39476108 Pescetti Luis Maria Frin

download 39476108 Pescetti Luis Maria Frin

of 109

Transcript of 39476108 Pescetti Luis Maria Frin

  • Luis Mara Pescetti

    FRIN

    Ilustraciones: O'Kif

  • A Nara Arajo y Blanca Martinelli

  • 1Odiaba el deporte. Esas estpidas clases de educacin fsica. Que a Frin le gustara o no correr es otra cuestin, de hecho no le entusiasmaba mucho; pero no al punto de odiarlo. La clase de educacin fsica era otra cosa, estpidamente odiosa. La clase, el profesor, y Ferraro y todos sus atlticos preferidos que lo iban a hacer figurar en alguna olimpada.

    Podran ser hermosas maanas sintiendo un poco de fro, de no tener que estar a las siete en la cancha para la clase de educacin fsica. A ese tipo slo le importaba lo que l haca; entrenar a los que iban a participar de las olimpadas. Frin no hubiera conseguido competir ni aunque se hubiera enfermado el grado completo. Desde un primer momento el profesor se dio cuenta de que a l no le apasionaba el deporte, y Frin supo que sera un largo ao de clases de gimnasia con ese tipo que lo haba desechado de entrada. Dado que l no lo iba a querer, Frin decidi correr ms lento, saltar ms bajo o ms cerca, estirarse lo menos posible y, cada vez que el tipo estuviera mirando a otra parte, hacer una flexin menos. Cuando el tipo lo descubra lo haca trotar alrededor de la cancha. Frin no deca nada, se levantaba y trotaba. Lento. Desesperadamente lento.

    Frin! Seguite haciendo el gracioso y vas a trotar hasta que termine la clase! (grit el tipo).

    Las primeras veces nadie le prest atencin al asunto. Cuando lo volvieron a mandar a dar vueltas a la cancha, Ferraro, el ms grande del grado, grit:

    Frin! Corres como una gallina!

    Como el profesor no lo ret, otro hizo una broma.

    Frin va a competir en las olimpadas pero de caracoles!

    Tampoco le dijo nada. El grupo entendi perfectamente y aprovecharon para burlarse. Pero l segua a su paso que apenas llegaba a ser trote. Pareca que se iba a caer en cualquier momento, que haba sido el nico sobreviviente de una explosin o algo as; pero no, era que estaba trotando. Hacia la mitad del ao ya nadie le haca bromas, no porque se hubieran vuelto buenos, sino porque haba dejado de ser novedad. Que Frin estuviera haciendo ejercicios con todos, o dando vueltas solo, daba lo mismo.

    Iba ms despacio que si caminara. El tipo se desesperaba y le gritaba. Entonces Frin senta que le ganaba. Iba a trotar despacio hasta que al tipo le explotara el cerebro como una olla de espaguetis. Una vez le aplic una sancin. Frin le contest:

    No es justo, slo porque no corro como usted quiere (l saba que no era por eso).

    Me vas a decir a m lo que es justo o no.

    El tipo lo suspendi por dos das. Esa tarde Frin fue a la direccin, pidi una cita. Esper, esper. Cuando lo atendieron dijo:

    No quiero dejar de venir a la escuela.

    Fue una excelente primera frase, porque en la Direccin se oyen cualquier clase de argumentos, "Lo olvid antes de salir"; "Maana se lo traigo"; "Voy a faltar porque mi pap; mi to; un abuelo"; lo que sea, pero nunca nadie va a pedir que lo dejen seguir yendo a la escuela.

    Y por qu no vendras?

    Me suspendieron por no correr rpido.

  • La Directora llam al profesor de gimnasia y, delante de l, ret a Frin; pero no fue un verdadero reto. Frin se dio cuenta de que se haca la enojada, pero no estaba realmente enojada. En el fondo, l estaba ganando, porque le hizo prometer que iba a tratar de correr ms rpido, cosa a la que Frin dijo que s, sin mentir. Iba a tratar de correr ms rpido, los primeros diez metros, los ltimos tres minutos, el ao que viene. Haba mil maneras de decir que s, sin mentir ni obedecer. La Directora se sinti satisfecha y levant la sancin. El tipo no dijo ni una palabra; pero estaba furioso, l saba exactamente qu haba pasado ah.

    Hasta luego, profesor (dijo Frin).

    El tipo se retir apenas despidindose de la Directora.

    *

    Lo cierto es que a Frin le hubiera encantado ganar en una olimpada, a quin no? Que ella lo viera ganando. Slo que l saba que no era de los mejores, ni siquiera de los que podran haber llegado segundos o terceros. Por qu no haba olimpadas para todos? Cul es la ventaja de que un tipo salte dos metros de alto? Las olimpadas no representan un beneficio a la humanidad. sa era su conclusin. Por uno que salta muy alto, hay montones que son dejados de lado. Por unos pocos que lo hacen muy bien, hay muchos que ni lo intentan.

    En una revista que compr en la librera de Elvio haba ledo de una maratn en la que participaba todo el mundo, grandes, chicos, mujeres, hombres, gente en sillas de rueda, viejos. Lo importante era participar como cada uno pudiera, sea corriendo o caminando. Frin no lo poda creer. Exista realmente algo as? (Era como si le estuvieran dando la razn; el ttulo de esa nota podra haber sido: El tipo est equivocado, hubiera sido maravilloso.) Pero adems, y esto es lo ms importante, senta que en el mundo haba un lugar para l. Haba un lugar, seguramente habra ms, y tal vez muchos lugares en los que no pensaban como el tipo. Frin sinti que le hubiera gustado correr en esa maratn. Sera divertido as, junto a ella, charlando, haciendo amigos, caminando al lado de alguien que fuera en una silla de ruedas, trotando otro poco, al lado de ella. Si lloviera sera ms divertido todava.

    Cometi un error. Recort la nota y la llev a la clase de gimnasia para mostrrsela al tipo. Qu pens? Que organizara una para el fin de semana? El tipo ni siquiera la mir. La tom sin leerla, y mientras le deca a los dems que prepararan las jabalinas, se la devolvi. Frin se enoj consigo mismo por haberle dado una oportunidad tan servida al tipo. Con ese solo gesto haba conseguido hacerse sentir rechazado y perder la buena sensacin que la nota le haba dejado.

    *

    El mal humor le dur el resto del da, y lo tom de sorpresa que, precisamente, Ferraro lo invitara a cazar esa tarde. No era algo que pasaba todos los das, y acept; no por el hecho de ir a cazar, sino porque Ferraro le daba miedo y ms vale hacerse amigo del que te da miedo. Un pensamiento no muy glorioso que digamos, pero qu hacer con uno que te lleva como dos cabezas?

    No era a cualquier cosa, era a cazar. De eso recin se dio cuenta cuando le ofrecieron el rifle de aire comprimido a l tambin. Se puso contento porque eso quera decir que

  • Ferraro lo haba invitado de verdad, no para que cargara con algo. Se sinti fuerte. Por un instante se le cruz la imagen de amigarse con su profesor. Cuando apoy el mentn en la culata del rifle se dio cuenta de qu estaba haciendo. A l no le gustaba cazar. Matar animales le pareca odioso; pero se haba acordado tarde. Ah estaban todos esperando su tiro, y ah estaba ese pjaro en una rama a varios metros. No saba cmo salir de la situacin. Se le ocurri que poda errar el tiro a propsito. Nadie se dara cuenta. De hecho todos tenan mala puntera. No haban cazado nada en toda la tarde. Slo que tampoco quera que lo dejaran de invitar a otras cosas. No a cazar, pero a cualquier otra cosa. No se supona que dejaran de invitarlo por errar un tiro. Todos lo haban hecho. Y no pasaba nada. Erraban el tiro, hasta se hacan bromas. Su cabeza pensaba todo lo rpido que se pueda. En un campo cercano pas un avin fumigador, pero el ave no se movi. Entonces sucedi algo raro adentro suyo. Le apunt al pjaro, porque si daba en el blanco les demostrara a Ferraro y a los dems que l no slo era el que trotaba alrededor de la cancha. Pero a la vez lo tranquilizaba saber que su puntera era psima: por ms que apuntara no le dara. Sinti un fugaz alivio, porque le pareci que haba encontrado una manera de resolver las dos situaciones al mismo tiempo y apret el gatillo. El pjaro cay fulminado, los dems gritaron contentos y lo felicitaron. Hasta le dieron palmadas en la espalda. l devolvi el rifle con un nudo en el estmago. Decidieron regresar porque ya se haca de noche.

  • 2Frin hizo el camino a la escuela viendo el humito de su boca. La respiracin es blanca o invisible. En otoo y en invierno es blanca. Concentrado en las formas que le daba a su aliento lleg a escuela. El patio ya estaba lleno de ruidos y chicos. Ni bien entr le llam la atencin uno que iba con un buzo verde fosforescente. Se sonri. Quin poda ser tan tonto de ponerse eso para ir a la escuela? Se acerc a un grupo de los de su grado y pregunt quin era se.

    Uno nuevo, viste el buzo que trae?

    S, es verde loro.

    No, verde radioactivo.

    Se rean.

    Para colmo tiene esas rayas, porque si fuera lo verde noms; pero tiene las rayas rojas en las mangas y unos dibujos atrs.

    El chico estaba solo, disimulando, como si leyera algo en un cuaderno que tena en sus manos. En realidad miraba el patio nuevo para l, el techo, los salones de clase, las maestras, los que corran; y a ellos que lo miraban sin disimulo, y sin ocultar que se rean. Entonces l clavaba la vista en su cuaderno, como si all hubiera algo mucho ms interesante que esta escuela nueva. En realidad estaba asustado y quera esconderse.

    Frin sinti el impulso de acercarse y saludarlo. Sin embargo, les dijo a los dems:

    Con ese buzo debe gastar un montn de electricidad... debe llevar una batera en la mochila.

    Son el timbre. Los dems entraron a sus salones; ellos se formaron en el patio. El de verde camin tmidamente y se puso ltimo en la fila. Sin saludar y sin que nadie lo saludara. Frin trataba de inventar otro chiste. Apareci el de educacin fsica, camin hasta ellos, se detuvo al ver al nuevo. Pensaron que iba a decir algo, pero no. Sigui caminando hasta la puerta y se fueron con l, hasta la cancha. Ah hizo formar una hilera.

    Buenos das.

    Buenos das, profesor.

    ... (mir hacia el nuevo, lo llam. l se acerc; pero lo interrumpi)... no, no, puede dejar la mochila en su lugar, nadie se la va a robar.

    (El que estaba al lado de Frin) Es que si no lleva la mochila se le apaga el buzo.

    Risas otra vez, pero Frin ya estaba queriendo ver qu tramaba el tipo. El chico regres, dej la mochila en su lugar y se acerc al profesor.

    Es nuevo, usted.

    ... (hizo que s con la cabeza).

    ... as que es nuevo.

    ... (volvi a asentir).

    Y cmo se llama?

    Lynko, seor.

    ... ah, as que es nuevo.

  • Qu lento es, se desesper Frin. Tiene arena en el cerebro cmo puede ser tan lento para pensar un chiste?, lo arruina.

    A ver, y dgame (sigui el tipo), aprovechando que estamos solos (pero dicho casi a los gritos), que estamos solos y nadie nos oye (ah mir al grupo).

    Los dems se rieron; pero a Frin le pareci lo ms estpido del mundo, eso ya no tena gracia, ya nos dimos cuenta de que no estamos solos, lo sabemos, para qu se da vuelta cuando dice eso? Para ver cmo nos remos de su frase? Qu idiota que es este tipo, por favor, pensaba Frin. El profesor sigui:

    A ver, dgame... cunto le pagaron por iluminar la ciudad?

    El grupo solt la carcajada. Frin no. sa era la broma? Esa era? Qu idiota!, pens. Eso no es una broma. Aunque se pareciera a la que l mismo haba hecho antes, no es igual. l se haba cuidado de que el chico no lo oyera porque si no, hubiera sido una burla. No es gracioso, es estpido. El nuevo se qued serio, mir al grupo que se rea, e intent una sonrisa, como si la broma le causara gracia a l tambin. Como si tuviera que mostrar que l tambin se rea de eso. Un buzo verde, s, ja, ja, qu gracioso. Baj la mirada, tratando de mantener un poco la sonrisa, y alcanz a ver que Frin no se rea.

    Ac usamos buzos azules! Entendi?! Azules!, vuelva a su lugar!

    Termin de decir el profesor, con un tono como si estuviera diciendo cmo son las cosas en este planeta. Recin entonces algunos de los del grupo lo saludaron. En realidad le hicieron alguna broma sobre el buzo verde; pero le estaban hablando por primera vez, y Lynko acept las bromas.

    *

    Termin la clase, regresaron a la escuela. Ellos retrasaron su paso, hasta que terminaron caminando ltimos.

    Hola, me llamo Frin.

    Hola, y yo Lynko.

    ... s ya s, lo dijiste antes.

    Lynko sonri con un poco de vergenza.

    No le hagas caso, es un idiota, se cree muy importante.

    Por qu te mand a trotar?

    ... (Frin levant los hombros) Lo nico que le importa es entrenar a los mejores para las olimpadas... (sac la foto de la maratn), mira sta es una que podes ir corriendo o caminando...

    A m me gusta el deporte, jugs al ftbol?

    No (es que soy malo, pens), yo prefiero como estas maratones, es ms divertido.

    Guard la foto y siguieron en silencio.

    Recin llegaste a la ciudad? (pregunt Frin).

    Hace dos semanas.

    Faltaste a la escuela dos semanas?

    ... (Lynko asinti).

  • Frin buscaba las palabras para convencerlo de que no se pusiera ms ese buzo, pero tampoco quera ofenderlo. Iba a decir algo as como que ac los chicos hacan demasiadas bromas, o que no se usaban tantos colores. Lynko le pregunt:

    ... tu pap viaja mucho?

    No.

    El mo se la pasa viajando, por el trabajo.

    Llegaron a la escuela y ah sali cada uno para su casa. Frin acompa a Lynko hasta la suya. Haba dejado para despus el tema del buzo. La casa de Lynko era grande y silenciosa; les abri la mam, que salud a Frin en voz baja.

    Te queds a comer?

    No, seora, gracias, voy a mi casa.

  • Lynko lo acompa hasta la puerta.

    Por qu habl en voz baja? (pregunt Frin, mientras pensaba cmo decirle lo del buzo).

    Es que mi pap est durmiendo.

    No trabaja?

    S, pero est enfermo, cuando volvi del viaje se senta mal.

    Por eso no fuiste a la escuela antes?

    S.

    ... (se hizo un breve silencio)... dnde compraste el buzo?

    S, ya s, no me lo voy a poner ms.

    No, no es por eso, quera saber.

    ... (hizo un gesto de que no le crea).

    En serio, te lo pregunt para saber noms.

    Me lo trajo mi pap de un viaje... pero ya no lo voy a llevar a la escuela.

    (Frin, mir adentro de la casa y vio pasar a la madre de Lynko, caminando sin hacer ruido)... y por qu no?, si tu pap te lo regal es porque pens que te iba a gustar... los dems no tienen por qu meterse.

    Es muy brillante, no? (pregunt Lynko sonriendo).

    (Ladeando la cabeza) Un poco... pero te imaginas si estuviramos en otro pas? Te hubieran dicho, Ac usamos buzos de colores me entiende?! No azules, de-co-lo-res! (se rieron los dos)... bueno, hasta maana.

    Chau, hasta maana.

  • 3Una maana al entrar a la escuela, Frin se encontr a Lynko hablando con ella. Se llen de celos y se sinti traicionado. Lynko lo salud contento. Frin no respondi.

    Ah estaba, con su ridculo buzo verde, hablando con Alma. Para qu me habr acercado, si hubiera sabido no me habra hecho su amigo. En realidad, Lynko, no tena por qu saber cunto le gustaba Alma; si no se lo haba dicho a nadie. No importaba. Ah estaba otra vez, levantando el brazo para llamar su atencin. Hizo como que miraba en otra direccin y no le habl en toda la tarde.

    Qu te pasa, Frin, ests enojado? (Lynko).

    ... (para colmo el muy tarado es amable. Si hay algo que odio es estar enojado con uno que insiste en ser amable).

    Frin se haba convertido en su mejor amigo, les decan Batman y Robin, porque siempre estaban juntos y del lado de la justicia. Cmo no lo iba a buscar?

    *

    Alma era una chica del mismo grupo, haba llegado haca varios aos, cuando estaban en segundo grado. No bien la vio, Frin sinti que se le caan los botones. El primer da se la pas distrado y no haca otra cosa que mirarla en secreto. Cuando le pareca que nadie lo estaba viendo, la observaba; y, si alguien lo descubra, l haca como que enfocaba los ojos ms lejos, como si estuviera mirando ms all.

    Por supuesto que todos se dieron cuenta y Alma tambin. Cmo no iban a notar a alguien que asomaba de atrs de una columna; que peda ir al bao cuando ella lo haca; que le ofreca caramelos cada vez que consegua articular dos palabras cerca de ella. Porque se era otro problema. Si ella no estaba l era conversador; pero si Alma estaba cerca, enmudeca. Para hablar con ella haba que acercarse; pero si se acercaba no poda decir una palabra.

    La primera vez se le ocurri lo de los caramelos. Quers caramelos?, no es una frase que haya que tomar apuntes para no olvidarla. Le pareci buena idea, acercarse y saludarla. Hola, me llamo Frin quers caramelos? No, eso no tena lgica, haba que poner a los caramelos primero. Hola, quers caramelos?, me llamo Frin. Tampoco, Quers caramelos?, hola, me llamo Frin. Tampoco, mejor le digo mi nombre despus. Quers caramelos? Y listo, seguramente ella dira algo, o le preguntara su nombre, y ah s, l lo dira: Frin, y el tuyo?

    Cuando ya tena perfectamente calculado cmo iba a acercarse, qu frase iba a decir, qu sonrisa pondra, cmo estirara la mano, qu caramelos ofrecera; es ms, cuando movi un pie para dar el primer paso, se dio cuenta de algo crucial, que lo clav en el piso y lo fren. Algo elemental. Estaban en el mismo grado, cmo se iba a presentar con el nombre? Era evidente que cada uno saba el del otro. Qu idiota! Cmo no se dio cuenta antes? Por poco queda como un tonto; haba que pensar otra cosa. Son el timbre.

    Aprovech la clase de Lengua para repasar el plan. Cmo hubiera hecho Ferraro? El maestro les cont el libro de un tal talo Calvino, Las cosmicmicas. Deca que la Luna quedaba cerca de la Tierra y era de queso. Eso estaba bueno. Hola, Alma, vamos a

    buscar queso a la Luna? Frin se ri de su propia idea. Y si se acercaba con un chiste?

  • Y que tal si en el momento no se le ocurra ninguno? Qu le iba a decir? Lo siento, Alma, ser para otra vez. No, lo mejor es llevar un chiste bien pensado y que parezca que a uno se le ocurri en el momento. La Luna no puede ser de queso porque si no, la noche olera como las patas del de gimnasia. No s, algo as, y al final: Quers un caramelo? O, quers unos caramelos? S, mejor.

    Cuando son el timbre y salieron al patio sinti que era un poco ms difcil de lo que haba calculado, pero lo iba a hacer. Se dio cuenta de que se haba olvidado los caramelos en su banco. Regres por ellos. Alma estaba hablando con su amiga Vera; convena esperar que estuviera sola. Dio vueltas por el patio, contando los caramelos en su bolsillo. Faltaba uno. No poda ser. Ac est. Sin darse cuenta, l mismo lo haba pasado al otro bolsillo. Mejor paraba de contarlos porque si no, iban a quedar un poco manoseados. Hola, Alma, quers que te lave unos caramelos?

    Se qued sola. No quedaba ms remedio que acercarse. Bueno, tampoco era una obligacin, poda hablar maana. No, ahora. Frin senta que las palabras empezaban a huir de su cabeza, como ratas que escapan de un barco que se hunde. Quers caramelos?, no era un largo parlamento, al menos podra decir eso, o caramelos?, y ya. Pero a medida que se fue acercando se puso ms nervioso. Ella lo salud:

    Hola, Frin, cmo ests?

    Pero a l no le quedaba ni una sola consonante en su cabeza, ni la ms mnima vocal. Lo nico que pudo hacer fue sacar la mano del bolsillo, llena de caramelos. Pero estaba tan nervioso que el movimiento fue un poco brusco. Alma dio un respingo, pensando que era una broma. Al hacerlo choc a una maestra que pasaba detrs de ella, casi la hizo tropezar. Alma lo seal a l, que segua con la mano extendida.

    Gracias, Frin (dijo la maestra, tom un caramelo y sigui su camino).

    No eran para ella (protest Frin, con la mano extendida).

    Y para quin eran? (pregunt Alma), para vos, noms?

    ... (neg con la cabeza).

    Puedo agarrar uno?

    ... (asinti).

    Uy, estn un poco arrugados.

    Frin los mir. No slo estaban arrugados, algunos estaban sin la envoltura. Meti la mano en el bolsillo, las encontr, envolvi los caramelos, extendi la mano nuevamente. Ella puso cara de asco.

    ste (dijo Frin).

    Qu?

    ste estaba envuelto de fbrica.

    Gracias... (son el timbre, Alma lo tom, y fue hacia el aula).

    l mir los caramelos en su mano, estaban arrugados y transpirados. Eran un asco. Si ella haba aceptado uno, era que le haba ido realmente muy bien. Adems no se ri, ni se burl, y l no haba tenido que decir ningn chiste. ste estaba envuelto de fbrica, una frase que jams se le hubiera ocurrido. No haba estado nada mal.

    *

  • Pero todo eso le haba costado acercarse a Alma, y eso haba sido haca aos. Y ahora, Lynko, un recin llegado a esta escuela, haba estado charlando con ella lo ms tranquilo. No era justo.

    Ey, qu te pasa, Frin?, ests enojado?

    ndate! (grit l).

    ndate vos, tarado! (replic Lynko).

    Y se fueron rumbo a sus casas, caminando uno en cada vereda.

  • 4Qu haba pasado desde la primera vez en que Frin se acerc a ella, hasta ahora? Sencillo, le regal tantos caramelos que el dentista de Alma podra haberse vuelto millonario.

    Si Alma hubiera hecho el ms mnimo chiste al ver que Frin la buscaba, l hubiera pasado al estado gaseoso. Se habra quedado duro como una estatua en el medio del patio de la escuela. Estatua de Frin ofrecindole caramelos a Alma. Como una de esas leyendas indgenas en las que un indio se queda transformado en un pjaro que canta, o en la flor del ceibo, si es mujer. Slo que Frin se hubiera convertido en papel de caramelos. Un mito ms para la humanidad. Pero nada de eso haba ocurrido.

    Hola, Frin, qu hacs el sbado por la tarde? (Alma).

    ... (jugar con Lynko)... este, nada.

    Mi abuela me cont una historia del cementerio viejo, vamos a verlo?

    ... (triple glup)... claro.

    El cementerio abandonado quedaba en un monte cerca del pueblo. El camino era de tierra y fueron en sus bicicletas. Las apoyaron en la alambrada que lo rodeaba y entraron. Primero cruz Frin. Luego pis el alambre de abajo y levant el otro, para que pasara Alma.

    A pesar de que era de da y haba buena luz, iban caminando lentamente entre algunas lpidas cadas. Callados. No se atrevan a romper el silencio del lugar. Haba cruces oxidadas. Una cada, otra apenas inclinada. Ah era Frin quien guiaba los pasos; ella lo segua, aunque pareca ir al lado suyo. l crey ver algo, se detuvo. Alma tambin. Frin se agach a recoger y exclam:

    Un hueso!

    ...! (Alma dio un grito ahogado, y le tom la mano).

    ... (Frin tir el hueso al piso).

    Pero result ser una rama de color marrn oscuro, delgada, blanda, y con la forma de un hueso. Soltaron una risa nerviosa al ver que slo era una rama; tambin por el silencio del lugar; la soledad; lo cerca que estaban.

    Siguieron internndose, Alma no le solt la mano, y Frin pas de dejar que ella le tomara la mano a tomrsela l tambin. Lo hizo con mucho cuidado, atento a si ella iba a quitar su mano. Cuando l la tom, ella apret suavemente sus dedos, cobijndose un poco ms. En l. En Frin. En el de las vueltas alrededor de la cancha. En Frin el tmido. No pudo evitar mirarla a los ojos, y ella le devolvi la mirada con una sonrisa. Pero no quit su mano. Frin no quera que ese momento terminara nunca. Por poco dese que todo el mundo fuera un cementerio viejo, para que Alma nunca, nunca, le soltara la mano.

    *

    Avanzaban pisando con cuidado. El suelo estaba lleno de hojas y hmedo, porque los cerrados rboles del monte no dejaban que el sol diera a pleno. Otra cruz oxidada, con unas flores de plstico enroscadas. Descoloridas, inclinadas, muertas ellas tambin.

  • Frin, habr alguien enterrado ah, todava? (pregunt Alma en un susurro).

    Qu?... no te o (tambin susurrando).

    Alma se detuvo, tom a Frin de un brazo, lo acerc hacia ella, y con los labios casi rozando su odo, le volvi a preguntar.

    No creo (respondi Frin al odo de ella).

    Y para qu tiene flores, entonces? (en el odo de l).

    A Frin le dio tanta emocin sentirla as de cerca, que levant los hombros, y continu caminando. Tal vez dej pasar una oportunidad de darle un beso, o de acariciarle la cara. Pero eso slo puede pensarlo quien nunca haya sentido tener algo tan cerca y a la vez poder perderlo todo de golpe. Es verdad que tambin se pierden cosas por no tomarlas, pero no siempre es fcil saberlo. Y a veces, la mayora de las veces, hay que decidir, sin saberlo.

    Sus pies se hundan en el suelo blando. Caminaron entre plantas y rboles altos hasta el centro del cementerio. Haba una pequea construccin de ladrillos, con el revoque cado. En varias partes, un musgo verde lo cubra. Toda la construccin tena un paso y medio de ancho, y llegaba hasta la altura del pecho. Clavada en la parte de arriba, haba una gran cruz de metal, como si vigilara el lugar.

    La ms grande del cementerio. Muy oxidada.

    Tens miedo? (pregunt Frin, en voz baja).

    ... (ella hizo que no con la cabeza, pero le apret la mano).

    Se quedaron en silencio. La luz entraba atenuada por los rboles, igual que el viento. Slo llegaba el aire fresco, as como llegaba la luminosidad, desde todos lados por igual. Sin pensarlo, Frin afloj su mano; ella respondi igual. l fue entrelazando sus dedos en los de ella, uno a uno. Alma continu ese gesto, como si fueran los dedos de Frin que abrazaban los dedos de ella que abrazaban los dedos de l. Como un papel que da vueltas sobre s mismo.

    Siguieron caminando hasta el otro extremo. Haba una pequea capilla; estaba en el borde del cementerio a pocos pasos de la alambrada, del lado opuesto al que haban entrado. Al acercarse, un olor cido les hizo fruncir la nariz. Alma susurr:

    Mi abuela me cont que...

    Shhhh (hizo Frin con un dedo).

    La capillita no tena puertas ni ventanas. Haba ladrillos cados en el suelo, cenizas y restos que indicaban que alguien haba comido y haba usado el lugar como bao. Sintieron miedo de que volviera y los encontrara ah; adems, el olor era insoportable. Se alejaron. Frin levant la vista y vio el campo que estaba pegado al cementerio. En ese momento el avin de fumigar haca una pasada. Nada, hasta ahora, les haba recordado el mundo exterior, y les choc el contraste entre esta realidad congelada, y el mundo de afuera, donde todo segua igual. El mundo donde ese seor estaba cosechando, donde ladraban los perros, donde otros iban al banco, a la escuela, donde picaban los mosquitos. Ellos todava estaban en el que no suceda nada de eso. Un mundo aparte.

    Regresaron hacia el lugar de la cruz grande. Quitaron algunas ramas y se sentaron uno al lado del otro. Despus de un largo silencio, mientras segua mirando el suelo, Alma le pregunt:

    Te puedo decir algo?

    Lo que te cont tu abuela? (Frin tom una ramita).

  • No... me tens que prometer que no se lo vas a contar a nadie.

    Est bien.

    ... que va a ser nuestro secreto.

    Ya entend, dale.

    ... (silencio mirando el suelo).

    ... y?

    Me gusta Arno.

    ... (Alma lo mir).

    ... (Frin segua jugando con su ramita).

    ... te enojaste?

    No... no, por qu?

    Por qu pusiste esa cara?

    No puse ninguna cara.

    Te quedaste serio, Frin; no te hagas...

    Te digo que no.

    Volvieron a quedarse callados. Frin hizo algn comentario sobre la escuela, tratando de disimular su desconcierto. Al poco rato ya no quedaba nada de la magia anterior. Se levantaron y regresaron. Frin no ofreci la mano a Alma, ni ella la busc. Separ los alambres, pas ella. Pas l. Se subieron a las bicicletas y tomaron el camino que los devolva al pueblo. Pedaleando callados. Se oa el ruido de las ruedas en la tierra. Sus respiraciones. El ruido de la cadena de la bicicleta de Frin, cuic cuic. Alma gustaba de otro. Tan sencillo y tan corto como eso. Pero tan largo, o tan imposible tambin.

  • 5En la clase de educacin fsica Frin hizo los ejercicios con desgano y el tipo lo haba castigado otra vez. Tena que caminar y correr alrededor de la cancha. Estaba en eso cuando vio que el profesor le deca algo a Lynko, que empezaba a trotar. Lo mand a correr alrededor de la cancha a l tambin! Por qu habr sido? Frin se acord de que segua enojado con l, as que se concentr en su paso. Cuando llevaban la mitad de una vuelta, not que Lynko estaba cada vez ms cerca. Corra despacio a propsito para ponerse a su lado.

    Che, qu te pasa, eh?

    ... (trotaba callado).

    Frin, de verdad te pregunto, por qu te enojaste?

    ... ey, Frin... as nunca te voy a poder pedir disculpas.

    No lo hagas.

    Abri la boca! Esto va mejorando... che me vas a decir qu te molest?

    No.

    ... bueno, lo que puedo hacer es empezar a pedirte disculpas por todo, todo lo que existe en el mundo, en el cielo, por las cosas imaginarias...

    ... (Frin sonri).

    Voy a empezar, perdn... por los arbolitos de navidad, fue eso?

    ... (hizo que no con la cabeza).

    De acuerdo, seguir... perdn por las bicicletas sin cambios de velocidad, fue eso?

    Par, tarado (aguantando la risa).

    No, amigo, debo seguir (con tono melodramtico), debo seguir.

    Mientras tanto se aproximaban a donde estaba el grupo entrenando con el profesor. Se acercaban las olimpadas interescolares, y el tipo estaba como loco.

    ... s, s, debo seguir... a ver, fue... fue por la lengua del maestro de Lengua?

    Par, idiota! (lo empuj con el hombro).

    Oh, oh, vamos bien, intuyo que vamos bien, es por ah... a ver... fue... fue fue porque estuve hablando con Alma?

    En ese momento, Ferraro grit:

    Lynko! No te molesta correr con ese marica!?

    l se par en seco, ni le dio tiempo a decir nada a Frin y grit furioso.

    Metete en lo que te importa, imbcil cara de vaca!!!

    Los dems se rieron, Lynko sigui como si eso no hubiera importado, volvi a preguntarle.

    Che, Frin, fue por eso?

    Pero el profesor los estaba llamando. Los hizo parar delante de todos y los ret. A Frin por correr mal, a Lynko por gritarle a un compaero, y a Ferraro tambin; pero era su favorito para las olimpadas y le dijo algo por compromiso. Mientras los retaba, Frin lo

  • miraba, pensando que se demoraba horas en decirles algo que ya haban entendido. En cambio, Lynko se pas todo ese tiempo clavndole la mirada a Ferraro, que era ms grande, y tambin lo miraba desafiante. Frin se dio cuenta de que iba a haber pelea. El profesor los segua retando, pero eso era lo nico en que estaban pensando todos. Iba a haber pelea.

    *

    Ya casi terminaba la clase, los mand a dar una vuelta ms. Cuando volvieron el grupo estaba saliendo de la cancha. Ferraro estaba parado al lado de la puerta, junto a otros chicos. A Frin lo recorri un fro de miedo en las piernas. Lynko sigui caminando tranquilo, ya saba.

    Qu problema tens, vos? (Ferraro).

    Que no me gustan los bocones (Lynko).

    Y sigui cruzando la puerta. Ferraro lo agarr del hombro, tirndolo hacia adentro de la cancha; pero, antes de que se diera cuenta, Lynko le tir una trompada que le peg en la nariz. El grandote se agarr la cara con las manos.

    No habamos empezado todava! Pegs a traicin como los maricas!

    Lynko le tir una patada que el otro alcanz a esquivar. Aunque todo haba empezado por l, Frin estaba paralizado ante la pelea. La mole Ferraro se fue encima de Lynko y lo hizo caer. Cuando lo tena en el piso lo empez a golpear en la cara. Lynko atajaba algunas, reciba a casi todas; pero logr pegarle otra pia en la nariz, que lo hizo sangrar. Ferrara, furioso, se abalanz encima de Lynko, trabndole los dos brazos abiertos. Lynko quera patearlo y zafarse, pero no poda. Los gritos de todos los dems, alentando a su amigo contra el-recin-llegado-del-buzo-verde, haban llamado la atencin del resto del grupo, que regres corriendo a ver la pelea. El profesor tambin. Los separ a los gritos y empujones. Les dijo que estaba harto. Harto de los tres.

    Y yo, por qu?

    Dijo Frin, pero inmediatamente sinti que no tendra que haber dicho eso. Qu estpido, su amigo se haba agarrado a trompadas para defenderlo y a l lo nico que se le ocurra era decirle, Y yo, por qu, al tipo. Mir a Lynko con vergenza; pero l estaba sacndose la tierra de la ropa y segua mirando furiosamente a Ferraro. Ni le haca caso a lo que el profesor estaba gritando. Que los iba a llevar a la Direccin, que llamara a sus padres, que, que, que, que, que.

    Regresando a la escuela, Frin busc caminar al lado de Lynko.

    Che, perdn.

    ... por?

    Yo tendra que haberme peleado.

    Si fue conmigo que se meti.

    A m me grit mariquita.

    Por eso... vos sos mi amigo, qu se cree.

    Siguieron en silencio, hasta que Lynko habl.

    Fue porque estuve hablando con Alma, verdad?

  • ... (Frin, primero levant los hombros; pero despus asinti con la cabeza).

    Yo no saba que te gusta.

    Nadie lo sabe.

    Est bien, Frin, es linda.

    ...? (lo mir sorprendido).

    Qu mirs?, de verdad te felicito, es muy linda... qu mirs? (y entendi). Qu!? No! Vos pensaste que yo estaba hablando con ella porque me gusta?

    No, nada que ver...

    Juralo, Frin! Juralo! (rindose).

    ... (lo empuj, tambin rindose).

    Sos un tarado, por no decrmelo, por no preguntar y por imaginarte eso (se rea); llevs das enojado por tonto, oste?

    Y qu hablabas con tanto entusiasmo, entonces?

    Ella tiene una ta que tambin viaja por su trabajo y yo le contaba de mi pap.

    ... de verdad?

    (Rindose) Te lo juro, Romeo... en serio; te puedo prestar mi buzo verde para que la enloquezcas.

    Gasta demasiada electricidad (rindose).

    ... (Lynko lo empuj).

    ... pero tampoco funcionara.

    Por qu?

    No, el otro da fuimos a pasear al cementerio viejo...

    S, y?

    ... me cont que gusta de Arno.

    Cul es?

    Se sienta al fondo, del lado derecho... uno medio pelirrojo.

    Ah, ya... y vos le creste?

    Claro, por qu me lo iba a decir si no es cierto?

    No s, para darte celos.

    (Sonri) Nada que ver, Lynko; ests delirando por los golpes.

    ... che, Frin, no te dejs decir marica, s?

    ... (levant los hombros)...

    S que importa, por qu no le pegaste?

    ... (por miedo)... no me gusta pelear.

    Que no se metan con vos, oste?

    Se tomaron de los hombros. Estaban siendo buenos amigos.

    Lynko, por qu viaja tanto tu pap?

    Por el trabajo (contest frunciendo la boca), casi nunca est con nosotros.

    Pero te debe traer cosas lindas, no?

  • Lynko levant los hombros. Ya estaban llegando a la escuela. Y si Lynko tena razn? No, para qu Alma me iba a querer dar celos? Nada que ver, pensaba Frin con una sonrisa de oreja a oreja.

  • 6A Frin le molestaba que sus paps se pasaran el da mirando televisin. La mam trabajaba en una fbrica de mallas para mujeres y hombres; tambin teja por encargo. El pap era empleado administrativo en un hospital. Durante ese tiempo no haba ningn televisor enfrente, radios s. Sus dos trabajos quedaban a cuadras de la casa, eso les permita almorzar juntos y que no fuera tarde cuando llegaban. Pero antes de decirse hola, la voz del televisor era la primera que se oa en la casa cuando entraban.

    No recordaba una sola conversacin con sus paps sin que la televisin estuviera encendida, hablando al mismo tiempo que todos. No hubo palabra, ni silencio, que no tuvieran una telenovela o un programa de concursos de fondo.

    La casa de Lynko era muy distinta. El pap viajaba demasiado; pero era el tipo ms divertido del mundo. Para empezar, su casa era mucho ms grande que la de Frin; que era ms o menos del tamao de donde en sta guardaban los paraguas.

    Haba como cuatro habitaciones para cada cosa. Una para lavar y planchar; una para la seora que trabajaba en la casa; un comedor diario; una sala para recibir a visitas importantes. Record la sala de su casa, y las visitas que iban ah. Jams las dejaran entrar ac, pens; ensuciaran la alfombra, o se robaran un cenicero.

    La cocina era ocho veces el tamao del dormitorio de Frin. Haba un cuarto de juegos; un estudio para el padre; uno para la madre; un garaje para la cortadora de csped. Frin pens en la mesa de su casa. Ah coman; dejaban las boletas de los impuestos; l haca la tarea; y jugaban a las cartas. Y a veces todo eso al mismo tiempo.

    El cuarto de Lynko, amplio, lleno de colores; el cuarto de sus paps, que tena un bao adentro, o sea que los paps podan ir al bao sin salir al pasillo. Frin se acord de que en su casa el nico bao quedaba cerca de los dos nicos cuartos y siempre se oa cuando alguien lo usaba. Se oa y se ola.

    Adems haba un cuarto para las visitas y hasta otro para el televisor. Frin no lo poda creer; la televisin estaba en un cuarto aparte. Lo ms increble es que no la usaban mucho, y que Lynko la vea acostado a lo largo del silln, apoyando su cabeza en las piernas de su pap.

    Las primeras veces que Frin entr a esa casa se hizo una idea muy clara, la familia de Lynko tena mucho, mucho, dinero. Cierta vez se lo dijo. Estaban abriendo la heladera para buscar jugo de naranja.

    Che, cmo hicieron tus paps para tener tanto dinero?

    ... yo creo que no.

    ...?? Que no?

    Bueno... no s... si tuvieran mucho dinero mi pap no tendra que trabajar y viajar tanto y estara todo el da en casa, no?

    Frin no supo qu responderle; lo nico que se le ocurra era decirle: Lynko en tu casa hay jugo de naranja en la heladera; pero ni abri la boca porque era un argumento muy estpido. Aunque muy cierto, porque en su casa no haba. Se llen su vaso dos veces. Y cuando l mismo senta que haba hecho mal, Lynko le pregunt si no quera ms. Frin dijo que s, aunque ya tena la panza llena. Se dio cuenta de que en todo ese tiempo que haban estado hablando, la puerta de la heladera haba estado abierta. Lynko poda dejar la puerta de la heladera abierta un minuto, diez minutos, media hora, con la misma tranquilidad. No se caa el cielo, no se partan las paredes. No

  • pasaba nada. Nada de nada.

    En casa de Frin, si alguien se olvidaba la puerta de la heladera abierta, el pap se enojaba y daba un grito, o la mam. Se armaban verdaderas peleas en las que se echaban la culpa uno al otro sobre quin haba dejado la puerta abierta. Una vez, en medio de una comida, se pelearon y se dijeron cosas tan fuertes, que su pap dio un portazo y se fue a la calle, su mam se levant y fue a encerrarse en el cuarto con los ojos llorosos. Frin se qued solo, sentado a la mesa, con sus codos apoyados en el mantel de plstico azul con flores pintadas. Y, aun cuando le haba quedado toda la comida para l, casi no prob bocado. Mir cmo sala el vapor de la cacerola apoyada en un repasador para que no quemara al plstico. Revolvi un poco la comida de su plato con el tenedor. Recorri el mantel con la vista, notando que en muchos lugares la pintura de las flores estaba un poco corrida. No coincida bien. Prest atencin a si oa llorar a su mam en el cuarto, pero no se oa nada, slo las voces del programa de televisin. Y todo haba empezado porque alguien haba dejado la puerta de la heladera abierta.

    *

    Frin nunca invitaba a su casa a Lynko. Tu casa es ms grande para jugar, le deca siempre. No quera que pisara su casa, ni conociera a sus paps.

    Por eso le molest tanto esa maana en la que fueron a la panadera y se encontraron con Lynko y su pap. Lynko estaba de su mano y dio un grito.

    Pap, l es Frin!

    El pap estaba vestido con jeans nuevos y una camisa azul a cuadros. Se dio vuelta sonriente y se acerc a ellos, abandonando su lugar en la fila.

    Hola, Frin, mucho gusto.

    Salud a su pap tambin muy amablemente y, mientras le acariciaba la cabeza, le deca:

    Estoy muy contento de que Frin sea amigo de Lynko... no hace otra cosa que hablarme de l.

    Frin oy que su pap deca que s, que era un buen muchachn y que estaban orgullosos; sin embargo, l slo deseaba que se callara la boca e irse cuanto antes. Pero no haba cmo zafar de la situacin. No podan irse sin haber comprado nada. Fueron avanzando lugares en la fila mientras Lynko le hablaba, aunque l slo haca que lo atenda, y sonrea de vez en cuando. En realidad estaba oyendo que su pap le preguntaba en qu trabajaba al pap de Lynko, que le contaba de la empresa y que eran demasiados viajes. Y sufra porque el pap de Lynko preguntara lo mismo. Lo hizo y oy perfecto cuando dijo... de esclavo en el hospital. Frin se enoj muchsimo porque sonaba como si le hubiera pedido trabajo.

    Cuando el padre de Lynko dijo: Bueno, tenemos que visitarnos un da de stos, Frin tom el paquete apurado y dijo:

    Vamos, ya est.

    S, Frin, espera a que ellos compren, no?

    Ya est, pap, vamos! (repiti enojado).

    Qu te pasa a vos!?

  • Frin no pudo evitar que volvieran a saludarse y a decirse de nuevo que haba que visitarse. Cuando quedaron solos, caminando rumbo a la casa, el pap lo ret por haberse mostrado tan mal educado. Frin caminaba serio, con los ojos llenos de rabia.

    Su pap le cont a su mam que haban conocido al pap de Lynko, que pareca un tipo muy amable, y que l se haba portado psimo. Frin se fue a su cuarto, cerr la puerta, sac su artculo de la maratn y se lo puso a leer. Y aun as se oan las voces del televisor.

  • 7Frin vena pensando que cuando Alma le hablaba era como si sus ojos preguntaran algo. Entr seguro de que la iba a encontrar con Arno. Sin embargo, estaba solo, sentado en el borde del pasillo que separaba el patio de los salones de clase.

    Qu tena de especial? Por qu Alma gusta de este idiota? Se imagin que un grupo de cientficos ponan a Arno encima de una mesa del hospital donde trabajaba el pap, y le sacaban las tripas investigando qu tena de especial.

    Mir, Frin, qu hermosas tripas!

    Ser por eso, doctor?

    No pareca tener nada especial. Era pelirrojo, s; pero no deba ser por eso; ni por la altura; no era ms alto que Frin, ni ms inteligente. Qu era, entonces?, se preguntaba cuando vio entrar a Alma.

    ... (ahora va a ir con l).

    Pero Alma pas enfrente sin mirarlo. Qu raro. Y Arno tampoco se haba fijado en ella. Tal vez era un secreto entre ellos dos, o tal vez Alma gustara de l, pero Arno no lo saba. Qu se supone que deba hacer Frin en ese caso? Avisarle a Arno?

    Qu tonto soy, cmo voy a decirle eso? En todo el tiempo que sigui observndolo no not ni una sola vez que Arno mirara hacia el grupo en el que estaba Alma.

    Ese s que sabe guardar un secreto, pens. Si Alma gustara de m yo me la pasara al lado suyo. No disimulara. Entonces se le ocurri que tal vez fuera precisamente eso. Arno era muy callado, no buscaba hacerse amigo de nadie, como l; ni haca chistes. Ser que Alma no gusta de m porque hago chistes? Debo ser ms serio, pensaba Frin, nunca me aguanto si puedo hacer un chiste y as quedo como un payaso. Qu chica va a querer estar con un payaso!

    Segua viendo a Arno, que apoyaba su cara en una mano, distrado. Luego abra su mochila y sacaba lo que traa. Cuadernos, lpices, todo lo pona a un costado y segua buscando. Frin sinti el impulso de acercarse y ayudarlo a encontrar lo que fuera que se le hubiera perdido. Se contuvo por vergenza, pero lo que en realidad senta era que quera estar cerca de Arno. Cmo haba logrado que Alma gustara de l? Peor an, quera que Arno fuera su amigo, ser como l.

    *

    Lynko se sent a su lado, cruzando su brazo por la espalda.

    Nunca te vas a quitar ese buzo verde? (Frin).

    Vos me dijiste que me lo siguiera poniendo (Lynko).

    Me vas a desprender la retina.

    Che, el domingo, vamos a andar en bicicleta?, un picnic?

    Bueno.

    Qu ests mirando?

    Nada... Lynko, por qu ser que alguien gusta de otra persona?

    Nada, gusta y punto.

  • ... no, algo debe haber.

    Si quers le podemos preguntar a Arno Che, qu tens que Alma gusta de vos?

    No seas tonto, es en serio... (lo empuj).

    En el recreo largo de mitad de la maana, Frin se acerc a Lynko.

    Ni se hablan, ni se miran, cmo puede ser?

    Todava ests con eso? Le vas a hacer un agujero en la nuca de tanto mirarlo.

    No es raro?

    No, porque ella te dijo que gustaba, no que eran novios (y sigui jugando a la pelota con un bollo de papel). Che, el domingo llevamos hamburguesas, no?

    Frin sinti que se hunda. Maldita claridad de Lynko, tena razn. Podan no ser novios en toda la vida y de todas maneras Alma gustar de l.

    En la clase de matemticas estuvo pensando. Realmente se puede querer a alguien para toda la vida? Tal vez cuando Alma vea que l no gusta de ella, deje de quererlo. Pero eso no quiere decir que va a empezar a gustar de m. Yo tendra que hacer algo. Oy que la maestra lo llamaba al pizarrn.

    A ver, Frin, mir, vamos a hacer este problema juntos.

    (Alma gusta de l aunque l no haya hecho nada)... s.

    (la maestra termin de anotarlo) lo entends?

    (Y si yo le dijera a ella que me gusta?)...

    ... Frin, ests prestando atencin?

    ... eh? S (sera un tarado porque ella ya me dijo de quin gusta).

    Frin, si no sabes hacerlo volv a tu lugar (se oyeron algunas risas en el saln).

    No, s lo s.

    Comenz a resolverlo mientras segua pensando, Entonces qu?, tengo que buscar a alguien que guste de m?

    Vas bien, Frin, no te olvides el cuatro.

    ... (alguien que guste de m aunque yo no guste de ella?)...

    No, al revs, despej ste...

    ... (lo mejor sera que gustara de m alguien que me guste mucho).

    Muy bien, y ahora por dnde segus?

    ... (a m me gusta Alma).

    Perfecto, Frin, regresa a tu lugar.

    Pero se acerc donde Arno y le pregunt:

    Encontraste lo que se te haba perdido?

    Qu??

    Frin! A tu lugar dije, no a conversar (la maestra).

    Si encontraste lo que estabas buscando hoy.

    ... (Arno puso cara de ni saber de qu le estaba hablando).

    Fue hasta su lugar. Alma tena la vista clavada en su cuaderno. Frin se sent. No entenda nada de nada. Ojal todo esto fuera como resolver una operacin en el

  • pizarrn: si yo gusto de Alma y Alma gusta de Arno y Arno quin sabe sobre equis. Un papelito le peg en la cara. Se lo haba tirado Lynko que se rea de l, le haca seas de que estaba loco y pona los ojos bizcos. Frin le seal el buzo verde y movi la boca diciendo: Apaga tu maldito buzo verde. Lynko volvi a hacerle seas de que estaba loco. Sacaba la lengua, pona los ojos bizcos y cruzaba las manos, sin ver que la maestra se haba parado detrs suyo.

    Lynko! Se puede saber por qu ests haciendo el payaso?!

    Lynko casi peg un salto del susto, y se sent duro y derecho. Toda la clase dio una carcajada y Frin se agarraba la panza de la risa.

  • 8Una tarde, Frin fue a comprar un lpiz, porque ya estaba escribiendo con un pedacito que casi ni se poda agarrar.

    Frin, si segus con ese lpiz le vas a tener que sacar punta a tu dedo (dijo la mam).

    l saba que sus paps no tenan mucho dinero, entonces se cuidaba de no pedirles, no porque fuera muy ahorrativo, en realidad lo enojaba muchsimo or que le decan: No podemos, Frin, no hay dinero. Esas respuestas lo llenaban de vergenza y haca todo lo posible por evitarlas.

    Elvio, el dueo de la librera, un seor un poco calvo y panzn, le vendi el lpiz y le pregunt:

    Pods hacerme un favor? (tom un trago de una copa).

    (...?) S.

    (Sac dinero de la caja) And al kiosco a comprarme cigarrillos.

    Frin tom el pedido con naturalidad: es normal que un adulto le pida a un nio que haga un trabajo, sea o no sea su hijo. Cuando regres y entreg el paquete de cigarrillos y el vuelto, Elvio lo miraba como si lo estuviera estudiando, y le pregunt:

    Ests trabajando en algn lado?

    Yo?... no.

    Y no te gustara ayudarme ac por las maanas?

    Frin lade un poco la cabeza porque no saba si iba tener ganas de venir todas las maanas. No haba entendido que le estaban ofreciendo el primer trabajo de su vida. Elvio lo miraba serio.

    Te pagara as.

    Ense la mano mostrando tres dedos, y tom otro trago. Frin casi rebota en el techo por la sorpresa. l haba entendido que tena que seguir viniendo como un favor, no que le iban a pagar tres... qu quera decir tres?, tres pesos?, treinta?, trescientos mil?

    Se subi feliz a su bicicleta y pedale hasta su casa. Iba a mil, senta el viento en la cara y su cuerpo lleno de energa, como si fuera ms poderoso que antes. La cadena de la bicicleta haca cuic cuic cuic a toda velocidad, como un reloj loco. Dobl una esquina y vio a Fede, un amigo del grado:

    Ey, Frin a dnde vas?!

    Tengo trabajo!!! (cuic cuic cuic).

    Grit entusiasmado, sin dejar de pedalear de pie, para ir ms rpido. Lleg a su casa y encontr a su madre preparando la comida.

    Mam, tengo trabajo!

    Epa! Y dnde? (curiosa y divertida por la agitacin de Frin).

    Ah se dio cuenta de que ya era un hecho. Elvio se lo haba ofrecido, a l le haba encantado la idea y su madre le preguntaba dnde. S seor, ya era un hecho. Mientras su madre segua cocinando, l se par al lado y con el mismo entusiasmo le cont cmo haba sido. La madre se rea porque le diverta ver a Frin tan excitado, hablando rpido, apretndose los dedos, dando saltos. Frin crea que la madre estaba contenta por la noticia y tambin se rea.

  • Bueno, pero no vas a descuidar la escuela...

    Nada que ver, mam!

    Por la tarde fue a contarle a Lynko que inmediatamente se lo cont a su madre, contento, como si el que hubiera conseguido trabajo fuera l. Despus hicieron ms planes para la salida del domingo.

    Esa noche, cuando ya estaba acostado, llam a su padre, que ya saba la noticia. Vino hasta su cama y le pregunt:

    Pap, lo que no entiendo es para qu me mand a comprar cigarrillos, por qu no me lo dijo antes.

    Te puso a prueba, Frin.

    A prueba?

    Ah, si ibas a ir... si ibas a devolverle el dinero.

    *

    La librera abra a las ocho y media de la maana, pero Frin estuvo sentado en la vidriera desde las siete y media. No hubo quien lo convenciera de que era demasiado temprano. Cuando Elvio lo vio, sonri.

    El viernes cobr su primer sueldo. Lleg la hora de la comida, Elvio le dijo, Tom. Le dio un dinero en la mano, e hizo que levantaba su copa para brindar. Frin regres a su casa y cont tres veces los billetes en el camino. No lo poda creer. Era la primera vez que tena un dinero que era suyo. No se lo haban regalado, no era un premio, no lo haba pedido. Se lo haban dado por su trabajo, o sea que era todo, todo suyo, o se lo pedira su mam? A la hora de la comida se lo mostr a sus padres. Los dos se alegraron y lo felicitaron.

    Y qu vas a hacer con todo ese dinero ahora?

    Le pregunt su pap, con cario. Y esa pregunta quera decir varias cosas: no le iban a pedir el dinero, l lo poda gastar sin que nadie le dijera nada, y ellos no se iban a meter en lo que hiciera con ese dinero. Se pas tres das sin saber en qu gastarlo.

    Mira, Frin, si lo ahorrs vas a ir juntando tu dinero (explicaba su pap).

    Y para qu?

    Para poder comprar ms cuando hayas juntado bastante.

    (Frin negaba con la cabeza)... no, yo prefiero ir comprando y as igual voy a ir comprando ms.

    Lynko no se cansaba de hacerle sugerencias.

    Mir esa pelota, Frin!

    (No)...

    Mir esa caa de pescar!

    (No)...

    Una mochila para irnos de campamento!

    (No)...

    Y qu vamos a llevar el domingo, entonces, Frin?!

  • Hasta que en una librera vio un tomo de una enciclopedia y supo que lo quera. Era una enciclopedia que tambin se venda en fascculos ms pequeos y que Arno siempre llevaba cuando tenan que consultar algo en la escuela. Entr y compr el primer tomo. Para su sorpresa costaba menos de lo que crea. Le alcanz para comprar otro libro. Uno de fenmenos extraos que haban pasado en toda la historia. As gast su primer dinero.

    Cuando lleg a su casa guard el tomo de la enciclopedia en la pequea biblioteca del comedor y fue a sentarse en el patio a leer el otro libro. Al rato entr Alma por la puerta del patio. Le gust verlo con ese libro abierto, que sostena con una mano, mientras que la otra estaba apoyada en su cabeza. Aprovechando que no se haba dado cuenta de que ella estaba ah, se qued observndolo. Era lindo que estuviera tan concentrado. Pareca ms importante. Estaba tan serio. Nunca haba visto a nadie leer de esa manera; pareca que estaba en otro mundo.

    Hola, Frin.

    ... ah, hola.

    Qu ests leyendo?

    Mira, en 1953 desapareci un barco con toda su tripulacin.

    Alma se sent a su lado. Frin sigui leyendo en voz alta, y ella le prestaba atencin a lo que l deca; pero tambin a que era lindo estar as con Frin. Cerca, mientras l lea en voz alta para los dos. No era fea la voz de Frin. Un barco haba desaparecido con toda la tripulacin. Es ms, era una linda voz. Y no se haba hundido. Y lea bien.

  • 9Si el domingo por la maana salan en bicicleta, haba que ponerse de acuerdo en el delicado tema de los sandwiches.

    Yo me voy a hacer uno de tomate! (Frin).

    No, mejor hacete uno de jamn y queso... (Lynko).

    ... no, uno de tomate.

    O una hamburguesa! A m me encantan las hamburguesas. Cuando me las dan siempre pido ms sobrecitos de mostaza, y me voy a sentar y regreso y le pido ms sobres para mi hermanito, no?

    Y paf! Se los pons!

    No, no, no... se los pongo todos, todos...

    Y paf! Se los pons!

    No, no, no... los voy abriendo despacio, despaciiiiito...

    Y paf! Se los pones!

    Que no!!! Primero me gusta tenerlos a todos abiertos, para no perder tiempo. Los pongo en hilera: uno de mostaza, uno de ketchup, uno de mostaza y otro de salsa, as. Y recin despus empiezo a ponrselos encima de la hamburguesa.

    Y no se te vuelca al morderla?

    Para eso se los pongo! La vez que ms le puse fueron veinte en total, doce de ketchup y ocho de mostaza...

    ... (Frin se rea).

    ... y am, am, slurp, cluch, flop, splash, se me chorreaba todo por todas partes. Estaba buensima: creo que la ahogu a la hamburguesa. Cuando regres a casa mi mam me dijo: Lynko qu hiciste?... tena salsa hasta en la espalda.

    ... (Frin segua rindose).

    Cmo hice para ponerme salsa en la espalda? Nunca me di cuenta.

    Te habrs puesto la hamburguesa en la espalda.

    (Lynko solt una carcajada) Debo haber apretado la hamburguesa y la salsa me atac por la espalda... por eso, el domingo me voy a pedir una triple hamburguesa con paps triple, tambin, y gaseosa extra grande, y voy a pedir veinticinco sobrecitos, para romper mi propio rcord; vos de qu vas a llevar, Frin?

    De tomate.

    Y dale con eso!!! Me vas a hacer un agujero!!! No pods llevar otra cosa!? Una hamburguesa, por ejemplo!?

    A m me gustan los sandwiches de tomate que hace mi mam.

    Dibujaron un plano de los caminos de tierra por los que iban a ir en bicicleta. No era exactamente un mapa, porque inventaron unos caminos que no existan. Despus ya veran.

  • *Lleg el domingo. Frin se levant temprano entusiasmado.

    Mami, preparame un sandwich de tomate, que vamos a ir de excursin con Lynko.

    No vas a ninguna parte (dijo ella).

    Por qu?

    No te acords que hoy vamos al cementerio a llevarle flores al abuelo?

    ... mam; pero ya arreglamos con Lynko!

    No hubieras hecho un compromiso si tenas otro.

    Es que no me acord! Qu culpa tengo?

    Pero la mam segua preparndose y eso quera decir que no le hara caso. Frin decidi insistir con su pap, que estaba ponindose los zapatos.

    Yo me voy a ir a andar en bicicleta con Lynko!

    Ah, s? (dijo, sin levantar la vista).

    (La madre lleg al cuarto enojada) Frin! Si ya te dije que vas a venir con nosotros, no tens por qu venir a decirle nada a pap!

    Pero es que ya haba quedado, mam! (con furia e impotencia).

    Basta!

    Dijo ella, y fue a buscar unas tijeras de arreglar el jardn, una botella con agua y un trapo viejo. Todo lo puso en una bolsa de plstico. Frin la sigui con la mirada. El padre se haba terminado de poner los zapatos, pas a su lado y le dijo:

    Frin, cuando regresemos pass a buscar a Lynko, y listo; no es tan terrible.

    S, porque l ya se va a haber ido con otros chicos!

    Contest enojado. Qu poda saber su pap si era o no terrible? Eso lo hizo enojar ms todava. Fue todo el viaje con una cara que dejaba muy en claro que l no quera ir. Le estaban arruinando su plan con Lynko, y se los iba a hacer notar todo el camino. O todo el da. O hasta que le pidieran perdn.

    *

    El pap manejaba con cuidado, porque el auto se lo haba pedido prestado a un vecino. Al lado iba su mam, con la bolsa de plstico apoyada a sus pies. Atrs iba Frin cuidando de mantener su cara de enojo. El problema es que, como no tenan coche, a l le encantaba cuando su pap consegua uno y salan a pasear.

    Se detuvieron en una florera. La madre baj a comprar un ramo. Frin pens que su pap iba a buscarle conversacin; pero sigui callado, mirando lejos. Cuando llegaron al cementerio, Frin dijo, sin conviccin:

    Me quedo en el auto a or radio.

    Como quieras.

    Le dijo su madre, y se baj. Su pap se dio vuelta y slo lo mir, como dicindole: Cortala, Frin. Entonces se baj.

  • Frin iba atento al silencio, tan distinto al del cementerio abandonado al que haban ido con Alma. Hasta la gente con la que se cruzaron hablaba en voz baja. Y cuando pasaban al lado apenas inclinaban sus cabezas, o decan un buenos das, que era ms un susurro que otra cosa.

    Pap, ese seor estaba llorando (coment l en voz baja, tambin).

    El pap asinti, sin dejar de mirar adelante. A Frin se le hizo que ese gesto haba sido muy discreto. En estas cosas serias su pap era muy discreto. Pens en tomarle la mano; pero no lo hizo.

    Dieron varias vueltas por los pasillos y llegaron hasta donde estaba el abuelo.

    La madre quit unas flores marchitas y las tir en un cesto.

    El pap se sent en un banco de cemento que haba enfrente.

    Frin se sent a su lado.

    La mam regres, tir el agua vieja de la jarrita y la volvi a colocar en su lugar.

    El pap se incorpor un poco, destap la botella que haban trado y se la alcanz.

    La madre la tom y fue vertiendo el agua fresca.

    Luego tom las flores, las cort con la tijera y las fue acomodando en la jarrita con el agua nueva.

    Si le pareca que alguna quedaba muy larga, le cortaba otro poco de tallo y la acomodaba nuevamente.

    Finalmente agreg del verde que les haban dado.

    Se alej para verlas.

    El pap seal una, se levant, tom esa flor y la puso en otra parte de la jarrita, y como se inclin, la volvi a acomodar y le dijo en voz baja a su mam:

    As est mejor.

    ... (a Frin le pareca que estaba igual que antes).

    (Pero su mam contest con un murmullo)... s.

    Luego su pap fue a llenar la botella con agua, se la alcanz a la madre y se volvi a sentar en el banco.

    Ella arroj el agua suavemente sobre la pequea puerta de mrmol donde estaba el abuelo.

    Despus tom el trapo y la limpi.

    Lo estruj y lo volvi a pasar hasta que dej todo seco.

    Frin vio cmo pasaba el trapo sobre el cuadradito de metal con el nombre del abuelo, y dos fechas.

    Le pareci que lo acariciaba.

    Su pap haba agachado la cabeza, se levant y se par cerca de la mam.

    Ella se tom de su brazo.

    No saba qu hacer, no le haban pedido nada.

    Sinti que mejor se paraba al lado de ellos.

    Vamos, si quers (dijo su mam).

  • *Regresaron al coche, caminando callados. Saludaron a una seora. Frin le tom la mano a su pap, tambin sin decir nada. Arranc el auto y regresaron con el mismo cuidado de antes. Frin iba bien sentado, mirando a sus paps, que iban callados. Ni enojados, ni serios. Solamente callados.

    Sin que l se diera cuenta su pap fren frente a un negocio de hamburguesas.

    Quers comprarte para el picnic?

    (Sorprendido)... puedo?

    El pap ya le estaba dando el dinero. No compr de las extra triples que deca Lynko porque no quera gastar mucho; pero, adems, porque no existan. Pidi muchos sobrecitos, eso s, y paps y gaseosas grandes.

    Cuando llegaron a casa, estaba Lynko con su bicicleta, esperndolos.

    Esper que voy por la bici!

    Grit Frin, y en un salto ya estaba de regreso. Su pap fue a devolver el auto al vecino. Su mam se haba quedado sosteniendo la bolsa con las hamburguesas y conversando con Lynko.

    Gracias, mami (dijo Frin).

    Oigan, se portan bien, ustedes, eh?

    Dijo la mam, sonriendo, mientras pona la bolsa en la canasta de la bicicleta. Le dio un beso a cada uno, y entr a la casa. Frin quera sorprenderlo mostrndole que haba comprado hamburguesas. Mir, traga-hamburguesas! Pero Lynko se le adelant.

    Frin! Mir lo que nos prepar mi mam!

    Y abri su mochila para mostrar dos gigantescos sandwiches de tomate.

  • 10

    De repente Alma se volvi ms callada. Algo pasaba. Frin la observaba desde lejos; no quera acercarse y que lo rechazara.

    Y si ella tambin cree que el que est raro soy yo?

    Entonces senta que tena que mostrarle que l no estaba raro, que ella poda acercarse si quera. Pero qu hacer? No poda decirle:

    Hola, Alma, mir que yo no estoy raro, eh? Pods acercarte cuando quieras.

    Durante las clases la miraba, y ella no levantaba la vista, no le devolva una sonrisa, ni nada. Lo primero que pens fue que ya se haba puesto de novia con Arno y por eso ahora no quera ni mirarlo. Ya se haba decidido. Le habra hablado ella o l? Seguro que fue Arno. Era un poco raro, desordenado, con la cabeza en la Luna, como deca la maestra: siempre se le perda algo o se olvidaba alguna cosa.

    Pero no debe ser tan vergonzoso como yo (se deca Frin), se le declar y ahora son novios. Por eso Alma no me puede mirar.

    En los recreos, sin embargo, Alma tampoco miraba a Arno. Sera un secreto? No creo. Ella se la pasaba con su mejor amiga, Vera. A Frin se le haca que Vera era la chica ms estpida del grado, como una secretaria que no dejaba que nadie se acercara a Alma. No ser que Vera la quiere de amiga slo para ella y le habla mal de nosotros? Seguro que esa estpida y presumida idiota hace eso. Le tocaron el hombro.

    Frin? (era Vera).

    ...! eh, s?

    Ests ocupado el sbado?

    ... no... s, no... por qu?

    Quiero invitar a Alma a que hagamos un picnic, pero ella no quiere y como vos sos muy amigo, si vas, tal vez quiera...

    ... s? (de rechazado a querido a la velocidad de la luz).

    Es que est callada todo el da... bueno, as no?, y yo quiero que salgamos para que piense en otra cosa.

    En qu piensa?

    Sus paps se pelearon, entonces su pap se fue a un hotel y hace unos das que ella no lo ve, y dice que es culpa de la mam.

    Frin senta un enorme alivio de que Alma no slo no estuviera enojada sino que si l iba ella querra ir. Pero entonces se le mezclaba con lo que le pasaba a ella, y le daba tristeza. En cualquier caso, quera ayudarla. Le pregunt a Vera:

    Puedo invitar a Lynko?

    (Se le iluminaron los ojos) S, claro! eh... yo invit a Arno.

    ... para qu?!

    Porque es ms divertido, no?

    ... (entonces, soy o no el importante?).

    ... pero me dijo que tena que ir a no s dnde con su mam; pero que no era seguro y no se acordaba bien.

    Son el timbre. Vera le agradeci que fuera tan buen amigo. Inmediatamente Frin

  • sinti que Vera no era una estpidaidiotaimbcil, sino muy simptica y muy buena amiga tambin.

    *

    En la clase de Lengua le pidieron a Lynko que leyera un poema de Lorca. Frin not que Vera segua a Lynko con la mirada. Lynko lea poemas igual que Frin jugaba al ftbol. Acentuaba mal las palabras, se pona nervioso, cambiaba la puntuacin de los versos. No se entendi nada. La nica que sonrea como si todo estuviera bien era Vera. El maestro se desesper, le pidi el libro y ley. Ay, qu trabajo me cuesta quererte como te quiero! Por tu amor me duele el aire, el corazn y el sombrero. Quin me comprara a m este cintillo que tengo, y esta tristeza de hilo blanco para hacer pauelos?

    Se hizo un gran silencio en el saln, el maestro deca muy bien los versos. Alma haba levantado la mirada y estaba oyendo.

    Se le ocurri que deba llevar ese libro al picnic. El viernes que cobrara, poda ir a comprarlo, porque a Alma la distraa. Qu sentira l si su pap se fuera a un hotel?

    Y slo por eso, l, que nunca haba ledo un poema, y se le haca la cosa ms aburrida del mundo, sinti que quera leer poemas. Por el pap de Alma en un hotel. Y por Alma, sin su pap en la casa. Y porque si un da sus paps se pelearan tanto sera horrible, y daba miedo slo de pensarlo. Y porque si los versos le haban hecho levantar la cabeza a Alma, deban ser ms fuertes que todos sus problemas.

  • 11

    Se vean nubes cargadas, Su mam le dijo que buscara las botas, le puso su campera impermeable que tena una capucha.

    Mam, parezco un astronauta.

    Mientras no seas un chico resfriado, no importa lo que parezcas.

    Frin estiraba sus brazos abiertos y se balanceaba.

    Aqu Houston, aqu Houston...

    (Sonriendo) Qudate quieto, que no te puedo cerrar la campera.

    ... en este planeta llueve, Houston.

    Frin, que esto no cierra.

    Porque est vieja, mam.

    Todava sirve.

    Si nunca la tiramos siempre va a servir, me gustara una nueva.

    Para tu cumpleaos.

    No, para mi cumpleaos quiero algo para m.

    Y una campera para quin sera?

    No es lo mismo. A Lynko le compran ropa aunque no sea su cumpleaos.

    Me gustara una campera verde como el buzo de Lynko... Con sta parezco un astronauta.

    Frin, mientras yo no consiga otro trabajo.

    Ufa! Siempre el trabajo y el dinero!

    Cuando seas grande vas a tener tu propio dinero y te vas a comprar todas las camperas que quieras.

    Una campera es algo que se usa, un regalo es distinto... Adems me quiero comprar un libro.

    Pero si tens un montn que no leste.

    De versos, no tengo ninguno... (estir los brazos) Houston, Houston, estamos frente a una forma de vida muy extraa.

    Vos sers una forma de vida muy extraa!

    Atacamos, Houston? Atacamos? Confirme.

    Andate que vas a llegar tarde.

    De acuerdo! (empuj a su mam, que estaba agachada frente a l, y la hizo caer sentada).

    (Rindose) Frin!

    Ataque exitoso, Houston!

    Sabs qu les va a pasar a Houston y a vos?

    Oh, oh!, Houston, creo que dejamos la eliminacin para otro momento.

  • Sali corriendo hasta el patio, se subi a su bicicleta y se fue riendo. Cuic cuic.

    La librera todava estaba cerrada. Qu raro. Toc en la casa de Elvio, y esper. Pas un rato sin or nada. Volvi a golpear ms fuerte. Oy unos pasos que se acercaban.

    S?

    Soy yo, Elvio

    ... ya voy.

    Fue a sentarse en la vidriera y esper. Empezaba a lloviznar. Despus de un largo rato lo vio aparecer, caminando despacio. Sin afeitar. La camisa fuera del pantaln. Se acerc a abrir la puerta sin decir nada. Frin sinti olor a alcohol. Vena de la respiracin y de la ropa de Elvio: ola a vino. Ya otras veces lo haba visto con una copa en la mano, y le haba dicho que era por el fro, otra vez por el reuma.

    Entraron. Frin levant las persianas. La llovizna segua cayendo. Elvio se sent del otro lado del mostrador, mirando hacia la calle, sin hacer nada.

    Hoy que cobro me voy a comprar un libro.

    Elvio se quedaba con la vista fija en la ventana, o en la llovizna, o en cualquier cosa.

    Quiere que prepare caf?

    ... (respiraba lentamente, hizo un leve balanceo).

    Se siente bien?

  • ... eh? (como si saliera de un sueo).

    Le pasa algo?

    ... hoy vamos a cerrar.

    No quiere que me quede yo?... Vaya a descansar y yo atiendo.

    ... (le pas una mano por la cabeza).

    En serio, Elvio, vaya.

    Fuera por cansancio, porque confi o porque todo le daba lo mismo, en vez de poner la llave en la puerta, se las dej en la mano a Frin y se fue.

    *

    Toda la librera para l. Encendi la radio, bien fuerte. Hizo que tocaba la guitarra elctrica con una regla. Despus se dio cuenta de que no iba a cobrar. No se atreva a pedirle su dinero. Cmo iba a hacer para comprar el libro que quera leerle a Alma? Se puso a leer su artculo sobre la maratn. Entr una clienta. Baj la radio. Le vendi un mapa. La mujer pregunt por Elvio y respondi que haba tenido que ir a arreglar unos asuntos.

    Y te dej a vos al frente del negocio?

    ... (asinti con la cabeza).

    Cunta confianza te tiene!

    La mujer pag y se fue. Frin subi el volumen de la radio y volvi a tocar la guitarra elctrica con la regla. A media maana se le ocurri ir a ver cmo estaba Elvio. Puso el cartel de "Ya vuelvo". Fue hasta la casa. Se asom a su cuarto y vio que estaba tirado encima de la cama, durmiendo. El olor era ms fuerte. Decidi prepararle un t. Lo hizo y se lo dej en la mesita al lado de la cama. Volvi al negocio pensando en algo que haba odo una vez. Elvio tena una hija que viva en otra parte, que no le escriba nunca y slo lo llamaba cuando necesitaba plata.

    Se le ocurri que poda sacar el libro de la biblioteca. Puso el cartel y sali bajo la llovizna suave y persistente. En la vereda de enfrente una abuela se cay, como un tronco; casi ni alcanz a poner las manos para atajar el impacto. Fue tan raro que Frin no reaccion enseguida, como si sucediera en una pelcula. Cruz la calle y la ayud a levantarse. La mujer traa una bolsa de compras en un brazo y un paraguas que haba quedado dado vuelta, como una flor panza arriba. La seora se recost contra un rbol. Frin esperaba que se incorporara, pero se demoraba y se tocaba la nariz. Le sala sangre. Frin tom el paraguas, lo enderez y la cubri. Vio que ella sacaba un pauelo viejo y remendado. Se secaba la sangre de la nariz. Frin se ofreci a acompaarla y le dio su brazo. Ella lo tom. Caminaron lentamente hasta una casa en la que haba un seor mirando afuera.

    Oh, ahora mi marido se va a preocupar (dijo ella).

    En la puerta le entreg el paraguas, se despidi y sali corriendo. Encontr el libro en la biblioteca. Volvi al negocio: era hora de cerrar. Pas a dejarle la llave a Elvio. No se haba levantado. La taza estaba en el piso y el t estaba derramado. Levant la taza. Sec el suelo. Dej la llave en la mesa de la cocina y se fue hacia su casa, pedaleando lo ms fuerte que poda. Cuic, cuic. Maldicin, tena que llevar a aceitar la bicicleta antes del picnic.

  • Qu maana ms rara. Su mam no poda comprarle la campera. Elvio no poda trabajar y esa viejita no poda caminar sola. Su mam le haba dicho que cuando fuera grande iba a tener su plata. Todava no tena su plata, pero ya se senta grande. Y lloviznaba. Lloviznaba como si se hubiera dado vuelta un barco, o como si las nubes pedalearan llovizna hasta poner el mundo patas arriba.

  • 12

    Lleg el sbado tan esperado. Saldran de picnic con Alma y Vera... y con Arno, aunque Arno tal vez no. Prometi que a lo mejor no poda. Bueno, no lo prometi. Eran las ocho menos cuarto y haban quedado en salir a las ocho y media.

    Mam, me voy a buscar a Lynko!

    No se encontraban ac?

    S, pero lo voy a pasar a buscar igual!

    Frin, por qu no espers tranquilo? Ya va a llegar; desde las seis y media que te oigo dar vueltas.

    No, pero mejor paso a buscarlo por si tengo que ayudar con algo!

    Van a cruzarse en el camino y se van a pasar toda la maana buscndose.

    A Frin se le hizo un chiste buensimo. Se ri, salud con un grito a su mam. Sali disparado hacia la puerta del patio. Fren de golpe, regres corriendo, le dio beso a su mam, y volvi a salir. Pero en ese preciso instante Lynko abra la puerta.

    Mam, ya lleg!!!

    Entraron abrazados, as, de hola, amigo. Revisaron lo que cada uno llevara y lo que pensaban hacer.

    Frin estaba excitadsimo, quera que Lynko entrara la bicicleta, no fuera que se la robaran y no pudieran ir de picnic por tener que hacer la denuncia o perseguir a los ladrones. Le mostr que l haba ido a la bicicletera para que le ajustaran los frenos, le inflaran bien las gomas; pero sobre todo para que le pusieran aceite en el pin. No poda salir con Alma y Vera si haca cuic... cuic... en cada vuelta del pedal.

    La mam termin de preparar su vianda, le dio un beso como si se fueran de viaje, no de picnic ah cerca. Salieron a esperar a la vereda. Frin entr a ver qu hora era a las ocho y cuarto. A las ocho y veinte. A las ocho y veintitrs. A las ocho y veintisiete, que fue cuando se desesper.

    Quedamos a las ocho y media, tranquilizate (Lynko).

    Ser que no las dejaron?

    Hubieran avisado, no?

    Y si tampoco las dejaron avisarnos!?

    ... (Lynko puso los ojos bizcos y sac la lengua, como dicindole que estaba loco).

    ... (Frin entr nuevamente, regres agitado): Ya son las ocho y treinta y cinco, Lynko! Qu hacemos? Las vamos a buscar?

    No! Quedate aqu sentado que ya vienen, te digo!!!

    Si quers las vamos a buscar y le puedo pedir a mi mam que nos acompae y les hable a los paps para que las dejen.

    (Se agarr la cabeza)... no, no quiero.

    Lynko, no seas mal amigo!!!

    Pero Lynko saludaba a Alma y Vera, que se acercaban a media cuadra. Frin se sent a la velocidad del rayo y cambi de conversacin.

    Che, no quers que hagamos juntos el trabajo de la capa de ozono?

  • ... Frin no te estars volviendo loco?

    Llegaron. Ellas se bajaron de sus bicicletas y acercaron sus mejillas. Entonces ellos reaccionaron saludndolas con un beso. Frin no sala de su asombro. En la escuela no se saludaban as; pero, claro, esto no era la escuela. Era la primera vez que se saludaban de beso. Se habran puesto de acuerdo antes de venir para ac? Si era as, ellas les llevaban ventaja. l y Lynko estaban perdidos, no se haban puesto de acuerdo en nada. Qu tarados, cmo no pensamos en eso?

    *

    Vamos? (propuso Lynko).

    Falta Arno, no? (record Alma).

    (Entonces s es su novio?, pens Frin). Pero dijo que lo ms seguro era que no iba a venir.

    No, dijo que a lo mejor no vena (intervino Lynko).

    ... (Frin lo mir enojado, por qu no te calls?).

    S, mejor espermoslo (dijo Vera), seguro que va a llegar.

    Otra vez sentados a esperar; pero ahora conversaban entre los cuatro. Cada cinco minutos Frin propona:

    Vamos, no va a venir.

    Esper un minuto.

    Es que se nos va a ir la maana.

    Apenas son las nueve.

    Ya son las nueve!? Entonces vamos! Quedamos a las ocho y media!

    Mir, ah viene! (dijo Vera, y saludaba).

    S. Ah vena. A media cuadra. Y no slo vena. Sino que vena caminando. Lentamente.

    Y tu bicicleta? (pregunt Lynko).

    Era en bicicleta? (distrado).

    Claro, Arno cmo vamos a ir de picnic, si no? (Alma, sonriendo).

    Ah, de picnic? Yo entend que nos quedbamos a jugar ac.

    Frin no lo poda creer, lo miraba a Lynko como diciendo: s-te-me-de-ses-pe-ra.

    Quedamos en encontrarnos ac; pero bamos de picnic.

    Uy!, yo no s si me dejan (dud Arno).

    Perfecto! No lo dejan! Arno, gracias por haber venido, pods quedarte a leer mis revistas! Vmonos!

    Frin! No seas mal amigo! (dijeron Alma y Vera), vamos a acompaarlo a su casa a buscar la bicicleta.

    ... es que tiene una goma pinchada.

    Y bueno, te acompaamos a arreglarla (dijo Lynko, aguantndose la risa, porque saba que era lo ltimo que Frin quera hacer).

  • Caminaron al lado de sus bicicletas hasta casa de Arno, mientras Frin cada tanto, sin que lo vieran los dems, le haca seas a Lynko, agarrndose el cuello y sacando la lengua afuera. Arno lo sacaba de las casillas. Pero, fuera como fuera, ya haba empezado el paseo.

  • 13

    Llegaron los cinco a casa de Arno, que quiso abrir; pero la puerta no. Prob de nuevo. No. Estaba cerrada con llave. Arno se dio vuelta, con su camisa salindose del pantaln, sus cordones, uno desatado y otro hecho con un nudo que jams se desatara, y todo l, as con el pelo despeinado, como si al despertarse tampoco hubiera estado la mam, mir al resto con cara de que el avin ya se fue, y les dijo:

    Mi mam no est.

    Se quedaron sorprendidos; slo Vera atin a preguntar:

    ... y vos no tens llave?

    ... (hizo que no con la cabeza).

    Pausa. Silencio, volvi a hablar Arno.

    Vayan si quieren.

    Lo dijo con un tono de camisa afuera del pantaln, despeinado, y los mir con una cara de cordones abandonados, que Lynko propuso que lo acompaaban hasta que llegara la mam, y hasta Frin estuvo de acuerdo. Se quedaron como si se hubiera ido la luz. Frin miraba la vereda de enfrente, como todos. A su lado estaba Lynko, luego segua Vera, luego Alma, y luego Arno. S, estaban sentados juntos, y l estaba en la otra punta. En la otra punta de donde quera estar, cosa que ya haba sentido otra vez, que estaba en la otra punta de donde quera estar. Que no haba silla para l, o que su silla la estaba ocupando otro. Siempre as. Qu da de porquera.

    En eso lleg la madre, caminando rpido y no cambi la cara de enojada, por ms que todos la saludaron correctamente. Slo se dirigi a Arno.

    Se puede saber qu hacs ac, sentado como un tonto!?

    Se quedaron duros al or cmo le hablaba.

    Es que era un picnic.

    Respondi Arno con su tono confundido, que ahora se explicaba por qu. Frin se dio cuenta de que Arno estaba como si siempre tuviera a su mam gritndole tonto.

    Y me pediste permiso?

    ... (mirando el suelo).

    Contestame, burro! O no os que te estoy hablando!?

    Arno levant los ojos confundidos, y la mir como si esperara un golpe.

    Sos un intil, carajo, no vas a aprender nunca!

    Se meti en la casa dando un portazo y cerrando otra vez con llave. Frin se dio vuelta y dijo:

    Che, sa es tu mam o es la que mat a tu mam?

    Los dems lo miraron con cara de retarlo.

    ... es mi mam.

    Contest Arno, con su tono de confusin, hundido como un barco que se est hundiendo, como un barco de transportar frutas que se est hundiendo a metros de la costa. Con sus naranjas flotando de adis adis, nos lleva la corriente, adis adis. Arno segua callado. Lynko habl.

    Pedile permiso, te esperamos.

  • No, mejor vyanse.

    No, and, te acompaamos (dijo Alma).

    Arno se levant cansinamente, fue hasta la puerta, toc el timbre. Frin vio que la campera de Arno le quedaba grande y apenas asomaban sus dedos por los puos. Pas un rato, y como si eso ya hubiera ocurrido otras veces, Arno volvi a tocar timbre, resignado. La puerta se abri de golpe.

    Qu quers, burro!?

    Lo deja ir de picnic con nosotros, seora? (pregunt Alma).

    (Pero ella ni lo mir) A vos te pregunto! Pas!

  • Arno entr, la puerta se cerr con un golpe. No podan creer lo que haban visto. Adentro seguan oyndose los gritos. Tonto. Tonto. Vos lo que quers es matarme. Sos un burro.

    *

    Yo nunca haba venido a casa de Arno (Alma).

    ... yo tampoco (Lynko).

    ... ni yo (Vera).

    Frin fue hasta la puerta y toc timbre. Los tres lo miraron sorprendidos.

    Frin, la mam se va a poner furiosa (Vera).

    El no hizo caso y volvi a tocar.

    La puerta se abri bruscamente y antes de darle tiempo a que la mam gritara, Frin pregunt con voz firme.

    Hola, seora, est Arno?

    Esa pregunta la desconcert, cmo si estaba Arno?, si ellos lo haban visto. Demor un segundo en dar el grito que traa preparado, y Frin reaccion nuevamente.

    Hola, seora est Arno? Venimos a buscarlo porque queremos que vaya a un picnic con nosotros (en un tono que pareca amable, pero levantando la voz).

    La seora dio un portazo y se meti adentro.

    No te dije? (Vera).

    Pero Frin no la oa, estaba ah parado, pensando si iba a tocar de nuevo el timbre o qu, cuando la puerta se volvi a abrir, ahora con dificultad. Era Arno con su bicicleta.

    Me dijo que me vaya con ustedes.

    ... (ninguno entenda nada).

    ... bueno... vamos (Alma).

    Pero no tengo qu comer y la rueda est rota.

    Nosotros traemos... vamos a la bicicletera tens plata para el arreglo? (Lynko).

    ... (Arno hizo que s con la cabeza).

    Salieron los cuatro caminando con sus bicicletas al lado, en silencio.

    El paseo empezaba de nuevo, pero desde otro casillero, como en el juego de la oca. Lynko espi de reojo a Frin, que caminaba mirando al suelo. Se acord de la vez que se haba agarrado a trompadas por l, y lo juntaba con lo que haba hecho hoy y no pareca el mismo. Alma le ofreci caramelos a Arno que, por tomarlos sin soltar la bicicleta, casi se cae.

    Siguieron caminando, l, Vera, Alma, Lynko y los pantalones arrugados, el pelo despeinado, la camisa salida, un cordn desatado, la campera demasiado grande de un barco de frutas que medio se hunda, a metros de la costa, llenando la corriente de naranjas ajenas al barco que naufraga, y mezclando su perfume con el de este sbado por la maana.

  • 14

    La bicicleta de Arno, vieja y emparchada, iba en silencio, como debe hacer toda bicicleta o caballo que tampoco va dndole conversacin al jinete. En cambio, la de Frin, recin pasadita y todo por la misma maldita bicicletera, engrasada y aceitada hasta chorrear el estpido aceite, segua haciendo cuic cuic. Era la nica que haca ruido. Frin estaba furioso.

    Frin, no le diste de comer? (Lynko).

    Todos se rean, Arno, en otro planeta como siempre, interrumpi:

    Yo s un chiste.

    A ver? (dijo Frin para desviar la atencin).

    Arno empez a contar de un nio que tena que comprar un sandwich de jamn y al que, antes de llegar a comprarlo, le pasaba de todo. Pero realmente de todo, porque llegaron al lmite del pueblo y al chico del cuento de Arno le seguan pasando cosas y todava no poda comprar su sandwich. Empezaba el camino de tierra. Frin ya quera que terminara el chiste. Una cosa era que Arno lo salvara de la broma de Lynko y otra cosa era que acaparara toda la atencin.

    Vamos al cementerio viejo? (propuso Lynko).

    No (dijo Alma, enseguida).

    ... (Frin se sorprendi, le dar vergenza de cuando fuimos juntos?).

    Oigan que les sigo contando (Arno).

    Esperate que tenemos que decidir adonde vamos.

    Yo conozco un monte que queda por ac; pero no me acuerdo bien del camino (Vera).

    Vamos a se y lo buscamos (Lynko).

    Oigan, les sigo contando (Arno).

    Llevaban media hora pedaleando y el chico del cuento de Arno no poda comprar el famoso sandwich de jamn porque tena que ayudar a una viejita a que cruzara la calle, despus porque pasaba un carro de bomberos, despus porque le robaban la bicicleta, tena que ir a hacer la denuncia, la encontraban; pero despus se la peda prestada un viejito. Y as mil cosas y nunca llegaba a comprar el maldito sandwich de jamn. Nunca haban odo un chiste tan largo. Frin estaba furioso con el estpido de Arno, con los estpidos de los dems que no paraban de rerse del estpido chiste del estpido Arno, con el estpido nio del estpido chiste. Hasta con el estpido sandwich del chiste. Cundo iba a parar de hablar e iba a dejar hablar a los dems?

    Dale, Arno! Y qu pas!? (deca Alma desesperada y divertida).

    S, basta Arno, hablemos de otra cosa! (aprovech Frin).

    No, Frin, dejalo que siga (de nuevo Alma).

    ... (quin la entiende?, pens Frin).

    S, esperen, todava falta, porque, cuando estaba por llegar al negocio, se le cruz un perro con una manchita blanca...

    Termina el maldito cuento! (gritaba Lynko, muerto de risa).

    Seguan pedaleando y rindose ya no porque importara el cuento, sino porque no

  • acababa nunca; y porque Arno jams haba hablado tanto. Se le habr destapado algn cao en la cabeza, pensaba Frin, pero con ganas de volverlo a tapar. Trataba de que se le ocurriera algo gracioso, para hacerlos rer l tambin; pero ni poda pensar, porque Arno no paraba de hablar, los dems, de rerse y su bicicleta, de hacer cuic cuic.

    *

    Ms se alejaban del pueblo y ms divertidas eran las cosas que se le ocurran a Arno para alargar el chiste. Frin not que Alma se rea despreocupada. Cuando llegaron estaba seria, por eso que le haba contado Vera, que sus paps estaban con problemas. Pero ahora era la misma de siempre, alegre y con una risa maravillosa. Arno inventaba ms y ms cosas, y eso los haca pedalear ms lento. En un momento tuvieron que detenerse porque Alma casi se caa de la risa.

    Oigan, me parece que no es por ac (interrumpi Vera, todos frenaron).

    No era que sabas? (pregunt Lynko).

    Pero les dije que no me acordaba tanto.

    Y ahora? (Alma).

    Si quieren nos quedamos y les termino de contar (Arno).

    Nada que ver, es feo este lugar! (Alma y Vera).

    Sigamos, seguro que es cerca (dijo Frin, tratando de tener iniciativa en algo).

    Y si nos perdemos peor? (Alma).

    Creo que s cul es (Frin).

    ... (Lynko se dio cuenta de que estaba mintiendo y que lo deca para alardear delante de todos).

    Vamos (insisti Frin, rogando que se le ocurriera algo).

    Les sigo contando (dijo Arno).

    Todos se rieron. Hasta la bicicleta de Frin, que haca cuic cuic. Pero l no; quera regresar, mandarlos a todos al diablo, ir a devolver el libro a la biblioteca. Jur que no le leera un solo poema a Alma, si de todas maneras con cualquier chiste estpido se olvidaba de sus problemas.

    Arno, tu chiste no tiene final! (Alma simul enojo, pero sonaba encantada).

    S, tiene; falta poco.

    Siguieron pedaleando y rindose. Todos menos Frin que, disimuladamente, trataba de ver si por el camino que iban apareca algn monte. Pero nada. Por suerte Arno segua distrayndolos con su chiste.

    Falta mucho? (pregunt Alma).

    No (contest Frin, intentando parecer seguro).

    No ser que ests inventando? (dijo Lynko para hacerse el gracioso).

    Claro que s! (Frin, muy molesto).

    No te enojes, era un chiste noms (Lynko, haciendo un gesto de disclpame).

    Lo cierto es que ese comentario fue la gota que colm el vaso, porque, aunque todos

  • iban oyendo y rindose con el chiste, ya queran llegar. Frin no vea nada por ninguna parte, y ni tena idea por dnde estaban.

    *

    Por no quedarse callado y mostrarse seguro dijo:

    Cuando llegamos a la esquina de ese campo, hay que doblar a la derecha.

    Ay, qu bueno! (dijo Alma).

    S, ya tengo hambre, quera llegar (Vera).

    Para qu habr dicho eso, pens Frin, qu iba a hacer cuando dieran vuelta y no hubiera nada? Quera que la tierra lo tragara. Pero que primero lo tragara a Arno. Cuic cuic que, de repente, resulta que era gracioso. Cuic cuic. As, de la noche a la maana, el muy idiota. Cuic cuic. No se puede ser gracioso de golpe. l siempre contaba chistes, entonces estaba bien que fuera gracioso. Cuic cuic; pero este idiota ni siquiera silbaba y ahora resulta que era graciossimo y Alma estaba feliz con las idioteces que deca. Cuic cuic. Se le hizo que Arno era el chico ms mentiroso, hipcrita, estpido que haba conocido nunca. Cuic cuic. Y Alma era bastante idiota si se rea de estos chistes tontos. Cuic cuic. Y el bicicletero tambin era un tarado porque ni siquiera saba aceitar bien una bicicleta. Cuic cuic.

    Ya estaban llegando a la esquina del campo. Y el ms sorprendido de todos fue Frin, porque a unos quinientos metros de ese cruce de caminos haba un monte grande y hermoso. Los dems se pusieron a aplaudirlo, Lynko se baj de su bicicleta y lo abraz; pero Frin segua con la boca abierta: no poda creer su buena suerte. Ser adivino?, pens.

    Pero Arno no le dio mucho tiempo de disfrutar su xito porque sigui con su maldito chiste de dos aos de duracin. El monte era verdaderamente hermoso, con rboles altos y hojas en el suelo. Encontraron un claro en el que dejaron las bicicletas y sacaron sus cosas.

    Bueno, Arno, cmo termina tu chiste? (Lynko).

    S, en serio, Arno, as jugamos a algo (Alma).

    Ya termino: entonces el nio por fin lleg al negocio, pidi un sandwich de jamn, el seor se meti, tard como una hora, sali y se lo dio y el nio lo agarr sin mirarlo y, cuando lleg a la casa, su mam lo abri... y, saben que haba adentro de los panes?

    No, qu...?! (Vera)

    ... jamn.

    ...? (sorpresa en todos).

    ... cmo? (pregunt Lynko, que crey haberse perdido alguna parte).

    Jamn.

    ... (se miraron desconcertados).

    ... jamn? (repiti Alma).

    ... s, jamn.

    ... se es el final del chiste!? (Lynko).

    ... (Arno asenta muy divertido de haberlos engaado).

  • Entonces Lynko se tir encima suyo, lo hizo caer y haca como si le pegara de verdad. Arno se rea a carcajadas, ni se defenda. Alma y Vera se agarraban la cabeza y medio se rean y gritaban porque no podan creer que el chiste fuera tan malo y tan largo. Frin, silenciosamente, dio las gracias de que por lo menos hubiera terminado. Abri su mochila y se encontr con que el papel en el que su mam haba envuelto los sandwiches se haba abierto durante el viaje, y el libro del poeta se haba manchado de manteca en la tapa. No era mucho, lo suficiente como para que sintiera que de verda