Lejeune 25

8
8/13/2019 Lejeune 25 http://slidepdf.com/reader/full/lejeune-25 1/8 El pacto autobiográfico, veinticinco años después Philippe ejeune Este título-aniversario, que se nos ocurrió en una conversación a Anna Ca- ballé y a mí, hoy me incomoda. He leído tratados de usos sociales. La baronesa Staffe en el suyo de 1893 no podía ser más clara: «Es un sentimiento de gene- rosidad lo que hará evitar hablar de uno mismo, aunque sea mal. Es necesario que el propio yo intervenga lo menos posible, pues casi siempre resulta un asunto molesto o aburrido para otro». Pero después de todo, aquí se tratará de contar una aventura teórica de la que yo no soy más que el pretexto. También es excesivo suponer que ustedes conocen mis dos primeros libros, L Auto bio- graphie en rance (Armand Colin, 1971), que no ha sido traducido al español, y Le Pacte autobiographique (Seuil, 1975), del que sólo se han traducido el pri- mero y el último capítulos (Megazul-Endymion, 1994). Intentaré resumir sus contenidos. Por último, los datos que acabo de indicar muestran que estába- mos equivocados: no es «25 arios» sino «30 años después». La definición de la autobiografía y la idea del pacto estaban ya en el centro de mi primer libro, pe- ro con otra función. Es, pues, la historia de esta transformación lo que me pro- pongo repasar. Vuelvo la vista atrás y miro «treinta años antes». L Autobiographie en France es un libro muy sencillo compuesto de tres capítulos: Definición (defino la autobiografía oponiéndola a otros géneros), Historia trato de responder a las siguientes cuestiones: cuándo comienza la historia de la autobiografía, cómo escribir una historia de la autobiografía, y luego ofrezco una serie de puntos de referencia), Problemas (analizo el pacto y el discurso autobiográficos, evoco los discursos «a favor» y «en contra», y sitúo la autobiografía en relación con el psicoanálisis). Después viene la par- te documental: un Repertorio, organizado a partir de la definición, que enumera un centenar de autobiografías; una bibliografía clasificada; luego dos antologías: de los «pactos autobiográficos» y de algunos textos críticos sobre la autobiografía. Traducción de Celia Fernández Priet o. Revisada por Concepción Hermosilla.

Transcript of Lejeune 25

Page 1: Lejeune 25

8/13/2019 Lejeune 25

http://slidepdf.com/reader/full/lejeune-25 1/8

El pacto autobiográfico,

veinticinco año s despuésPhilippe ejeune

Este título-aniversario, que se nos ocurrió en una conversación a Anna Ca-ballé y a mí, hoy me incomoda. He leído tratados de usos sociales. La baronesaStaffe en el suyo de 1893 no podía ser más clara: «Es un sentimiento de gene-rosidad lo que hará evitar hablar de uno m ismo, aunque sea m al. Es necesarioque el propio yo intervenga lo menos posible, pues casi siempre resulta unasunto molesto o aburrido para otro». Pero después de todo, aquí se tratará decontar una aventura teórica de la que yo no soy m ás que el pretexto. Tambiénes excesivo suponer que ustedes conocen m is dos primeros libros, L Auto b io -

graphie en rance (Armand Colin, 1971), que no ha sido traducido al español,y Le Pacte autobiographique (Seuil, 1975), del que sólo se han traducido el pri-mero y el último capítulos (Megazul-Endymion, 1994). Intentaré resumir suscontenidos. Por último, los datos que acabo de indicar muestran que estába-mos equivocados: no es «25 arios» sino «30 años después». La definición de laautobiografía y la idea del pacto estaban ya en el centro de mi primer libro, pe-ro con otra función. Es, pues, la historia de esta transformación lo qu e me pro-pongo repasar. Vuelvo la vista atrás y miro «treinta años antes».

L Autobiographie en France es un libro muy sencillo compuesto de trescapítulos: Definición (defino la autobiografía oponiéndola a otros géneros),

Historia trato de responder a las siguientes cuestiones: cuándo comienza lahistoria de la autobiografía, cóm o escribir una historia de la autobiografía, yluego ofrezco una serie de puntos de referencia), Problemas (analizo el pactoy el discurso autobiográficos, evoco los discursos «a favor» y «en contra», y

sitúo la autobiografía en relación con el psicoanálisis). Después viene la par-te documental: un Repertorio, organizado a partir de la definición, queenumera un centenar de autobiografías; una bibliografía clasificada; luegodos antologías: de los «pactos autobiográficos» y de algunos textos críticossobre la autobiografía.

Traducción de Celia Fernández Priet o. Revisada por Concepción Hermosilla.

Page 2: Lejeune 25

8/13/2019 Lejeune 25

http://slidepdf.com/reader/full/lejeune-25 2/8

16 0 HILIPPE LEJEUNE

¿Por qué escribí este libro? Para satisfacer una pasión y llenar una lagu-na. En m ai, fais ce qu il te plait .  Después de Mayo del 68, en Francia se hi-zo posible engañar la tesis con un hobby. El mío, desde siempre, es decir,desde que a los quince años empecé a llevar un diario, era la escritura auto-biográfica. En 1969, una enciclopedia temática me propuso escribir un artí-culo sobre un género literario. Yo hice añadir la autobiografía, que no esta-ba prevista en la lista . Finalmente la enciclopedia cambió de idea y mi

artículo no fue publicado. Pero al redactarlo, me di cuenta de que en Ale-mania, en Inglaterra, en los Estados Unidos, existían muchos estudios seriossobre el género mientras que en Francia no había casi nada. Decidí enton-ces escribir el libro que habría querido leer para redactar mi artículo. Y pa_sando de una cosa a otra, abandoné la tesis iniciada sobre otro tema, atraídopara siempre por un género del que no había previsto, al definirlo, que ten-dría para mí tan pocos límites...

Definición: llamamos autobiografía al relato retrospectivo enprosa que alguien hace de su propia existencia, cuando pone el acen-to principal sobre su vida individual, en particular sobre la historiade su personalidad (p. 14).

Sigo leyendo y algo me desconcierta: la definición no es objeto de análi-sis detenidos, sino que es utilizada sobre todo para constituir un corpus apartir de un modelo estrictamente rousseauniano. El propósito normativoresulta claramente anunciado:

La autobiografía no puede ser simplemente un relato agradablede recuerdos contados con talento: debe ante todo tratar de mostrarla unidad profunda de una vida, debe manifestar un sentido obede-ciendo a las exigencias a menudo contradictorias de la fidelidad y dela coherencia (p. 21).

Tengo un modelo, selecciono, dejo al margen lo que no se corresponde

con él, lo aparto como prehistoria, subgénero secundario, avatar, residuo.Hablo a menudo de «la autobiografía tal como la entendemos», etc. Al mis-mo tiempo, es muy eficaz y quizás necesario. En efecto, si yo hubiese tenidoel espíritu más laxo, habría reunido un corpus inmenso y confuso. Hay unaverdad en el error. La identidad es una elección, aquí y en cualquier parte.Esta focalización dirigida hacia un sector limitado que yo decreto centro,me da energía para observar todo lo demás, clasificarlo, traerlo a la existen-cia y trazar un primer mapa del país. Hay una deformación, pero hay unmapa. Lo que me asombra es el vigor, la ausencia de duda: realizo limpia-mente esta operación de selección. Tengo la alegría de ver crecer mi corpus,

EL PACTO AUTOBIOGRÁFICO, VEINTICINCO AÑOS DESPUÉS   161

de bautizar mi territorio. Tengo la euforia de alguien que explora una isla

d   s erta,ignorando quizá las huellas de antiguos exploradores... Abro aveni-veni-  celo el terreno, ¡descubro América : aún recuerdo lo feliz que me

sentíaEn este trabajo me guiaba algo esencial: la recurrencia obstinada de un

cierto tipo de discurso dirigido al lector, lo que he llama do el pacto autobio-gráfico. Rápidamente me puse a hacer una antología de esos preámbulos

propiciatorios, de esos juramentos, de esas apelaciones al pueblo, con la im-presión de que decían ya todo lo que yo podría decir. Este discurso conte-nía fatalmente su propia verdad: no era una simple aserción, sino un actode lenguaje, un performativo (yo no conocía entonces esta expresión), que

hacía lo que decía. Era una promesa. Al creer en ella, yo no era un tonto niun etnólogo ingenuo que cree en la verdad literal de las leyendas que los in-dígenas le cuentan: yo participaba de la verdad de esa magia.

Por tanto, no he tenido que inventar el pacto autobiográfico, puestoque ya existía: sólo tuve que coleccionarlo, bautizarlo y analizarlo.

Coleccionarlo. Mi libro propone, en unas sesenta páginas, una antologíade una veintena de pactos, de R ousseau a FranÇois Nourissier . Doy la pala-bra a los autobiógrafos. Algo tan sencillo como eso. ¿Por qué no se había

hecho antes? Porque no se fiaban de ellos. Ese momento en el que alguiennos prepara para sus confidencias y trata de seducirnos era visto más comouna debilidad o una estratagema, sobre la que había que pasar con indul-gencia, que como un momento fuerte y verdadero. Yo confié en ellos. Mehabía sentido fascinado por los dos preámbulos de las Confesiones de Rous-seau, sobre todo por el primero, el que aparece encabezando el manuscritode Neuchátel, muy largo y explícito: allí se anuncia una triple revolución,psicológica (un nuevo modelo de personalidad y un nuevo tipo de comuni-cación entre los hombres), política (valor ejemplar de lo vivido por cadahombre independientemente de su posición social) y literaria (hay que in-ventar para la autobiografía un nuevo lenguaje). Escrito en 1764, a este tex-to no le ha salido ni una arruga. Me pareció que había que instruirse rebus-

cando en las declaraciones preliminares de las autobiografías. Sí, su retóricaes un poco repetitiva, pero es como la retórica del amor: finalmente, en esassituaciones, se insufla siempre una fuerza nueva a palabras ya usadas... Estaparte de mi libro era de la que estaba más orgulloso, aunque no hubiera niuna palabra mía. Yo pasaba revista a mis tropas, o más bien había organiza-do una especie de «coro» antiguo del que yo era el corifeo.

Bautizarlo. La expresión pacto autobiografico figura en L A utobiographieen France (1971, página 24). La primera vez que la empleo, la pongo entrecomillas, consciente de que es una fórmula inédita. Después, elimino lascomillas, pues considero que ha entrado en la lengua corriente. A medida

Page 3: Lejeune 25

8/13/2019 Lejeune 25

http://slidepdf.com/reader/full/lejeune-25 3/8

162 HILIPPE LEJEUNE

que el libro avanza, la expresión adquiere galones y acaba presidiendo laprimera parte de la antología. ¿Por qué las comillas?. Unas líneas antes yalas había empleado para decir que la autobiografía era un género «fiducia,rio», metáfora que remite al vocabulario de la economía y de las finanzas.¿A qué remite pacto? Sin duda a una idea jurídica de «contrato», pero evi-dentemente también evoca una alianza mística o sobrenatural: un «pacto

con el diablo» que se f irmaría con sangre. . . Exagero un poco, pero este exce-so estimula la imaginación y ha asegurado el éxito de la fórmula. No soy unteórico revolucionario, sino más bien un publicista que ha tenido una bue-na idea, como el que inventó La v ache qui rit. Volvamos al aspecto jurídico:una de las críticas que se han podido hacer a la idea del pacto es que suponela reciprocidad, un acto en que dos partes se comprometen mutuamente aalgo. Sin embargo en el pacto autobiográfico, como en cualquier otro «con-trato de lectura», hay una simple proposición que sólo compromete al au-tor: el lector queda libre de leer o no, y sobre todo de leer como le apetezca.Esto es cierto. Pero si lee, deberá tener en cuenta esta propuesta, aunque seapara rechazarla o cuestionarla. El lector ha entrado en un campo magnéticocon líneas de fuerza que orientarán su reacción. Cuando leemos una auto-biografía, no nos quedamos desconectados (débrayés), como en el caso de un

contrato de ficción, o de una lectura simplemente informativa, sino conec-tados (embrayés): alguien solicita ser amado y ser juzgado, y es a nosotros aquien nos toca hacerlo. Por otra parte, al comprometerse a decir la verdadsobre sí mismo, el autor nos impone pensar en la hipótesis de una recipro-cidad: ¿estaríamos dispuestos a hacer lo mismo? Algo inquietante sólo conpensarlo. A diferencia de otros contratos de lectura, el pacto autobiográficoes contagioso. Siempre comporta un fantasma de reciprocidad, virus que vaa poner en alerta todas nuestras defensas. Relean el final del preámbulo delas Confesiones: «Que cada uno descubra a su vez su corazón con la mismasinceridad...». Lo que nunca se le ha perdonado a Rousseau no es la arro-gancia de creerse solo, único y diferente a los demás hombres, es la sabidu-ría que ha tenido al aconsejar a cada uno que barra primero delante de su

puerta...Analizarlo. Aquí es donde aprieta el zapato. Al releer mi primer libro,me ha sorprendido no sólo su talante comprometido y partidario, sino elhecho de que yo no había visto todas las implicaciones de mi «descubri-miento». Era joven, tenía mucho tiempo por delante. Explicaré luego cómovolví a animarme para escribir «El Pacto autobiográfico». Hagamos prime-ro, desde la mirada de ho y, el inventario de las carencias.

Sobre las relaciones entre autobiografía y ficción hago afirmaciones ta-jantes que hoy rechazo. Me releo: «La autobiografía es un caso particular denovela, y no algo exterior a ella» (p. 23). Más adelante: «¿Cómo distinguir

EL PACTO AUTOBIOGRÁFICO, VEINTICINCO AÑOS DESPUÉS   163

la autobiografía de la novela autobiográfica? Es preciso confesarlo, si nos

mantenem os en el nivel del análisis interno del texto, no hay ninguna dife-

rencia» p. 24). Y algo más adelante: «Debemos recordar que la autobiogra-fia no es más que una ficción producida en condiciones particulares» (p.

  0). ¿Cómo he podido escribir semejantes cosas? Sin duda exagero porquequiero mostrar la importancia del pacto: sólo él establece la diferencia. Perose me va la mano. En el propio texto hay muchas diferencias, aunque la no-vela pueda imitarlas. Y sobre todo me confundo, asimilo relato y ficción,craso error. Hoy sé que narrar la vida es simplemente vivir. Nosotros somoshombres-relato. La ficción es inventar algo diferente a esta vida. He leído aPaul Ricoeur (incluso si a veces no le he entendido del todo ), sé que laidentidad narrativa no es una quimera. Y acabo de leer la traducción france-sa recientemente publicada del libro de Dorrit Cohn, Le Propre de la fiction,fórmula que implica que hay un propio de la autobiografía. No, la autobio-grafía no es un caso particular de la novela, ni la inversa; las dos son casos

particulares de la mise en récit.Segunda rareza: ¿Cómo he podido decir «el pacto autobiográfico es ne-

cesario, pero no suficiente» (p. 25-26)?. Necesario, evidentemente: para quehaya autobiografía, le corresponde al autor declarar su intención, no al lec-

tor suponerla. ¿Pero, no suficiente? ¿qué es lo que faltaría entonces? Y heaquí que propongo transformarme en un sabueso (es el término que em-

pleo) para apartar de mi querido corpus textos que pertenecen a categoríasmuy diferentes: textos de pacto débil (cuyo caso había sido estudiado an-tes), textos escritos en colaboración, textos que me parecen mentirosos...Ahí cometo un error: amalgamo textos que plantean problemas muy dife-rentes para excluirlos en bloque de mi paraíso. La manía de seleccionar meimpide profundizar en los análisis esbozados.

Otra ceguera, volveré sobre ella: paso demasiado rápido sobre los me-dios por los cuales el pacto se concluye; me deslumbra, pero también meciega, la fuerza de esos compromisos explícitos: no veo que el compromisopuede ser establecido de otra manera, de facto, implícitamente, por el sim-

ple empleo del nombre propio...Y, en fin, es preciso que haga una última confesión. Hay en L A uto bio-

graphie en France un parágrafo que hoy me hace enrojecer, y que deberíabastar para excluirme de la muy democrática Asociación por la autobiogra-fía (APA) que fundé en 1992. No sólo soy purista (al seleccionar un modeloestricto), sino además elitista. Vean: «Es prácticamente imposible que al-guien que no tiene experiencia de la creación literaria y cuya vida no se haexpresado nunca a través de una creación, escriba una autobiografía tal co-mo la hemos definido. Es pues bastante improbable que existan buenas au-tobiografías escritas por desconocidos: se tratará en la mayor parte de loscasos de crónicas, de colecciones de recuerdos, escritos bastante prosaica-

Page 4: Lejeune 25

8/13/2019 Lejeune 25

http://slidepdf.com/reader/full/lejeune-25 4/8

16 4 HILIPPE LEJEUNE

mente, porque la inexperiencia de la expresión lleva fatalmente a utilizar losmoldes existentes» (p. 70). Hoy me avergüenzo de semejante condescen-dencia. Me trae malos recuerdos. En el momento en que yo escribía L Au to -

biographie en France, desconocía el talento de mi propio bisabuelo, Xavier-Édouard Lejeune, empleado de comercio y autor de una autobiografía cuyoverdadero modo de lectura he tardado diez años en descubrir. Era tan idiotaque creía que él no sabía escribir cuando era yo el que no sabía leer. He in-

tentado redimirme publicando su vida en colaboración con mi padre, Mi_chel Lejeune (Calicot, Ed. Montalba 1984). Y pienso a menudo en Xavier-Edouard al releer esta declaración de Jean Dubuffe t: «El arte no viene aacostarse en las camas que se hacen para él: se esfuma en el momento enque se pronuncia su nombre. Lo que le gusta es el incógnito. Sus mejoresmomentos son cuando olvida cómo se l lama...».

Dicho esto, hay en L Autobiographie en France la audacia de la juventud,esculpo mi corpus a golpes de definición, digo dónde está el norte y el sur,soy lo más claro posible, abro el camino a reflexiones más detenidas. ¿Cuál hasido la suerte del libro? Publicado en 1971, se agotó, si no me falla la mem o-ria, hacia 1978. En esta época, la colección «U 2» se había apagado y el edi-tor, durante casi veinte años, rechazó cualquier reedición. Entretanto yo habíapublicado Le Pacte autobiographique, y otros libros. Hubo que esperar hasta

1998 para que una segunda edición pudiera aparecer. ¿Pero se podía reeditartal cual? En veintisiete años habían pasado muchas cosas: mis perspectivas ha-bían cambiado, el propio objeto también se había transformado. La situaciónera dificil. Imposible actualizar mi texto: no era cuestión de modificar tres pa-labras aquí o allí ni de añadir algunas referencias, había que reescribirlo com-pletamente, hacer otro libro. Decidí entonces dejar, al principio del libro, miestudio de 1971 ral como era, sin cambiar ni una coma. Pero a pesar de todoera imposible no actualizarlo. Por fin amplié el repertorio de textos autobio-gráficos (siendo infiel a mis ucases) y compu se una nueva bibliografía actuali-zada, que incorpora la historia oral, los estudios feministas, el cómic, Internet,todo lo que conforma nuestra modernidad de hoy. Esta nueva edición es,pues, compósita: se ve mi punto de partida y mi punto de llegada.

Vuelvo atrás: estamos en 1971, el libro se ha publicado y yo me sientoliberado. Tanto más cuanto que estoy a punto de dejar la Universidad deLyon y de aterrizar en la nueva universidad de Villetaneuse, en la que aúnsigo. El hormigón de Villetaneuse apenas se ha secado y, como todo es nue-vo, mi amigo Jacques Lecarme y yo nos ponemos a elaborar nuevos progra-mas y a enseñar por primera vez la autobiografía: Rousseau, Gide, Sartre.Luego, sin enseñarla, me sumerjo con pasión en la lectura de Michel Le iris.Todos estos escritores son renovadores, muy diferentes entre sí. Narración,dialéctica, poesía, todas las formas se movilizan a la búsqueda del yo, nadade rigidez, ¡qué alivio .

EL PACTO AUTOBIOGRÁFICO, VEINTICINCO AÑOS DESPUÉS   165

En este estadio, abro un paréntesis... pues acabo de mirar hacia atrás.

He tenido un escrúpulo, una iluminación. .. Lo que hago en este momento

es au tobiografía. Releo mi libro de 1971, lo juzgo con mis criterios de hoy,hago hipótesis sobre su génesis, y la del Pacto, cómo pasé de uno a otro...Entonces, ¿por qué no ir a la fuente? Yo, que estudio la génesis de las auto-biografías de otros, ¿por qué no apoyarme en los documentos que conservo

mi propia evolución? Pues lo he guardado todo. No exactamente unsobre

diario, sino mis notas de lectura, mis preparaciones de cursos, siempre data-das. Puedo, pues, decirles que deben Le Pacte A utobiographique a la Univer-sidad de Villetaneuse, que me ha dado libertad para enseñar lo que yo que-ría. Por ejemplo, veamos esta carpeta rosa: «Nueva problemática de ladefinición, después de la U2. Noviembre de 1971 ». Una veintena de pági-nas, 31 de octubre, 10 y 11 de noviembre. En la página 1, caigo en la cuen-ta de que he opuesto la autobiografía a todos los géneros vecinos salvo a la . . .¡biografía . Este olvido me parece increíble, y vuelvo a empezar desde elprincipio. En la página 4 me planteo una nueva cuestión: «¿El propio autorno es también un texto?», y es así cómo el nombre propio, hasta ahora mar-ginado, me salta a la vista. Partiendo de estos dos problemas desarrollo uncierto número de análisis que ustedes encontrarán en Le Pacte. Me sumerjode nuevo en Benveniste. Intento hacer esquemas y veo que todo es mucho

más complicado de lo que yo pensaba. Pero me siento libre para lanzarme ala aventura: ya no tengo que construir un corpus, ya no soy retenido poresa especie de «razón de Estado» que me trababa. Por otra parte, hay doscosas que me estimulan: la idea de que va a ser necesario, de aquí a una se-mana, explicar todo a mis estudiantes; y la embriaguez de entrar en un te-rritorio nuevo, de poner rigor en un dominio borroso.

Segundo paréntesis. Me sorprendió la historia de la recepción de miestudio sobre el pacto. Al principio, prácticamente no hubo críticas, peroel libro fue poco a poco creándose un público y su difusión, lejos de caer,

se mantuvo y aumentó desde el inicio del año 1980. Se publicó en bolsilloen 1996, con una nota final que aludía a mis ulteriores trabajos. El estu-dio liminar que le da su título ha sido traducido a una decena de lenguas.

Todo esto respondía a una necesidad. Naturalmente yo tenía la suerte decontar con una tripulación prestigiosa, Rousseau, Gide, Leiris, Sartre, quetiraban con vigor del libro. Pero lo que era una ventaja en Francia, sobretodo en el medio escolar, era un inconveniente en el extranjero. Es el estu-dio sobre el pacto lo que ha sacado adelante todo el libro. Este estudio res-pondía a dos necesidades imperiosas: la de una definición y la de un mé-

todo.Es preciso tener una definición. Esta necesidad ya había sido satisfecha

por L A utobiographie en France. La ventaja de mis libros es que la defini-ción está al principio, en itálicas: se la ve de inmediato, y no es necesario

Page 5: Lejeune 25

8/13/2019 Lejeune 25

http://slidepdf.com/reader/full/lejeune-25 5/8

16 6 HILIPPE LEJEUNE

continuar la lectura. Me asombra cuando se habla de la definición de au-tobiografía «según Philippe Lejeune»: mi definición es la de todos los bue_nos diccionarios, la he tomado del Larousse, añadiéndole sólo una restric-ción de campo para centrarla en el modelo rousseauniano: la «historia dela personalidad». Creo que el lector se alegra al encontrarse con algo queya conoce, a lo que se ha incorporado una pequeña novedad, y la solemni-

dad de un bautismo. He tomado la definición en los diccionarios, pero so-bre todo la he tomado en serio. Definir algo es darle valor. Yo coloqué lapalabra en el título de dos libros, y eso era nuevo: en Francia ningún librode teoría, de crítica o de historia literaria lo había utilizado. Y lo hice dosveces seguidas: se trataba de ampliar el canon universitario. La colección«U» del editor Armand Colin tenía en 1970 libros sobre los géneros si-guientes: el drama, la tragedia, la comedia, la novela, la poesía, la crítica li-teraria y la historia. Yo había propuesto añadir la autobiografía, pero mo-destamente, en un transportín, en una colección de formato más pequeñoque se llamaba «U 2». En Francia la historia de los treinta últimos años esla de un progresivo reconocimiento del género autobiográfico, primero enel dominio universitario, luego en el escolar: este año, por primera vez, laautobiografía forma parte de los cinco temas de estudio obligatorios para

todos los alumnos de instituto. Ocupa un escaño en el tribunal del Bachi-llerato. Todas las guías pedagógicas tienen capítulos sobre el tema y comolos alumnos de hoy comienzan a navegar en Internet, recibo a menudo e-mails conminatorios instándome a enviar, para un trabajo que deben en-tregar el martes siguiente, sin falta, todo lo que se debe saber sobre la auto-biografía.

He dado una definición y me satisface su acogida. A unos, los tranquili-za, a otros les irrita: mi definición parece a veces estrecha, sectaria, arbitra-ria... Yo me cuento entre aquellos que se han... irritado. Como ya he dicho,desde noviembre de 1971, apenas publicado el libro, retomé el trabajo conun método diferente. En Le Pacte autobiographique la definición ha cambia-do de estatuto. Ya no es un instrumento de trabajo para construir un cor-

pus, se ha convertido en objeto de análisis. Lo más fácil es que les recuerdeel menú anunciado al principio:

¿Cómo puede expresarse la identidad del narrador y del personaje enel texto (Y o, Tú, Él)?En el caso del relato en primera persona, ¿cómo se manifiesta la iden-tidad entre autor y personaje? (El abajo firmante). Será el momentode oponer la autobiografía a la novela.

— ¿No hay confusión, en la mayoría de los razonamientos que afectan ala autobiografía, entre la noción de identidad y la de semejanza? (Co -pia compulsada). Será el momento de oponer la autobiografía a la

EL PACTO AUTOBIOGRÁFICO, VEINTICINCO AÑOS DESPUÉS   16 7

biografía. Las dificultades encontradas en estos análisis me llevaron,en los dos últimos ensayos (el Espacio autobiográfico, y Contrato delectura) a cambiar el lugar del problema.

Treinta páginas más adelante, hago un breve balance señalando en quéme parece haber avanzado y qué queda confuso, y propongo abordar el

problema bajo otro ángulo, el de la recepción. Ya no soy un agrimensor sa-tisfecho que ha concluido su trabajo, sino un investigador consciente de noestar más que al principio y que se dice: «adelante». Si tuviera que describir quizás idealizándolo) el método adoptado aquí y en los estudios ulteriores,daría la siguiente receta: cortar la definición en láminas muy finas; tratar dedistinguir todos los parámetros implicados; analizar uno a uno cada pará-metro (contrato de lectura, enunciación, tiempo, temática, etc.) y desple-gar, en la época estudiada, toda la gama de soluciones posibles; construirseries de cuadros de doble entrada para hacer modelos de todas las combi-naciones posibles, pero tener en cuenta la jerarquización variable de estosniveles en los diferentes «géneros» para escapar a una reducción «mecanicis-ta». El fin no es ya establecer un corpus, con criterios fijos y tranquilizado-res, sino comprender la variabilidad histórica, que se abre a la vez hacia el

pasado y hacia el porvenir: ¡tantas combinaciones que aún no han sido en-sayadas¡. Había algo de cerrado en L A utobiog raphie en France, mientras queel método analítico del Pacte me parece bastante abierto como para haberpodido acompañarme hasta hoy en el análisis de los media en los cuales es-taba muy lejos de pensar en 1971, y en los que he podido trabajar, esperoque eficazmente, como el cine o Internet. Siempre me ha fascinado la histo-ria del cuadro de Mendeleiev —aunque, claro está, hay algo que no va enesta analogía: en literatura, no hay elementos fijos...

¿De dónde procede este cambio radical de método? De un cambio demodelo científico. Para escribir L A utobiographie en France me había inspi-rado sobre todo en críticos ingleses (Roy Pascal, Wayne Shumaker) queapenas se plantean cuestiones teóricas, o en filósofos como Georges Gus-

dorf. A partir de 1971, mis puntos de referencia se orientan hacia la lingüís-tica y la poética. En noviembre de 1971, releo a Benveniste. En el otoño de1972, leo con pasión Figures III de Gérard Genette, de reciente aparición.Poco después descubro, gracias a Todorov, a los formalistas rusos, en parti-cular a Tynianov y sus análisis de la variabilidad. Luego me deslumbraronlas disciplinas que ocupan los extrem os opuestos de la lingüística: la fonolo-gía recuerdo una lectura entusiasta de Cinco lecciones sobre el sonido y el sen-tido de Jakobson) y la pragmática (puesto que el pacto autobiográfico no esotra cosa que una promesa). Aunque hijo de lingüista, no descubrí verdade-ramente la lingüística hasta después de mis estudios universitarios con lapasión del autodidacta.

Page 6: Lejeune 25

8/13/2019 Lejeune 25

http://slidepdf.com/reader/full/lejeune-25 6/8

168  PHILIPPE LEJEUNE

Este cambio de actitud me ha arrastrado en dos direcciones: la autocríti-ca y el análisis. Desde El Pacto, en el capítulo final, «Autobiografía e historialiteraria», trato de tomar por objeto de estudio las conductas partidistas y

normativas que yo había adoptado en L A utobiographie en France, dibujo uncuadro con todos los errores que se pueden cometer desde el momento enque se elige estudiar un género y conv ertirse en su-especialista, poniendo losmíos al mismo nivel que los de otros. Mi propósito no es condenar esos

errores, sino comprender su función y su... necesidad. En un texto posterior(«El pacto autobiográfico (bis)», en Mol aussi, Seuil, 1986 , he rectificado al-gunas aserciones aún demasiado normativas del Pacto — aunque sobre ciertospuntos estoy tentado, hoy, a rectificar esas rectificaciones: ya no estoy segurode que me equivocase tanto. Por ejemplo, en El Pacto explico fríamente quela identidad es una cuestión de todo o nada: una identidad es o no es. En«El pacto (bis)», dulcif ico las cosas, m uestro las ambigüedades y transicionesque pueden existir... Pero ¿no puede ocurrir que la emisión y la recepciónno funcionen de modo similar?. El que recibe un mensaje ambiguo no pue-de permanecer entre dos aguas. Casi todas las autoficciones son leídas, defacto, como autobiografías. Al decir «una identidad es o no es», yo adoptaba,sabiamente, el punto de vista del lector... Por otra parte, es el compromisodeclarado al principio del Pacto: analizar todo a partir de la recepción.

La autocrítica, ya se ve, no se produce sin cierta complacencia —¡hayque vivir —, pues no es más que una manifestación entre otras de este de-seo de análisis. En los próximos años trataré de estudiar analíticamente unaserie de géneros-frontera o de casos-límite: la autobiografía que finge seruna biografía (el relato en tercera persona), la biografía que finge ser unaautobiografía las memorias imaginarias), todas las mezclas de novela y au-tobiografía zona amplia y confusa que la palabra-maleta autoficción, inven-tada por Doubrovsky para llenar una casilla vacía de uno de mis cuadros,ha terminado por recubrir), la enunciación irónica y el discurso referido,todos los casos en que un mismo «yo» recubre varias instancias (historiaoral, entrevista, textos escritos en colaboración, etc.), después las produccio-nes que asocian el lenguaje, capaz de decir «yo», a un media que es menos

capaz (como la imagen), etc. Finalmente, se encontrarán, clasificados, losdiferentes estudios que han germinado a partir del método analítico delpacto. Todo esto no impide que algunos sigan mirándome con ojos inquisiti-vos: «Pero... ¿esto entra en su definición?», como si yo fuera un contrabandis-ta de mí mismo. Ese ya no es el problema. La autobiografía a lo Rousseaues una combinación entre otras, pero lo esencial para mí sigue siendo, loconfieso, el pacto, cualesquiera que sean sus modalidades, la extensión, elobjeto del discurso de verdad que se ha prometido mantener.

Por otra parte, a la palabra «autobiografía», tachada de sectarismo, le ha-cen la com petencia en Francia otras expresiones más englobantes, más f lexi-

EL PACTO AUTOBIOGRÁFICO, VEINTICINCO AÑOS DESPUÉS   16 9

bles. A finales de los 70, se ha empezado a hablar de relatos de vida (tal es elnombre del grupo de investigación fundado en Nanterre por Claude Abas-tado, que yo he dirigido tras su desaparición): la expresión tiene virtudes

in terdisciplinares: designa el terreno com ún a los literatos y a los especialis-tas de ciencias humanas; engloba lo oral (que «-grafía» excluye) y lo hetero(que «auto-» excluye), siempre respetando el contrato de veracidad. A prin-cipios de los 8 y hasta la actualidad, otras expresiones como escrituras del

yo o escritura de sí, han surgido con una función bastante diferente, a vecescon motivo de los programas de examen. Se trataba esta vez de ampliar dellado de la «verdadera» literatura, es decir, de la ficción, haciendo del pactode verdad una especificación secundaria. En cuanto al paso, en estas formu-laciones, del «yo» al «sí», sospecho un reflejo de pudor cristiano. Pascal lo hadicho: El yo es odioso. El sí tiene un lado búdico, general, altruista: es másaceptable.

En todo caso hacía falta una palabra para designar el objeto de la asocia-ción que yo he creado en 1992 con algunos amigos: nosotros hemos decidi-do llamar a las cosas por su nombre, y crear la Asociación por la autobiogra-fía (APA), e incluso, para remacharlo, hemos añadido y el patrimonio

autobiográfico. Mis hijos me han advertido que las iniciales formaban la si-gla APAPA y nos hemos reído mucho con ello. Pero la palabra, y la defini-

ción que implica, no tienen nada de «teórico», ni resultan de una maníaclasificatoria de quienes se ocupan de poética. Nosotros aceptamos en de-pósito, y para la lectura, todos los textos de vida inéditos que se nos ofrez-can: autobiografías, relatos de infancia, de guerra, de enfermedad, de viaje,diarios personales, cartas..., pero pedimos que todos se rijan por un pactode verdad. Excluimos las ficciones y los conjuntos de poemas. Por supuestose nos plantean dudas para determinar dónde está la frontera. Pero hay unafrontera. La coherencia, y el valor de uso, de los fondos de los archivos quenosotros constituimos dependen de ello. Los 12 textos que ya hemos re-cibido tienen pues una identidad colectiva muy clara. Para los que no lo ha-yan comprendido, hemos titulado nuestra revista La Faute á Rousseau.

He dicho más arriba «pacto de verdad» mejor que «pacto autobiográfi-

co». ¿Por qué?. Por un escrúpulo quizá mal situado, y por remordimientos.El pacto autobiográfico, tal como lo he definido, supone una intención decomunicación, inmediata o diferida. Pero si se escribe solamente para unomismo, ¿cuál es el sentido de la expresión? ¿Un diario está regido por elpacto? La respuesta es sí, incluso si el pacto queda implícito. Pues todo dia-rio tiene un destinatario, aunque éste sea uno mismo. Ocurre además bas-tante a menudo que un diario comienza con una declaración de intenciones—no voy a ocuparme aquí de este asunto, sólo constatar, cosa sorprenden-te, que no ha sido abordado en ninguna de mis dos primeras obras—. Loconfesaré enseguida: en 1971, y también en 1975, estaba reñido con el dia-

Page 7: Lejeune 25

8/13/2019 Lejeune 25

http://slidepdf.com/reader/full/lejeune-25 7/8

170 HILIPPE LEJEUNE EL PACTO AUTOBIOGRÁFICO, VEINTICINCO AÑOS DESPUÉS  rio. Él y yo no nos hablábamos. Además había elegido como objeto de estu-dio la autobiografía contra el diario. Yo sabía bien lo que era el diario pueshabía escrito uno, y me parecía lamentable. La autobiografía, suspiraba yo,era mi sueño. Hacer por fin de mi vida algo coherente y, por qué no, seduc-tor. Detrás del trabajo teórico, había un mundo de frustraciones y de dese-os. Tan sólo puedo repetir lo que decía Paul Valéry: «Me disculpo por expo-

nerme así ante vosotros, pero estimo que es más útil contar lo que se haexperimentado que simular un conocimiento independiente de cualquierobservador. En verdad no hay teoría que no sea un fragmento, cuidadosa-mente preparado, de alguna autobiografía». Mi propio deseo autobiográficoexplica pues, a la vez, el lado normativo de l Autobio graphie en France, laelección del proyecto rousseauniano y mi ceguera en relación con el diario.En quince años de 1971 a 1986, he ampliado mi abanico, me he interesa-do por las «escrituras ordinarias», por la historia oral, por los m edias ademásde la escritura, por el cine, pero siempre he logrado evitar el diario. Es cho-cante cuando se lee Moi aussi (1986), en donde he ofrecido un panorama

de mi trabajo.Luego todo ha cambiado. Tras mis años-pacto, tuve mis años-cuaderno, y

en esto sigo. He reanudado la práctica de mi propio diario y he cambiado

de opinión sobre él. He redescubierto sus recursos y no estoy lejos hoy depensar tan mal de la autobiografía como antes pensaba del diario. Digamosmás exactamente que sueño con conciliar sus ventajas neutralizando sus in-convenientes. Mi conversión de 1986 me ha colocado ante un nuevo cam-po para explorar. Frente al diario he adoptado un método opuesto al de misantecesores en Francia (Michéle Leleu, Alain Girard, Béatrice Didier), perodiferente también del que yo mismo había utilizado con la autobiografía.Para mí, el diario no es en principio un género literario, sino una práctica.Su aparición como género literario es un epifenómeno. He hecho dos op-ciones. La primera, terminológica. He decidido que iba a estudiar el diariopersonal y no el diario íntimo como se dice habitualmente en francés. Mu-chos diarios no son íntimos, la intimidad es un rasgo secundario, ya se trate

del destinatario o del contenido. A diferencia de lo que había hecho con laautobiografía, no he querido privilegiar un modelo particular, he evitado—espero— ser normativo. La segunda, metodológica: he procedido me-diante encuestas, como un sociólogo o un periodista. He tratado de incitarlos testimonios, he hecho rellenar cuestionarios a grupos —m étodo que nun-ca había imaginado aplicar a la autobiografía. Es verdad que hay muy pocagente que escribe autobiografías y muchos millones de personas que llevandiarios. Es una práctica de masas, tanto en Francia como en España, comolo ha mostrado recientemente la investigación de Manuel Alberca. En unprimer momento, he estudiado el diario... sin leer diarios. En un segundomomento, he intentado leer diarios... sin leer libros. Verdaderos diarios es-

 ritos en cuadernos... Me detengo aquí. Quería solamente subrayar cuánto

ha cambiado mi perfil de investigador desde 1971: quince años después, yano era ni normativo ni teórico.

Otros quince años han transcurrido desde 1986. Estamos en el 2001.¿Dónde estoy yo ahora?. Querría terminar volviendo sobre otro punto deja-do en suspenso, objeto de vivas polémicas: el problema de la historia. En

L A utobiograPhie en France,incluyo en una especie de prehistoria todo lo

anterior a Rousseau. En Le Pacte autobiographique, el capítulo inicial precisaclaramente que la definición que propongo, y los análisis que siguen, notienen sentido más que en el contexto moderno, desde 1770 aproximada-mente; el ca pítulo final analiza lo que yo llamo las ilusiones de perspec tiva:la ilusión de eternidad, la ilusión de nacimiento. Trataba de mostrar que lasegunda era menos grave que la primera. Aún lo pienso. Hombres de grancultura, los dos filósofos, Georges Gusdorf y Michel Onfray, han tomado lapluma para demostrar que yo era un ignorante, incapaz de ver que todoRousseau estaba ya en San Agustín o en Libanio. Creo simplemente que esmuy difícil pensar el pasado. Que todo no ha existido siempre. Que algu-nos elementos formalmente idénticos podían tener funciones diferentes.Que las relaciones con el tiempo, la identidad, el grupo, la escritura, han

variado. Y que los factores que explican los cambios son múltiples. Unejemplo: si la cultura cristiana es tan favorable a la introspección, ¿cómo seexplica que el diario espiritual no aparezca hasta el siglo )(vi?. La culturacristiana no es un todo. El diario espiritual sólo podía aparecer en una épo-ca en que el diario en sí fuera posible. La idea misma, para un individuo, deanotar su vida día a día datándola no apareció hasta finales de la Edad Me-dia. ¿Por qué? ¿Acaso por la invención del reloj mecánico? ¿O por el desa-rrollo de una civilización mercantilista?. Empiezo actualmente a plantearmeestas cuestiones, y como los ciclos de mis investigaciones parecen durar unaquincena de años, les emplazo para la respuesta en 2016.

Bibliografía 1971-2001

1971 L A utobiographie en France (A. Colin); rééd. en coll. «Cursus» en1998.

1974 Exercices d ambiguité (Lettres Modernes) (sur Gide).1975 Lire Leiris (Klincksieck).1975 Le Pacte autobiographique (Seuil); rééd. Points/Seuil en 1996.1980 Je est un autre (Seuil).1984 Xavier-Edouard Lejeune, Calicot (Montalba).1986 Moi aussi (Seuil).1990 La Pratique du journal personnel. Enquéte (Université Paris-X).

Page 8: Lejeune 25

8/13/2019 Lejeune 25

http://slidepdf.com/reader/full/lejeune-25 8/8

17 2 PHILIPPE LEJEUNE

1990 «Cher cahier...» (Gallimard).1991 La Mémoire et l Obligue. Georges Perec autobiographe (P.O.L.)1993 Le M oi des demo iselles. Enquéte sur le journal de jeune filie (Seuil).1995 Lucile Desmoulins, Journal 1788-1793 (Éd. des Cendres).1997 Un journal d soi, avec Catherine Bogaert, exposition de L yon (APA).1998 Les Brouillons de soi (Seuil).1998 Pour l autobiographie (Seuil).

2 «C her écran...» Journal personnel, ordinateur, Internet (Seuil).

  irecciones internet

Association pour l'Autobiographie: http://perso.wanadoo.fr/apa/Site bibliographique «Autopacte»: http://worldserver.oleane.com/autopact/

Traducciones al español

1989 «Memoria, diálogo y escritura», Historia y Fuente Oral n° 1 («Histo-ria Oral 3>), pp. 33-68.

1991 «El pacto autobiográfico», en La Autobiografía y sus problemas

teóricos, suplemento n° 29 de la revista Anthropos, Barcelona, diciem-bre 1991, pp. 47-61.

1992 «Los proyectos autobiográficos de Georges Perec », Anthropos, Barce-lona, n° 134-135, julio-agosto 1992, pp. 41-53.

1994 El pacto autobiográf ico y otros estudios, traducción de Ana Torrent,Madrid, Megazul-Endymion, 1994, 441 p.

1996 «El guardamemoria», Boletín de la Unidad de Estudios Biográficos

 Universitat de Barcelona), n° 1, enero 1996, pp. 49-55.1996 «La práctica del diario personal: una investigación (1986-1996)»,

Rev ista de O ccidente, Julio-Agosto 1996, n° 182-183 (« El Diario

Íntimo»), pp. 55 -75.

1996 «Carta abierta sobre el diario íntimo. (Respuesta a Marc Ligeray)»,Rev ista de Occidente, Julio-Agosto 1996, n° 182-183 («El DiarioÍntimo»), pp. 81-86.

1997 «Los inventarios de textos autobiográficos», traducción y addendasde Amparo Hurtado, Boletín de la Unidad de Estudios Biográficos, no

2, enero 1997, pp. 51  68.1999 «La sinceridad», Bo let ín de la Unidad de Estudios B iográf icos, n o  4,

septiembre 1999, pp. 61-65 (traducción de Amparo Hurtado).2001 «Definir la autobiografía», Bo letín de la Unidad de Estudios Biográficos,

n° 5, septiembre 2001, pp. 9-18 (traducción de Amparo Hurtado).

Autobiografía del tropo al acto

de lenguaje

José María Pozuelo YvancosUniversidad de M urcia

Hay un momento de la conciencia teórica que incluye su propia histo-ria. Para el caso de la autobiografía sería especialmente interesante recorrerhasta qué punto ciertas teorías son dependientes inevitablemente de los tex-tos en que se pensaba cuando fueron postuladas. Cualquier conocedor delas teorías contemporáneas sobre el fenómeno autobiográfico sabe que bue-na parte de su fisonomía habría sido otra si no hubieran sido Las Confesio-

nes de J. J. Rousseau el texto nuclear en la postulación de las primeras tesisque nutrieron la corriente conocida como «deconstruccionista». Ya en unode los primeros documentos teóricos en que se puede perseguir el acta fun-dacional de esta corr iente, el libro De la Gramatología de J. Derrida planteóla tesis del «suplemento» a partir de la lectura de ciertos episodios de la au-tobiografía roussoniana. También Paul de Man tiene un comentario a laobra de Rousseau. Lo incluyó con el título de «Excusas» («Confessions») co-mo último capítulo de su libro de 1979 Allegories of Reading (que citaré se-gún la versión española de 1990 en Lumen).Y de él quiero partir en estaponencia, sorprendido por el hecho de que haya sido texto muy poco cita-do en los compendios teóricos sobre la teoría autobiográfica, que sin em-bargo inevitablemente se refieren a otro texto de De Man, a mi juicio

menos enjundioso, el que con el título de «La autobiografía como (des)fi-guración», publicado también en 1979, ha servido corno divisa y compen-dio de las posiciones de Paul de Man sobre el fenómeno autobiográfico. Di-visa y compendio que se cita una y otra vez, y que ha tenido la fortuna desostener una tesis fácilmente emblematizable: el emblema del tropo, queimplica la sustitución de yo por su figura, lo que ha llevado a sostener poralgunos comentaristas e historiadores de la teoría que toda autobiografía esintrínsecamente una construcción ficcional. No en vano De Man se refiereen este ensayo a la prosopopeya como «fictio personae» y ése es el tropo quecondensa su teoría sobre el yo autobiográfico. Si el yo es sustituido por su