlilizacin, si no de la sociedad. El derecho a la ciudadl, 'itirna el rechazo a dejarse apartar de la realidad ur-l,.ru:r por una organizacin discriminatoria, segregativa.I ',,' derecho del ciudadano (si de esta forma se quierer \l)r'csar: del ohombren) proclama la crisis inevitable de1,,,, cs1... basados en la segregacin y establecindolo:' r'nlros de decisin, de riqueza, de poder, de informacin,rl' t'onociliento, que rechazan hacia los espacios perif-r r{ ()s a todos aquellos que no tienen participacin enl,r'; privilegios polticos. Estipula igualmente el derecho,r 'oclerse encontrar y reunir; lugares y objetos deben res-',rrrder a determinadas "necesidadesu por lo general nollniclas en cuenta, a determinadas ufuncioneso menospre-, r.rrlas y, por cierto, transfuncionales: la onecesidad" devirla" social y de un centro, la necesidad y la funcin l-,licas, la funcin simblica del espacio (rayanas con aque-llo que se encuentra de una parte y otra de las funcionesr recesidades clasificadas, con aquello que no puede ob-r'tivarSe como tal por ser rasgo caracteristico de nues-tros tiempos, que da pie por ese mismo hecho a la retricav ); la vida; el binomio useguridad-dicha", ya defi-rriclo por Aristteles en tanto que finalidad y sentido de

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    la polis, En toclos esos casos, bajo toclcs esos cliverirg-bJ"r, los filsofbs han anuncial i-.otumbrado d-v.vr vu, ruo rruS(rl(r5 lrirr anuncllejos la reconstitucin de lo que.ha sido fragmentado, di.sociado, diseminado, a tod.o l; i";;"-;;fhi;ffi;rJai,

    del espacio.

    Aun cuando han sabido definir la "meta, t u' a"t"r*irroerrneamente sus condiciotrc.s, algunas de las ."ul;;-;;;polticas (implicando dentro " ii;h; trmino ru .riti.ude toda poltica) y otras son morfolgicas, espacio_tem.porales.El derecho a la ciudad formulado de esta guisa im.plica y aplica un conocimiento que no se define como..ciencia, del espaciou (ecologa, geopoltic", ;;;;;;;;::::::1)f,:ino como conocimient cte una irorlu,""Jr,-ii!n lo tiempos de Karl Marx, la ciencia econmicanaufragaba en Ia -enumeraci n, la descripcin, la conta-bilizacin de los objetos proar"ir. rart-tvtarx ,;.;it";;el estudio de las cosas por el anlisis crtico de la activi-dad productora de las cosas. Tomando como p""i--lpartida los estuclios de los grandes economistai 1S*lth,Ricardo) y sumando a stos el anlisis crtico dej siste-ma de produccin (capitalista), elev los conocimientosa un nivel superior. Hoy en da, se impone una posturaanloga en lo que concierne al espacio.La ciencia del espacio se busca vanamente a si mismadesde hace ya mu.ho, aos. No "orr.'igr" encontrarse. Sedispersa-y se pierde en consideraciones diversas ,ob;; i;quen el espacio se puede hallar (los objeto., il;;r;;o sobre el espacio abstracto (limpio de o;"tos, ;;";;;jlo). P., el mejor de los casos, dicLa investigacin describerragmentos de espacio, ms o menos repletos. Esas des_cripciones de fragmentos son ellas mismas, a su vez, frag-mentadas,, segn los encasillamientos de las "ien"ias e!_pecializadas (geografa, historia, demograf., r;;i;i;gi;,antropologa, etc...). Semejante *cieniao " airp"ira,lllil en recortes v en representaciones del espacio, sinIregar .ams a descubrir un pensamiento que reconozca,l?t ::l: dice,Hegel (cf. Filosofa rtel Dericha,,";. lSljar rerenrse a la economa poltica, los principios del en-20

    llurlilniento que reina en un campo, en medio de la masatllnita de los detalles.l)c esa diferencia existente entre rciencia del espacio,>1' , orrocimiento de la produccin del espacio, tanto-su al-|,ur((: como su sentido vendrn indicados en otra obra.lr,' .rlr la referencia mencionada anteriormente y, por su-rrr.sto, reiteramos nuestro ruego de que nos discllpe ell,.r lot'.l:l derecho a la ciudad, contemplado en toda su ex_lf'f l\i(in, aparece hoy en dia como utopiano (para no de_I rr rcyorativamente: utopista). y, sin embargo acasor, r sc debe inserir dentro de los imperativor, como ,e...r ,'lc decir, planes, proyectos, programa.? Su precio pue_rL' l).rcr exorbitante, sobre todo si se contabilizan lsos',)',t()s en los cuadros administrativos y burocrticos ac_trr,rlt's, por ejemplo ponindolos en lai partidas de gas_t,r', tlc las ocomunidades localesu. Resulta clarsimo luel.rrr s(rlo un importante incremento de la riqueza social, al,r,rrio tiempo que profundas modificaciones llevadas a, .rlrr cn las relaciones sociales propiamente dichas (por lortrt' sc refiere al sistema de produccin) pueden peimitirl.r ruesta en prctica del derecho a la ciudad v de aleu_rr,,s otros derechos inherentes al ciudadano y ul homb-re."r'rrrcjante desarrollo presupone una orientacin del cre-' nncnto econmico, orientacin que ya no significara por'.r rrisma su "finalidadu y no apuntara ya hacia la acumu.l.rr irin (exponencial) en s, sino que servira supe_rt(,tCS.A la espera de tiempos ms propicios, se puede supo-r('r'que los costes sociales de la negacin al uderech a1., r'iudad' (y de algunos otros), siempre y cuando se lest,rccla cifrar, sern mucho ms elevados que aquellos quelrrlriesen significado su puesta en prctica. El estimar quel.r rroclamacin del oderecho a la ciudadn resultar msr t'lista> que su desistimiento, no constituye ninguna pa-,rrloia.Quede bien sentado (implcitamente) que esta obra, yl,r que Ia acompaan o la siguen, no anulan en forma.rl;',nu las anteriores, si no es de forma puramente dialc-

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    tica: este libro se basa en ellas tratando de hacerle azar niveles ms altos. Disertaciones de cierto tipo (anaitico) se transforman aqu en disertaci""", "^i;;;;presuntamenre superior. I"os conceptos, otrora situadtsen espacios abstraos en cuanto mntales. ," ,it,iu" ho"ra en espacios sociales y con respecto a las ,no puede disociarse de lo social, y jams lo ha sido sque en representaciones (ideolgicas). En la filosofa cl.sica, el y el

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    metras? Cmo construir en l una izquierda y una dere-cha,.una parte superior y una parte iriferior, "" ".r."r-ondan a los gestos, a los movimientos, a los ritmos delcuerpo?Es factible elaborar una semntica acerca de los dis_cursos sobre el espacio. Tambin se podra concebir unasemiologa_ del espacio, porcin de una semitica general.Acaso todo espacio es significante?, y en caso afiimativode qu? Para hablar con mayo, proii"du, u"uro iooespacio o fragmento de espacio no .orr"rporrdera a untexto social, el mismo contexto de textos especific.ados,es decir, escritos: inscripciones, carteies, et;...? De taisuerte que se hara necesario bien sea hallar nuevamente,bien sea elaborar los,cdigos de esos diferentes ;;;;l;;para poder descifrarlos.Dentro de esta perspectiva acaso el espacio aparente-mente insignificante, es decir, neutro, no signifiara enprimer lugar su insignificancia, su caractersiica de vacoy, luego, a travs de dicha neutralidad, ese vaco aparente,algo a nivel de la sociedad enter, es decir, Ia sociedaneocapitalista? En este plano acaso no sera la unidadpropiamente dicha de esa sociedad, su globalidad, las quesurgiran en el seno de semejante orealidadn espacial aia_rentemente desunida y separada por ejemplo, una ciudadde nuevo cuo?

    3. El inters terico general de esas investigaciones, elgestualismo y la lateralizacin del espacio, la*semiologay la lectura de los espacios, es el de mostrar el cmJ yel porqu, hoy en da y ahora mismo, los senticlo, ,. tor_nan inmediata y directamente tericos, tal como lo hadicho Karl Marx (Manuscritos de IS4q:.-En_ este plano, la relacin de la teora a la prctica noes la de una abstraccin trascendente a una inmediacino a un anterior. La abstraccin terica ya sehalla dentro de lo concreto. Hay que detectarla en ste.En el seno_ del espacio percibido y concebido, ya se en-cueRtran el espacio terico y la teora del espacio.

    u

    ,1. Un mtodo presuntamente cientfico consiste enl,l,utcar o en suponer un sistema y una lgica preexisten-i,", lli.ho mtodo asevera que el objeto estudiado debelr.rllrrrse situado en el seno de una totaliclad presupuesta'Ahora bien. no tiene uno derecho a postular un siste-rr.r ya existente, por ejemplo un sistema social, o un.,r ,icma espacial, o un sistema urbano, Para inserir en la.1 l (,lll4 VJP4erarr v' l('nrentos parciales cuya racionalidad (o irracionaiidad),,' ,lcsprendera de dicha suposicin, se deducira del con-rrrrlo. Ya no tiene uno ms derecho a presuponer un sis-rt'nla social o poltico, terico o ideolgico, que una lgical'('cxistente. En efecto, viene a ser como atribuir a dicha'.,r:iedad, la sociedad neocapitalista, una coherencia ya.rlcanzada, una cohesin ya realizada. Si es que existe un',istema, se debe hacerlo patente y mostrarlo en vez derrrrtir de su base. Si se pa.rte de semejante hiptesis caeruro dentro de uua tautologa encubierta, pues lo nico(lnc se hace es deducir consecllencias de la presuposicin'olro tanto ocurre con la lgica. Si en algn lugar existerrrra lgica e, incluso, na lgica concreta, por ejemplo larlc una estrategia, tambin hay que hacerla patente, es-rL:cificarla en tanto y cuanto difiere de tal o tal otra l',ica concreta. El suponerla, por ejemplo sentar una lgica,lcl capitalismo, una lgica de la mercadera, una lgi, a de la supervivencia, viene a ser como razonat por ana-Ioga con tal gestin ya realizada y- qrJe apuntando a lacohesin, se presume la ha alcanzado'Por qu esos preliminares? Porque es posible que el"spcio dsempeR un papel o una funcin decisiva en lacsinucturacirr de una totalidad, de una lgica, de un sis-tema; entonces, precisamente por ello no se Ie puede de-clucir de ese sistema, de esa lgica, de esa totalidad' Setiene, muy al contrario, que poner de manifiesto su fun-cin en dicha intencin (prctica y estratgica)'

    5. De igual forma, si bien existe un (punto de- vis-taclasista u, re-sulta imposible, metodolgicamente hablando,partir de l; se debe llegar a 1. EI partir del opunto devista clasista>, y pre,quponerlo,.a modo de un sistema" .i.,', : . .. , :::a :ff;i.:r'fi*r***. ^_ f,$.'' :';;ii;,liLtJ46$,

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    opuesto al sistema exis,tente, viene a ser como rechazar elsaber existente, como t r"i""ao frl" "f sfrr"_", v "Af-: :,:t::,f:::":1 :, lT a d en r a den ega ci n de i "ilo", u"r,l,'T_Tl:,1?utilizando"u."i""'"J;r;;i.il""iJl;::":1T::'j::.:":,v,ocablosv;;-;il;;,.-",;i?uando se presenta el dilema, . "* rr"l;r;;t o s den tr'de ;; ;#;;l'; I.lJ,i lffi fr n:T.jiff :::alabrasI^:I:'f :..:^?T:t]:' son parre integrante d" l : fi ;;;_s i t o -de quebrarlo tericamen i" v p-r'e Jti";;";" Jiil:.3:.: i: ::: :i ill :_, ", "-" a,,i; Jt { ";; "ffi; ;"r;l_,:*_:mo algunos ro spone;:l;;;r",d;#;J r#:ran sentido alguno.En cuanto al oroyecto de salir de un sistema clasistaen favor de otro ,i.t-u "fuririuliJno proyecto implicaIa idea de saltan de un dogmatismo " o,.o, dando un brin-co verdaderamente fuera de Io comn.9: Esta exposi"il {: hechos parte, por tanto,de unaproblemtica bien definida, ", a".i., l.r" ro parte de unadefinicin particular, as como tamp"o de una proble-mtica indefinida y demasiado g""ul q"" """iJ*""l"onciencia, Ia cultura, la ideoloe, etc. Se t."tu a.f, f.ollemtica del espacio. Sj" ";l;;g;,'"o se bace Ia pre_gunta:

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    8. Primera tesis o hiptesis. El espacio es la formatffi li !lan;nalencia, li inteligibilidr. s"-.".";;ctuye la ideologa,^la interpretacin, Ia no sapieniu. gndic.ha hiptesis,la forma pura del "rpu"io, desprendida detodo contenido (sensible, -materi"ij uiuio, pra.li""l ",na esencia, una idea absoluta anloga a la'cifra pir,O"1-ca. La filosofa cartesiana e, inclusol la crrica fii;;;;kantiana conservan dicha nocin. uio q,r" la lgica cons-truye espacios de atributos, dado que los sabios" c."r;;-Szen espacios de configuraciones "or, t'rn cierto nmero devariables y parmetros, el espacio se presenta tal comocoherecia y modelo de coherencia. Articula lo social v lomental, Io terico y lo prctico, lo ideal y l; ;;J"'..^ ' '"I-os conceptos se van localizando, se sitan con susconcatenaciones, en el seno del espacio intelectual. igualocurre con los objetos, los grupos, Ios individ.ro, "itroqel espaclo e-tectivo, socialmente realizado. Lo que per-mite Ia previa reduccin clel caos fenomenal.Las matemticas por una parte y, por otra, la filosofa(Ia fenomenologa y, sobre todo, Ia"fistemolga) porr"r,de manifiesto esa esencialidad , pu hablar Eol ;;;;;propiedad, Ia establecen v Ia conitituyen. La coherenciadel discurso se despliega el el espacio mental qr" lu gu_rantiza. La epistemologa define ina topa (o se define- atravs de ella), a saber, un coniunto d"i,rgai", y J;;;;;rridos, topologa abstracta y gneral qr" lri"rr" completa-da p_or una topologa de las ixistencias concretas.. He aqu algunos ejemplos. La lingstica de Chomskyimplica un concepto del espacio. Asi pues, Chomrkt #-clara que existe un nivel lingstico "r, "l q" "o ," p,r"a"representar cada frase simplemente com Ia serie finitade elementos de un _cierto tipo engendrada d" irq.ri"ru-uderecha mediante algrn meianirrio sencillo, ,i.rt qr:" ,"debe descubrir un conjunto finito de niveles p.r"r. .r,orden de arriba abaio (vase a Structures stntactiques,pgina 27).Sabemos que el psicoanlisis clefine Lrno o varios tpi_cos,f)or ejemplo, el oello", el ,.yoo, el osupsrr.r. Buscn_do'el sentido del discurso filoshco, f. n. Rey escribe: oEl28

    ., rrticlo se da como una especie de pclder legal de sustituir1,r,, significados en la misma cadena horizontal, en el es-,.r, io de una coherencia regulada y calculada por adelan-r,rrlo. Es en ese espacio centrado, teolgico, donde lar 'rrrplicidad del significado estaba va establecida, es ah,l,rrclc el sentido se precede siempre a s mismo" (L'en-t( u des signes, p. 13).Corpus, recorte, rnontaje, agrupamiento, emplazamien-r,, cSoS trminos espaciales, considerados no corno meta-lr..lcr-rs o metafricos, sino como rigurosos, son de utiliza-, rrrr corriente en epistemologia (c'J . Michel Foucault, Ar-,lt(ologie du savoir, captulo: oLes units du disccursr.r'l. tambin el libro de Mator sobre L'espace hunnin, ylrrrirlrnente, Georges Gusdorf, cuya obra Sciences humainest't pense occidentale, establece un cotejo entre ei espa-, io social y el espacio rnental de las diferentes pocas).O-bjeciones. Esta hiptesis implica la liquidacin del

    tit:mpo histrico as como del tiempo vivido y, por derns,,1,' forma asaz desigual (mucho ms en M. Foucault que, rr G. Gusdorf, por ejemplo). Comporta igualmente unatt'ndencia hacia el cientificismo abstracto, hacia el saber,,rrbsoluto> constituido por Lrn inventario del pasado (filo-.,o{a, ideologias, literatura, etc.) e inserido en el espaciorrctual.Esa teora del espacio no se circunscribe nicamenterrl campo epistemolgico; se sale de sus lmites de unarnanera que rnerece ser mencionada; algunos arquitectossc consideran an como arnos y seores del espacio queconciben y realizan. Se consideran o se hacen considerarcomo los demiurgos capaces de poner por obra, en el senotlc la sociedad, su concepcin y su definicin del espacio.l..l demiurgo platnico se ha encarnado en la materia, lasr:ifras y las proporciones, las idealidades trascendentales.l)icho espacio tiene las caracteristicas siguientes: vaco yruro, lugar por excelencia de los nmeros y de las pro-porciones, del ureo nmero, por ejemplo; es visual, y,por tanto, dibujado, espectacular; se puebla tarcllarnentetle cosas de habitantes y "ds usuarioso; en la medida enque ese espacio dernirgico tiene una justificacin, linda29

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    tcon el espacio abstracto cle los filsofos, de los epistem-logos. El colrfundir ambos espacios entraa cierto peligro.Repitarnos una vez ms que el mayor peligro y la mayorobjecin que se pueclen pre.sentar son la evauacin delliernp

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    - En esta hiptesis; repitmoslo una vez ms, el espacia Ia par funcional e instrumental quecla vinculado a lreproduccin de la fuerza de trabaio a travs del cmo. Se puede decir que es a la vez el medio y el procemiento de una organizacin del consumo dentro del malde la sociedad neocapitalista, es decir, de Ia sociedacirocrtica de consumo dii:igido. La aparente finalidadla sociedad, el consumo, se define de hecho a travsla reproduccin de la fuerza de trabajo, es decir, decondicioncs del trabajo productivo.Las ciudades no vendran a ser ms que unidades deconsumo correlatiras de las grandes unidades de produc.cin. Se puede decir qr.ie esta hiptesis, a su manera. con-curre con la teora de la falsa conciencia Inencionada yaanteriormente con respecto a la segunda hiptesis. Iabrapor tanto:1. Una conciencia verdadera, la de la clase obrera,cuando menos como conciencia posible representada porla filosofa (cf . el pensarniento sobradamente conocido deG. Lukcs).2. A esa conciencia totalmente verdadera de la tota-lidad vendra a oponerse una conciencia fajsa. la de laburguesa. Partiendo de esas presuposiciones, Joseph a-bel ha desarrollado una tesis, segn la cual la oespacializacinn caracteriza la ufalsa concienciao, una falsa con-ciencia morbosa, la del enajenado (esquizofrnico), caso-

    lmite de la falsa representacin. Ese espacio sera el lu-gar de Ia reificacin, un.lugar al margen del tiempo, de lavida y de la praxis. Bajo ese prisma, el espacio instrr.-mental tendra, por consiguiente, una .,funcin especfi-ca>. En vez de definir la inteligibilidad (primera hipte-sis), defi nir ia la realizacin-reifi cacin de las relaciones so-ciales, al propio tiempo que la falsa conciencia de dichasrelaciones. A la teora del espacio mental inteligible seopone la del espacio social encepado. A la teora del es-pacio inteligible y de la primaca (filosfica) del espaciose opone la primaca del tiempo.32

    bu-dedclas

    I-a trampa que tiende ia burguesia a la clase obreraur'uba siendo su propia trampa: espacio enfermo o espa-r rr de enfermedad social. En cualquier caso, en esta hi-lr(,tcsis, el espacio no sera una mera reprsentacin ino-| ('nte, sino que "vehicularan las nonnas y los valores delrr sociedad burguesa, y, ante todo, el valor de intercambioy l.r mercadera, es decir, el fetichismo. En el punto lmi-l(', ya no es exactamente la ideologa que impera, sinorrricamente una suerte de falsa conciencia con los dis-( lrrsos que ella misma engendra.Objeciones. Esa vinculacin del espacio en general yrlcl espacio urbano en particular con la produccin, im-rlica nicamente la reproduccin de los medios de pro-rluccin de la que hace parte la fuerza de trabajo. Ahoralricn, precisamente es esta hiptesis la que conviene alr':rpitalismo del siglo xlx, al capitalismo competitivo paratuien el problema principal resida en reproducir mate-r ialmente sus medios de produccin (mquinas y fuerzaclc trabajo) y en permitir el consumo de los productos, estlccir, su compra en el mercado. El sistema contractual(cl contrato de trabajo), y el sistema jurdico (el cdigoeivil y el cdigo penal) bastaban prcticamente para ase'lurar, con la venta de la fuerza de trabajo, esa reproduc'cin de los medios de produccin. Resulta evidente quer.'u estas condiciones el espacio era entonces simplementef'uncional e instrumental. La ciudad tradicional desem-peaba, entre otras, esa funcin de consumo complemen-tario de la produccin. Pero la situacin ha cambiado: elsistema de produccin capitalista debe defenderse sobrer-rn frente mucho ms amplio, ms diversificado y mscomplejo, a saber, la reproduccin de las relaciones derroduccin. Esa reproduccin de las relaciones de pro-cluccin no coincide ya con la reproduccin de los me-dios de produccin; se lleva a cabo a travs de lo coti-diano de las cosas, a travs de los ocios y de la cultura,a travs de la escuela y de la Universidad,a travs de lasextensiones y proliferaciones de la ciudad antigua, es de-cir, a travs de la totalidad del espacio.

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    11. Cuarta hiptesis. Del espacio no se puede decirue sea un producto como cualquier otro, un objeto ouna suma de objetos, una cosa o urru corecin " .;;r,na nercaclera o un conjunto cle mercaderas. No sclde.decir quc sea simplcnr"nt" r.,,, instrumento, cl rnstmportante de todos los instrumentos, el prer.rpri";;^1"toda. produccin y de todo t"i"r"ltb. d;;;;r;;r"*r"l-mente vinculado con la reproduccin de 'u, ;"i;;;;;;,sociales) de produc.io". "h" Ji'otras parabras, estateora abarca la tercera-hiptesis, il"uurdo ms adelantesu anlisis y modificndoli .r, .il.iu medida. para com-prenderla, se debe tomar como referencia no la produc-cin en el sentido restringido de los economistas _es de-cir, el proceso de la pra,r..irr-" tu, ;;;;;" n l :;onsumo-, sino la reproduccin de las relacione, " p_duccin. En esta u*pliu u."p.i", i ".pu"io de la pro-duccin-implicara., por tanto, y encerrara en su seno rafinalrjtad -general, ia orienta.i ".*n" a todas ras acti-vidades dentro de Ia sociedu """.upitalista. nf "rp*i.onstituirar ps, una especie de esqlema en un sentidodinmico que sera comn a las actividad", diue.s*";l;,trabajos divididos, a la cotidiuruJ, . iu, urtr;'; i;;spacios creados por.los arquitectos y io, ".Uuri;. V;;:ra a ser una re]acin y un susteniculo de inherenciasen la disociacin, de inclusin "r, Iu-""paracin.vendra a ser por tanto un espacio ru v", abstracto-concreto, homogneo- y_desarticulado, lo q"" .;-;;;;reencontrar en la ciudad nueva, en Ia pintuiu, lu"r.rrltrr.ula arquitectura, as como tambin !n el saber.Precisemos debidamente y hagamos hincapi sobreeste anlisis de un espacio homogieo y desartic'ulad;:;trata de Ia produccin en el ms-amplio sentido;;i; pllabra: producin de-las ,ela.ionls ,iiur", y reproduccinde determinadas relaciones. E; ;r;;-;"ntido la totalidaddel espacio se convierte en el lugur-a" esa reproduccin,incluido el espacio urbano, lo. ".!*io, " ".ir, mr;;;:cios denominados educativos, loi A" lu cotiAia"ia, ".sa reproduccin se realiza a travs L "" esquema rela_tivo a la sociedad existente que tiene como caracterstica34

    '.r'rc'irl la de ser unida-desunida, disociada v, nantenicn-rl, unzl unidad, la de la fuerza dentro de ia fragmenta-l,rr irirr. Ese espacio homogneo-quebrado, no es tn slor lr':..racio global de la ordcnacin o el espacio parcelario'1, llrlcllritecto y clc los promotores, sino que es tarnbinr I t'sracio cle las obras de arte, por ejemplo ei del mobla-r, y del design. Es el esteticismo el que unifica los frag-,r('rtos funcionales de un espacio dislocado, realizando de{",1:r suerte sus caracteres homogneos y quebrados.Ese espacio homogneo y, sin embargo, dislocado, tro-r rlrdo y, sin embargo, ordenado, desarticulado y, no obs-l.ultc,- sujetado, es el espacio en donde el centro se petri-lrt ir al propio tiempo que estalla, por ejemplo en los cen-Iros comerciales, Iugares donde lo monofuncional sisue,rrrrerando pero con un decorado y un esteticismo no firn-( r()nales, con simulacros de fiestas y una simulacin de lolrrrlico. Es eI espacio en el que la conexin constreidora,,,' lleva a cabo merced a intercambiadores entre las paftes,lislocadas: el espacio a la vez informe y duramente cons-trcidor de las periferias y de los arrabales, donde elIrrrrraquismo, los bidonvilles, Ios barrios de emergenciat ompletan los suburbios residenciales; donde reinan nor-lrlas que imponen determinados modus vivendi, en tanto(tue se dedica al espacio toda clase de discursos, de inter-rretaciones, de ideologas y de valores uculturales>, arts-licos, etc.Los lugares de esparcimiento, as como tambin lasnLlevas urbes, estn disociados de la produccin hasta quelr,rs espacios de esparcimiento aparezcan desligados deltrabajo y .,libresn, cuando, de hecho, estn vinculados alos sectores del trabajo dentro del consumo organizado,tlentro del consumo estipulado. Esos espacios separadostle la produccin, como si en ellos se pudiese olvidar eltrabajo productivo, son los lugares de recuperacin. Esoslugares a los que todo el mundo se esfuerza en propor-cionar un aspecto festivo y de libertad, que se adornancon signos que no tienen a la produccin y al trabajocomo smbolos significativos, esos lugares, precisamente,

    esn estrechamente relacionados con el trabajo produc-35

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    tivo. Se trata de un ejemplo tpico clel espacio a la veudislocado- y unificado.- Son pr."ir"*"rrte iugares urrJese reproducen las relaciones de producrinl lo q"" ooexcluye sino incluye Ia reproclucciln pura y simple cle lafuerza de trabajo. Todr .sto ," p""d" leer cn .;r; ;p;:cios, aun cuando con dificultadj pues el texto V "f "".exto estn emborronados (como un borrador). to quese lee con dificultad se puede concebir claramente si'separte del concepto del espacio, por una parte desarticula.do y desunidg, y, por otra, organizado y unido nuevamen-te por el poder.A este espacio, cuyas opropiedades> se sitan en laarticulacin de la forma y del contenido, correrpo"" *Ji.empo que posee idnticas .,propiedaeso. Ei ";;;,bien supremo, mercadera supie-u, ," vende y ," .*-p.ra: tiempo para el trabajo, tiempo para el consumo,tiempo para el ocio, tiempo para ciriular, etc. Dicho iie#po se organiza en funcin del trabajo productivo y de lareproduccin de las relaciones de prduccin dentrt de lacotidianidad. El tiempo nperdidol no lo es para toao "iundo, pues cuesta muy caro. El supuesto utiempo libreoes nicamente tiempo incomplero y mantenido iomo talen la coyuntura general. poi lo q,r" ," refiere "l ;i;;p"perdido inexorableme_nte, en transportes y formalidadls,ya -sabemos de qu forma est rigado d manera disro-cada al tiempo dedicado al trabaio.- El tiempo homogn_eo en tanto que tiempo manipula_do, organizado en estadsticas bien definidas^er, "i;;;;iempo, dislocado, incomplexo, tiempo de trabajo, ti""ip;denominado libre, tiemp perdido iin p.ou".h,'etc.Para- comprender ese esquema del- tiempo y d"l "r_acio, debe uno remitirse al captulo po.o corrocido deMarx que se halla al final de su obra-El Capital, y quetiene por ttulo: ..La frmula trinitaria>. En ese .*pfi-_cado captulo, Marx explica la sociedad b.rrgrr"ru, u lu_ber, la conjuncin-disyuncin de sus elementJs. necorde-mos rpidamente los trmlnos del anlisis; existen, den_tro de la sociedad en funciones, es decir, dentro de I pro-duccin y la reproduccin de las relaciones:36

    l. El capital y el beneficio del patrono, es decir, del.r lrurguesa.2. La propiedad del suelo con las mltiples rentas{ue proporcionan el subsuelo, el agua, el terreno edifica-rk, etc.3. El trabajo con el salario correspondiente que vair parar a manos de la clase obrera.Esos tres elementos unidos en la sociedad en funcio-rrcs estn representados como separados, y su separacinticne un sentido objetivo puesto que cada grupo parecerccibir una parte determinada de la global de lasociedad. Existe, pues, apariencia enajenada de las rela-t iones sociales, apariencia que desempea un papel urealn.lis el espejismo de la separacin en el seno de una unidad,la de la dominacin, del poder econmico y poltico de laburguesa.La separacin es, a la par, falsa y verdadera. Los ele-

    rnentos que figuran separados tienen tendencia en ase-rnejarse a fuentes distintas de la riqueza y de la produc-r:in cuando, de hecho, es nicamente debido a su accinr.:omn que se produce dicha riqueza. En tanto que fuen-tcs distintas de la riqueza social, parecen recibir la parteqtre les corresponde de la (rentaD nacional, lo que disi-rnula el hecho de que la riqueza social coincide con laplusvala global. Ese captulo decisivo de EI Capital puedecncontrarse en el libro III, seccin 7, captulo 48.En esta hiptesis, la ideologa coincide con la prctica: la separacin que reina en el seno de la sociedad bur-guesa. La ideologa consiste en aceptar la disociacin yen considerarla como real. Se abandona entonces la ideacle unidad concreta que constituye la sociedad burguesa,y se acepta el espejismo que sta le sustituye (a la plus.vala global, la teora de la renta nacional y de sus diver-sas fuentes). Una vez que se ha admitido el esquema uni-do-desunido ctrue caracteriza la prctica de la sociedadburguesa, se puede aseverar no importa qu cosa. Laideologa? Es mera palabrera que se aparta por com-pleto de los otemaso.Nuestra hiptesis sobre el espacio unido-desunido se

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    relaciona, pues, directamente con el esquema tripartitoutilitario de la sociedad capitalista segn Marx. Esta hi.ptesis se sita entre aqulla de la falsa conciencia queexcluye la ideologa, y aqulla de la ideologa que im.plica interpenetracin de lo verdadero y de lo falso, yque excluye la falsa conciencia.Hay, pues, una praxis: las separaciones sostenidas,mantenidas, por tanto representadas a travs de la ac-cin que mantiene hasta en su disociacin los elementosde la sociedad. Esa accin es precisamente el esquema delespacio, esquema generador ligado a una praxis, a unarealidad y a una verdad dentro de los lmites de esa so-ciedad. Dicho esquema es, por tanto, ideologa ligada aun cierto conocimiento dentro de los lmites de una prc-tica social. Dicha representacin es, a la vez, aparente,puesto que los elementos que disocia estn ligados entres, y real, puesto que los elementos que mantiene estndisociados. Da lugar a discursos ms o menos aberrantescuya relacin con el conocimiento o el error vara segnsi se toma como referencia la praxis burguesa (separaciny disociacin) o cualquier otra praxis admisible.El espacio arquitectnico y urbanstico, en su condi-cin de espacio, ofrece esa doble faceta: desarticulado e,incluso, desmenuzado bajo la coherencia ficticia de la mi-rada, espacio de constreimientos y de normas dispersas.Posee ese carcter paradgico que tratamos de definiraqu: unido y desunido. Es de esta manera que a la vezse ve dominado (por la tcnica) y no es apropiado (parasu utilizacin). El espacio es inmediato y mediato, es de-cir, que pertenece a un cierto orden cercano, el orden dela adyacencia, y a un orden ms alejado, la sociedad, elEstado. El orden cercano y el ordcn ms aleiado no tie-nen ms que una coherencia aparente que no impide paranada la desarticulacin.Este cspacio depende de interc'scs clivergentes y degrupos diversos los cuales, sin embargo, hallan una ciertaafinidad comn dentro del Estado. Depende de una ofertay de una demanda quc pueden no conservar rclacin al-guna entre ellas y que, no obstante, tienen un mismo de-38

    r,,rrrinador comn bajo el influjo de tal o cual inters.I'rr'lo que se refiere a la divisin del trabajo entre aque-llos que intervienen en el espacio, a saber, el arquitecto,r'l rromotor, el urbanista, el contratista, etc., esa divisin,1,'l trabajo lleva a cabo esa mezcla de unificacin cons'trcirida y de desarticulacin que tratamos de analizat.Sc podra bien demostrar que el espacio de la pintu-,., y de la escultura es precisamente ese espacio desgarra-rl,r. troceado y, sin embargo, determinado globalmente.

    12. Hagamos nuevamente hincapi en el hecho de,rrc, la totalidad del espacio se convierte en el lugar de larr'rroduccin de las relaciones de produccin.En tiempos pasados, tanto el aire como el agua, la luzr orrro l calor, eran, directa o indirectamente, atributos,lt' la naturaleza. Esos valores de utilizacin han entrado.r l'ormar parte de los valores de intercambio; su utiliza't irin y su valor de utilizacin, junto con los placeres na-t,,rals vinculados a la utilizacin, se van difuminando;;il propio tiempo que se compran y se venden, se van ha-, icndo cada vz ms escasos. La naturaleza igaal que el('spacio, junto con el espacio, se ve a veces destrozada,lragmentada, vendida bajo forma de fragmentos y ocupa-.lrr globalmente. Se ve aniquilada como tal y reorganiza-,la iiguiendo las exigencias de la sociedad neocapitalista'l,as xigencias de la reconduccin de las relaciones so-t iales envuelven de esta guisa la venalidad generalizada.lc la propia naturaleza' La escasez de espacios libres enl,,s zonal industrializadas y urbanizadas ofrece, por de-rns, un fuerte contraste con el vaco de los espacios anrro ocupados, los desiertos terrestres y los espacios,inter-rlanetarios; por consiguiente, el alto precio alcanzado pori,-,s espacios ocupados y la escasez, cada da mayor, de loscspacios an por ocupar, constituye un fenmeno re-e:iente cuyas consecuencias son cada vez ms graves.Dicho espacio, al ser lugar y mbito de la prcticasocial en el seno de la sociedad neocapitalista (es decir,cle la reproduccin de las relaciones de produccir-r), mar-ca netamente los lmites de dicha sociedad.

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    Por mucho que los dirigentes polticos, cuya tcticaexpresa hoy en da las alianzas y compromisos entre elejrcito y la tecnocracia, alerten la opinin, formen comi-siones y comits de estudios, creen administraciones yministerios; por mucho que susciten proposiciones; yapueden movilizarse los expertos, movilizar a los sabios,plantear los problemas del medio ambiente y de la con-taminacin; ya pueden buscar conscientemente o no adesplazar en esa direccin tanto los objetivos como lasluchas polticas; ya pueden presentarlos como siendo sim-ples etapas para alcanzar una realidad de mayor catego-ra, con el concurso de las ciencias humanas o sin su con-curso. Ya pueden pretender que los problemas urbanos,desde ahora mismo, son asunto de todos, o, al contrario,que es a los tcnicos y a los tecncratas a quienes perte-nece resolverlos. Hay que comprender que esa sociedadno puede salirse de su espacio, que no puede rebasarlo,aun suponiendo que tal o cual lo proponga. Esta sociedadno puede ms que tender hacia la sistematizacin de eseespacio, es decir, hacia una lgica que jams puede lle-var hasta sus ltimos extremos.Se habla de .,produccin del espacioo. Esta expresinmarca un paso hacia delante en la reflexin arquitectnicay urbanstica, rebasando esos sectores y haciendo recaersu peso sobre el conjunto de la sociedad. Significa que nose considera el espacio como un dato a priori, bien seadel pensamiento (Kant), bien sea del mundo (positivismo).Se ve en el espacio el despliegue de una actividad social.Se establece, pues, un distingo entre el espacio social yel espacio geomtrico, es decir, mental. A pesar de todo,la expresin no deja de ser ambigua. En efecto, toda so-cieclad produce (su> espacio o, si se prefiere, toda socie-dad produce (un> espacio. Qu ha surgido de nuevo enla sociedad en la que la mantenencia de las relaciones deproduccin se torna determinante, en la que, sin embar-go, las tcnicas y las fuerzas productoras han alcanzadoun nivel desconcertante? iQu significa la palabra "produ-cir"? Acaso significa ((cosas)), objetos, mercaderas? Ha-blando en trminos marxistas, acaso ese espacio sera40

    rna superestructura de la sociedad denominada industrial(( irpitalista o no) tal como lo sugiere la hiptesis de lalrlia conciencia? Acaso sera nicamente una represen't:c:in ms cercana que las dems de la prctica?Ser por tanto ncesario precisar esos trminos y ese,,,rrcepto: Ia produccin del espacio'13. Espacio y lgica. Semejante ambigedad vuelve.r hacer acto de presJn.ia. Dnde se sita 1a lgica (plan-r,,oa, supuestal impuesta)? Existe loy en da- un sor-;;,;;H"i;u"r "'ta nocin (mal elucidada) de lgica.i 1,, lu.go de no pocos discursos, se describe la "lgica,i"i ,". vienten, La ulgica del satero (la epis-temologa),1,,-.lgi"u de la ,.rp"tiiu"tt"ia', h "lgica del urbanis-"t"", f" "igica de l mercaderau, la "lgica del Estado"t'tctera. Ese abuso fresenta puntos de analoga conel delsistema (o las sisteiratizacio-nes con la lgica que impii-

    r:an). Acaso ese abuso es social o poltico' ideolgico o;;;;ril, t*plicado en el discurso o la inconsciencia?' --i"u" tendra el espacio su lgica? Ora el espacio,f"p!"" " ,rrru lgica freexistente, superior y absoluta'rruasi teolgica; or es ia lgica personificada' el sistemacle la"coherencia; ora' finalmente, permite la coherencia',,.tto.iru"o la lgica de la accin (praxeologa o estrate-gia). Se encuentr;n aqu las diferentes tesis sobre el es-i"i", ort tomado como modelo, ora como instrumento'.rru .o-o mediacin.Proposiciones. Al no tenct' el cspacio u1a tOS.i1 i1-t"rrru y propia, remite a la lgica formal y a, la metodolo-"iu n"i"t"l. El espacio comn a las actividades diversas y;";;, "tt "t'*utco impuesto de la sociedad burgue-iu, "r" espacio es un esquema del qrte se sirve esa socie-clad para intentar ;;nstituirse en sistema' con el fin de"i."?ut la cohcrencia' En qu forma? Camuflando srscontradiccio""., irr.lrridJs las-del propio espacio, esc fon-;;; ";, global v pulverizado, unido v desunido' La e-trategia de clases tiata de asegurar la repr-oduccin deIas relacior-r", "="''t"iules a travs de la totalidad del es-i-^n" "t,a hiftesis, no existe espacio absoluto' bien4l

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    sea vaco, bien sea lleno, si no es para el pensamientofilosfico-maremitge. nl'erpalio-Lirrtul y social es unespacio especfico, por tanto cualificado, incluso si no sepercata uno de ello. Se trata de una modalidad d;l; ;;_uccin en una sociedad eter-lrruaa en cuyo seno semanifiestan tanto contradicciones "-o conflictos.,E*it1:1, pues, contradiccionei Ll "rpoiio,-i.rii,r.o ri:: li. disimula y camufla. En dicha sociedad, lo .,real,se encuentra al fil y no al principio. A este ttulo, en-globa lo .91re s-e deja integru. "-o l, procesos integrado_res. Engloba Io qis ." d'"u reducir, incluido l. il;;l;;-io. Esta sociedad no obedece u .r.ru lgica; repitmoslouna vez ms: tiende hacia ella. Esta sciead n" ,;;;..:"ryl Y" sistema; se esfuerza en srlo, aunando el cons-treimiento y la utiiizacin de lur-i"pr.r"ntaciones.Las contradiccione-s aA "spaiilo ,on producto desu. forma racional tal como ," "rpr""de en las mate_mticas; son producto del contenid prctico y social y,ms especficamente, del contenido capitalista. Efectiva_mente, ese espacio- de- la,sociedad capitalirtu pr"t""J" -.J,racional, cuando, de hecho, "n la prrri"u,est comercia_lizado, desmigajado, vendido por'pur."tas. As es comoa la-vez es global y pulveriza". pr"." lgico y est ab-surdamente record;. Esas contrdicciones saltan a lavista en el plano institucional. En este plano, se percatay.o. de que Ia burguesa, clase dominante, dispone de un{ob-le poder sobre-el "ru"i"; ;;^;;i-", lugar, a travsde 13.nloqiedad privada d"l ;";1.:;r" ," extiende a latotalidad del-espacio, excepcin hecha de los derechos delas colectividades .y,dgl Ert".,-v,-^Jn ,"g.rndo lugar, atravs_ de_ la globua_ua, u ,ub".,' "oro.irrriento, Ia es_trategia, Ia accin del Estado prpi"mente dicho. Existenconflictos inevitables entre esos do, a.pe"tos, y especial_Ttlt: entre el esFacio abstracto (concebido ;'.;";;;i,global y estratgico) y el espaci,o i"l"iuto, p".;itii", ;i:vido, desmigajado y-vendio. E" "i pr^"r' i"rtii".irir"i,esas contradicciongs se hacen patentis entre los planosgenerales de -ordensin y los proy".to, parciales de losnegociantes de espsis.42

    Reflexionessobre la poltica del esPacio .

    l(esulta ahora posible echar una mirada retrospectiva',,,lrle lo que ha sio dicho y hecho en el transcurso de larrllima dcada. Esa mirada retrospectiva permite esta-l,lt'cer un balance. Por otra parte, hoy en da, en los albo-,'s de 1970, algo se est fraguando en las altas esferas :rrrr cambio de perspectiva, cambio ms o menos real que,lcbemos tratar de comprender y de aquilatar"' Hastalr:rce muy poco tiempo imperaba, en materia urbanstica,,'rra teoia, o ms bien una ideologa que jams haba,rrcdado completamente expresada. Dicha ideologa, se-irin mi punto de vista, poda compendiarse en tres pro-uosiciones:1. Existe una accin coherente denominada urbanis-,ro a veces emprica, a menudo aplicando los conceptos,, los resultados de una ciencia determinada (demografa,('eonoma poltica, geografa, etc'), ora teniendo en cuentarcsultados- y datos interdisciplinarios, pero acercndosernediante eios diversos procedimientos a una prcticat ientfica y tcnica a sernejanza de tal ciencia ya constituirla, por ejemplo la economa poltica't. Eiiste por parte de los urbanistas o de algunosile ellos, una reflexin metdica sobre esa prctica,,refle-xin de orden terico que apunta implcita o explcita-rnente a la constitucin de una epistemologa, es decir,cle una regin del saber que contiene ncleos de saberlclquirido, en resumidas cuentas, lo que designa el tr-rnino de epistemologa.3. Esta reflexin capaz de elevar hasta el lenguaje* Conferencia pronunciada en el Instituto de Urbanismo dePar"s, el 13 de enero de 1970. 'Espaces et Socitsn, nm' 1' no-viembre de 1970.,'ii.,

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    terico y hasta los conceptos la prctica urbanstica, estareflexin terica consiste en unu'.i"n"iu del espacio,,bi"nsea global (a escala de la totalidad de la sociedad),bien sea local (a escala d.l h"b;;;1.'Hablando de manera ms general, recordemos que enel curso de esta ltima dcad"a q,r"Jaba "*;;il;;_reentendido un poco por doquir tr" "l objeto p.. ;;_celencia de la ciencr.u Jrt 9l ";;;;.; y no el tiempo. Es-p.r:i? del sabcr y saber del espacio, cientificis*o u "ro"_:1.,1:1":Iiul parejas, a ta icz "i "r pr".ro -rrll'""l plano social, dentro de una estructura general. porconsiguiente, se deba llevar, a travs de Ia- "i"".iu "iespacio, Ia prctica y Ia tcnica urbansti.a, husta el ,rl-vel general del cientificismo. Dicha posrura era imprcitaen el caso de numerosos teorizantes-_cite-o, ,irri.u"*te los notables estudios llevados a cabo por Robert Auze.lle y Ionel Schein. Merced a esas .onsi".a.i.;;;; ;i"';;-pacio urbano, otrora integrado bien sea a la utilizacinespontnea del paraje, bien sea a la cultur" d"t;f; ilsociedad, quedaba apartado del contexto; se producacomo un dato, como una dimensin especd., a" i" .rg"]nizacin- social; y esto, en primer lugar, en relacin conuna accin concertada al ms alto nlvel, "" ,"g""o-l.r_gar, en relacin con necesidades sociale po.,;;iu;;localizables' Tal era.el postrrrado que se o.^"rtuuo uu:-"ipensamiento urbanstico y la enseanza. lJn postuiadoaun ms oculto era el siguiente: Ia objetividad v Iu-;;;:rezao del espacio urbanistico, objeto . .i"".ii l; ;;;fieren un carcter neutro. El espcio pasaba p"; ;;;;_nocuo, es decir, apoltico. Este iontinente no existiendoms que por su contenido, no valiendo ms que por dichocontenido, dependa, pues-, en tanto que "b:eii""'V;;;;;e las matemticas,. de- la tcnica,'y, u ,o duarlo, J"una lgica del espacio. La ciencia dei espacio debia pues,a la vez, coronar y contener por s mismi "l p"n.*i*iurbanstico. Ahora bien, ah ernpezaron a surgir las difi-cultades. En efecto, si la ciencia es ciencia deirn "rpu.ioormal, de una. forma espacial, implica una logstir; ir*44

    'llt'able, y Ia ciencia no pocllia consistir ms que en unir,rrrrra de consllcimientos, ataiiiendo dircct;rmente al con,l,'rrido (la gente !). Hn cambio, si dirigimos la vista hacia' l cstudio de lo cluc vienc a poblar esa formr, o hacial;rs necesidades de la gente, o tambin hacia sus reivin-rlit'nciones, si se orienta la reflexin sobre el contenido yrro sobre la frrma

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    existiese poltica, sino que se la conceba de forma pe.culi.a1. Otrora, un otrora no tan lejano, se consideraba lopoltico como siendo un obstcul a ia racionalidad, alcientificismo, como introduciendo una perturbacirr, r*suerte de irracionalidad. Los hornbrei polticor, ."gJncriterio generalizado, proceclan bicn sea al albur de"lascoyunturas, bien sea cindose a intereses particulares,representados, aun cuando cuidadosam"rrt" diri*uladospor ellos mismos; al tener una ptica propia y, por de.ms, asaz verstil, al no ver claramente "i tu, alirnativasni,los objetivos, esos polticos desbarajustaban la raciona_lidad. de la organizacin urbanstica y Ia eficacia de iaciencia. En_el mejor de los casos, se consideraba a loshombres polticos como dependiendo ellos mismos de unaciencia de la estrategia; a este ttulo se les dejabt"p";;;arguyendo que un da vendra en que ellos tambi" ,"someteran al carcter cientifico as despejado.En este enfoque relacionado con lo- p"oliti.o y su in_tervencin urbanstica, se seguia conservando "i port,r-lado del espacio objetivo y neutro. Ahora Ui"", ,J t u."patente que hoy en da el espacio es poltico. Ei espaciono e,s un objeto cientfico descarriado por la ideoloia opor la poltica; siempre ha sido poltico y estratgiJo. Sibien dicho espacio tiene un asplcto neutro, indilerentecon respecto al contenido, por tanto formal,abstrado de una abstracin racional, ., pr""iru".,1"porque ya est ocupado, acondicionado, porque ya es ob_jeto de estrategias antiguas, de las q.re no siempre se con-sigue encontrar las hrrellas. El espcio ha sido formado,modelado, a partir de elementos histricos o naturales,pero siempre polticamente. El espacio es poltico e ideo-lgico. .Es_una representacin liieralmenie plagada deideologa. Existe una ideologa del espacio, poi q moti_vo? Porque este espacio q.re pa."c fromlenei, h".hde una sola pieza dentro e ,,,, objetividad, !, ,r..r fo.-upura, tal como lo constatamos, es un producto social. Laproducci-n del espacio no puede equipararse con la pro-duccin de tal o cual objto particlar, de tai " ""1mercadera. Y, sin embargo, no dea de existir relacin46

    'rrtrc la produccin de las cosas y la del espacio. Esta l-trrrrrr produccin se la adjudican gmpos particlllares que'.,' ;rrropian del espacio para administrarlo, para explo-t,rrlt..81 espacio es Lln producto de la Historia, con algo,lrlt'r'cntc, y algo ms cte lo que entraa en s la Historia, rr lr acpcin clsica del trmino. La ciencia del espa-{ r{r debe, pues, repartirse a diferentes niveles. Puede ha-l,t'r' ciencia del espacio formal, es decir, prxima de lasrr;rtcmticas, ciencia en la cual el conocimiento utilizarrrrieg5 tales como los conjuntos, las redes, los rboles,l;r:; alambradas. No obstante, la ciencia no se sita a,'.,r: nico nivel, no puede permanecer formal. El anlisis, rtico define en qu forma y siguiendo qu estrategia ha',irlo producido tal o cual espacio comprobable; final-rrrcnte, hay el estudio y la ciencia de los contenidos, det st.s contenidos que, quizs, ofrecen resistencia a la for-nra o a la estrategia: es decir, los usuarios.Se puede afirmar, situndose uno al nivel ms alto,ruc la planificacin posee tres dimensiones.Primera dimensin: la planificacin material,

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    ses, es siguiendo las pautas que indican los balances fi'nancieros, atenindose a las indicaciones bancarias, comose lleva a cabo la planificacin llamada "indicativai)' entanto cluc en la URSS, an hoy cn da, la plailificacinautoritria y centralizacla viene dictada tomando comolsracio. El mtodo para abordar el problema del espaciorlr puede consistir nicamente en un mtodo formal, l-llrc:o o logstico; debe y puede ser igualmente un mtodo,ltttlctico que analice las contradicciones del espacio den-lro de la sociedad y de la prctica social.Si partinros del concepto de que el espacio es polilrt'o, queda supeditado (al igual que su teora y su cien-( rr) a una doble crtica, ella misma poltica: la crtica de,lcrechas y la crtica de izquierdas. La crtica de derechas('s, a grosso modo, una crtica de la burocracia, de las in'It'rvenciones estatales, en el sentido de que esas interven-, iones estatales obstaculizan la iniciativa

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    lidad de que se prodtucan catsrofes irrernediables ! Es,pues, en este sentido en el que la crtica de la poltica, conrespecto al espacio y a la naturaleza, es una crtica de inquierdas. Lo que n estara de acuerdo en admitir tal ocual oprospectivista)r. Poco importa. Ya desde este pre"ciso momento, al igual quc el espacio, la naturaleza estpolitizada, porque est inserida en estrategias conscienteso inconscientes. La creacin de parques nacionales, etc.,representa ya de por s una estrategia, pero una pequeaestrategia, ms bien una suerte de tctica' Cuando, dehecho, habra que aspirar a mucho ms.No me resulta difcil imaginar la reaccin de los rea'listas: nUsted nos habla del maana, del pasado maana,pero hblenos del presente.> De acuerdo, hay que mos'trarse realista. Sin embargo, sucede a veces que el maa'na sea el presente, y entonces vuestra realidad puede sal'tar hecha aicos ante vuestras propias narices. Por ejem'plo, pueden presentarse de repente, de la noche a la maa-na, extraordinarios casos de contaminacin...Por tanto, repito que hay una poltica del espacio, por'que el espacio es poltica.En lo que concierne al urbanismo del presente, la-critica de deiechas pone el acento sobre la vivienda indivi-clual y sobre la iniciativa privada. En esta suerte de granpndola de intenso movimiento de balanceo que arras-tra a la sociedad francesa, en la que lo estatal, sorpren-dentemente denominado .,socialu o , se oponea lo .,individualu y a lo uprivadou, el fiel de la balanza sernclina netamente del lado de lo individual, es decir, dela iniciativ oprivada" y del capital. La meta de esa cri'tica es, evidentemente, la de despejar el camino antelos capitales que estn al acecho de las inversiones msrentables. Dichos capitales buscan afanosamente un cir'cuito secundario, anexo con respecto al gran circuitonormal o habitual de la produccin y del consumo, parael caso en que dicho circuito perdiese empuje. Inserir deltodo la tieria y el habitaf en el intercambio y el mercado'tal es el objetivo de dicha poltica. Normalizar ese cir-cuito secundario, lo inmobiliario, conservndolo, sin em-52

    lr;rt'go, tal vez en tanto gue sector compensatorio, stals la estrategia seguida. Por lo que respecta a la crticarlc izquierdas, sta toma como punto de partida al usua-r io, al habitante, considerado no tan slo en cuant

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    conservarlo en el urbanismo, sin, por dems, haber lle-vado a cabo un anlisis suficiente de dicho ncleo. Sinernbargo, desde hace ya lgn tiempo, se habla de unacrisis de la centralizacin, de la paulatina languidez quese va apoderando de esos centros. Resulta evidente quela centralizacin urbana desemboca en la saturacin. unode cuyos inconvenientes es la congestin de la circula-cin. Entonces, la crtica de derechas augura cl fin de loscentros, la dispersin de las actividades y de la poblacin,y, por tanto, tarde o temprano una segregacin acentua-da de las poblaciones.A la crtica de izquierdas, desde mi punto de vista per-sonal, le toca demostrar quc la centralizacin es parteconstitutiva de la vida urbana, que si no hay centraliza-cin ya no hay vida urbana, que la prctica urbana se veherida en pleno corazn por la dislocacin de la centra-lizacin. En este sentido, la crtica debe demostrar cadavez con mayor profundidad el superfuncionalismo de loscentros. Por otra parte, no debe disimular las dificultades.Si existen contradicciones del espacio, tambin surgen aeste nivel, y la centralizacin no puede declararse, afir-marse, sin plantear problemas. Se presentan entonces mo-vimientos dialcticos, desplazamientos de la centraliza-cin; existe la saturacin, la destruccin de la centrali-zacin por si misma; de ah, quiz, la exigencia de unapolicentralizacin, de una concepcin policntrica del es-pacio urbano. Yo no hago, en este caso, ms que marcaruna orientacin.

    Hoy en da, el Plan corre el riesgo de dar al trastecon la centralizacin del urbanismo oficial. Primera ob-servacin: entretanto, centros cornerciales, gigantes, ro-dendose, en calidad de anexos, de todo tipo de servicios,se van erigiendo, aportando una concepcin y una prcti-ca del espacio de nuevo cuo; efectivamenle, esos centroscomerciales no estn aislados, sino que constituyen autn-ticas redes comerciales. Segunda observacin: lo que vaa subsistir es Ia centralizacin de las decisiones, es decir,el centro que concentra en su seno el dominio ,la riqueza,Ia informacin, el poder. Por consiguiente, la critica de54

    l centralizacin va a amparar, no la disolucin efectiva,lt: Ia centralizacin, sino el fortalecimiento de una centra-lizacin por partida doble, recusable tambin a doblelitulo: la redes de centros comerciales, la centralizacin,lt: Ias decisiones, autnticas fortalezas del Estado, quel;r ideologa neoliberal va a amparar.Tengamos el valor de ir hasta el fin. En qu consiste,'l urbanismo durante esta dcada? En una operacin ex-t('nsa y polivalente. Una ciencia ambigua en busca de su,,bjetivo y de su objetividad, no hallndolos ah donde losl,rrscaba. Una prctica, ciertamente, pero cientfica? Esto,'s harina de tro costal. A ciencia cierta, una mezcla deinstituciones y de ideologa, una forma de enmascarar larroblemtica urbana en su conjunto, y tambin iuego lasocializacin de las prdidas y de las emergencias, lat()ma a su cargo por parte del Estaclo y del sector prblicotlc un sector retrasado, atrasado, todava artesano de larroduccin, cuando menos en los principios de la dcad-a,sr:ctor deficitario y, sin embargo, decisivo dentro de lasociedad. Esos caracteres de atraso de la produccin ent'l campo urbanstico, es decir, habitat y espacio urbano,c'sos caracteres artesanos y deficitarios habiendo desapa-rccido, al cambiar, por tanto, las perspectivas, se puedec'onfiar ese sector al capitalismo privado, ya que se haconvertido en negocio rentable.No dejemos caer en el olvido un detalle de carcterhistrico sumamente importante. La propiedad del suelo,cdificado o sin edificar, es de origen feudal. Para llegar acomprender perfectamente lo sucedido, resulta preciso,""oid". que el propietario de bienes races, tanto si espropietario de tierras como de inmuebles, es ,per se.rr, p"rrotuje de otra ndole y diferente del capitalista in-clustrial. Ei capital mobiliario y el capital inmobiliario noson iguales, se administran, por ende, de forma diferen'te. Brlen ejemplo y prueba de ello es que durante las dosguerras mundiales hubo moratoria de los alquileres, unsistema para reportar sobre los propietarios de bienesraces pu.t" d" las dificultades engendradas por las con-tiendas. Jams, que yo sepa, se ha odo hablar de mora-

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    toria de los dividendos del capital industrial. La movi.Iizacin de la riqueza constituida por bien sea bienes ra.ces, bien sea bienes inmobiliarios, debe ser contempladacomo una de las grandes rarnas del capitaiismo finncie-ro, desde hace un cierto nmero de aos; la entrada de laconstruccin en la rbita industrial, bancaria y finan-ciera, ha constituido, durante esta ltima dcada, uno delos objetivos estratgicos. En la sociedad, tal como laconocemos, resulta de lo ms lgico, de lo ms coherente.Para hablar con mayor propiedad, ese circuito de lo in-mobiliario ha sido durante mucho tiempo un sector su-balterno, subsidiario ; paulatinamente, se va convirtiendoen un sector paralelo destinado a su insecin dentro delcircuito normal de Ia uproduccin-consumo)). puede, in-cluso, transformarse en un sector principal aun cuando,normalmente, sea un sector compensatorio, si el circuitonormal se ve frenado, si se pro-ducen fenmenos de recesin. En tal caso, los capitleshallan en l una suerte de amparo, un terreno s,rpi"men-tario y complementario de explotacin; las ms de lasveces, no se prolonga durante mucho tiempo, pues setrata de un fenmeno

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    socio-polticas. Dicho lo cual, traigo a colacin una tesisque ya me ha sido dado sostener aqu y en otras ocasio-nes: hoy en da, ms que nunca, no puede haber pensa-miento sin utopa. O, entonces, se contenta uno con cons-tatar, ratificar lo que se le presenta bajo los ojos; no vams all, se queda uno con la mirada clavada en lo real,tal como acostumbra a decirse: se es realista... pero nose piensa ! No hay pensamiento que no explore una po-sibilidad, que no trate de hallar una orientacin. Ahorabien, en cuanto se soslaya el positivismo agobiador queno consiste ms que en una falta de pensamiento, prontose halla uno ante fronteras bastante difciles de delimitareutre lo posible y Io imposible. Y, sin embargo, no existehoy en da, especialmente en el campo qe nos ocupa, noexiste, repito, pensamiento alguno que no est acompa-ado de una utopa. Tanto los arquitectos como los ur-banistas estn plenamente convencidos de ello.En lo tocante al espacio francs, se nos presentan, pordems, como en otros muchos pases, tres estratos defenmenos: en primer lugar, la naturaleza, lo que nosqueda de las obras y trabajos de los perodos en quepredominaban el campo y la agricultura, es decir,los pai-sajes, los pases, las regiones; luego, un estrato de trans-formacin histrica, en especial durante el perodo in-dustrial; finalmente, las estrategias actuales que trasto-can o que debilitan las producciones anteriores, por loque respecta al tiempo y al espacio. El resultado, comoya bien sabemos, es del todo contradictorio e incoheren-te. Es, por un lado, el

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    roso, como el Ruhr o la megalpolis inglesa. Se tratabade una decisin poltica que interesaba la poltica delespacio. Por lo derns, se ha seguido dicha poltica durantetola esta dcada. Fue por aquellos entonces cuando seiniciaron los estudios del Distrito; y como no era con'vc'niente que Pars se convirtiese en el slo y nico cen'tro de toda Francia, se concibi esa famosa reparticinclel espacio creando unas metrpolis denominadas n deequilibrio", un medio mecnico de compensar Pars, so-bre el papel, en el espacio francs; cuando, de hecho, Iaestrategia anterior era de ndole totalmente opuesta.Cabe preguntarse cul va a ser la estrategia del espa-cio que ser adoptada ahora. Se seguir acaso robuste'ciendo el centralismo parisiense? A pesar de ello, no hahabido ms remedio que enprender una descentraliza-cin mitigada, sabiamente dosificada, para no poner enentredicho los privilegios del poder central.Si pasamos ahora a considerar la presencia de esos aquienes se denomina, con un neologismo bastante singu-lar, los ndecididoreso, dichos elementos plantean ms deun problema. Cul es su capacidad de adaptacin? Aca-so estn ya sus objetivos netamente fijados? Cul cs suideologa? Cul es la arnplitud de autonoma de la quedisfntan? Dicho en otras palabras y repitiendo la pregun-ta: Acaso se ha instaurado una tecnoestructura en eltranscurso de la dcada pasada, por lo que a organizacinurbana y poltica del espacio en Francia se refiere?En cualquier caso, esos "decididores" pueden optar:les toca escoger entre soluciones contradictorias. Todaslas contradicciones del espacio van cobrando amplitud'Pueden ellos, bien sea prever una disposicin de equilibrioal proseguir con la poltica de las metrpolis provincia-nai -ahora bien, quien dice equilibrio, dice estabili-dad-, bien sea prever y producir lo efmero' Entra den-tro de lo posible concebir casas, bienes de equipo quequedaran desechados al cabo de pocos aos, de la mis'ma forma que quedan desechados los platos de cartn olas servilletas de papel tras su efmera utilizacin. Y,por qu no? Acaso no fue preciso que las empresas y0

    l,rs metalrgicos del Mosela se sometiesen a los cambios.rt'aeciclos "ir t" produccin? Acaso no hubo que tras-l;rclarlos a Ia regin de Dunquerque, no se sabe exactamen-tc por cunto-tiempo? Tenieno en cuenta los rpidos,,,,irt io, expertrneniaclos en el campo de los mtodos y,lc las condiciones de produccin, se puede prever y dis'l,()netr lo efmero, o, *y al cotrariC, tender a un mximo,r" equilibri y e "ttuitidud. En la poltica del espacio'.'sta Ls una opcin que se encuentra a la orden del da'rna eleccin qLle se tliene que hacer en medio de las con't r adicciones.,si pues, eleccin entre el equilibrio y lo *l=:l.'in entre la descentralizacin efectiva y el latsser'atreneoliberal en lo que concierne las tendencias a la centra-lizacin poltica n Francia; he aqu algunos elementostlc esa problemtica.I-o, problemas estn ligados entre s: caso de laisser'Iuire, tindtemos centros de decisin, cle pode^r' de domi-"i.,'" tiqueza, de informacin, llamados formaciones,,cuaternariasu. En la perspectiva de dicha centralizacin"decisionaln, que p"a.iu muy bien-quedar fortalecida al,,;;;;;;ir*o d"^t"t crticas neoliberales de la centrali-,uia*,la poltica del espacio corre el riesgo de ir a de-scmbocar en desigualad"t de crecimiento y de desarrollotodava mucho ^at u"*tttuadas y marcadas que en elp"tuao. En principio, dichas desigualdades de crecimien-i; t " desairollo han sido combatidas {; "i "ilLt^uTtr::,o,"subsanadas; podra presentarse el da en que drcnasclesigualdad", ," lri","t' ^agrauadas de forma concertada';;-a-.;i;, aprovechadat poi el poder central' Si as suce-:li";;, ;#rira aigo d suma- gravedad: una suerte d*traslacin del coloiialismo haci dentro de la metrpoli'un semicolonialismo de las regiones y zonas escasamenteclesarrolladas con respecto a los ncleos de decisin' .y'cn especial, con respecto al ncleo parisiense; ya no exrs'i." "ii""i"s en el sentido estricto de la palabra' pero hasurgiclo ya un semicolonialismo metropolitano' que su'bcrdina a dichos centros a elementos campesinos' obrerosextranjeros "" gtu;-"ti"'"'o, y luego' tambin a muchos... .i,* 61

    I 1 iri,i;;;,'*,iri...":1..I,lFt,q;.i,. :;,,

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    franceses pertenecientes, bien sea a la clase obrera, biensea, incluso, a la intelectual, todos ellos condenados a unaexplotacin coucentrada, en cLlanto a los mtodos utiliza-dos, y manteniendo a dichos elementos en un estado desegrcgacin espacial. Lo que viene a justificar y a confir-mar esa apreciacin es, por lo que a rn concierne, un es-tudio permanente del complejo Lacq-Mourenx, en los Pi-rineos, independientemente de una serie de investigacionesllevadas a cabo en otros lugares, en especial en la reginparisiense. Resulta intil resaltar el hecho de que tal si-tuacin podra llegar a hacerse explosiva. Llegado a estepunto de mi conferencia, ruego encarecidamente a aque-llcls que poclran criticar rni postura, que no confundan latempestad con la meteorologa. Yo no soy ms que elmeteorlogo, no soy yo quien origina la tempestad.Por otra parte, esta alternativa entre lo privado y locolectivo, entre lo individual y lo estatal, puede prolon-garse an durante mucho tiempo. Es una alternanciapropia de la totalidad de la sociedad francesa, neolibera-lismo, oneodirigismo) -una vez el fiei de la balanza se in-clin de un lado, ahora, se inclina del otro. Lo que vieneilustrado de forma caricaturesca sobre el terreno, por elcontraste existente entre Ios grandes complejos urbanosy los arrabales plagados de modestas torrecitas. Por par-te opblica>, colectiva, estatal, se incita a la adopcin degrandes complejos urbanos. Por parte .,privadao se quie-re hacer prevalecer el sistema a base de modestas torre-citas. Existen otros muchos elementos.A travs de esas contradicciones. el anlisis crtico delespacio poltico y de la poltica del espacio seala las ten-dencias y denuncia los peligros y amenazas que entraala situacin.

    La ciudad y lo urbano

    1. Et decir que la sociedad contempornea se hallaen proceso de mutacin ha acabado convirtindose enunJ banalidad. El vocablo omutacin, no tiene significa'do preciso ms que en biologa; cuando se le utiliza en,"rriido sociolgiio, es ms 6i"t a modo de imagen, demetfora, antes que como concepto. Esa imagen puede,inclusive, llegar a disimular el interrogante esencial adnde iremos a parar?No es menos cierto que dicha umutacinn se ve ca'ractertzada por mltiples crisis que se intrincan las unascon las otras, desde las crisis econmicas y las de laeconoma poltica, hasta las crisis por las que pasan elarte, la literatura, el cine, el teatro, la Universidad, la ju-ventud, etc... Dentro de ese intrincamiento y esa interfe-cncia de crisis mltiples, se plantea un interrogante:hay acaso una crisis y crisis ms importantes, ms esen-ciales las unas que las otras? El planteamiento que vienea continuacin se cimenta sobre la hiptesis segn lacual la crisis de la realidad urbana es ms importante,ms central que cualquier otra.2. Es un hecho de lo ms corriente el hablar de lasociedad industrial. Esa expresin es criticable en el sen'tido de que no pone de manifiesto determinadas relacio-nes sociales constitutivas del proceso de industrializacin.Las relaciones de produccin requieren un anlisis que Iaexpresin osociedd industrial" tiende a eludir, poniendoel acento sobre la produccin material, sobre el desarro-llo puro y simple de la produccin, y no sobre las relacio'nes sociales de produccin. Respetando esas importantes* oEspaces et Socits", nm. 2, marzo de 1971.

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    Los trminos urbanau no pueden aplicarse

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    rservas y sealando Llna vcz ms cmo un supllesto"con'cepto pude llegar a convertirse en imagen y en.mettora'""ita.umo, muo cle la expresin: sociedad industrial'Mtry bien se puede e"ir "que la sociedad industrial sus-cita la aparicin'de t" rrtUu"irucin. Tal constatacin y-talfrmula no pu.u., de s"t, hoy en da, meras banaiidades'As y todo, iesulta menos banal preguntarse si las conse'cuencias del proceso, a saber, la urbanizacin, no cobranrpidamente -mayor irnportancia que su causa inicial: lainustrializacin. La teiis qu presentamos seguidamen-te se basa en que la problemtica urbana desplaza y mo-difica hondamnte la problemtica que tiene su origen enel proceso de it d.ttitiilizacin. Cuando la mayora de losterizantes y tambin de los pragmticos, que procedende forma emprica, consideran an la urbanizacin comosiendo t.rrru Conr""uencia exterior y de escasa importan-cia, casi accidental, del proceso esencial, la industriali'zacin, nosotros ur"r,"rurrios todo lo contrario' Sucede enese proceso de doble vertiente algo de suma importancia.;hablando en trminor-"Isicos ,-un boom cualitativo' Elcrecimiento ..turr,iiutiuo de la produccin econmica hasuscitadc un fenmeno cualitatilro q.re se traduce l mis-mo por .rna prob*iti"u nueva: la problemtica urba-na. Resulta eiencial tomar conciencia y conocimiento cleella, con el fin de no perpetuar un error terico y prctlco;dicho error consiste en que se pretende sac-ar de la racio"nahdal de "*p."ru, experiencla de la industrializacin'modelos y "tq-i"*ui aplicables

    a la -realidad urbana engestacin. se quiriera iii", esa realidad a la luz de laempresa y como ,rtu *pt"sa. Ahora bien, la. T:i""1!;dad de l empresa, de su organuacin, -la divis.in deltrabajo que enlraa, ha constituido una adquisicin esen'cial el perodo inustrial, pero que ya no conviene alperodo iue ahora se inicia por deber ste elaborar poril -is*o una forma nueva ie racionalidad: la raciona'lidad urbana. El p;;;gi. con la antigua racionalidacl'ql aplicarla sin ton ni lon, acarrea todo tipo de erroresy d espeji.^, qt" ,t u,r"ln"tt a encontrar en lo que sdenomina (urbanismo>.64 rrcs 128 5

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    "sociedadrr cualquier ciudad o urbe histrica; en la perspectiva asrlcfrnida designan una realidad en formacin, en parter oal y en parte virtual, Io cual significa que la sociedadrrrbana no ha llegado ni muchlsimo menos al final de sul)roceso. Se est fraguando. Esta es una tendencia quet'st tomando cuerpo y que est llamada a desarrollarse.Esa ambigedad terminolgica habiendo quedado di-lucidada, cabe proponer una (periodizacin" del tiempolristrico que lo divide en tres eras: la era agraria, lat'ra industrial, la era urbana. Hubo ciudades tanto en Iat:r'a agraria como en la era industrial. Pero la era urbanasc est iniciando ahora y no hace ms que comenzar. Re'ritamos una vez ms que la nperiodizacin, no es abso-luta; toda divisin del tiempo histrico en perodos dis-tintos es puramente relativa. Se podria decir, recurriendol una metfora de lo ms coriente, que lo ourbano" vie-rc a ser un continente que se acaba de descubrir y cuyacxploracin se lleva a cabo edificndolo.3. La ciudad, desde los principios mismos de la erarrgraria, fue una creacin humana, la obra por excelencia;su papel histrico es an mal conocido, especialmente enoriente, y la teora del modo de produccin asitico nos'cserva todava alguna que otra sorpresa por lo que selcfiere a la relacin entre la ciudad y el campo. En Iotlue concierne al Occidente propiamente dicho, esa rela-t'in conflictiva, es decir, dialctica, es una de las que loslristoriadores menos conocen. En lo tocante a la ciudadcn s misma, tanto la oriental, como la de la Antigedad,lir del Medioevo, etc., se han propuesto una extensa serietlc conceptos.

    a) La ciudad es un objeto espacial que ocupa unIugar y una situacin y que debe, por consiguiente, sert'studiado en tanto que objeto a travs de diferentes tc-rricas y mtodos: econmicos, polticos, demogrficos, etc.(lomo tal, la ciudad ocupa un espacio especfico total-rnente distinto del espacio rural. La relacin entre esos

    espacios depende de las relaciones de produccin, es de. .,ido y siguen siendo.

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    cir, del sistema de produccin y, a trivs de ste, de Iadivisin del trabajo en el seno e la sociedacl.b) Desde este punto de vista, la ciudad viene a ser.una transicin entre un orclen prximo y un orden le-jano- El orden prximo es el de la campia circund.anteque la ciudad domina, organiza, explota, xtorcndole oso-bretrabajoo. El orden lejano es "f d" l sociedad tomad4en su conjunto (esclavista, feudal, capitalista, etc.). Entanto que transicin, la ciudad es tambin el lugar don-,de se manifiestan las contradicciones de la sociead con"siderada, por ejemplo, las existentes entre el poder politico y los diferentes grupos sobre los que se sienta esepoder.c) La ciudad es una obra en el sentido de una obrade arte. El espacio no est nicamente organizado e ins-tituido, sino que tambin est modelado, configurado portal o cual grupo de acuerdo con sus exigenciis, su t:icay su esttica, es decir, su ideologa. La monumentalidadrepresenta un aspecto esencial de la ciudad en tanto queobra, pero el horario que siguen los miembros de la io-lectividad urbana no reste un aspecto de menor impor-tancia. La ciudad como obra debe ser estudiada bajo esadoble faceta: edificios de toda ndole y horario que im-plican en la vida de los habitantes de las ciudads v detodos los ciudadanos en general.De ah se desprende que en