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Resella de libros DOCTEU R Louis CORN1AN: L'Educatiorz done la Conjiance. Libraire Stock. Pa- rís, 1952; 287 págs. Veinticinco ediciones en ocho años—de 1944 a 1952—dicen bien el interés des- pertado por esta obra. Comparando tal difusión con la modestísima que logran entre nosotros las cuestiones pedagógi- cas, no podemos menos de experimentar cierta tristeza. d Ha habido libro español dedicado a problemas educativos que haya alcanzado este número de ediciones? La negativa se impone. Pero se impone también una amarga conclusión: la falta de interés hacia la educación que padece nuestra sociedad, por efecto de una sen- sibilidad—preferible sería decir "insensi- bilidad"—que no se deja afectar por la vida y los problemas de los niños. Pero de esto, otro día. Ahora debemos reseñar el contenido del libro del doctor Corman. Está inte- grado por siete pequeños ensayos expla- nados en otros tantos capítulos. El pri- mero de ellos da título a la obra, y puede considerarse como el más importante y el que expresa con mayor relieve el "mensaje" del autor. Porque hemos de decir que el doctor Corinan trae men- saje, esto es, tiene algo considerable que decirnos en materia de educación. Fun- damentalmente esto: que una educación obstinada en erigir prohibiciones, en vez de estimular hacia el mejoramiento, con- duce al niño, sin quererlo, a la sima de los sentimientos de culpabilidad, al es- cepticismo y al pesimismo respecto de sus posibilidades, a la envidia y al re- sentimiento. El clima en que florece esta actitud negativa hacia los niños es la descon- fianza. Los adultos—padres y maestros— tienen ante sí, expresa o tácitamente, la imagen de la "maldad" del pequeño o, al menos, de sus debilidades y flaquezas. Y es evidente que en él existen las fuer- zas del mal, pero también las fuerzas del bien. gor qué obstinarse en tener en cuenta sólo aquéllas? Esto irrita al doctor Corman, quien asegura: "Llamad a las fuerzas del bien o a las del mal: las que llaméis responderán a la lla- mada." La educación basada en la desconfianza sobre las posibilidades e inclinaciones del niño le pone constantemente ante lo 3 ojos, merced a las reiteradas prohibicio- nes, amenazas, fronteras y puniciones, el panorama de lo indebido, sugiriéndole las direcciones negativas que intenta evitar. "El buen educador es el que coloca siem- pre ante el niño imágenes de vida posi- tivas." "Lo que es necesario dar a los niños no es el sentimiento de su cul- pabilidad, sino el sentimiento de ser ca- paces de asumir responsabilidades, senti- miento positivo éste y más apto que el primero para hacerlos avanzar en el ca- mino del bien." Por estas palabras podrá el lector co- nocer un poco la dirección del pensa- miento de Corman, que, por otra parte, no es un visionario ni un optimista des- conocedor de la realidad del alma hu- mana. Procedente del psicoanálisis, más que a la problemática rutinaria de una educación concebida al modo usual, atiende a las deplorables consecuencias que produce sobre la personalidad en desarrollo una desconfianza que limita desfavorablemente el campo de desplie- gue de las fuerzas psíquicas. Muchas otras ideas dignas de medita- ción encierra el libro que comentamos. Así, en el capítulo III, un fino análisis de la conducta infantil lleva a concluir que muchos de sus pretendidos "defec- tos"—sólo tales mirados desde el punto de vista del adulto—son únicamente reacciones adaptativas, que toman la for- ma de "extralimitaciones" o "contraven- ciones" a normas que no se avienen a las exigencias del niño. Muchas veces se castigan reacciones de defensa de la na- turaleza infantil. Sobre el papel fecun- dante de la personalidad que tiene el afecto maternal, Corman hace atinadas observaciones. Otro tanto puede decirse sobre la función del sueño y el reposo en el niño, la función de la fatiga, y muy dignas de ser tomadas en conside- ración sus reflexiones sobre el "amor ge- neroso". En lo que dice respecto de la necesidad de información sexual, ya ha- bría que discutir, aunque justo es reco- nocer que trata esa materia con una ele- vación irreprochable. Pero lo que nos queda de este libro, como más jugoso y decisivo, es ese pos- tulado de confianza, ese crédito de fe en el niño que exige de todo educador: Y nos conmueve porque no es efecto de un mero saber. Pocos libros tan alejados de las fichas como éste, en cuyas páginas brota frecuentemente una intuición poé- tica que nos gana para sus tesis. Y al terminar su lectura, hacemos nuestro su consejo encendido: "¡Dejad subir la sa- via en el niño!" Porque una educación demasiado constrictiva sofoca energías y convierte en imagen desiderativa el con- junto de defectos, limitaciones e incapa- cidades que constantemente diseñan los adultos que le rodean como perfil de su conducta. Y el sentimiento mixto de ineptitud y culpabilidad que ello origina en el pequeño no tiene más salida que la autoanulación o la rebeldía.—ADOL F O MA iLLO. LLOYD H. H UGHES : Las Misiones cultu- rales mejicanas y su programa. Mono- grafías sobre educación fundamental. Unesco. París, 1951; 82 págs. Las Misiones culturales nacieron en Méjico corno una necesidad, después del período revolucionario, en el que tan activa parte tomó José Vasconcelos. Aca- bada la lucha en 1920, fué Roberto Me- dellín, oficial mayor de la Secretaría de Instrucción Pública, quien, en octubre de 1923, designó la primera Misión cul- tural, compuesta por seis maestros sobre- salientes. Los miembros del grupo reci- bieron el nombre de "misioneros", y la labor que se les confió ha sido posterior- mente descrita en los siguientes térmi- nos: "La primera labor encomendada a los misioneros fué visitar los Centros rura- les indígenas de la República, informar acerca de sus condiciones escolares, in- tensificar en ellos los trabajos contra el analfabetismo y concentrar a los maestros rurales en las zonas más densas de po- blación indígena. También estaban encar- gados de recomendar la clase de cultu- ra que se debía impartir a los núcleos autóctonos, observar sus condiciones eco- nómicas, seleccionar los maestros rurales, estudiar las industrias nativas y el modo de fomentarlas, a más de organizar una Exposición permanente de los productos de las mismas, cooperar con los agróno- mos de la Secretaría de Agricultura en el estudio de tierras, labranzas, cultivos, clima, comunicaciones y salarios." Fué tal el éxito de la primera Misión cultural y tan favorables comentarios sus- citaron sus realizaciones, que en 1924 se organizaron y enviaron a las zonas ru- rales otras seis Misiones más. En 1926, se establecía en la Secretaría de Educa- ción una Oficina de Misiones Culturales, y para 1938 el balance de las Misiones era el siguiente: 18 Misiones culturales, 150 misioneros, 4.000 alumnos en las Es- cuelas Normales patrocinadas por las Mi- siones. Tal es, en brevísimo resumen, la his- toria de las Misiones culturales mejica- nas, según nos la relata el profesor Lloyd H. Hughes en el libro que reseñamos, editado por la Unesco. Es el mismo pro- fesor quien nos dice que, en 1942, des- pués de una breve etapa de decaimiento, se restablecen las Misiones como un pro- grama extraescolar o de extensión cul- tural, y se constituye el Departamento de Misiones Culturales como una dependen- cia de la Dirección General de Alfabeti- zación y Educación Extraescolar, que, a su vez, es una división autónoma en la Secretaría de Educación Pública. Según la región o el medio en que operan, hay cuatro tipos de Misiones cul- turales: la rural, la especial urbana, la motorizada y la cinematográfica. Existen en la actualidad—según refiere Hughes- 48 Misiones rurales; 18 de ellas funcio- nan en zonas exclusivamente indias, ocho en regiones bilingües y 22 en zonas don- de predomina el elemento mestizo. Hay siete Misiones culturales especiales, cinco de las cuales están asignadas a los dis- tritos de la capital federal, una al centro minero de San Luis de Potosí y otra a Compostela, centro fabril del Estado de Nayarit. Tanto las Misiones rurales como las especiales cuentan con un personal de dirección, que comprende de ocho a diez personas, incluyendo, por lo gene- ral, un jefe, un médico, una enfermera, un agrónomo o perito agrícola, un peri- to en economía doméstica, un profesor de música, otros de artes plásticas, otro de recreos y deportes, otro de carpin- tería y un albañil. El profesor Hughes consigna finalmen-

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Resella de libros

DOCTEU R Louis CORN1AN: L'Educatiorzdone la Conjiance. Libraire Stock. Pa-rís, 1952; 287 págs.

Veinticinco ediciones en ocho años—de1944 a 1952—dicen bien el interés des-pertado por esta obra. Comparando taldifusión con la modestísima que logranentre nosotros las cuestiones pedagógi-cas, no podemos menos de experimentarcierta tristeza. d Ha habido libro españoldedicado a problemas educativos quehaya alcanzado este número de ediciones?La negativa se impone. Pero se imponetambién una amarga conclusión: la faltade interés hacia la educación que padecenuestra sociedad, por efecto de una sen-sibilidad—preferible sería decir "insensi-bilidad"—que no se deja afectar por lavida y los problemas de los niños. Perode esto, otro día.

Ahora debemos reseñar el contenidodel libro del doctor Corman. Está inte-grado por siete pequeños ensayos expla-nados en otros tantos capítulos. El pri-mero de ellos da título a la obra, y puedeconsiderarse como el más importante yel que expresa con mayor relieve el"mensaje" del autor. Porque hemos dedecir que el doctor Corinan trae men-saje, esto es, tiene algo considerable quedecirnos en materia de educación. Fun-damentalmente esto: que una educaciónobstinada en erigir prohibiciones, en vezde estimular hacia el mejoramiento, con-duce al niño, sin quererlo, a la sima delos sentimientos de culpabilidad, al es-cepticismo y al pesimismo respecto desus posibilidades, a la envidia y al re-sentimiento.

El clima en que florece esta actitudnegativa hacia los niños es la descon-fianza. Los adultos—padres y maestros—tienen ante sí, expresa o tácitamente, laimagen de la "maldad" del pequeño o,al menos, de sus debilidades y flaquezas.Y es evidente que en él existen las fuer-zas del mal, pero también las fuerzasdel bien. gor qué obstinarse en teneren cuenta sólo aquéllas? Esto irrita aldoctor Corman, quien asegura: "Llamada las fuerzas del bien o a las del mal:las que llaméis responderán a la lla-mada."

La educación basada en la desconfianzasobre las posibilidades e inclinaciones delniño le pone constantemente ante lo 3ojos, merced a las reiteradas prohibicio-nes, amenazas, fronteras y puniciones, elpanorama de lo indebido, sugiriéndole lasdirecciones negativas que intenta evitar."El buen educador es el que coloca siem-pre ante el niño imágenes de vida posi-tivas." "Lo que es necesario dar a losniños no es el sentimiento de su cul-pabilidad, sino el sentimiento de ser ca-paces de asumir responsabilidades, senti-miento positivo éste y más apto que elprimero para hacerlos avanzar en el ca-mino del bien."

Por estas palabras podrá el lector co-nocer un poco la dirección del pensa-miento de Corman, que, por otra parte,no es un visionario ni un optimista des-

conocedor de la realidad del alma hu-mana. Procedente del psicoanálisis, másque a la problemática rutinaria de unaeducación concebida al modo usual,atiende a las deplorables consecuenciasque produce sobre la personalidad endesarrollo una desconfianza que limitadesfavorablemente el campo de desplie-gue de las fuerzas psíquicas.

Muchas otras ideas dignas de medita-ción encierra el libro que comentamos.Así, en el capítulo III, un fino análisisde la conducta infantil lleva a concluirque muchos de sus pretendidos "defec-tos"—sólo tales mirados desde el puntode vista del adulto—son únicamentereacciones adaptativas, que toman la for-ma de "extralimitaciones" o "contraven-ciones" a normas que no se avienen alas exigencias del niño. Muchas veces secastigan reacciones de defensa de la na-turaleza infantil. Sobre el papel fecun-dante de la personalidad que tiene elafecto maternal, Corman hace atinadasobservaciones. Otro tanto puede decirsesobre la función del sueño y el reposoen el niño, la función de la fatiga, ymuy dignas de ser tomadas en conside-ración sus reflexiones sobre el "amor ge-neroso". En lo que dice respecto de lanecesidad de información sexual, ya ha-bría que discutir, aunque justo es reco-nocer que trata esa materia con una ele-vación irreprochable.

Pero lo que nos queda de este libro,como más jugoso y decisivo, es ese pos-tulado de confianza, ese crédito de feen el niño que exige de todo educador:Y nos conmueve porque no es efecto deun mero saber. Pocos libros tan alejadosde las fichas como éste, en cuyas páginasbrota frecuentemente una intuición poé-tica que nos gana para sus tesis. Y alterminar su lectura, hacemos nuestro suconsejo encendido: "¡Dejad subir la sa-via en el niño!" Porque una educacióndemasiado constrictiva sofoca energías yconvierte en imagen desiderativa el con-junto de defectos, limitaciones e incapa-cidades que constantemente diseñan losadultos que le rodean como perfil de suconducta. Y el sentimiento mixto deineptitud y culpabilidad que ello originaen el pequeño no tiene más salida quela autoanulación o la rebeldía.—ADOL F O

MA iLLO.

LLOYD H. H UGHES : Las Misiones cultu-

rales mejicanas y su programa. Mono-grafías sobre educación fundamental.Unesco. París, 1951; 82 págs.

Las Misiones culturales nacieron enMéjico corno una necesidad, después delperíodo revolucionario, en el que tanactiva parte tomó José Vasconcelos. Aca-bada la lucha en 1920, fué Roberto Me-dellín, oficial mayor de la Secretaría deInstrucción Pública, quien, en octubrede 1923, designó la primera Misión cul-tural, compuesta por seis maestros sobre-salientes. Los miembros del grupo reci-bieron el nombre de "misioneros", y la

labor que se les confió ha sido posterior-mente descrita en los siguientes térmi-nos:

"La primera labor encomendada a losmisioneros fué visitar los Centros rura-les indígenas de la República, informaracerca de sus condiciones escolares, in-tensificar en ellos los trabajos contra elanalfabetismo y concentrar a los maestrosrurales en las zonas más densas de po-blación indígena. También estaban encar-gados de recomendar la clase de cultu-ra que se debía impartir a los núcleosautóctonos, observar sus condiciones eco-nómicas, seleccionar los maestros rurales,estudiar las industrias nativas y el modode fomentarlas, a más de organizar unaExposición permanente de los productosde las mismas, cooperar con los agróno-mos de la Secretaría de Agricultura enel estudio de tierras, labranzas, cultivos,clima, comunicaciones y salarios."

Fué tal el éxito de la primera Misióncultural y tan favorables comentarios sus-citaron sus realizaciones, que en 1924 seorganizaron y enviaron a las zonas ru-rales otras seis Misiones más. En 1926,se establecía en la Secretaría de Educa-ción una Oficina de Misiones Culturales,y para 1938 el balance de las Misionesera el siguiente: 18 Misiones culturales,150 misioneros, 4.000 alumnos en las Es-cuelas Normales patrocinadas por las Mi-siones.

Tal es, en brevísimo resumen, la his-toria de las Misiones culturales mejica-nas, según nos la relata el profesor LloydH. Hughes en el libro que reseñamos,editado por la Unesco. Es el mismo pro-fesor quien nos dice que, en 1942, des-pués de una breve etapa de decaimiento,se restablecen las Misiones como un pro-grama extraescolar o de extensión cul-tural, y se constituye el Departamento deMisiones Culturales como una dependen-cia de la Dirección General de Alfabeti-zación y Educación Extraescolar, que, asu vez, es una división autónoma en laSecretaría de Educación Pública.

Según la región o el medio en queoperan, hay cuatro tipos de Misiones cul-turales: la rural, la especial urbana, lamotorizada y la cinematográfica. Existenen la actualidad—según refiere Hughes-48 Misiones rurales; 18 de ellas funcio-nan en zonas exclusivamente indias, ochoen regiones bilingües y 22 en zonas don-de predomina el elemento mestizo. Haysiete Misiones culturales especiales, cincode las cuales están asignadas a los dis-tritos de la capital federal, una al centrominero de San Luis de Potosí y otra aCompostela, centro fabril del Estado deNayarit. Tanto las Misiones rurales comolas especiales cuentan con un personalde dirección, que comprende de ocho adiez personas, incluyendo, por lo gene-ral, un jefe, un médico, una enfermera,un agrónomo o perito agrícola, un peri-to en economía doméstica, un profesorde música, otros de artes plásticas, otrode recreos y deportes, otro de carpin-tería y un albañil.

El profesor Hughes consigna finalmen-

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REVISTA DE EDUCACIÓN

te que cada Misión tiene señalada hoydía una zona de trabajo de unos 500 ki-lómetros cuadrados, y, como desde quelas misiones empezaron de nuevo su la-bor en 1942 han operado en 146 zonas,el Departamento de Misiones Culturalesestima que su programa se ha extendidoa una región de 73.000 kilómetros cua-drados. El índice medio demográfico deesas zonas es de 3.700 habitantes, lo quehace que, en el pasado año, las Misionesrurales hayan ejercido su acción sobreunas 177.600 personas, y en el períodode tiempo transcurrido desde 1942 secalcule que más de 500.000 personas sehayan beneficiado de la labor de estasMisiones. El Gobierno mejicano invirtióuna cantidad total de 12.917.646 pesospara financiar los gastos anejos al des-arrollo de esta interesante labor de ex-tensión cultural.---y. o.

DR. MARCEL BERGERON: Psicología de laprimera infancia. Luis Miracle, editor.Barcelona, 1953; 164 págs.

La Colección "Paideia", que publicanlas Presses Universitaires de France, estásiendo traducida al español y publicadapor Miracle, que con ello presta un se-ñalado servicio a los estudios españoles.El conocimiento del niño es abordado enella por eminentes especialistas, constitu-yendo una Enciclopedia Paidológica deindispensable lectura para padres, psicó-logos y educadores.

El volumen que reseñamos estudia eldesarrollo psíquico del niño desde el na-cimiento a los tres años, manejando unaamplia y moderna documentación. En lasegunda parte del libro se analizan lasdoctrinas de conjunto sobre el significadode la evolución del niño, y en la tercerase deducen las aplicaciones médicas, neu-rológicas y psiquiátricas, psicobiológicasy sociales, así como las psicopedagógicas,de los fenómenos antes estudiados.

Se trata, pues, de una obra tanto másinteresante cuanto que estudia esa pri-mera edad en la que la conducta dequienes rodean al niño puede acentuardesviaciones latentes en su patrimonioheerditario, o bien neutralizarlas, en mu-cha parte, si son defectuosas y vigori-zarlas, si son favorables, lo que encierrala mayor trascendencia para el porvenirdel pequeño y, por consiguiente, para lasociedad de la que va a ser miembroactivo.

El autor expone las teorías más diver-sas, situándose en una postura de sanoeclecticismo. Así, aprovecha las aporta-ciones de Piaget y Wallon sobre la evo-lución de la inteligencia y el carácter, lomismo que las de Spitz y Ana Freud enrelación con el desarrollo de la afectivi-dad, y las de Gessell, sobre la marchadel comportamiento, particularmente delcomportamiento psicomotor.

Si algo puede reprochársele a Berge-ron es la brevedad con que esboza lascuestiones, así como la timidez con queestablece, sólo indicativamente, las con-secuencias pedagógicas y sociales de suestudio. En nuestro sentir, tenía la obli-gación de haberse atrevido a esbozar unaPuericultura de la afectividad, esto es,la serie de consejos educativos para laprimera infancia, que viniese a completarlas aportaciones de una Puericultura

harto limitada entre nosotros a dar ins-trucciones sobre el biberón y el destete,la limpieza y el sueño del bebé, sin pre-ocuparse de instruir a las madres sobreaquellos cuidados que, ilustrando su ins-tinto, pueden contribuir eficazmente asentar las bases del desarrollo psíquiconormal de su hijo.

Esperamos, no obstante, que cualquierdía un pedíatra español nos sorprendadejando, temporalmente, las neumoníasinfantiles y los trastornos intestinales dellactante para redactar esa Puericulturade la personalidad naciente, que tantafalta nos está haciendo.--A.

DR. GEORGES HEUYER : Introducción a laPsiquiatría infantil. Luis Miracle, edi-tor. Barcelona, 1954; 258 págs.

El estudio del niño constituye, sinduda alguna, uno de los grandes temasde nuestro tiempo. Todo parece probarque la Humanidad actual, convencida dcla crisis que amenaza acabar con la ci-vilización, concentra en la educación delas nuevas generaciones sus afanes y susesperanzas. Si, desde un punto de vistacientífico-práctico, nuestra época mereceel calificativo de Era Técnica, atendiendoa la preocupación educativa, que por to-das partes se advierte, le conviene elnombre de Era del Niño, confirmandola profecía que, en sus albores, hizo, enrelación con nuestro siglo, la pedagogasueca Elena Key.

Matizando más, podríamos decir que,en obediencia a una nota del pensamien-to moderno, más dado a los juicios des-criptivos que a los estimativos o de va-lor, el acento de los estudios se colocasobre el conocimiento de lo que cl niñoes, y de ahí el predominio de la Psico-logía sobre la Pedagogía propiamente tal.Ya apenas se habla de Paidología, aque-lla ciencia del niño que Oscar Chrismanesbozó en 1899, como premonición deltiempo que advenía; pero el análisis delalma infantil ha alcanzado desenvolvi-mientos insospechados, y a él se dedicanmuy diversos investigadores, desde soció-logos hasta psiquíatras.

Nada tiene de extraño que los exper-tos en enfermedades mentales vuelvan lavista a los niños, ya que en la infanciase incuban inadaptaciones que, descu-biertas y corregidas a tiempo, puedenevitar muchas desviaciones individuales yno pocas perturbaciones sociales. Por otraparte, el conocimiento de anomalías in-cipientes, tanto de la inteligencia cornodel carácter y la conducta, encierra lamayor importancia para padres y educa-dores, que pueden coadyuvar al diagnós-tico de aquéllas, lo mismo que a su tra-tamiento, en las esferas respectivas dela convivencia familiar y escolar, los dostipos de "sociedad" en que el niño des-envuelve su vida de un modo predo-minante.

De ahí el interés pedagógico y socialde esta obra, debida a la pluma del doc-tor Georges Heuyer, profesor de Psi-quiatría en la Facultad de Medicina deParís y figura máxima de la Paidosiquia-tría francesa.

En un volumen reducido, pero denso,el doctor Heuyer expone las nocionesfundamentales de la Psiquiatría infantil;sus relaciones con la Pediatría, la Psico-

logia, la Psiquiatría y la Pedagogía; loscriterios para conocer y distinguir lasdiversas afecciones de la inteligencia yla personalidad; los métodos de diagnós-tico y de tratamiento y las perspectivasque se abren ante esta nueva ciencia.Hasta un capítulo interesantísimo sobrela Psicosomática y la Psicocirugía prue-ba cómo el autor nos da una obra com-pletamente actual.

De ello dan fe, por otra parte, tantoel dominio de la materia como la soli-dez de unos principios fundamentalescontrastados por las enseñanzas de trein-ta años de experiencia clínica.

Sus páginas no tienen desperdicio.Junto a la información solidísima, acom-pañada por datos estadísticos, siempreque es posible, se advierte una ponde-ración magistral para sopesar doctrinasy tendencias, en un campo tan confusocomo el de la Psicología infantil. Así,por ejemplo, sin declararse psicoanalis-ta, y menos partidario de Freud, sabedar a la Psicología profunda lo que essuyo; sin desdeñar la fuerza de la he-rencia, confía en la acción saludable dela circunstancia social para devolver lasalud a muchos desequilibrados. Porqueel doctor Heuyer, como la casi totalidadde los psicólogos y psiquíatras infantilesde hoy, concede más valor al medio queal determinismo hereditario, lo que lepermite ser optimista respecto de las po-sibilidades de adaptación social de lamayor parte de los débiles y retrasadosmentales. "A menos de existir anoma-lías morfológicas graves y afecciones neu-rológicas irreducibles, que hagan del niñoun enfermo impotente, un nivel mentalde tres años y un cociente intelectualde 0,30 no suprimen toda posibilidad deadaptación social." Criterio estimulante,muy distinto del que la ignorancia psi-quiátrica suele mantener, abandonando ycondenando al parasitismo y al escarniopúblico a los "tontos".

Particularmente dignas de meditaciónson las estadísticas que aporta al estudiarla inadaptación escolar, origen de tantosextravíos, que podría evitar una mayorformación psicológica del personal do-cente. He aquí las cifras ele las causasdel "fracaso" en un grupo numeroso deestudiantes dc Segunda Enseñanza:

Mal dotados intelectualmente 27 %Por trastornos del carácter 45 %Por ambiente familiar defectuoso 4 %

Estos datos deben hacer meditar, sobretodo, a los profesores que se desentiendende la constelación familiar del alumno,de sus "problemas" de adaptación, li-mitándose a enseñar y, sobre todo, aexaminar, extendiendo patentes de inca-pacidad que hunden cada día más afee-tividades necesitadas de conducción pe-dagógica.

Pero son aún más dignas de reflexiónestas palabras de Heuyer: "La inadap-tación escolar por desequilibrio afectivoy por trastornos del carácter no siempretiene un origen familiar; a menudo en-contramos su causa en la misma escuela,en las relaciones entre maestro y alumno,en la naturaleza de las materias ense-ñadas y en la forma de la enseñanza."

Se trata, pues, de un libro que roe-rece la atención de todos los educado-res.—A. M.