Kentucky Derby: Locos, parias y románticos.
La Carrera de las Rosas llega a su edición 141y hasta el viernes 1º de mayo se venden
las entradas que van desde los U$s 60 hasta los U$s 3.400, si algún día tiene la
posibilidad de viajar, sepa que en Churchill Downs siempre puede ser partícipe de un
hecho histórico; ningún Kentucky Derby pasa desapercibido.
Afiche oficial del Kentucky Derby 1940 (Foto: Google Images)
La historia comenzó en 1874 cuando el Coronel Meriwether Lewis Clark, alias
Lutie, decidió fundar el Louisville Jockey Club con la idea de plasmar todas las ideas
que traía de Europa, de donde volvió maravillado con el Epsom Derby de los ingleses y
con el sistema de apuestas pari-mutuel de los franceses. Sus primos, los Churchill, le
dieron el respaldo económico necesario para desarrollar el emprendimiento ayudándolo
con las máquinas de apuestas pari-mutuel (esto no le gustó nada a los bookmakers que
entre 1889 y 1908 lograron que las autoridades deshabilitaran las máquinas) y cediéndole
el predio donde hoy se ubica el famoso Churchill Downs.
El primer Kentucky Derby (KD) se disputó en el año 1875 y tuvo como ganador al
caballo Aristides, homenajeado en el hipódromo desde 1988 con el Aristides Stakes, y
una estatua de bronce ubicada en el Clubhouse. Este caballo fue anotado para ser el
pacemaker del mejor dos años de 1874 llamado Chesapeake, que también era propiedad
de H. Price Mc Grath. La carrera se dio como estaba planeada pero el favorito nunca
respondió y luego de 2400 metros, el peón se transformó en rey. El jockey fue Oliver
Lewis, un joven negro de 19 años que había nacido esclavo y que ese día tocó el cielo
con las manos. El entrenador del campeón, Ansel Williamson, también era un negro que
había nacido esclavo pero en 1806; sus primeros registros como compositor datan de
1850 cuando estaba a las órdenes de T.G. Goldsby en Alabama. Luego fue vendido a un
hombre llamado Keene Richards y en 1864, un año antes de la abolición de la esclavitud
fue vendido a Robert Alexander, propietario del Woodburn Stud en el estado de
Kentucky. En diciembre de 1865 se firma la abolición y “Old Ansel” con la libertad en
sus manos decide seguir trabajando para Alexander dos años mas. Luego de la muerte de
su jefe siguió radicado en Kentucky y trabajó para H. Price Mc Grath hasta su muerte
en 1881. Integra el Salón de la Fama desde el año 1998.
Aristides, McGrath y Oliver Lewis (Imagen: Keeneland Museum)
La idea de Lutie resultó un éxito ya que diez mil personas acompañaron la disputa del
primer KD de la historia, pero el hombre era bastante irascible y se destacaba por arreglar
todos sus problemas a través de una escopeta, característica que lo transformó en una
carga para sus primos/socios John y Henry Churchill. Siguió trabajando y peleando con
medio mundo algunos años mas hasta que llegando a la década del ’90 empieza la
debacle de Lutie Clark. Primero los socios lo apartaron de la dirigencia de Churchill
Downs (apodo despectivo que le dio la gente de Louisville al hipódromo en 1880, hoy
marca registrada) debido a la mala publicidad que sus actitudes le daban al
emprendimiento y solo lo dejan trabajar como comisario de pista; luego su tío lo excluyó
del testamento y finalmente, en 1893, una caída del mercado de valores lo dejó en la
ruina y deambulando como comisario por las distintas pistas de Estados Unidos para
juntar un mango. En 1899, harto de vivir como un paria se pegó un corchazo en un hotel
de Memphis, doce días antes del Kentucky Derby.
Hay una marca que se mantiene desde 1882 hasta nuestros días y le pertenece a
Apollo, el segundo y último caballo en ganar el KD sin haber competido a los dos años.
A este equino también lo corrió un negro, el quinceañero Babe Hurd. Según crónicas de
la época, desde la abolición y hasta comienzo del siglo XX el turf en esta región era un
deporte de integración que no distinguía color de piel; luego del 900 el clima empezó a
cambiar y los jockeys negros recibían presiones fuera de la pista y ataques dentro de la
misma que pasaban desapercibidos para los comisarios hípicos. Volviendo a 1882, antes
de este Derby, el jockey neoyorquino Jim McLaughlin (que era la estrella del momento)
se encargó de provocar y menospreciar a sus colegas afroamericanos, logrando que estos
se aliaran durante la carrera para hacerle el desarrollo imposible a su conducido, el gran
favorito Runnymede, que a pesar de todos los contratiempos terminó segundo a medio
cuerpo del outsider Apollo.
Existe otra versión sobre la derrota de Runnymede y es la que publicó el periodista Sam
S.Brown en el periódico Pittsburgh Post Gazette en el año 1886: según sus fuentes los
ataques de los jockeys participantes contra el favorito respondían a que la carrera estuvo
arreglada por los bookmakers ya que una victoria de Runnymede los hubiera dejado en
la ruina. Sea cual fuere la verdad, a la semana se volvieron a enfrentar en el Clark Stakes
y sin nadie que lo perjudicara ganó Runnymede por media cuadra.
Como todos sabemos, el Kentucky Derby es el primer paso de la Triple Corona
norteamericana, las otras dos carreras son el Preakness Stakes que se corre en Pimlico
sobre 1900 metros y el Belmont Stakes que se corre en Belmont Park sobre 2400 metros.
Para ganar las tres carreras se debe contar con un caballo crack, resistente y de buena
salud ya que la serie se disputa en apenas un mes y medio. Solo once caballos han
logrado el objetivo, el primero fue Sir Barton en 1919 y el último Affirmed en 1978. En
el medio y después hubieron veintitrés animales que ganaron los dos primeros pases,
entre ellos figura Forward Pass, el único que ganó el Derby una semana después de
haber cruzado el disco.
El Derby del año 1968 venía cargado de un trasfondo político importante, la lucha por los
derechos civiles de las personas negras abarcaba a todo el país y eso había polarizado a
un país que vivía en un estado de tensión constante. El principal referente del movimiento
por los derechos civiles era Martin Luther King Jr. que un mes antes del Kentucky
Derby fue asesinado en Memphis por un segregacionista blanco. Tres días después de su
muerte, en Maryland, el caballo Dancer’s Image ganaba la Governor’s Gold Cup y su
propietario, Peter Fuller, un militante blanco a favor de los derechos civiles, donaba el
premio a la causa de Coretta Scott King, viuda de Martin Luther King Jr. Esta
donación se hizo en secreto pero durante la disputa del Wood Memorial (última
preparatoria de cara al KD) un periodista hizo público el gesto luego de la victoria del
hijo de Native Dancer.
La infidencia del periodista generó diversas reacciones en el país, sobre todo en Kentucky
donde había mayoría segregacionista y todavía tenían fresca la protesta encabezada por el
Dr. Luther King en ocasión de la disputa del KD 1967. Entre amenazas y escoltas
policiales llegó la delegación del norte a competir en un Derby que fue mas que una
carrera de caballos, fue un duelo regional e ideológico: la reedición del Norte vs el Sur,
los cultos vs los rednecks, el caballo nacido en Maryland, propiedad de una persona
nacida en Boston, hijo de un ex gobernador de Massachusetts y graduado en Harvard que
además defendía los derechos civiles de la minoría negra contra el crédito local, un
producto 100% Kentucky que iba a defender el orgullo y el honor de la región.
Dentro de ese barullo llegó el día de la carrera, que terminaría siendo la mas larga de la
historia ya que la confirmación del marcador oficial demoró cuatro años. En la pista el
ganador fue Dancer’s Image que llegó un cuerpo y medio delante de Forward Pass pero
dos días después llegó el aviso desde el laboratorio: el ganador había dado positivo de
Fenilbutazona. Entre la sorpresa y el estupor, Fuller dijo que el caballo había quedado
con una dolencia en un nudo luego del Wood Memorial, así que consultó al veterinario
Alex Harthill sobre el problema y éste decidió con el consentimiento del entrenador Lou
Cavalary Jr. darle “Buta” seis días antes de la carrera para desinflamar la zona. Esos seis
días entre la toma y la carrera, serían suficientes para que el organismo elimine los restos
del medicamento antes del control antidóping, algo que en teoría no sucedió.
Fuller, Cavalary y Ussery festejando el triunfo de Dancer’s Image (Foto: Washington Post)
Peter Fuller siguió convencido de que le estaban pasando factura por su posición política
y emprendió un juicio contra las autoridades del hipódromo a fin de recuperar el honor de
su caballo y de limpiar su nombre. Luego de varios fallos y apelaciones, cuatro años
después de la carrera la Corte de Kentucky confirmó la descalificación de Dancer’s
Image, quien hasta hoy es el único ganador distanciado por doping positivo. Aún con
esta confirmación, en muchos archivos siguen tomando a este caballo como el ganador
oficial del KD 1968, su jockey Bob Ussery nunca devolvió el trofeo y para algunos sigue
siendo considerado el segundo jockey en ganar el Derby en forma consecutiva. El detalle
irónico de la historia no es que la Fenilbutazona hoy sea un medicamento aceptado en
casi todos los hipódromos del mundo, sino que tanto en el Derby de 1967 como en el de
1969 su utilización estuvo permitida.
Ilustración referida al artículo de Hunter S. Thompson (Google Images)
Luego de la edición de 1970 donde por primera vez una jocketta (Diane Crump) formó
parte del Kentucky Derby, llegaría la edición de 1971 donde un caballo de campaña
sudamericana, entrenado por un afroamericano dejaría sin palabras a las 123mil personas
presentes en Churchill Downs.
El caballo en cuestión nació en Kentucky con una malformación en una de sus manos,
motivo por el cual sus primeros compradores lo devolvieron después de la subasta. Fue
entonces cuando su criador Edward Benjamin se lo vendió al venezolano Luis Navas
en U$s 1.200 y se encargó de llevarlo al país petrolero, donde lo colocó a U$s 4.500. El
nuevo propietario se llamaba Pedro Baptista y con la compra recibió la noticia de que el
caballo estaba inscripto para toda la carta clásica norteamericana, así que luego del
victorioso debut en La Rinconada, voló a Estados Unidos para participar del clásico Del
Mar Futurity donde consiguió un digno quinto lugar. De vuelta en Caracas, cerró su
campaña de dos años con un triunfo en una prueba sobre 1200 metros y al año siguiente
encaró lo que sería la ruta para el Kentucky Derby con la misma cantidad de victorias y
derrotas: cuatro y cuatro. ¿Por qué con esta campaña nada destacable deciden participar
de la Triple Corona norteamericana? Por una razón muy lógica: al dueño se le había
aparecido el espíritu de su madre diciéndole que Cañonero iba a ganar el Kentucky
Derby. Me imagino al fantasma de la doña bancando juego en el mas allá después de que
el hijo confirmara la presencia en Louisville.
¿Quién podía tomar en serio a un grupo de sudamericanos locos que iban a correr el KD
porque un fantasma tenía un pálpito? Obviamente nadie, ni en Estados Unidos ni en
Venezuela. Mucho menos después de que embarcado hacia Miami el avión tuviera que
regresar a Caracas por una pavada: se había prendido fuego un motor. Cambio de avión y
ahora si, a Miami. Pero no, a Caracas otra vez, una falla mecánica impidió la travesía.
Solucionado el error aprovecharon el espacio que había en la bodega donde viajaba
Cañonero y la llenaron de chanchos y gallinas. Ahora si, a Miami bien acompañado. En
Estados Unidos no se terminó el sainete: en la aduana se dieron cuenta que el caballo
había viajado sin papeles, así que tuvo que volar hasta Panamá donde esperó que los
humanos solucionaran ese trámite. Mientras gestionaban el papeleo, el caballo se
deshidrató y así subió al avión que lo depositaría (por fin) en Miami. No se había
terminado de acomodar en la ciudad de Tony Montana cuando surgió otro problema: no
habían enviado las muestras de sangre. Cuatro días mas en cuarentena y luego si, partió
hacia Louisville en camioneta y con 35 kilos menos, “por suerte solo son 1700km” habría
dicho Cañonero si los caballos hablaran.
Una semana antes del Kentucky Derby llegó a la villa hípica de Churchill Downs algo
parecido a un caballo de carreras, “corrió 7 puntos” relataría años mas tarde su entrenador
Juan Arias. Durante la semana previa a la carrera el caballo se fue acomodando de a
poco y conformando a Arias con su desempeño en las mañanas. A pesar de los datos
empíricos generados por los trabajos del animal, el cuidador no quería ser menos que el
propietario en esto de las experiencias extrasensoriales y confesó que confirmó su
presencia en la prueba “porque el caballo le dijo que iba a ganar”.
Cañonero y Gustavo Ávila corren con el triunfo en sus manos (Foto: Paulick Report)
Durante la competencia nadie le prestó atención pero entrando a la recta, por el mismo
andarivel en el que años mas tarde Invasor nos emocionara aquel noviembre de 2006,
Gustavo Ávila impulsó a su conducido para silenciar a toda la grada y cruzar mas de tres
cuerpos antes que el segundo. Pedro Baptista, que había mandado a su hijo como jefe de
la delegación, empezó a recibir llamadas felicitándolo por el triunfo. Olvidándose de la
profecía que inspiró la patriada, pensó que le estaban tomando el pelo pero pronto las
llamadas se multiplicaron por decenas y cayó en la cuenta de que su caballo había escrito
la página mas pintoresca de la historia del Kentucky Derby. Demostrando que ese triunfo
no había sido casual, ganaría luego el Preakness Stakes en tiempo récord y caería en el
Belmont Stakes “corriendo en tres patas” según diría Juan Arias en una entrevista
posterior.
Prestemos un poco de atención a esta seguidilla: en 1968 ganó un caballo propiedad de
un militante por los derechos civiles, en 1970 no solo debutó una mujer sino que Hunter
S. Thompson retrató con honestidad brutal a los sureños en su artículo “El Kentucky
Derby es Decadente y Depravado” y en 1971 ganó un entrenador negro con un caballo
de bandera sudamericana. Me imagino que no alcanzarían las capuchas blancas para
ocultar tanto pesar.
Mas acá en el tiempo, la Carrera de las Rosas siguió generando héroes, leyendas y
películas, como “Secretariat” o la insufrible “50 to 1” donde el pobre Mine That Bird
parece David Tennant al lado de sus compañeros de elenco pero me gustaría cerrar la
nota mencionando a dos perdedores hermosos: Gallant Man y Eight Belles.
Mientras que la potranca dejó la vida en la pista (literalmente) tras su esfuerzo por
superar a Big Brown en la edición de 2008 rompiéndonos el alma a todos; el primero
corría con el triunfo asegurado en el KD 1957 hasta que su jockey, el genial Bill
Shoemaker (el Leguisamo de ellos), creyó cruzar el disco y aflojó el cuerpo para festejar
hasta que se percató que aún quedaban unos metros por delante pero Iron Liege ya lo
había superado y terminó derrotándolo por media cabeza. Bill Shoemaker tuvo revancha
y después de ese error ganaría el Derby en tres oportunidades, la última de ellas en 1986,
casi treinta años después.
Fuentes:The Kentucky Derby, Preakness and Belmont Stakes: A Comprehensive History (Richard Sovers) www.kentuckyderby.com Salón de la Fama - https://www.racingmuseum.orgGoogle ImagesHemeroteca digital de la Universidad Kentuckywww.anecdotashipicas.net Not by a long shot: A season at a hard luck horse track (T.D. Thornton)
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